Pequeño ángel (4)

Varias miradas se dirigieron hacia la persona que acababa de entrar, casi llegando a la fascinación de ver al llamativo individuo. Era difícil de ignorar, pues además de ser apuesto se distinguía muy bien entre la multitud con su lúgubre y elegante vestimenta, al mismo tiempo que revelaba esos mechones rojizos en su cabello. Sin embargo, Pete solo mostraba interés en una sola mirada de las tantas que tenía dedicadas, una de un especial color verde.

Por parte de Tweek, había olvidado por completo a ese hombre de enigmática personalidad y verlo ahí lo tomó de sorpresa sin percatarse de su propia sonrisa que se estaba formando.

Esa extraña atmosfera volvía a aparecer entre ambos como aquella vez bajo la lluvia, su corazón palpitaba con rapidez y sus manos se humedecían con una latente emoción ¿Por qué tendría esa clase de reacción hacia la persona de enfrente? Si solo la noche anterior se habían cruzado y de una manera de por sí vergonzosa.

Aunque, de otro modo se sentía cautivado por los ojos oscuros que lo contemplaban, bloqueando su confusión y la preocupación que tanto había tenido desde esa mañana con solo verse entre sus orbes, que pareciera lo enviara lejos de todo su mundo.

-Tweek...

- ¡Gah! – Pero eso se cortó cuando lo escuchó pronunciar su nombre, a pesar de haberlo llamado con suavidad se alteró recordando exactamente en dónde estaba y el porqué de la visita de Pete – ¡Bienvenido...!

Se palpó a sí mismo tratando de sentir consigo aquella gabardina que el mayor lo había cubierto sobre los hombros, y que muy a su pesar había olvidado.

"¡Genial, Tweek! Cagándola como siempre" pensó abatido.

-P-Pete – Con pena habló comenzando a construir una larga disculpa por hacerlo venir sin tener la prenda, tentado dirigió su mano hacia su pelo queriendo jalarlo – Y-yo, bu-bueno...

Pete sin aviso previo tomó aquella mano no dejándolo terminar y lo acarició con delicadeza indagando en las ligeras raspaduras que la lluvia había dejado en su encuentro.

-Veo que te encuentras bien después de lo de anoche – Le sonrió sin soltarlo y el toque de su piel fria seguida de la gruesa voz un sonrojo llegó a sus pómulos – Dime ¿Llegaste con bien a casa?

No asimiló nada en seguida, pero rápidamente respondió.

- ¡Huh! si, realmente no pasó n-nada malo – El menor se serenó y devolvió el gesto con el centello en su rostro, tener presente al hombre y saber que se había preocupado por él le hizo sentirse en verdad agradecido – Y d-disculpe todas las molestias que hizo por mí.

- No digas eso, Tweek. Es más, olvídate de eso – La jovialidad de Pete salió como hacía mucho no lo hacía, soltó su mano y se fue adentrando más al local – Estoy ansioso por beber ese café.

-Eh... ¡sí! Pero... - Con la mano levantada en su dirección se detuvo en querer preguntar algo importante. Tweek esperaba que le pidiera de vuelta aquella gabardina, pero al parecer el agradable hombre lo había olvidado por completo.

Tweek suspiró decidiendo no retomar ese pequeño asunto, no quería verse como un niño despistado de nuevo enfrente de alguien. Agradecía que el hombre venia más que nada por el dichoso café.

Pocos segundos la atención de la clientela se dispersó recayendo de nuevo en sus respectivos asuntos. Pete siempre era objeto de ojos curiosos y él lo sabía, pero no le importaba. Solo necesitaba la atención de una sola persona y en ese momento lo tenía completamente a su merced.

No obstante, había una sola persona que no paraba de mirar a ambos. Craig, quien no despegaba la vista, con ver a su querido rubio junto al misterioso hombre su cuerpo se estremeció sufriendo un extenso escalofrió. La forma en que ese sujetó tomó su mano lo congeló.

Él concia a Tweek a la perfección y de tratarse esa misma situación, el blondo habría actuado de una manera distinta; agresiva y asustada ¡Y más por lo que le pasaba en los últimos días! ¿Cuánta confianza había? ¿Quién es ese hombre de aspecto sombrío?

-Tucker... - Llamó Damien a sus espaldas, pero éste seguía en su estupefacción. ¿Cómo era posible que un joven de carácter irrompible como Craig se viera tan vulnerable con una simple escena que involucre al rubio?

"Que patético" pensó Damien cansado del shock del azabache.

-Craig...

El demonio por su parte seguía expectante esperando cualquier accionar de Craig, y especialmente se preguntaba en qué posición entraba, es decir, ¿Qué tan importante es Tweek para el joven del chullo? ... y ¿Desde cuándo? Analizó más en su expresión y una imagen bastante similar llegó a su cabeza.

-Craig ...

Un viejo recuerdo renació, ese mismo rostro asustado lo había visto antes.

Será que él...

- ¡Craig! – Llamó desesperado Damien golpeando la mesa y el joven despertó volteando hacia el demonio - ¡Reacciona! ¡Mi café!

El azabache regresó a su mundo recibiendo el exasperado llamado topándose con la irritada cara del otro.

- ¿Quién es ese sujeto? – Fue lo primero que dijo sin haber meditado su pregunta.

Damien se asombró divertido y no supo más que reír mentalmente.

- Es muy apuesto ¿No?

– ¿Lo conoce?

- No, no lo conozco. Jamás lo había visto ¿Por qué lo preguntas? – Fingiendo desconocer a Pete, una sonrisa burlona se permitió salir y Damien estiró su cuerpo hacia Craig solo para que él le escuchase - ¿Te asusta que el pequeño Tweek lo note? – La pregunta fue ponzoñosa y Craig la sintió como la toxina más repulsiva entre sus venas.

-Yo... - El azabache volteó hacia Tweek una vez más con el vacío en su interior, que ahora con un café le extendía a ese hombre con una hermosa sonrisa – ¡Claro que no! Es solo un cliente, además, ese tipo es de los que fácilmente intimidan a Tweek.

Quizá sea verdad, pero claramente Craig quería convencerse a sí mismo de que el rubio no se fijaría en ese tipo de personas, quería creer que ni ese sujeto podría competir contra él.

Damien negó aguantándose la risa dándose cuenta de la intención del joven.

"Estúpido como tu gorro" pensó el anticristo.

-Pues no se ve muy intimidado que digamos.

La diversión del príncipe de las tinieblas era retorcida y jamás había esperado la intervención del joven de zafiros de noche tan pronto o más bien, que se reencontrara antes que Pete con el ángel de esmeraldas reencarnado.

No lo había notado desde un principio ¿Cómo no lo vio antes? Estuvo vigilando solo al chico rubio que apenas recordó a ese joven de años atrás pisando otras tierras lejanas. El pueblerino de pelo azabache que tanto miraba al segundo hijo de esa gran mansión, siguiendo la esperanza de poder arrebatarlo de las manos de Pete. Tenía un aspecto un tanto diferente, pero eso no importaba porque esa misma alma ahora la veía en ese cuerpo mortal.

-Craig... - El azabache volteó a verlo dejando ver sus fríos ojos.

Lo confirma con ver en el fondo de su mirada azulada; admirar de nuevo dentro de esos iris el cabello dorado cual rayos solares y las gemas verdes luciéndose en el rostro pálido. Tan perdurable como en los ojos de Pete.

- ¿Qué quiere?

-Mi café

El del chullo asintió no muy animado y se retiró directo a los señores Tweak a llevar el pedido.

Damien lo observó alejándose hacia a la cocina y a sus adentros retomaba esos viejos recuerdos que para él no eran tan remotos.

"Tarde o temprano tendrás que darte cuenta, Pete..."

0O0O0

Inglaterra, era victoriana

Una estación jamás pasa desapercibida para nadie, especialmente ésta. La más presente en sus pesares o en sus más alegres momentos. Tal vez una de las épocas del año más cautivadoras para la gente afortunada de tener un caluroso techo y para los que no conocen el significado de un hogar; un largo sufrimiento.

¿Qué significado tendría ahora para el dulce niño? El pequeño presenció el invierno tras las ventanas cuando menos se acordaba de él y en su conmoción se hicieron presentes los finos mantos gélidos sobre todo lo que llegase a tocar, convirtiéndose en pesadas capas dificultando la rutina diaria. Sin embargo, el señor Richard y su hijo siempre supieron en cómo sobrellevarlo y de esta forma logran disfrutar de las cálidas festividades invernales en familia, recordando esa sensación fría con gozo. Y ese año, Tweek tenía por fin la oportunidad de vivirla sin cuidado alguno.

El sol tímido se atrevía en asomarse entre las nubes y acompañado de un hermoso paraje nevado; el jovencito rubio trataba de abrir la pesada puerta de madera rechinadora, después de un poco de esfuerzo logró abrirse a un mundo totalmente distinto a sus miedos topándose con una radiante vista.

- ¡Qué bonito...! – Expresó con su tierna voz y aun no decidido en atravesar siguió contemplando lo que antes no consideraba bello.

Los adiamantados rastros gélidos que dejaban al exterior se convirtieron en imágenes suaves en su mente, que involucraban los gestos afectuosos del joven de cabellos negros y el señor de la mansión; su familia.

Encantado, aspiro ese aire congelado con ese pensamiento y la tranquilidad de su alma se vio reflejada en sus comisuras que resplandecieron alegres en el pálido rostro.

Aun sujeto al interior, se imaginó a sí mismo deseoso de estar entre toda esa capa blanca ¿En qué momento dejó de pensar en la nieve como algo malo? Ahora toda su relación lo convertía en algo sumergible de paz.

Tweek fijó su fino calzado aun sobre el escalón y apreciaba los brillantes rastros de nieve a la orilla de la salida. Ya no había relación de miedo en los copos que ahora consideraba hermosos y que podía estar sobre ella sin que el frio le quemase la piel como muchos años padeció.

Se sentía cordialmente invitado a ser parte de esa magnificencia ¿Cómo rechazar tal ruego? No se limitó más y se dejó disfrutar entre toda esa blancura.

El chico jugueteó con los ligeros copos y reía soltando toda su alegría. Se daba la libertad de divertirse sólo en la parte más abultada de nieve dándose la privacidad de conocer el nuevo panorama que ahora tenía de la estación.

Lo suficientemente abrigado se revolcaba con las mejillas coloradas viendo al radiante cielo cegándole poco la vista, y entre todo ese entusiasmo apenas notó las ligeras pisadas de alguien acercándose.

- ¿Pete? – Llamó feliz, se creía completamente sólo en su diversión y en su mente solo Pete había llegado a sus pensamientos queriendo compartir su juego con él, pero en vez de los ojos oscuros de quien consideraba su más grande héroe, una gran sorpresa se llevó con encontrar un par de zafiros hundidos en él.

Un niño de ropas un poco más descuidadas lo miraba fijamente sin ninguna clase de emoción. Solo se dejaba ver parte del rostro pues estaba más abrigado que como lo estaba Tweek y que al parecer aparentaba su misma edad.

-Ho-hola – Con timidez saludó el rubio, pero el niño seguía en su extraña contemplación sin emitir palabra – ¿Quién eres? – No obtuvo respuesta – ¿D-de dónde viniste?

Había algo en esos ojos que le hacían recordar a alguien; una mirada seria y penetrante, pero de buenas intenciones, solo que estos eran teñidos de inocencia.

– Soy un visitante – Soltó el misterioso niño despertando de su contemplación –¿Puedo jugar? – Tweek se sentía confundido ¿Un visitante? La familia siempre era visitada por gente de todos lados, sin embargo, era la primera vez que alguno de ellos se acercaba a él para jugar.

-E-está bien – Al final asintió con una sonrisa no sopesándolo nada. Ver a otro niño queriendo jugar con él aumentó su emoción.

¿Qué podría pasar?

La helada mañana se dispersó dejando ver más vivo al sol de invierno junto con las voces infantiles. Y en un parpadeo ambos chicos se lanzaban entre sí grandes bolas de nieve con un gran regocijo puro, cayendo en la nieve y riendo en un pequeño mundo creado solo para ellos.

El pequeño blondo jamás se había imaginado a sí mismo jugando así con otro niño ¿A eso se le llamaba hacer amigos? Esperaba que sí.

- ¡Que divertido eres! – Exclamó Tweek después de haber tirado al chico con una gran bola de nieve.

- ¡Cállate! ¡Es tu turno de tragar nieve! – Las juguetonas risas del rubio reanimaron al niño de ojos azules. Tomó posición de nuevo y con sus enguantadas manos preparó una gran cantidad de esa blancura helada – ¡Toma esto!

El pequeño se cubrió con los brazos esperando por ese golpe con diversión, pero éste nunca llegó y, sin embargo, sonó como esa gran bola golpeaba a alguien.

-Tweek... – Una sombra más grande cubrió a Tweek y éste se percató de inmediato quien había recibido ese impacto de nieve.

-S-sí?

El cuerpo más alto de Pete se había interpuesto sin inmutarse del golpe. Se mostraba serio entre ambos pequeños. Desde hacía rato que las conocidas risas de Tweek habían llamado su atención y buscando su origen descubrió con molestia al otro niño bien lo que acababa de hacer.

– Debiste haberme llamado si querías ir afuera, es peligroso que andes aquí solo.

-Q-Quería jugar un poco y no estoy sólo.

-Y Craig – Sin responderle se dirigió al otro – El señor Thomas te busca, ya es hora de que se retiren – El adolescente se acercó al chico cara a cara y le habló solo para él– Para ser poca cosa muestras un gran coraje para importunar la privacidad del segundo hijo de esta casa. Que no se repita ¿Entendiste? – Pudo haber sido una advertencia dura para cualquier pequeño de una clase más baja, pero no para ese niño de ojos de noche. Craig devolvió la mirada con firmeza aun a pesar de verse más bajo, no se vería intimidado por ese sujeto de aspecto prepotente.

-Tweek, vámonos. Nuestro padre también nos espera.

-Déjame un poco más, aun no terminamos de jugar.

- ¿No me escuchaste? ¡Dije que nos vamos!

Pete tomó su mano con fuerza y lo jaló aun con la resistencia impuesta ¿Qué tenía de malo jugar con el hijo del señor Thomas? Era solo un niño más de su edad. Siempre era Pete su compañero de juegos y solo por esa ocasión quería estar con ese niño llamado Craig.

El blondo con decepción volteo a ver a quien ahora sabia su identidad, en su rostro había tristeza y lo despedía con la mano enfundada del desgastado guante. Tweek con esfuerzo pudo corresponder, posteriormente sus tiernas mejillas empezaron a empaparse como empezaba hacerlo Craig.

¿Volvería a jugar con ese niño?

0O0O0

Actualidad

Desde hace horas que la noche ya estaba presente, cada vez era más oscura y más fría, lo que indicaba que la madrugaba estaba cerca.

-Querido, ya casi es hora de irnos – Helen Tweak preguntó a su esposo que estaba en el acogedor despacho.

-Si cariño, ya voy terminando – Richard terminó de llevar el registro de ese día y se levantó de su asiento recibiendo a su esposa con un pequeño beso – Estoy exhausto... – Dijo sobándose el cuello - ¿Y Tweek?

- Limpiando y levantando sillas, Craig lo ayuda también.

El señor Richard asintió y bostezó del día tan cansado que había tenido.

Encerrarse todo el día en la cocina y en el despacho les hacia sentirse varias veces sofocados, pero tratándose de ese pequeño negocio que habían iniciado con amor y gusto, lo valía mucho.

-Espero no se demoren tanto, Thomas suele ser muy insistente conmigo cuando Craig se encuentra aquí a estas horas de la noche. Debería ser más flexible, ya no es un niño.

Helen arqueó una ceja y rio ante ese comentario, Richard la miró confundido.

- ¿Qué?

- ¡Jaja! Richard, querido ¿Te das cuenta de que no estás en posición de decir eso?

El señor Tweak abrió los ojos más sorprendido sintiéndose a la vez ligeramente ofendido.

-Ve al grano, Helen.

- ¡Amor! Eres más sobreprotector con nuestro pequeño más de lo que es Thomas con sus hijos, o me negaras la vez en que Tweek te llamó a media noche asustado de un supuesto fantasma asesino y saliste de la cama hasta aquí aun en ropa interior ¿Lo recuerdas?

Meses antes

- ¡Tweek, Tweek! ¡No te preocupes, papá ya está aquí! – Solo en calzoncillos, llegó alterado el señor Tweak sosteniendo una escoba.

Tweek confundiendo la agresiva figura de su padre hizo que se asustara aún más.

- ¡Gah, no me mates!

- ¡Ven aquí, hijo de puta! ¡No te tengo miedo!

- ¡Ah!

Luego de recordar, un fuerte sonrojó se asomó en el rostro de Richard haciendo reír aun mas fuerte a su esposa.

- ¡H-Helen, prometiste que no volverías a mencionarlo! Además, por eso temo que se quedé a cerrar otra vez.

La mujer no paró de reír con ese apenado hombre que tanto ama. Se calmó un poco y lo besó con la intención de que le perdonase.

-Tranquilo querido, adoro que ames tanto a nuestro hijo. No tienes que apenarte.

Richard solo suspiró con una sonrisa cediendo la vergüenza que tenía.

-Lo que digas querida...

Es y siempre seria así, el señor Tweak seria aun mas sobreprotector con su hijo, más de lo que es Helen. Era extraño, puesto que normalmente eran las madres quienes no dejan ni respirar solos a los hijos. Era un vinculo entre padre e hijo que ni ellos mismos entendían.

Varias ocasiones en los adentros de Richard, siempre decía que él estaba destinado a ser el padre de Tweek, sabia con seguridad que aun después de muerto cuidaría de él. Aunque jamás lo haya expresado con nadie, ni siquiera con su adorada esposa.

...

Tweek limpiaba las mesas y recogía silla por silla ayudado por Craig. El rubio por cada mesa que pasaba se quedaba pensando siempre deteniéndose por varios segundos a medio limpiar recordando a Pete.

- ¿Ya te retiras tan pronto? – Preguntó Tweek a Pete quien amagó en irse.

- ¿No quieres que me vaya? – Sorprendido respondió el mayor feliz de que el rubio lo quisiera cerca de él.

-Eh yo... Es decir...

-Volveré lo más pronto posible, Tweek. No te preocupes por eso...

La presencia de ese hombre le es bastante agradable, a pesar de que tenia muy poco de conocerlo.

Después de pensar en Pete, Tweek siguió pasando el paño húmedo sintiéndose extraño, solo. Su amigo se encontraba con él como siempre solía estar. Craig no era alguien muy platicador con nadie, pero cuando se trataba del de ojos verdes, siempre había de qué hablar. Sin embargo, su silencio se sentía más presente que lo acostumbrado.

Y eso le dolía.

-Craig – El azabache lo miró levantando una ceja prestándole atención.

-¿Si?

- ¿Estas b-bien?

El joven del chullo se quedó sin decir nada sopesando qué responderle. No obstante, por un lado, no se sentía muy contento con Tweek, todo el día se sintió ignorado por culpa de ese sujeto que no dejaba de sonreírle.

-Claro, ¿Por qué no lo estaría?

- E-Estas muy callado.

-Siempre soy callado ¿Qué te sorprende?

- Pero, no conmigo ¿Éstas molesto?

-No, Tweek.

-No me has hablado toda la tarde.

-Estoy bien ¿Sí? Tu paranoia te hace pensar cosas.

El rubio se sobresaltó con su contestación. Cuando Craig se molestaba con Tweek, siempre sacaba su "Paranoia" para evadir todas sus preguntas, cosa que le enfadaba demasiado.

- ¡Ngh! Pues lamento preocuparme por ti, Craig – Tweek irritado fue a donde recogía las sillas y lo apartó en un pequeño empujón – Ya es tarde, deberías irte ya – El otro sorprendido por aquella acción, lo empujó un poco más fuerte haciéndolo retroceder – ¡Oye! ¡Me empujaste!

- ¡Tú me empujaste primero!

- ¡Pero no lo hice tan fuerte!

- ¡Igual lo hiciste!

- ¡Te estas comportando como un idiota! ¿Qué te sucede?

- ¡Ya te dije que no me sucede nada, estoy bien!

- ¡No es verdad, estas alzando la voz y nunca alzas la voz cuando estás bien!

- ¡Porque me estas provocando!

- ¡¿No estás bien conmigo?!

- ¡Tweek, no seas imbécil!

- ¡Craig!

- ¡Hey! ¡Chicos, tranquilos! ¿Qué ésta pasando? – Intervinieron los señores Tweak escuchando la infantil discusión de los jóvenes – Es demasiado tarde para que éste con todo ese griterío.

-Pero papá...

-Pero señor...

- ¡Nada! Ya son adultos y se comportan como niños ¿Por qué pelean? – Regañó Richard cruzándose de brazos – ¿Y bien?

Ambos jóvenes se quedaron viendo uno al otro, realmente peleaban por nada cual niños pequeños.

-No es por nada, señor Richard – Dijo Craig dejando el asunto – Discúlpenme, pero ya debo irme. Buenas noches.

El azabache se fue directo a la salida dejando con la incógnita a todos. Afuera caminó a prisa con las manos metidas en los bolsillos de su chaquetón.

No quería demostrarlo, pero se sentía dolido y estúpido por sus acciones, como las de un niño inseguro.

"¡Soy un idiota!" Él sabía perfectamente que no tuvo motivos por actuar de esa manera.

Tweek bastante molesto lanzó el paño que tenía en la mano hacia la puerta de cristal donde Craig había salido.

- ¿Pero qué mierda le pasa?

- ¡Tweek! Tranquilízate.

- ¡Agh!

El menor estaba lastimado ¿Qué había sido todo eso? Su amigo no se comportaba así ¿Qué hizo él? Hubiera querido preguntarle, pero todo se había salido de las manos.

"Quizá si fui un imbécil" pensó Tweek afligido por dejarse llevar tan rápido por sus emociones.

Y no muy lejos de lo que acababa de acontecer, Damien de aspecto demoniaco en la oscuridad de la calle reía después de lo que acababa de ver.

- Craig, me sorprende lo pendejo que eres. Haces todo esto más fácil – El anticristo desaparecía dispuesto a ya no vigilar más al rubio por ese día – Después de todo, sigues siendo ese niño del pueblo poca cosa que siempre fuiste.

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Hola! D: jeje ya sé que me tardé mucho, ¡Lo siento, lo siento! Me distraje mucho con otros escritos y los deberes no me dejaban... ¡No es excusa! XD

Mátenme si quieren :'0 me lo merezco.

Espero les haya gustado y también espero me perdonen!

Un beso y abrazo, bye n.n

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