Capítulo 25: Sioux

Estaba nervioso. Habían pasado tres largos días y todavía no tenían noticias sobre la decisión de la asamblea. Naruto trataba de aparentar estar calmado aunque Sasuke sabía muy bien que llevaba los nervios por dentro.

El primer día no había podido acompañar a Naruto y a Menma a cazar, supuso que estos aún temían por él y el miedo que podía provocar en el resto de tribus el enterarse que había un blanco entre ellos. Sin embargo, parecía que finalmente Naruto empezaba a entender que no podía recluirle siempre en la casa. Tenía el mismo derecho que los demás a salir a cazar con ellos, era parte de su tribu y debían comprender todo aquello en algún momento.

Aún era de noche y los grillos se escuchaban al otro lado de las maderas. Naruto dormía a su lado, tan sereno como siempre, aunque sabía que al mínimo movimiento era posible que abriera los ojos. Nunca terminaba de conciliar un sueño profundo, siempre alerta por si acaso. Sasuke ni siquiera sabía si a eso se le podía llamar "descansar".

Muy poco a poco, empezó a moverse. Quería salir de la cama donde estaba y buscar sus cosas. Estaba claro que Naruto trataría de dejarle atrás hoy también e impedir de alguna forma que fuera con ellos, pero él iba a estar listo, no podría ponerle ni un impedimento cuando los primeros rayos del sol alumbrasen aquella estancia.

- ¿Dónde vas? Todavía no ha amanecido.

- Voy a prepararme.

- Vuelve a dormir – susurró Naruto.

- No. Me conozco ese vuelve a dormir. Luego te largas sin decir nada mientras yo duermo.

Naruto sonrió al verse pillado. No podía negar que era precisamente lo que pensaba hacer. El único problema era que con Sasuke no solía funcionar dos veces la misma estrategia. Aprendía y corregía sobre la marcha, buscaba otras ideas para que no le dejasen atrás. ¡Se le estaban agotando las ideas para evitar que les acompañase a cazar en verano!

- ¿Y si prometo despertarte para venir, vuelves a dormirte? – preguntó Naruto.

- No. Eso mismo dijiste ayer y no cumpliste.

- Se me olvidó.

- Voy a por mis cosas. Hoy no te irás sin mí – sonrió Sasuke.

- Está bien, me levanto. Iré a prepararme también antes de despertar a Menma. Supongo que hoy podríamos ir a pescar.

- Por mí está bien mientras pueda salir de la aldea un poco.

No podía evitar sentirse atraído por su esposo. Era cierto que era un hombre y que era blanco, que seguramente la mayoría de las personas de las tribus no entenderían lo que él veía en ese chico, pero no podían entender en absoluto lo que era convivir con él, no podrían jamás comprender lo seductor que llegaba a ser ese chico en ocasiones. Era valiente y atrevido, aprendía rápido y trataba de encajar lo mejor que podía o hasta donde le permitían.

Estaba ya casi listo para irse, cuando la puerta de la casa se abrió de golpe, dejando ver a su madre algo preocupada. Supo al instante que algo tenía que correr mucha prisa para que ni siquiera esperase a que terminase de amanecer. Simplemente, miró hacia ella y esperó a que hablase.

- El consejo va a reunirse – comentó su madre – en la tribu de al lado, dicen que es importante y cuentan con tu asistencia y la de tu abuelo. Me ha mandado a avisarte.

- Parece que la pesca tendrá que esperar – sonrió hacia Sasuke.

- Cuando por fin podía salir de la tribu un rato – se medio quejó Sasuke, aunque luego al ver cómo sonreía, Naruto se relajó – qué le vamos a hacer, las obligaciones primero. Ve a la asamblea.

- No salgas del poblado hoy. ¿Entendido?

- Sí, sí – se quejó Sasuke – pero mañana vamos fuera.

- Trato hecho.

***

¡Aburrido! Así se encontraba Sasuke al igual que Menma. El pequeño al menos aún podía entretenerse un rato con los niños de la tribu pero él... él estaba muy aburrido. Las mujeres seguían absortas en sus quehaceres diarios en los que no podía ayudar, algunos hombres se habían ido a cazar y otros afilaban las armas o creaban nuevas. Sin nada que hacer, decidió coger el arco y las flechas para bajar cerca del río a practicar. Seguía estando dentro de los límites del poblado así que no incumpliría las órdenes de Naruto.

Estuvo allí practicando durante unas horas. Su brazo ya no parecía tener ninguna repercusión. Lo movía con soltura y sin dolor de ninguna clase. Eso le alegraba en cierta medida. Ahora podía hacer vida normal de nuevo. No negaba que a veces echaba de menos las visitas de Itachi o el poder ir él al fuerte a ver a su madre sobre todo, pero así era la vida ahora. Quizá su padre nunca entendería que tomase la decisión de quedarse junto a su esposo.

- Sasuke... - escuchó la voz de Menma desde lo alto de la colina donde estaba el poblado – voy a irme con Kushina y los demás niños a la plantación de trigo – sonrió - ¿Te parece bien?

- De acuerdo – sonrió Sasuke – pero ten cuidado.

La plantación sí estaba fuera de la gran empalizada de madera que defendía el poblado. Tampoco era algo que le importase en gran medida, Naruto sólo le había ordenado a él quedarse dentro de la empalizada y además... Kushina y el resto de las mujeres iban a estar por allí, así que los niños estarían bajo vigilancia. Por si eso fuera poco, siempre había guerreros por los alrededores custodiando la zona por si surgían problemas. No debería ocurrir nada malo.

Para cuando se cansó de practicar el tiro al arco, Sasuke regresó hacia el centro del poblado donde algunos guerreros estaban trabajando en las pinturas de guerra. Generalmente las hacían con materias primas que encontraban, ya fuera arena rojiza, mezclando quizá a veces sangre de animales, moliendo hojas de los árboles o de la propia sabia. Ellos eran expertos ya en sacar los mejores colores de todo lo que encontraban a su alrededor y la naturaleza les proporcionaba. Hasta el propio hollín de las hogueras se utilizaba para realizar las pinturas negras de guerra.

Ese arte era uno de los que todavía no había aprendido. Quizá no era mal momento para sentarse a su lado y ver cómo llevaban a cabo la tarea. Al fin y al cabo, Naruto parecía que iba a tardar en regresar y las mujeres estarían en los grandes campos de maíz y trigo.

- ¿Qué te ocurre, "pequeño cuervo"? – preguntó Sai con una sonrisa – ya has visto más veces las pinturas.

- Sí... pero nunca he sabido hacerlas.

- Siéntate aquí, te enseñaré.

Se lo pensó unos segundos, pero al final dejó al caballo atado a uno de los mástiles cerca de él y se sentó junto a Sai para ver cómo mezclaba las sustancias y creaba el color deseado. Estaba inmerso en todo ese nuevo mundo que se abría ante sus ojos, que tan sólo el grito de uno de los guerreros captó la atención del resto de la tribu que estaba allí sentada frente a la gran hoguera.

- SIOUX – gritaba uno de los guerreros que venía corriendo hacia ellos – Los sioux vienen desde el norte.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar, Sai fue mucho más rápido, cogiendo la lanza y el arco con las flechas y montando raudo sobre su caballo para ir hacia donde estaba el peligro. La mayoría de los guerreros le siguieron, otros aguardaron en el poblado para su defensa, sin embargo, Sasuke aún recordaba las palabras de Naruto de que no saliera del poblado, pero... ¡El norte! Allí era donde estaban los cultivos, allí era donde estaban Kushina y Menma. La duda le asaltó y, finalmente, tras apretar los dientes y tratar de decidir algo, cogió el arco y montó con rapidez sobre su caballo emprendiendo la carrera hacia los campos.

Al llegar a los campos, vio el maizal de gran altura ocultando a la gente entre sus amarillentas ramas. Era imposible encontrar a alguien allí, un laberinto de maíz que recogía el ruido incesante de las ramas moviéndose. La gente corría, eso lo sabía bien Sasuke, podía escuchar los gritos y algunos iban saliendo del maizal en la dirección de los guerreros. Finalmente, consiguió entre todo el ajetreo, ver el cabello rojizo de Kushina.

- Kushina – gritó hacia ella - ¿Dónde está Menma?

- Sasuke, no deberías estar aquí, vuelve al poblado.

- ¿Y Menma? – le repitió la pregunta un preocupado Sasuke.

- Estaba con otros chicos jugando entre el maizal, iban a la parte del este. Imagino que estará viniendo hacia aquí. Saben que tienen que correr en caso de peligro hacia esta dirección.

Confiaba en que Menma se sabía bien la teoría. Correr siempre hacia los guerreros de su tribu que estaban entrando en el maizal para buscar al resto de los que quedaban, sin embargo, también podía escuchar los cascos de los caballos de los Sioux, oía los gritos tribales de guerra y cómo estaban arramblando por el interior del campo.

- Voy a por él – comentó Sasuke sin darle tiempo a Kushina a reaccionar.

- No vayas – le gritó Kushina, aunque Sasuke ya estaba entrando entre las ramas, perdiéndose de la vista de todos en cuestión de segundos.

Sai trató de seguirle al ver cómo entraba, pero en breve, aquel laberinto de cañas amarillas le hizo imposible seguirle, perdiéndole la pista casi al instante. Tan sólo podía intentar encontrarle a ciegas mientras evitaba a los enemigos por los gritos y sus alaridos.

Corría y corría, apenas podía ver nada y, de vez en cuando, se paraba de golpe para dejar pasar un rápido caballo de algún sioux. Por suerte para él, los gritos que daban le indicaban la dirección que estaban tomando y podía agazaparse antes de ser descubierto. Sólo esperaba que Menma estuviera bien y también se ocultase entre las cañas.

Menma caminaba con lentitud, casi a hurtadillas intentando pasar lo más desapercibido posible entre todos aquellos jinetes que corrían por el campo. Ellos tampoco podían ver nada, pero crear el caos era una manera útil de hacer salir a todos. Correr era una mala idea, les indicaría su posición, no le quedaba más remedio que ir despacio, hasta que una mano le tapó la boca y lo tiró al suelo.

Se asustó, pero enseguida observó la figura de Sasuke sobre él, agachándole todo lo que pudo entre unas cañas que dejaban ver al otro lado las patas de un caballo. Sin apenas ruido, ni siquiera se había dado cuenta de ese jinete que montaba despacio, casi como si inspeccionase toda la zona mientras el resto sacaba de sus escondites a la gente. No se movió al igual que Sasuke permaneció como una estatua hasta que el caballo se puso en marcha de nuevo.

- Vamos – le susurró Sasuke.

Caminaron despacio, agazapados y observando a todos lados antes de poder avanzar. Era mejor ser cauteloso a que les descubrieran por una tontería. Sin embargo, una de las ramas se rompió cuando pasaron cerca, fruto de las sucesivas acometidas de los jinetes que rompían todo a su paso. No pasó mucho tiempo hasta que los jinetes llegaron hasta ellos, obligando a Sasuke a sacar el arco, apuntar al que parecía el líder y poner a Menma tras él intentando cubrirle.

- Vaya... apareció el blanquito – sonrió el hombre, consiguiendo que todos rieran – no esperaba que saliera tan pronto. Parece que los rumores son ciertos, el "Demonio de nueve colas" se ha casado con alguien de su propio sexo... y blanco. ¿Y a quién tenemos ahí? ¿El pequeño zorrillo? Te escapaste una vez, no volverá a pasar – comentó hacia Menma.

- No vas a ponerle la mano encima – le señaló Sasuke en su propio idioma para que supiera que le estaba entendiendo.

- Si hasta habla nuestro idioma – se rió – es una lástima que no te vaya a servir de mucho – comentó sacando también el arco y apuntándole.

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