Capítulo 22: Cacerías


Los pájaros mantenían su canto en la pradera, observando todo desde su altura mientras los tres chicos intentaban camuflarse entre la baja hierba y se movían con sigilo. Los búfalos pastaban a sus anchas frente a ellos y parecían no haber percibido todavía el peligro inminente.

Las grandes praderas de Dakota eran un buen lugar de caza, permitían una vista amplia de todo el lugar, pero en su contra tenía los pocos lugares donde esconderse o agazaparse. Tan sólo algún árbol desperdigado les ofrecía un escondite momentáneo a esos chicos para ir acercándose a la presa.

Se detuvieron tras el último árbol a su alcance y observaron la manada todavía pastando frente a ellos. Una brisa corrió en aquel instante, dando a entender a Naruto que sería malo. Ese aire llevaría el aroma de los chicos hasta los animales y los ruidos de la hierba moviéndose y las hojas de los árboles captarían su atención.

Sasuke posó su mirada en Naruto. Llevaba el arco en su mano y la flecha estaba preparada en la cuerda, agarrada con su dedo índice para evitar que cayese pese a que no estaba del todo colocada para el disparo. Esperaba la señal de su esposo, escondido tras el tronco del árbol sin siquiera asomar ni la nariz. No quería espantar a los animales.

Naruto le observó desde el árbol de al lado y elevó la mano para indicarle que se preparase. Esta vez tensó la cuerda, colocando en perfecta posición la flechas pero sin salir de su escondite. Menma hizo lo mismo al percibir la señal de Naruto y cuando bajó la mano, los dos chicos salieron de su escondite apuntando y disparando al búfalo más rezagado, al que acababa de elevar la cabeza captando el aroma de esos chicos y el peligro.

Varias flechas de Menma impactaron en el animal, sin embargo, Sasuke aún no había disparado. Movía su arco junto a la presa, sin perderla de vista y cuando finalmente dejó volar la flecha, dio en el blanco tumbando a la presa. Fue Naruto el que remató la faena con rapidez para que el animal no sufriera más de la cuenta.

Naruto se acercó hasta el animal, seguido de cerca tanto por Menma como por Sasuke, sin embargo, no reparó en ello. Se agachó frente al animal y sacó las flechas antes de decir una frase de agradecimiento por el alimento que les iba a proporcionar. Era algo habitual en ellos agradecer siempre a la naturaleza por proveerles de todo lo necesario para su subsistencia.

Sus azules ojos se fijaron en el brazo de Sasuke. No parecía tener ningún síntoma de que le doliera, pero aun así, quería confirmar que estaba bien. Habían hecho pocas cacerías y siempre cerca de casa y durante poco tiempo para no forzar su hombro. Aun así, Sasuke era cabezón y había querido ir con ellos a esa cacería más lejos de lo habitual y que requería más pericia y resistencia.

- ¿Estás bien? – preguntó Naruto.

- Sí, estoy bien – intentó sonreír Sasuke, aunque siempre le salía esa mueca casi más de superioridad que una sonrisa verdadera. Naruto ya estaba acostumbrado a ella.

- No tienes que aparentar. Lo sabes, ¿verdad?

- No estoy aparentando, estoy bien. No me duele. Mira – dijo moviendo el hombro para que su esposo se quedase tranquilo – está completamente cicatrizado y he recuperado toda su movilidad. No tienes que preocuparte.

Menma les observaba. Podía notar cierta tensión entre ambos, pero era la normal en la pareja. Eran dos hombres al fin y al cabo, testosterona pura y dura, ambos intentando siempre aparentar fortaleza y no parecer débiles ni siquiera frente al otro pese a lo mucho que se conocían y se respetaban. Eso le hizo lanzar una sonrisa. Sasuke podía ser orgulloso y algo arrogante a veces, pero también sabía cuánto amaba a su "padre" y cómo esa fortaleza le había hecho crecer y adaptarse con rapidez. No podía negar que pese a no saber nada de cazar ni pelear cuando llegó, ahora se había convertido en todo un guerrero y cazador respetado en la tribu.

- ¿Vamos a pescar? – preguntó Menma cortando a ambos chicos.

- Sí – dijo Naruto con una sonrisa –. Cojamos la presa y vayamos hacia el río. Estaremos mejor a cubierto entre los árboles.

Por la forma en que Sasuke frunció el ceño, Menma supo que su padre ocultaba algo. Sasuke le conocía demasiado bien como para darse cuenta de que él nunca decía nada por decirlo. Ese "a cubierto" había saltado alguna alarma en Sasuke.

Tras recoger todo lo que pudieron del animal y guardarlo en sus bolsas de piel, caminaron hasta marcharse de la estepa. Tal y como decía Naruto, allí podrían ser presas fáciles. No había lugar donde cubrirse o protegerse, aunque Sasuke todavía no entendía el motivo exacto por el que su esposo estaba tan preocupado por guarecerse cuanto antes.

- ¿Qué es? – susurró Sasuke al ver que Menma iba algo más rezagado.

- ¿El qué?

- Eso de "estaremos mejor a cubierto". ¿Qué ocurre?

- No ocurre nada. Sólo era una sugerencia.

- Una que nunca habías hecho.

- Es primavera, Sasuke, y el deshielo trae algo más que agua cristalina y el retorno de los animales.

- ¿Los Sioux? ¿Te preocupa que nos encontremos con ellos?

- Si los búfalos están volviendo, ellos también lo harán. Puede que aún no estén por aquí o puede que sí, prefiero no averiguarlo. Es mejor ir con precaución. El bosque es el lugar más seguro para nosotros.

- Pero... estamos en nuestro territorio. No hemos salido de él.

- Los Sioux no entienden de territorios. Son nómadas. Se mueven por las llanuras a su antojo y son excelentes guerreros. Diestros y sanguinarios. No querrás cruzarte en su camino, eso tenlo por seguro.

- Algo me dice... que te has encontrado con ellos alguna vez.

- Alguna – dijo con seriedad – y no fue un grato encuentro para ninguno de los dos. Es mejor ocultarse.

- No es eso... hay algo que te preocupa, algo que no me estás diciendo. Siempre frunces de esa forma el ceño cuando me ocultas algo, te conozco bien.

- Eres blanco – le dijo sin rodeos Naruto, sorprendiendo a Sasuke – para ellos no eres uno más de mi tribu, ni aunque te hayas casado conmigo, ni aunque seas el esposo del futuro jefe de una tribu de las suyas, tú siempre serás un blanco y ellos los odian.

- Vaya... qué directo – se quejó Sasuke.

- Querías la verdad, pues es ésa. Es mejor que no te vean, por tu seguridad.

- ¿También lo soy para ti? ¿Sólo un blanco más?

- Sabes que no, Sasuke. Puede que en nuestra tribu seas "pequeño cuervo", aceptado por todos pero... los Sioux son diferentes. Ellos no tienen por qué aceptarte, de hecho no lo harán. Los conozco bien.

Ninguno de los dos volvió a pronunciar palabra hasta el río. Sasuke entendía perfectamente que por mucho que él se hubiera adaptado, el resto de tribus seguían viéndole como un extraño, alguien que no había nacido en la tribu. Apenas conocía sus costumbres, sus ritos, sus fiestas, sus tradiciones. El lenguaje lo manejaba aún a duras penas, era cierto que había progresado, pero seguía aprendiendo. No podía cambiar lo que la gente pensara de él.

Observó a Naruto frente a la orilla, recogiendo las perneras de su pantalón y doblándolas hasta la rodilla dispuesto a entrar en la fría agua del río. La corriente allí era fuerte, sin embargo, debía conocer bien esa zona y saber que allí tendría éxito en la pesca. No era la primera vez que hacía algo así, ni mucho menos.

- ¿Vas a pescar? – preguntó Naruto a su esposo - ¿O quizá no quieres aprender?

- Sí, me gustaría aprender, pero odio el agua fría.

Naruto sonrió sin poder evitarlo. Aún recordaba la primera vez que las mujeres se lo habían llevado casi a rastras al río para darle un buen baño antes de la ceremonia. Si aquel río le parecía frío... éste le iba a dejar helado. Estaban en pleno deshielo y el agua venía más fría que nunca.

- Puedo hacerlo yo – dijo Naruto entrando en el agua y caminando entre las piedras con la lanza en la mano.

¡No quería entrar! No iba a mentir, pero al ver cómo Menma imitaba a su padre y entraba, supo que él no podía ser el único gallina allí por un poco de agua fría.

- Joder – susurró Sasuke antes de sentarse en la hierba para remangarse también las perneras y seguirles.

Sin pensarlo, caminó hasta el agua y entró, cambiándole la cara entonces a una que mostraba ese intenso dolor. ¡Estaba congelada! Tanto... que era como si le clavasen mil cuchillos. Intentó aguantarlo, moverse y seguir caminando a ver si sus pies se acostumbraban, pero no había forma. ¡Nadie podía acostumbrarse a eso! Sin aguantarlo más, empezó a correr en dirección a la orilla, causando que los peces empezasen a moverse y la lanza de Naruto fallase, intentando Menma clavarla en el pez que se fugaba de su padre y fallando también.

- Sasuke, estate quieto ya, los espantas – se quejó Naruto.

¡Pero no paró! No lo hizo hasta que salió a la orilla y se sentó allí cogiendo sus congelados pies entre sus manos, tratando de que entrasen en calor.

- Estáis como cabras, es peor de lo que recordaba – dijo entre quejas, lo que causó risa en ambos chicos.

- Ésta está más fría – le dijo Naruto – es culpa del deshielo de las montañas.

Los tres se estaban divirtiendo pese a que no había forma de pescar nada con Sasuke haciendo ruido y moviéndose por la orilla. Sin embargo, toda risa cesó cuando tanto Naruto como Menma se giraron al escuchar algo extraño al otro lado del río. Sonaba como a cascos de caballos, seguramente otra tribu o quizá... otro grupo de cazadores.

- Sasuke... vete detrás de esos árboles – le ordenó Naruto.

Normalmente se habría quejado. Odiaba que le diesen órdenes, pero al ver el semblante serio de su esposo, supo que iba muy en serio, por lo que prefirió hacerle caso y esconderse tras uno de los árboles cercanos, trepando por sus ramas hasta la copa.

Un grupo de jinetes aparecieron en pocos segundos ante sus ojos. Llegaban con lentitud para dar de beber a sus sedientos caballos antes de continuar hacia la gran estepa y los prados.

- "Nueve colas" – dejó escapar uno de los guerreros al reconocer a Naruto y a su hijo en mitad del río – no esperábamos veros por aquí. ¿Estáis de caza?

- Ya hemos terminado. Sólo queríamos pescar algo antes de volver – comentó Naruto - ¿Vais a la estepa?

- Sí, queríamos cazar antes de volver al poblado. ¿Cómo habéis visto el lugar?

- Aún no han regresado todos los búfalos – comentó Menma – pero es productivo por ahora, hay unos cuantos ejemplares en buenas condiciones.

- Nos alegra escucharlo. Tened cuidado de regreso, se rumorea que han visto algún explorador Sioux por la zona. Estarán comprobando la zona.

- Gracias por el aviso – agradeció Naruto – tened buena caza.

- Y vosotros buena pesca – sonrió el indio dejando que el caballo bebiese antes de dar la orden a los suyos para seguir camino.

Sasuke esperó unos minutos hasta que pensó que deberían estar lo suficientemente lejos como para no oírle ni verle, fue entonces cuando bajó del árbol y se sentó de nuevo en la hierba de la orilla.

- ¿Quiénes eran? – preguntó con curiosidad.

- De la tribu Mandan, no tienes que preocuparte, son pacíficos. Sedentarios como nosotros. No tienes que preocuparte por ellos.

- ¿Hay exploradores Sioux por la zona? – preguntó Sasuke alarmado.

- Eso dicen – comentó Naruto algo preocupado.

- Habrá que tener cuidado. Ahora mismo no habría mucho problema, sólo son exploradores, un par a lo sumo para comprobar el terreno, pero... eso quiere decir que toda la tribu está en camino – dijo Menma – en pocos días estarán rondando nuestro territorio.

- Mantengámonos lo más lejos posible de su camino – sugirió Naruto – las estepas son amplias, el año pasado ellos prefirieron la zona oeste. Si vuelven allí, no deberíamos ni verles.

- Se moverán donde haya mayor caza – comentó Menma – por ahora... los mejores búfalos están en nuestra zona. Los exploradores ya lo habrán comprobado.

- Esperemos a ver qué ocurre y luego decidiremos algo.

- ¿Decidir? – preguntó Sasuke al ver a Naruto así - No querrás dejarme en casa de nuevo, ¿cierto? Vamos, Naruto... sabes que soy bueno con el arco, he practicado y mejorado. No quiero estar en casa esperándote todo el verano. No voy a esconderme porque ellos anden por aquí, soy uno más de tu tribu, soy tu esposo y en algún momento se enterarán. Lo sabes tan bien como yo – dijo Sasuke con ese rostro que claramente, le decía a Naruto que Sasuke estaba molesto.

- Lo sé, pero esperaba que se enterasen tarde para evitar problemas – fueron sus únicas palabras – ya veremos, Sasuke – al ver cómo su esposo intentaba hablar de nuevo, Naruto fue más rápido cortándole antes de que iniciase – lo sé, tienes razón y estás molesto, sé que no te dan miedo pero deberían – le insinuó – no sabes de lo que son capaces. En algún momento, enfrentaremos esa situación, pero por ahora, mantengamos las distancias.

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