Capítulo 26: Carácter Uchiha
Sasuke observó cómo el arco le apuntaba directamente a él, no sólo el del hombre que parecía liderar aquella incursión, sino el de todos sus hombres. No podía disparar a todos, caería antes de lo que lo hiciera, pero si iba a caer, se llevaría precisamente al que parecía más importante con él, por lo que apuntó directamente a la cabeza del líder.
- ¿Te atreves a apuntarme? Si disparas... estás muerto – le dijo con una sonrisa.
- Tú también – le dijo con seriedad Sasuke.
- ¿En serio crees que puedes acertar? Tengo entendido que los blancos no saben hacer nada sin sus armas de fuego.
- ¿Quieres comprobar mi puntería? – preguntó Sasuke – por mí encantado. Tu cabeza es como un melón y estás a pocos metros de mí, la atravesaré como si nada. Lástima que luego no pueda quitarte la cabellera para demostrar lo que hice – le sonrió Sasuke dándole a entender que sabía sus costumbres.
- El chico tiene genio – sonrió el líder, haciendo reír a todos los demás - ¿No te ha domado bien el "nueve colas"?
Aquel gesto que hizo con su cintura y la risa de los demás, le dio a entender a Sasuke que hablaban de sexo, como si sintieran que era una burla que se dejase penetrar siendo un hombre también.
- Él es el único que se ha ganado el derecho a montarme – le agregó Sasuke deteniendo todas las risas – supongo que no hay ningún guerrero prometedor aparte de él. Sólo "nueve colas" me montará las veces que quiera. ¿Celoso por no poder domar ni a la más sumisa de vuestras yeguas? – sonrió Sasuke burlándose esta vez de él – al menos el "nueve colas" es capaz de montar a sementales indomables.
Aquellas palabras fueron directas al orgullo del indio. Lo notó enseguida por cómo cambió el gesto de su cara y el de todos los que allí le rodeaban. Durante aquel último año en la tribu, había aprendido demasiadas cosas, sabía que solían reírse del plano sexual, que era algo importante para su orgullo, de hecho... se habían reído tantas veces de él por dejarse montar, que aprendió el sistema de cómo devolverles el golpe. Ya nadie había vuelto a cuestionarle en su tribu, pero ellos... parecía que necesitaban aprender que nadie se reiría nuevamente de él o de su esposo.
Enfadado como estaba con las palabras de ese blanquito que no debería estar en sus tierras, bajó el arco y desmontó de su caballo para poder ir hacia él. Sasuke no bajó su arco, tampoco destensó la flecha y menos cuando todos los demás seguían apuntándole.
- Bajo las patas de los caballos – le susurró Sasuke a Menma en su espalda – en cuanto se acerque a mí, todos me están apuntando, así que corre y pasa bajo las patas del caballo. Busca a los nuestros.
- Pero...
- Sin réplicas. Sólo hazlo.
No era que la idea le gustase, no quería dejar a Sasuke solo allí con esos indios, pero tampoco quería llevarle la contraria. No podía hacer mucho para evitarlo y sabía el mal carácter que tenía Sasuke cuando se enfadaba y ahora... lo estaba. Quizá sólo Naruto habría sido capaz de relajarle en momentos como estos.
La idea de dispararle para que dejase de acercarse a él cruzó su mente, pero también sabía que si disparaba... estaba muerto. No podía hacer algo así mientras Menma siguiera a su espalda o las flechas podrían alcanzar también al pequeño pese a que él estaba en el centro de aquel círculo de hombres a caballo.
El arco cayó al suelo al recibir el primer puñetazo y, aunque él perdió el equilibrio, sonrió al darse cuenta de que sus hombres no dispararían ahora mismo, su líder había quedado en ridículo y debería solucionar el problema de su honra él mismo. Tocó con el dorso de su mano su labio, sangraba ligeramente pero nada importante. Menma se acercó preocupado por él, pero Sasuke le empujó directamente contra las patas de un caballo para que hiciera lo que le había pedido mientras se ponía en pie y se abalanzaba contra aquel indio, cogiéndolo de la cintura y derribándolo al suelo.
Todo se volvió un jaleo, algunos indios no sabían si perseguir a Menma o quedarse a proteger a su líder. Inmóvil, así se había quedado durante unos segundos ese indio frente a él que no creyó jamás que un blanquito fuera a responder su golpe, pero iba a descubrir que los Uchiha tenían su propio carácter.
Esta vez fue Sasuke el que le dio el puñetazo una vez lo tenía en el suelo bajo él, pero le duró poco aquella posición de supremacía cuando el indio se removió con fuerza bajo él, apartándole a un lado y consiguiendo ponerse en pie. Sonrió un segundo, era cierto que ese chico no iba a dejarse pasar por encima y aún no entendía cómo Naruto podía mantenerlo a raya.
- Te has metido con la persona equivocada, pequeño cuervo – le sonrió.
Tras aquellas palabras, volvió a abalanzarse sobre Sasuke, quien intentó defenderse de sus golpes y tratar de acertar los suyos. Al ver cómo uno de los caballos se empezaba a mover, Sasuke cogió carrera para resbalar por la tierra, pasando bajo las piernas de su contrincante y coger el arco que había dejado caer con anterioridad, tensando la cuerda con rapidez y disparando la flecha contra una de las patas del animal hasta derribarlo. No era su intención herirlo de gravedad, sabía lo importante que eran los caballos para esas tribus, pero no podía dejar que siguiera corriendo para ir en busca de Menma.
Al darse cuenta de aquello, el líder se giró hacia sus hombres con enfado. Era cierto que aquel crío ya se le escapó una vez y había ido a parar a las manos de uno de sus mayores enemigos, al guerrero en el que más alta estima tenía, pero que ahora parecía haberse vuelto loco al casarse con alguien de su mismo sexo, con ese chico blanco que echaba por tierra todas sus tradiciones.
- Olvidaos del crío, lo quiero a él – sonrió mientras señalaba a Sasuke – lo reconozco... sabes disparar. Nueve colas te ha enseñado bien a pelear, pero estás a muchos años para vencernos a nosotros, esto no es un juego.
- ¿Estabas jugando? – preguntó Sasuke – porque yo voy muy en serio.
- Pequeño cuervo – sonrió de nuevo aquel indio - ¿No te han dicho el motivo de llamarte así?
Sasuke se sorprendió de aquello. Era cierto que estaba acostumbrado a que todos le conocieran con ese apodo, pero nunca se preguntó el significado tras ese apodo. Sabía el de Naruto, algunos le llamaban el Zorro de nueve colas por ser el hijo de Minato, a quien le llamaban "Zorro" por su inteligencia y por ser un gran cazador, otros le llamaban "Demonio de nueve colas" por la agresividad suya en el campo de batalla, aunque jamás le vio batallar en una. Imaginaba que sería bueno. Pero el suyo... nunca lo preguntó.
- El cuervo sólo es el basurero – le dijo entre risas – ese animal escurridizo que recoge las sobras de los guerreros que caen en combate, el emisario de la muerte. Quizá tu esposo creyó que serías eso en su vida, su muerte.
¡No sabía qué responder a eso! Le había pillado por sorpresa y era algo de lo que jamás había hablado con su tribu, así que no podía estar seguro de si realmente le consideraban así o de otra forma. ¡Enfado! Sentía que su sangre hervía ante aquello, pero cuando el indio trató de golpearle de nuevo, una mano detuvo su muñeca impidiéndole asestar el golpe.
- Pequeño cuervo simboliza el cambio – escuchó a Naruto frente a él – Es cierto que muchos lo asumen a la muerte, pero cuando le llamé cuervo, pensé en su inteligencia, son capaces de adaptarse a los cambios, comiendo incluso la carroña para sobrevivir. Tú mejor que nadie deberías saber que los cuervos predicen el futuro y revelan presagios. Simboliza la sabiduría. Se está adaptando, pero creo que ya ha dejado de ser "pequeño" – sonrió Naruto.
Sasuke se sorprendió al verle frente a él, deteniendo aquel golpe e interfiriendo en su batalla, aunque no pensaba reclamarle nada en absoluto, le alegraba que hubiera podido llegar. Al echar la vista atrás, observó al resto de los guerreros de su tribu junto a Menma, todos ellos a caballo y rodeando a sus enemigos.
- El demonio nueve colas ha hecho su aparición.
- Yoji Aburame – sonrió Naruto – mucho tiempo sin verte. Creo que no se te ha perdido nada en mis tierras, la caza está en las llanuras. Deberías bajar allí con tus hombres.
- Estaba conociendo a tu esposo – sonrió.
La sonrisa de Naruto se intensificó aún más antes de acercarse a su esposo, coger su cabello con cierta fuerza y pasar la lengua por sus labios como si su saliva fuera a curar aquella herida de su labio. Sasuke simplemente se dejó, sabía de sobra lo que Naruto pretendía con aquello, demostrarle a ese idiota lo mismo que él le había dicho, que sólo se dejaría doblegar por Nueve colas.
- Vuelve con los nuestros – le susurró Naruto con una mirada que le indicaba claramente que no le llevase la contraria ahora.
Su primer instinto habría sido llevarle la contraria, decirle que quería estar allí, pelear con ellos en caso de ser necesario, pero también supo que empeoraría las cosas si se quedaba. Después de haber demostrado que era capaz de defenderse, que no iba a dejarse doblegar por nadie, ahora no podía poner en duda sus propias palabras y demostrar que tampoco obedecía a su esposo. Resignado, cogió con fuerza el arco y caminó hacia los guerreros de su tribu, quienes ya le traían su caballo para que montase.
- Le has enseñado bien, pero sabes que no es de los nuestros, nunca los será. Estás deshonrando las tradiciones.
- ¿Y qué más te da? – sonrió Naruto – soy yo el que me acuesto con él todas las noches, tú no tienes que aguantar su carácter.
- ¿Fue difícil domarle?
- No sabes cuánto – intentó conseguir Naruto que dejasen de menospreciarle.
No era nada fácil lograr algo así, todos sabían que los hombres debían ser agresivos, los perfectos guerreros, no les cabía en la cabeza que pudieran simplemente rebajarse a dejarse meter la polla de otro hombre. Eso era lo que hacía que ante los ojos de los demás, Sasuke fuera tratado más como una damisela que como lo que era. Cambiar eso en su tribu era más o menos sencillo, cambiarlo para los demás... era complicado.
- Antes tenías mi respeto, el guerrero más fuerte de aquí, tu padre te enseñó muy bien pero ahora... mírate, casado con alguien de tu sexo.
- Tengo una alianza con los blancos.
- Los blancos no respetan alianzas y lo sabes.
- No han roto su palabra por ahora.
- Ya lo harán. No dejarán que te quedes a uno de los suyos.
Naruto se acercó hacia Yoji, hablando primero para que todos le escuchasen y acercándose cada vez más al primero hasta conseguir tenerle a su alcance.
- Sasuke es de mi tribu y no vas a tocarle – dijo en voz alta primero, para luego bajar la voz y acercarse a su oído - yo mismo te arrancaré el corazón del pecho si te atreves a acercarte a él – le amenazó con dureza.
- ¿Tan a gusto se deja montar? – sonrió Yoji como si intentase insultar a Sasuke de nuevo con aquella frase.
- Te contaré un secreto – le susurró – él es quien me monta todas las noches. Ya deberías saber que no se puede domar a un potro salvaje, tan sólo puedes dejarle libre y que decida lo que quiere hacer. Quizá me confunda y no lo sepas... al fin y al cabo, ni siquiera tienes a una mujer en tu lecho – le dijo esta vez Naruto hiriendo su orgullo de guerrero y hombre, lo que hizo que Yoji frunciera el ceño enfadado.
Al girarse hacia los suyos, simplemente dio la última de las ordenes por hoy, "Volver al poblado", ya había tenido suficiente por hoy.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top