Capítulo 12: Donde debo estar.
El único pensamiento que podía tener ahora mismo... era en marcharse de allí. Pese a ser su familia biológica, no la sentía como tal en ese momento. Lo único que podía percibir de ellos era un sentimiento como si no perteneciera a ese sitio, un sentimiento de desprecio y en parte... de olvido, porque así se sentía, olvidado. Siempre se había fijado en cómo su padre felicitaba a su hermano, en las atenciones que recibía, en lo orgulloso que estaba de Itachi, pero él... él nunca llegó a recibir nada de aquella atención. Ahora se daba cuenta de lo insignificante que había sido en la familia, excepto por su hermano, a quien adoraba, o su madre con su dulzura, intentando tapar los errores de su padre sin conseguirlo muchas veces.
Ya no era un niño al que podían engañar, ya no le servía un simple... "tu padre te quiere" para creerse algo así y sonreír, ya no. Había crecido a la sombra de su hermano, a la sombra del trabajo de su padre y por fin... podría ver la felicidad al fondo, lejos de allí, la veía con Naruto, donde se sentía importante y apreciado. ¡A su manera!
Tumbado en su cama, todavía pensaba qué hacer. Su mochila estaba en el armario y, en parte, su cabeza sólo parecía pensar en Naruto y en querer marcharse. Ni siquiera sabía cómo habían podido cambiar tanto las cosas, sentirse mejor con aquellos "salvajes" como les conocían los suyos, que con su propia familia, pero así era. Con decisión, se levantó de la cama cambiando su pijama, dispuesto a marcharse de allí.
Seguramente su padre no estaría en casa, sino con sus hombres haciendo la ronda rutinaria, siempre le había importado más su trabajo que cualquier otra cosa, sin embargo, Itachi sí se encontraba allí, sentado en la mesa de la cocina con un café en sus manos.
- ¿Te vas? – preguntó al ver a su hermano ya vestido con las mismas ropas con las que había venido, más indias que de los blancos.
- Eh... sí, pero no se lo digas a papá o no me dejará irme.
- Mamá está en el mercado comprando. ¿No quieres esperar y despedirte de ella?
- Es mejor que no. Aprovecharé que todo está tranquilo ahora. Despídete por mí.
- Vale.
Un abrazo fue lo que Sasuke recibió de su hermano, un gran abrazo que se negaba a soltar, al fin y al cabo... él seguía siendo su hermanito, pese a la distancia, pese a cualquier cosa en el mundo... siempre sería parte de él. Ambos intentaron no derramar lágrimas ante la despedida, conteniéndolas como podían. Su padre siempre decía que llorar no era cosa de hombres, pero era realmente duro tener a la persona con la que te habías criado, a sangre de tu sangre y tener que decirle adiós. Daba igual por cuánto tiempo se fuera, daba igual si podría verle o no nuevamente, seguía siendo una despedida por ahora.
- No me hagas esto, Itachi. Seamos rápidos.
- Vale... Ten cuidado.
- Siempre.
Sasuke fue el primero en soltar aquel abrazo, reteniendo sus lágrimas y soportando el dolor que le causaba tener que irse de nuevo.
- Ey... si necesitas algo, lo que sea...
- Lo sé – le respondió Sasuke antes de salir de la casa, sabiendo que su hermano siempre estaría ahí para él cuando lo necesitase.
Caminó en silencio por el cuartel pese a que los soldados le miraban con ese gesto de disgusto en sus rostros. No le cabía duda que su ropa de ahora y el peinado casi más parecido al de los "bárbaros", como ellos los llamaban, que al del ejército, les resultaba molesto. A él le dio igual, simplemente caminó hacia el establo para colocarle las riendas al caballo que Naruto le había regalado. No fue difícil localizarlo, ¡era el único caballo pinto en toda la cuadra!
Al llegar a la puerta, uno de los soldados bajó su arma, cruzándola e impidiéndole el paso. Sasuke frunció el ceño, extrañado por aquel gesto, pero a la vez, entendiendo al segundo siguiente que seguramente serían órdenes de su padre.
- Apártate – ordenó Sasuke – voy a salir.
- Son órdenes del general. No puedo dejarle salir. Lo siento.
- Me da igual lo que haya ordenado mi padre, voy a salir, sea como sea.
- Ahí fuera hay salvajes. Podíamos ver la hoguera anoche.
- Razón de más para que vuelva con ellos. Abre la puerta ahora mismo. No me hagas enfadar.
El soldado ni siquiera pareció inmutarse ante la amenaza del hijo del General. Tampoco fue algo que a Sasuke le extrañase, sabía que su padre no tenía buen talante y que sería mucho peor la repercusión por desobedecer su orden. Chasqueó los labios en señal de frustración y decidió que era momento para dar media vuelta y escaparse por el lugar de siempre.
Quizá pudo haberle hecho una de las llaves que Naruto le había enseñado, o golpearle, cualquier cosa... pero luego cayó en que siempre sería mejor irse diplomáticamente, sin causar revuelo y sin que nadie supiera cómo se había marchado. Por suerte, conocía perfectamente las tablas de la parte trasera por donde solía escaparse de niño. Lo único malo... era que no podría llevarse el caballo en esa ocasión pero... ya le pediría el favor a su hermano y que lo trajera hasta cierta parte del camino. Seguramente no se negaría a ello.
Dejó nuevamente el caballo en el establo, ofreciéndole un par de caricias antes de desaparecer por la puerta del final. Sólo esperaba que nadie hubiera descubierto aquella salida por donde él solía escaparse cuando era niño. Era su única forma de salir ahora mismo de un lugar donde no quería estar.
La gente le observaba caminando por el fuerte, mirándole con esos ojos de reproche por su indumentaria y el peinado que ahora se estaba dejando por su esposo, por encajar con su nueva familia. Ni siquiera quiso decir nada, al fin y al cabo, pese a haberse criado allí, ya no se sentía parte de ellos. Empezaba a entender a Naruto y a los suyos. ¡Tenía ganas de volver! Había hecho lo que quería, despedirse de su hermano, contarle que todo estaba bien, quitarle la preocupación, ahora... era tiempo de volver con su esposo.
Cruzó la gran plaza, descubriendo por la ventana de uno de los emplazamientos a su padre, reunido con otros altos cargos militares. Seguramente hablarían de alguna expedición o campaña, algo que a él no le interesaba en absoluto. Quizá nunca sería uno de ellos, lo sabía y su padre tan sólo tendría ojos para su hermano mayor. Aun así, pese a las diferencias y la falta de atención, nunca pudo ver a su hermano como un rival, sino todo lo contrario, casi hasta sentía lástima por él, por tener que cargar con las expectativas de su ambicioso padre. Él, al menos, tenía una salida y su salida se llamaba Naruto.
Con esa idea en mente, terminó de cruzar la plaza y se adentró en la parte trasera del fuerte. La valla de madera seguía igual que como la recordaba y entonces... sonrió. No creyó que hubieran arreglado esa parte. Movió los troncos de madera de la empalizada y agazapado, salió al exterior deslizando el arco con la carcasa de flechas.
Agazapado entre el polvo y la arena de aquella parte casi desértica, miró hacia arriba intentando descubrir el camino que hacían los vigías desde lo alto de la empalizada. Esperó a que pasase el primero de los hombres y entonces, agazapado como iba, corrió con sigilo hacia el inicio de la vegetación a unos metros de él. Aquella zona que antaño había sido verde, ellos mismos la habían destruido para emplazar el fuerte.
La colina donde los indios habían acampado estaba en la dirección contraria, así que, oculto entre la vegetación, emprendió el camino de vuelta hacia su esposo. No pudo caminar mucho rato cuando ante sus ojos, vio esa figura que caminaba hacia el fuerte sin resguardarse entre la vegetación. Todos los guardias le verían pero no era eso lo que preocupó a Sasuke, sino darse cuenta de que era Menma el que estaba caminando de frente, seguramente movido por querer verle o hablar con él.
- Maldita sea – se quejó Sasuke corriendo entre la vegetación hacia él, intentando no ser descubierto pero avisarle a tiempo antes que se acercase más y los guardias disparasen, porque ellos no preguntarían, tan sólo dispararían a todo indígena que vieran y creyeran una amenaza.
Sasuke salió de entre los árboles cuando alcanzaba la altura del pequeño, corriendo hacia él y haciéndole señas para que se retirase. El pequeño Menma se sorprendió al principio de ver que alguien estaba allí fuera, pero una sonrisa se dibujó en su rostro al darse cuenta de que era el mismo Sasuke, justo al que había ido a buscar.
No podía escucharle bien desde aquella distancia, pero veía sus señas, algo raras. Se quedó estático unos segundos tratando de identificar qué trataba de decirle Sasuke, hasta que a una distancia menor, escuchó un "corre".
Su reacción no se hizo esperar ni un segundo, Menma echó a correr en dirección a la colina, donde se encontraba la seguridad de su tribu. Sasuke, en cambio, corría en oblicuo, intentando alcanzar a Menma a la vez que intentaba alejarse del fuerte también. Ni siquiera quiso girarse hacia atrás, pero una cosa tenía clara, quería ponerse detrás de ese chico, no quería que le disparasen a él.
Aún desde la distancia, pudo escuchar los gritos provenientes del fuerte, todos reubicándose, señal de que ya les habían localizado y se dispondrían a atacar. Corrió todo lo que pudo, sentía sus fuerzas flaquear, pero aun así, continuó, haciendo su mayor esfuerzo por alcanzar al chico, ese al que Naruto apreciaba como su propio hijo. Al final... consiguió ponerse tras él, viendo como un par de caballos salían de la colina en su dirección, seguramente tras verles en peligro.
Escuchó los disparos, algunos demasiado cerca de ellos y agradeció que las armas de fuego no fueran realmente tan precisas como una flecha, sin embargo, cuando los jinetes estaban a escasos cien metros de ellos, sintió el agonizante dolor atravesándole. En aquel momento... pensó que le habían arrancado el brazo. No pudo evitar que unas lágrimas salieran a causa del dolor, pero supo que su brazo seguía allí cuando llevó su mano hasta él.
- Sasuke – escuchó que le llamaban pese a que ahora sus pies ya no corrían, tan sólo se arrastraban – Sasuke – escuchó de nuevo la voz de Menma que se acercaba a él.
- Vete – le recalcó Sasuke – sigue corriendo.
Menma se paralizó unos segundos, sin saber qué hacer, si ir hacia Sasuke o hacerle caso y continuar corriendo hacia esos dos jinetes que habían salido en su encuentro. No tuvo tiempo de reaccionar cuando notó que alguien le cogía de la cintura y lo subía al caballo, dando la vuelta y alejándose de allí.
- Sasuke... dame la mano – escuchó el moreno que alguien le decía desde muy cerca.
Un caballo se detuvo unos segundos a su lado, el tiempo justo para que él elevase el rostro y viera ese brazo bronceado frente a él que le incitaba a cogerlo. Con su brazo sano, cogió con delicadeza esa mano, sintiendo cómo tiraban de él, provocándole todavía más dolor al moverle pero a salvo al encontrarse sobre ese caballo.
Cuando empezó a correr el caballo, el dolor se intensificó. Cada golpe era una tortura, pero también sabía que debían alejarse de esa zona. Una ligera sonrisa salió de sus labios al dejar de escuchar los disparos, recostándose mejor contra el pecho de Naruto.
- ¿De qué te ríes ahora, idiota? – preguntó Naruto molesto.
- Me has llamado Sasuke – sonrió mientras cogía su brazo con fuerza, intentando que rebotase lo menos posible, cerrando los ojos y apoyando su rostro contra el pecho de su esposo.
- No tiene gracia. Estás sangrando mucho.
- Saca... la bala – le comentó Sasuke casi en un susurro – sácala – le repitió antes de cerrar por completo los ojos, desmayándose entre sus brazos.
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