Pequeño ángel (3)
Inglaterra, era victoriana
El dulce aroma de un día especial se respiraba, se podía sentir el aire fresco deslizándose entre las pesadas cortinas, desplazaba la calidez interior de la habitación enfriando cada rincón. Nadie se quejaba, era el simbolismo de un maravilloso inicio.
Por la corriente, las manos de Pete se habían puesto heladas y estas peinaban al jovencito más bajo encontrando un poco de calor entre las hebras. Desenredaba con los dedos el pelo rubio queriendo formar una ligera coleta, apenas y podía colocar la cinta; las hebras eran tan quebradas y desordenadas que detestaba ser el causante de los pequeños quejidos del chico. El adolescente desistió amarrando por última vez el pelo rubio de manera desordenada, con ver el calor en las mejillas pálidas del menor supo que solo había logrado lastimarlo.
El de mirada verdosa observó de reojo al de orbes oscuros viendo su acción sin algún sentido bastante acalorado por los tirones, se apartó de su lado quitando las manos intrusas de su cabeza y se sobó el cuero adolorido. Con la expresión de su cara le suplicó al otro que no lo peinara más, pero Pete ya había optado por ello, así que solo lo observó esperando cualquier accionar del pequeño.
Luego el blondo terminó asimilándose así mismo frente a un gran espejo sin haberse percatado antes del nuevo aspecto que tenía. Palpó la fina tela verde opaco que lo vestían y su cabello rubio que, al ser un poco largo y alborotado, apenas y se sostenía peinado en una pequeña coleta hacia atrás evidenciando unos cuantos mechones saliéndose de su lugar, pero a pesar de eso su imagen era en verdad pulcra y refinada. Desgraciadamente se sentía apretado e incómodo y sin mirar al mayor por la vergüenza de lo que haría a continuación, soltó la cinta de su cabello y lo revolvió haciendo suspirar a Pete. La paciencia no era precisamente el fuerte del de cabellos oscuros, pero si del rubio se trata, tenía que serlo de algún modo y por ello dejaría de insistir en arreglar el estropajo áureo.
El adolescente por supuesto que también se encontraba vestido de ropas muy elegantes, pero de eso ya estaba más que acostumbrado, de ese tipo de telas se cubría día a día.
-Tweek - El mayor llamó al chico haciendo que esté le mirara, Pete se acercó y tomó su mano - Ya es hora, mi padre nos está esperando - El niño asintió sin contestar y dejó que su tierna mano fuera sostenida por el adolescente guiándolo por la salida de la habitación. Ya era una costumbre para ambos desde casi el momento de empezar a conocerse, de apoco el pequeño se fue habituando a la cercanía de su nueva familia y, a decir verdad, el contacto físico le parecía extraño, pues ya no se trataba de golpes ni nada similar, ahora era una sensación agradable poder tocar a alguien de manera afectuosa.
Desde que puede recordar, Tweek no acostumbraba a acercarse a otras personas; se ponía nervioso y se sentía acosado, pero tratándose de Pete no era el caso. Con el suficiente tiempo que pudo conocer de él sabía que podía confiar, que no le haría daño como tampoco lo haría el señor Richard.
Ya había pasado un tiempo desde que el pequeño de ojos verdes llegó. Desde que el señor Richard decidió acoger al pequeño, su vida cambió drásticamente hallándose en una ilusión hecha realidad. El agobiante mundo que sofocaba al niño fue borrado al ser arropado por el acomodado cobijo de una familia, donde las heridas de sus pisadas fueron curadas con amor y protección causando que el suplicio de su corazón se encapsulara en los más olvidado de su mención.
-Pete, Tweek ¿Están listos? - La suave voz del padre se anunció cuando escuchó las pisadas acercándose.
Los jóvenes pasaron por el impecable mármol aun con las manos tomadas. Cruzaron el amplio pasillo hasta llegar a las escaleras que daban a la entrada principal, por debajo se podían ver los castaños risos del señor Richard, igual de vestidura fina.
-Aquí nos tienes - Dijo Pete saludando.
No obstante, Richard no estaba solo, y eso los niños lo notaron de inmediato. Pusieron atención a la persona que estaba su lado; un hombre alto y robusto de cabellos anaranjados cargaba consigo varios utensilios artísticos y ropa jaspeada de pintura. Pete no estaba para nada sorprendido, él anteriormente había tenido la oportunidad de cruzar algunas palabras con el pintor y sabia a lo que había venido, pero para Tweek, era más que obvio que solo se trataba de un extraño. El semblante rígido e intimidante lo ponía nervioso.
-Thomas, usted ya conoce a mi hijo Pete - Señaló Richard al adolescente y éste asintió.
- Claro que si. Como ha crecido jovencito, me da mucho gusto verlo hecho un hombre.
- También es gusto verlo de nuevo señor - Respondió serio pero educado.
Pronto, la atención del pintor se fue al más joven no reconociéndolo. Tweek sabiéndose descubierto por los penetrantes ojos azules se escondió detrás de Pete sin saber a dónde mirar, el de cabello oscuro por su parte, por un segundo se sintió aprisionado por el fuerte agarre del rubio preocupándose por su incomodidad y aunque no quisiera, tuvo que lo empujarlo de su lado un escaso centímetro.
-Thomas, te presento a Tweek, él es motivo por el que te hice venir - Presentó temiendo un poco por como actuaba el niño, aún era inseguro y poco admitía la cercanía de otras personas más que de él y su hijo.
El robusto hombre analizó al de ojos verdes que ligeramente se escondía detrás del otro muchacho, y a primera vista se dio cuenta de que a Tweek no le agradaba su persona o más bien le temía. Desde un principio ya adivinaba que la nueva obra que trabajaría se debía al protegido del señor Richard, desde hace varios meses que se murmuraban entre las personas sobre el nuevo niño que habían decidido amparar en la mansión; uno de la calle según había escuchado.
Thomas veía al rubio y le recordaba a alguien que afloraba sus instintos paternos, no se parecía en nada su hijo, pero podrían tener la misma edad. Viendo la timidez y el temor en sus ojos no pudo evitar imaginar en la terrible vida que pudo haber llevado a tan pocos años de vida. El recuerdo de su retoño en la figura de Tweek fue suficiente como para atreverse a acercársele con una rodilla puesta al suelo.
-Hola creatura, gusto en conocerte - Habló el pintor Thomas con su gruesa voz de manera paternal y eso logró que Tweek saliera un poco curioso- Puedes llamarme Señor Thomas ¿Puedo llamarte Tweek?
El jovencito contempló al señor aun aferrado a la mano de Pete. Lo veía un poco más alto pues a pesar de estar arrodillado seguía viéndolo hacia arriba. Tweek afirmó a su pregunta tratando de sonreírle al hombre. De tener una voz y un rostro duró no significaba que igual tuviera una personalidad fuerte... o al menos no con los niños. La amabilidad del pintor hizo que se sentirá con la suficiente confianza ¿Por qué seguir temiendo? Demostraba que la familia se rodeaba solo de buenas personas y debería corresponder de igual manera a la gentileza que le ofrecían.
Richard veía la escena complacido, desde que el pintor se había convertido en padre un lado suave emergió en su carácter y agradecía que esa gentileza la demostrara en Tweek. ¡Qué mejores manos de un artista para dar vida al lienzo! Feliz imaginaba los infantiles gestos de sus niños siendo retratados. Ese día lo había planificado para una pintura familiar, y era de algo importante según lo consideraba, deseaba que el niño de cabello áureo formara parte de su mundo de todas las formas posibles y el retrato es la figura inmortalizada de un momento especial.
-Niños, no hagamos que el señor Thomas pierda más su tiempo - El joven padre pidió a los niños haciendo que Thomas tomará su postura - ¿Esta bien si empezamos Thomas?
Pete se adelantó llevándose a Tweek a otra habitación donde se llevaría a cabo el trabajo. El pintor tomó sus cosas y el padre se aproximó a él como si esperará una opinión, Thomas rápido lo comprendió.
-Debo decir que me sorprende, jamás imaginé que acogería a un niño de las calles Richard - Se arriesgó en mencionar ese último detalle- No hay necesidad de que me diga que se ha encariñado de su protegido, sino no me habría llamado. Se toma estas cosas de manera muy pasional ¿Qué más puedo decirle? Esa es mi percepción de padre - El de rizos castaños carcajeo levemente ¿Por qué se avergonzaría en afirmar esas palabras?
-Tiene razón Thomas. Tweek ya no solo es mi protegido, es mi hijo...
0O0O0
Actualidad
Pete ofreció su mano al rubio en el suelo.
- ¿Estas bien?
Sin pensar en nada Tweek se agarró del desconocido sumamente avergonzado. Pete sostuvo su mano aun sin levantarlo y en ella sintió una fuerte descarga de temblores.
- ... ¡Ugh! - Tweek se quejó en medio del charco estremeciendo su mano sin saber la razón. Revisó su palma con la cual se había sostenido y en ella había una raspadura que le ardía sintiéndolo punzar. Pete se había dado cuenta de eso con sentir la tierra mojada y los delgados brotes de sangre en la piel del joven, se quedó pensando en cómo lo ayudaría husmeando en sus bolsillos.
-Descuida, es solo una raspadura - De su gabardina sacó un pañuelo de ligeros bordados. Puesto a la altura del blondo en el suelo colocó el pedazo de tela pasándola y amarrándola - Con esto no te ardera tanto.
Tweek lo miró sin que nada saliera de su boca. Las manos del hombre se sentían frías y ásperas, pero con las intenciones que estas traían se sintió reconfortado olvidando por un segundo que había tenido una desafortunada caída.
Si, sólo por un segundo...
- ¡So-soy un tonto! Perdóneme señor, la lluvia n-no me dejó verlo. Casi lo llevo al suelo ¡Oh dios! ¡Seguro ahora me odia y me demandará! - Habló con tanta rapidez jalándose el pelo - ¡Me encarcelará y si no sé sostener el jabón en la ducha ... Ah! ¡Eso sería demasiada...!
- ¡Tranquilo, tranquilo! - Pete tuvo que levantar la voz con el fin de interrumpirlo. No sabía exactamente qué le pasaba, pero tenía que hacerle saber que no estaba enojado y con ello su mano libre retiró con suavidad los tormentosos jalones - Solo fue un accidente, no tienes por qué disculparte.
-Pe-pero...
- Yo no me he caído, pero tu sí y estas empapado. Déjame ayudarte - Con un rápido tirón Pete lo ayudó a enderezarse con su otra mano.
Tweek dejó de temer luego de no verse tan diminuto ahora que por fin estaba de pie. La diferencia entre alturas era considerable, aunque para ver al mayor a los ojos tendría que levantar un poco la vista.
Un silencio había entre ellos, hasta que un repentino espasmo congeló los sentidos del menor.
- ¡Ngh! - El rubio se abrazó a si mismo congelado, cosa que alertó a Pete.
- Pequeño ¿Podrías sostener esto? - Le pasó la sombrilla con la mirada expectante del otro y un sonrojo por cómo se le había referido. Pete rápido se quitó la gabardina y la colocó sobre los hombros del menor.
- ¡Oh no! No es necesario, p-por favor no lo haga - El rubio se sorprendió por aquella acción. Sentirse arropado la gélida sensación dejó de aquejarle un poco, pero viendo las molestias del hombre no lo aceptaría - Ya me ayudó mucho con mi mano.
-Insisto, no quisiera que te enfermaras - "No otra vez" recordó la escena de cuando vio por primera vez adolecido la encarnación del joven.
Tweek intentó suplicar más, pero al ver que no se doblegaría aceptó la atención del desconocido.
-Huh... está bien - Se cubrió más con la gabardina. Mas vergüenza no cabría en sus mejillas - Es muy cálida, muchas gracias - El de mechón rojo afirmó sin emitir palabra. Ni un segundo dejó de mirarlo, ni si quiera se permitía por parpadear.
Tweek lo observó de igual manera como las variantes luces se lo permitían. A pesar de la apagada y gastada voz, sus ojos negros reflejaban otra cosa, lucían contentos y gentiles junto con la ligera sonrisa que le llega hasta el alma.
"¿Estaré soñando? Si es así, que hermosa ilusión" Pensó Pete, pues para él, su viejo y afligido mundo dejó de tener tiempo y espacio; ya no había dolor con solo ver ese rostro anhelado ¿Cómo no morir por esas esmeraldas? O más bien pactar con el anticristo.
-Yo... d-debo irme - Dijo Tweek de repente. Desvió su mirada rechazando al mayor, se sentía extraño, su pecho punzaba como si desde antes estuviera atado en la oscuridad de sus orbes. No sabía que opinar sobre la curiosa atmosfera que se había creado en ambos, no obstante, Pete se tensó de escucharlo, no quería alejarse de su ángel otra vez.
-Puedes llevarte la prenda... - Declaró con voz ronca viendo al rubio, no sabía qué clase de pretexto sería perfecto para volverlo a ver. Los momentos que poco compartía en ese momento con el joven no deseaba que se terminara.
El de ojos verdes notó aquel leve repentino cambio de voz, pudo ver su acongojo como si lo viera a través de un cristal ¿Por qué? No se molestaría en saberlo, pero ¿Por qué deseaba quitar esa aflicción? Para el hombre, Tweek era solo un desconocido (o más bien eso especulaba) y de él recibió su amabilidad. Los últimos días que ha pasado hastiado y en total desconfianza no se veía en esos instantes que miraba su propio reflejo en la oscuridad de sus iris ¿Debería de haber una razón? No se sentía en peligro estando frente a él y quizá también podría sentirse protegido.
Pensó en algo, aunque no estaba seguro.
- N-no soy alguien que tenga mucho que ofrecer, pero me gustaría compensarlo por haber sido una molestia - "Jamás lo serias, si vieras todo lo que he hecho por ti" pensó Pete - Podría pasarse por el local de mis padres a tomar un café, ya sabe...
- ¿Me estas invitando un café?... Joven - Estuvo tentado a llamarle por un nombre, pero ¿Cuál nombre? ¿Cómo llamar a su pequeño ángel de ahora en adelante?
- M-me llamo Tweek, señor - Desmedido abrió los ojos por escucharlo en sus labios. El nombre de su amado también había trascendido como todo en su esencia, era todo del pequeño del cual se había enamorado - El local lleva mi nombre, está a un par de ca-calles de aquí. Agradecería mucho que nos visitara en Tweek Bros. Coffe
-Me alagas, gracias Tweek - El rubio torció su sonrisa apenado por aquel agradecimiento, mas no sabía por qué - Ten por seguro que me verás ahí.
- Bien, huh... lo veré luego, señor.
- ¡Pete! Nada de señor, llámame Pete.
Una vez más el rubio sonrió hacia él y se dispuso a ir con cuidado saltándose los charcos. Reflexionando dio la vuelta hacia su departamento ¿Estuvo bien hacer eso? Es decir ¿Invitar a ese sujeto al negocio de sus padres? No quiso dar más vueltas, pensar demasiado solo le creaba locuras y más en cómo se había sentido últimamente. De todas formas, solo sería una excepción especial; la extraña familiaridad en su persona relativamente le hizo sentir calmado.
Tweek observó la tela que rodeaba su palma sopesando ese recuerdo y a Pete; había un sentimiento más que se colaba en sus pensamientos que le recordaba a una situación similar que había tenido antes. La vez que se había reencontrado inesperadamente con Craig luego de haberse ido de ese entrañable pueblo donde habían crecido, la emoción de volver a ver esos zafiros de noche clavados en él y el sentirlo cerca de nuevo fue imperecedero en su corazón. Esa misma emoción lentamente se presentó luego de ver en cómo enrollaban el pañuelo.
Le parecía extraño, puesto que era la primera vez que se encontraban y quería encontrar una explicación de su sentir: No había sido una muy buena noche luego del robo de su bicicleta y menos con la exasperante lluvia, y el verse ayudado por alguien inesperado lo consideró como algo significativo. Quizá sea solo por eso, que por el simple hecho de que fue importante ese suceso con el chico del chullo es que lo relacionó; este encuentro también fue importante.
El sufriente joven con la sombrilla recargada en su hombro vio partir a Tweek que se alejaba cada vez más. El diluvio ya era más ligero, así que no se preocuparía por nada que relacione a su ángel.
-Buenas noches, mi pequeño ángel - Pronuncio en susurro encomiendo sus palabras al viento. La frescura del ambiente le hicieron sentir escasos escalofríos, sus labios se curvaron ante esa señal de que poco volvía a ser el de antes.
Poco a poco se disipaban las gotas, ya no era necesario tener el paraguas sobre sí.
Dobló la sombrilla negra completamente empapada, pasó su mano entre su cabello y con un movimiento rápido con la cabeza acomodó el mecho rojo a un lado de la frente; una costumbre que llevaba haciendo desde siempre. Llevaba consigo una sonrisa que parecía de otra tierra, con ojos de ensueño como si hubiera a su mismísimo ángel guardián que al parecer, no era una idea del todo alejada.
- ¿Tu sonriendo? - Una figura oscura se hizo presente frente a Pete, Damien tomó forma sorprendido - ¡Carajo, va a temblar!
- ¡Cierra la boca! Mas vale que tengas una muy buena razón para que vengas a arruinarme mi paz.
- ¿Paz? Apuesto a que desde hace siglos que no usas esa palabra - Pete rodó los ojos.
- Di lo que quieras, nada de lo que hagas vas a hacer que me encabrone - Cuando se trata de Damien la serenidad no existía, pero ahora siendo su situación diferente, la apacibilidad que le había brindado el rubio con nada se iría.
El arqueo de ceja no se hizo esperar por parte del demonio "Eso es nuevo" pensó no habituado a ese tipo de réplica. Y en efecto, con solo poner un poco más de atención en sus pupilas dilatadas perdidas en la oscuridad; notó un reflejo de alegría en ellos.
- ¡Por favor Pete! No estoy aquí solo para joder. Y dime ¿Qué haces a estas horas y en la lluvia?, ¿eh? ¿No te da frío? - Obvió la última mención con diversión alarmando al otro.
- ¡Damien! ¿Tu...?
-... Espera, espera, ¿qué es eso lo que escucho? - Damien levantó la mano callandolo, Pete sabia a la perfección a lo que se refería, por lo que decidió guardar silencio. El demonio puso más cuidado al sonido concentrándose en sus sobrehumanos oídos, percatándose de lo que se trataba, con el gesto en sus comisuras relució sus afilados dientes. Unos sutiles latidos había dentro del sufriente joven, eso solo significaba una cosa - Pero ¿Qué es eso, eso es tu corazón?
- ¿Me dirás que no tuviste nada que ver?
- ¿Nada qué ver en qué, en crear este espantoso aguacero? No, eso es cosa del clima, aunque, si te refieres al niño rubio que le robaron su bicicleta y tuvo que ir corriendo en medio de la lluvia... Diría que tal vez.
- Pero, creí que no intervendrías.
- Y no lo hago, o al menos no directamente. ¡Por mis putos demonios, soy Damien! Hago lo que yo quiera ¿Sí? Deberías agradecerme una vez más anciano.
El anticristo ya antes le había prometido que ambos cruzarían sus caminos mas no de entrometerse, pero cuando vio el rostro de su amado, por un momento había pensado que su destino era reencontrarse de nuevo. Tuvo que resignarse a dejar esa ilusión.
-Mas te vale regresarle su transporte.
-Bicicleta idiota, bicicleta. Ya acostúmbrate, ya no estás en el siglo diecinueve y ya nadie dice "Transporte" a una bici, viejo estirado.
Pete no le importancia la actitud de Damien. Muchas veces creía que para ser el heredero del infierno a veces podía ser en verdad estúpido e infantil.
- Para serte sincero me da lo mismo, desde ahora tengo más motivos por ignorarte y enfocarme en Tweek.
- ¡Oh por supuesto! ya estaba harto de esperar a que siquiera se miraran. Lo que es gracioso porque aun puedo ver a ese niño en tus ojos.
Y el anticristo no lo decía en sentido figurado, el poder de ver los más recónditos deseos del alma sangrante de Pete le permitió ver las joyas color esmeralda y las hebras bañadas en oro, todo a través de la nebulosa pupila.
El de cabello oscuro no lo contradeciría jamás con esa declaración. Lo único que de verdad importaba en su torcida existencia siempre ha sido el rubio.
....
- ¿¡Cómo que te robaron la bicicleta!? - Se escuchó del otro lado de la línea con tono preocupado- ¿Y no me llamaste?
Hacía poco que la madrugada había llegado y Craig dejó varias llamadas en el departamento de Tweek, que sin remedio tuvo que devolverlas. El motivo era claro, el pelinegro quería saber si no hubo problema en su regreso; el rubio quería mentir y decir que todo había estado bien y no preocuparlo, pero conociendo el "increíble poder detector de mentiras de Tweek" que traía el otro tuvo que explicar el asunto no muy seguro de omitir la parte de su extraño accidente con Pete.
- N-no es algo tan grave - Sostuvo el teléfono ciertamente empapado y con una gabardina negra sobre sus hombros - El único problema es que ahora tendré que pagar por transporte y pu-puede que me re-retrase m-más - Al haber dicho eso imaginó el duro semblante de su padre poniéndolo inquieto.
- ¿Y regresaste aun con la lluvia? Tweek, debiste esperar en el local.
- ¡Gha! ¡Ni loco! ¿Dormir con ese jodido fantasma? ¡Jamás!
El suspiro de Craig se escuchó en la línea ¿Quién habrá sido el muy bastardo para robarse una simple bicicleta en plena noche? ¡Y más si se trata la de Tweek!
-Como sea, mañana también tengo el día libre, así que iré por ti e iremos a tiempo a tu turno, después les explicarás a los señores Tweak sobre eso. No queremos otra discusión ¿verdad? - A veces el tono y la manera en cómo le hablaba Craig lo enternecía. No quería admitirlo, pero ese cariño que demostraba en él le hacía pensar en cosas que considera prohibidas.
-Gr-gracias, Craig.
-Descansa Tweek, te quiero - El rubio deseó responder igual con el ligero bochorno de sus mejillas, pero la llamada se cortó luego de la última frase del pelinegro. Craig podría ser frío y desinteresado, pero el de ojos verdes sabía que hasta él podía ser tímido.
Colgó el teléfono y recordó el pedazo de tela que aun poseía atada, la observó acariciando el fino bordado, se veía desgastado, pero todavía resistente.
La palma ya no le dolía y optó en deshacer el nudo, doblarlo y guardarlo en uno de los bolsillos de la prenda negra que olía de alguien ajeno, a Pete.
-Ugh, necesito un baño - Optaría en relajarse y dormir, el día le había hecho dar varias vueltas y quería hundir su mente al cobijo del amo Morfeo que anteriormente no le fue del todo permitido.
....
Otro día más, el sol se dejó salir despertando a cualquier ser vivo bajo sus rayos de manera serena y acogedora, sin embargo, ya todos deberían saber que en cada toque de calma hay una chispa de turbación de alguien alterado...
- ¡Ju-juro que no estaba ahí anoche! - Frente a los jóvenes se encontraba la bicicleta robada de Tweek, justo donde la había dejado en la mañana del día anterior.
-Al menos no la robaron.
- ¿N-no me crees?
-No es eso y sabes que confió en ti, aunque tal vez solo... no la viste.
- Craig, no estaba ahí.
- Ayer te quedaste más de media noche y cuando me fui ya te veías cansado, además no te has sentido bien últimamente ¿No crees que esa puede ser una muy buena razón? - Le dijo con suavidad cual niño pequeño.
Tweek iba a replicar, pero considerándolo es más probable que tenga razón. Se relajó analizando la bicicleta que parecía que había estado en esa posición toda la noche. Puede que si esté volviéndose loco.
-Pu-puede que tengas razón ¡Agh, necesito café! - Tweek se adentró al negocio dejando al otro atrás, una parte le apenaba sintiéndose estúpido y más delante del pelinegro.
Craig permaneció ahí solo examinando lo que veía en la bicicleta. Lo que le había dicho no era lo que realmente pensaba, aun creía totalmente en lo que el blondo había visto o más bien no, pues él mismo no recordaba que la bicicleta estuviera recargada en la pared trasera del negocio, sino tirada, detalle que obviamente el de mirada verde no notó. Si, le había mentido a Tweek, por nada del mundo quería que se alterara y por eso lo hizo o de lo contario ya estaría jalándose los cabellos y no dormiría absolutamente nada en días.
Tenía el presentimiento de algo seguro tenía que ver con esos rasguños en la pintura del metal. Se acercó y tocó las rasgaduras, ningún animal; gato, ratón o hasta un perro podría hacer ese tipo de arañazos, como si apenas con una grácil acaricia algo o alguien fuera a capaz de hacer eso ¿Qué clase de garras serían?
- Bueno ¿Qué más da? - ¿Quedaba hacer algo? No realmente, si bien no se despegaría del joven rubio durante el día o eso esperaba.
Craig arrastró la bici dentro pegándola cerca de la puerta de empleados, si los señores Tweak tendrían problema con eso ya se los explicaría inventando alguna otra excusa, no quería sacar conclusiones, pero no diría nada de lo que pensaba.
-No tenías que meterla - Tweek se apareció con un café entre sus manos.
-Es mejor que este aquí.
La rutina pasó como siempre, los padres del blondo se encargarían de la cocina, Tweek se encargaría de los clientes y como siempre Craig se quedaría en la barra leyendo y tal vez tomar algo del mismo café, aunque en sus pensamientos esperaba la llegada de cierto hombre que quisiera no se apareciera.
Y para su muy mala suerte, entrada la tarde Damien apareció haciendo sonar la campanilla. Mas que días anteriores, se veía más encantador que de costumbre y su perfecta sonrisa destacaba en toda su persona llamando la atención de las demás personas en las mesas. Craig lo observó con desagrado y cuando el rubio estuvo a punto de ir en su dirección lo detuvo.
-Aguarda Tweek, yo lo atiendo - Sin esperar respuesta alguna, tomó de sus manos la libreta y el bolígrafo con el rubio sorprendido.
-Pero yo...
De nuevo la campanilla sonó llamando solo la atención de Tweek y sus ojos se abrieron por la persona que había llegado.
- ¿Qué? ¿Ya trabajas aquí? - Craig ya estaba en frente de Damien que se había sentado en la mesa más alejada de la barra.
-A partir de ahora seré yo quien lo atienda, señor Thorn.
- ¡No me digas! ¿Y puedo saber el motivo?
- ¿Va a querer tomar algo o no? - Pareciera que Damien tuviera el poder de extinguir la paciencia.
- Un café negro está bien - Craig anotó el pedido molesto - No tienes por qué temerme Tucker.
-No sé de qué está hablando.
- ¡Muy bien, muy bien! No hablemos de eso, pero si quisiera decirte que estas volteando hacia el lado equivocado.
Damien miró sonriendo directo a espaldas de Craig y el pelinegro no supo interpretar esa advertencia hasta que volteo encontrándose con algo que no imaginaba esperarse.
Un hombre alto de elegante porte y extraños cabellos negros y rojos miraba frente a Tweek que a su vez éste también lo miraba. El joven del chullo los contempló dándose cuenta de la sonrisa de ensueño que proyectaba hacia el rubio y la brillante dentadura del menor que pocas veces dejaba ver.
Un escalofrió lo asaltó ¿Por qué se sentía asustado? El vacío en su pecho lo congeló como si por dentro le quitaran algo importante.
El demonio pasó su vista a Craig, jamás pensó que vería en esos ojos duros y fríos el miedo de un posible desamor.
________
Holi :33 ¿Cómo han estado peques?
Bueno, creo que me demoré un poquito en actualizar XD A veces suelo tener un pequeño problemilla en escribir, pero no por eso voy a dejarlo ni nada por el estilo.
Como siempre, espero que lo hayan disfrutado, actualizare lo mas pronto.
Un beso en sus mejillitas n.n
Gracias por leer, hasta la próxima!
P.D. Como siempre digo XD espero que no haya ninguna incoherencia y si sí hay perdón, en serio que estoy super topito.
-CVLR- Muchas gracias por la portada n.n
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top