96. Pequeña confesión
Connor
Reconozco que cuidar niños es difícil, sobre todo cuando quieren ir a cualquier lugar pero necesitan cierta supervisión, sus típicos berrinches por no hacer lo que ellos te pidieron es llanto seguro y ni decir de lo cansado que te sientes muchas veces pero todo tiene solución, se habla y se intenta hacer entender que será en otro momento. Ahora cuidando adolecentes es mucho más descontrolado si lo pudiera describir en una palabra, se salen con la suya, no te preguntan y creen que tienen la razón en cada una de las decisiones que toman, sin reconocer que estuvo mal. En este minuto estoy con los nervios de punta, me siento preocupado por perder a Mateo de vista y molesto conmigo mismo por haberle quitado el celular provocando que no pueda contactarlo.
Lo he buscado en todo el bendito supermercado junto a los mellizos, no hay señales de él y estoy que le hablo al guardia para que de aviso por los altavoces, sé que en una situación como esa pasaría vergüenza pero no me quedan opciones.
— Lo encontraremos, debe estar cerca.
— ¿En qué estaba pensando? ¿Cómo fue a perderse? Lo primero que les digo que no hagan y lo hacen —dije en voz alta.
Los mellizos abrieron y cerraron la boca, no fueron ellos pero de todas formas debieron hacerme caso y quedarse todos en el auto. Hubiéramos evitado cosas como esta pero no vale pensar aquello sino enfocarse en el presente y encontrarlo ya mismo.
— Le diré al guardia, espérenme aquí y no se muevan por favor.
Expliqué medio desesperado la situación al guardia y me entendió lo suficiente para llevarme hacia los parlantes.
"Mateo Miller acercase a la puerta principal, repito, Mateo Miller acercarse a la puerta principal"
¿En qué clase de supermercado tienen los altavoces con tan bajo volumen? Quizás no los pueda escuchar y esté tan desesperado como yo.
— Es lo máximo que podemos hacer... en todo caso le daremos aviso si es que aparece por acá.
— Muchas gracias... —caminé apresurado con los mellizos y salimos hacia el auto para ver si había llegado allá.
Mis hijos me preguntaron más cosas a mí que yo a ellos, todos quisieron bajarse a ayudar pero preferí que ninguno más se me perdiera de vista. Un poco molestos quedaron en el auto y Marco dijo que conduciría a casa para ver si había salido a caminar lo cual encontré en parte lógico conociendo a Mateo.
Revisé cada pasillo, pregunté a diez personas describiendo sus características y al sentir que estaba sudando más de lo normal traté de calmarme. No pudo haberse ido tan lejos.
Mateo
Se fueron, el jodido auto no está y he dado vueltas siete veces por el estacionamiento reconociendo a algunos de mis hermanos pero no obtuve resultados. Miré el cielo y el atardecer se hizo presente, según mi reloj he pasado cincuenta y dos minutos perdido.
¿Qué sigue ahora? ¿Se habrán dado cuenta de que no estoy?
Mis ojos se cristalizaron, no puede ser, nunca antes he pasado por esto y ya estoy entrando en pánico. No sé caminar hasta la casa de nuevo, aún estoy tratando de aprenderme todos los nombres de las calles.
— ¿Papá? —dije cuando vi pasar a alguien vestido igual que él— ¡Papá!
Mis gritos son muy bajos o está sordo, no hay de otra.
No se volteó en ningún momento ¿me estará ignorando? ¿O le estoy hablando a la persona equivocada?
Volví a llamarlo y nada, pero de todas formas lo seguí, no puedo quedarme de brazos cruzados, necesito encontrarlo y dudo que quedándome a llorar como un bebé afuera del supermercado ayude mucho. Fui tras él y cuando llegó a la caja para pagar sus productos lo abracé, lo muy estúpido se me salió y me vine a dar cuenta recién cuando era un desconocido total.
— ¿Mhm? Chico...
— Disculpe, yo... —mis ojos se cristalizaron.
Pensándolo bien, no estaba tan mala la primera idea.
Con el labio temblando corrí 'por los pasillos y choqué con alguien apenas me di la vuelta. No quise mirar atrás sin embargo me tomaron del brazo y me apegaron a su pecho. El olor de su perfume me hizo levantar la vista.
— Casi me matas del susto —con eso bastó para lloriquear en sus brazos.
Jodido susto.
— Te estuve buscando sin parar, ¿para dónde crees que ibas? —afirmó mis hombros.
— Abracé a otra persona, te confundí, creí que me habían dejado...
— Nunca me iría de aquí sin ti, Mateo.
Dejó un beso en mi cabeza y no paró de abrazarme hasta que sintió que era real, que me había encontrado.
Ethan
Mientras estaban buscando a Mateo el teléfono de papá sonó en el auto, con los demás nos quedamos mirando y solo por curiosidad nos asomamos entre los asientos para ver quién lo llamaba pero para nuestra sorpresa era un número desconocido.
— Hasta aquí llegamos —dije levemente decepcionado.
— No se metan chicos, dejen el celular ahí.
— Marco tienes que andar por la vida y correr riesgos... —su mirada insegura me causó satisfacción, por lo menos lo pensó—, quizás este es uno.
Con malicia tomé el celular y Marco abrió los ojos en grande, no me detuvo solo porque fui más rápido que él.
— ¿Si? ¿Quién habla? —pregunté aguantando la risa y mis hermanos negaban con la cabeza.
La voz me pareció muy conocida apenas pronunciaron la primera palabra y lo que menos esperaba fue que dijeran mi nombre luego del suyo. Me congelé por unos segundos.
No puede ser jodidamente cierto...
— ¿Hola? Me comunico con Connor Miller, padre de Ethan Miller ¿estoy en lo correcto? —quedé en silencio— Lo llamamos de la escuela, ¿hola?
— Mhm, soy yo —intenté imitar lo mejor que pude la voz de papá y recibí un golpe en el hombro por parte de Emily. Entre dientes me decían que era una mala idea.
— Mucho gusto, el motivo de esta llamada es para una citación con la directora, es un problema en el cual está involucrado su hijo.
— ¿Se podría saber...? —mi voz sonó temblorosa.
— Si, por supuesto aunque no hay mayor información ya que la directora se encargará de aquello. Déjeme buscar y le comunico... — los papeles del fondo me tenían nervioso hasta que de una vez volvió a hablar—, bien, es un asunto delicado, un par de compañeros de su clase...
Finalicé la llamada.
— ¿Qué carajos? Ethan no puedes andar contestando teléfonos...
— Me van a... mierda, no.
— ¿Vas a hablar o te quedarás callado? —preguntaron los demás.
— Estoy en problemas, Marco sálvame — le rogué desde el asiento—, dile algo por favor.
— ¿En qué te metiste ahora? —mordí mi labio—, si no me dices dudo que pueda hacer algo por ti.
—Si Ethan, dile —Liam susurró desde los últimos asientos.
— ¿Por qué mejor no cierras la boca?
— ¡Si no quiero es mi puto problema, genio! —me contestó y Ryan nos quedó mirando molesto.
— Déjense de pelear y miren las calles por si aparece nuestro hermano.
— ¿Vieron eso? —quedamos mirando a Emily—, Es un zoológico, cuidado que los confunden con sus peleas de animales...
— ¡Emily deja de fastidiarnos!
— Dame esos cinco —Ryan sonrió.
— ¿Cómo nos avisará papá si el celular lo dejó aquí? —Marco habló.
— Buena pregunta, hermano.
Connor
El menor no se despegó de mí en toda la nueva caminata para comprar los productos que necesitábamos en casa, quería hacerlo otro día pero su insistencia me convenció. Con las bolsas y el carrito afuera busqué mi celular por todos lados.
— ¿Dónde...?
— ¿Qué pasa?
— El celular, creo que lo dejé en el auto —puse una mano en mi frente— ¿Cómo le digo a tu hermano...?
— Son ellos —sonreí cuando Marco tocó la bocina dos veces y se bajó a ayudarme con las bolsas.
— Te llamé por telepatía —carcajeó.
El trayecto no fue tan largo, en casa todos me ayudaron a organizar la alacena y a limpiar ciertas cosas, quisieron pedir una pizza para la cena a lo cual accedí.
Después de unas horas la lluvia era impresionante, en las noticias hablaban de inundaciones en algunas calles en Miami y por otro lado las palmeras que parecían que en cualquier momento se caían.
Mateo se fue de puntitas hacia mi cuarto para dormir, Ethan no paraba de morderse las uñas y eso me causó preocupación, ¿Qué lo tiene tan estresado? Lo digo también porque apenas tocó su trozo de pizza ni prestó atención a la película.
— Ethan, ven cariño —lo llamé desde la cocina donde secaba los platos—, cuéntame.
— ¿Ah? ¿Quién? ¿Yo?
— Te conozco, eres mi hijo y esa actitud que tienes es por algo.
— No, te equivocas, estoy bien, si... —no le creí ninguna de sus palabras, algo me oculta pero no quiero presionarlo. Cuando se sienta listo me lo dirá.
— ¿Me traes mi celular? Por favor, hijo.
— ¿Por qué? ¿Para qué? —su cara se tornó pálida—, fue un...
— Solo tráelo, ¿Qué tienes? —volví a preguntarle—, estás raro.
Colocó un puchero y bajó la cabeza.
Definitivamente es algo que le afecta, sus gestos y que en este minuto se encuentre llorando son una clara señal. Me acerqué a abrazarlo para que pudiera desahogarse, le di unas palmaditas en la espalda mientras sorbía su nariz.
— De acuerdo campeón, puedes contarme, te escucharé y aconsejaré si es necesario. No tienes que guardarte esta pena para ti solo, como tu padre haré lo que esté a mi alcance para que estés bien.
— Es que no lo entenderías —su voz sonó quebrada.
— Si no me lo comentas no lo creo...
— Pero prométeme que no me vas a castigar ni a regañar...
— Hey, alto ahí Ethan, ¿es algo malo? —coloqué una mano en mi cintura.
Lo debe ser, desde ya que me pida esas cosas es porque algo hizo y no quiere aceptar las consecuencias de sus actos o reconocer su error.
— No lo definiría así —no podía más con la curiosidad y preocupación, nos sentamos en una de las sillas de la cocina.
— Vamos, Ethan, dilo de una vez.
— Tienes una cita con la directora...
— ¿Tan pronto? Pero hace nada entraron a clases, ¿Hiciste algo? ¿Te hicieron algo?
— Si y no —sus respuestas no ayudan para entender el problema.
— Prefiero que tú me cuentes lo que está pasando a enterarme por otra personas ¿bueno? —volvió a morderse las uñas y le quité la mano— ¿me vas a contar?
— Es que papi... —asentí y no lo seguí presionando.
— Mañana hablaremos los dos, después de salir de aquella cita, ¿Cuándo es?
— No lo sé...
— ¿Cómo qué no? ¿Solo te dijeron que tenía una cita, así nada más? —levanté una ceja.
— Te llamaron y yo contesté pero... —su llanto no lo dejaba hablar y aumentaba cuando intentaba consolarlo.
¿Qué tan malo es para que no me lo pueda decir antes?
Me imaginé miles de escenarios en mi cabeza de la probabilidad de que fuera una cosa u otra. En el caso de que lo hayan expulsado como ha estado en otras instancias hablaremos seriamente, está advertido desde su antiguo colegio, prometió que ya no se comportaría de esa manera y espero que esté cumpliendo su palabra.
— Ve a dormir, yo me contactaré con la escuela —su pecho subía y bajaba—, no llores más que no quiero que te encuentres mal después.
— No me vas a perdonar —susurró como si eso fuera lo que más le doliera ahora mismo.
— No digas tonterías, siempre te perdonaré Ethan, eres mi hijo —ordené su cabello y lo acompañé hasta su cama.
Como si volviera al pasado lo arropé, saqué un par de almohadas y dejé un beso en su frente de buenas noches. Sus hermanos se fueron a acostar minutos después y yo me encargué de apagar todo para irme a dormir.
Mateo no dejaba de moverse en la noche, estiraba los pies, las manos y se quedaba al borde de la cama por lo que no pude estar tranquilo vigilando que no se fuera a caer. Más que nada son reflejos, no es porque esté muy pendiente.
Los relámpagos lo despertaron y al querer encender la luz para verlo me di cuenta que se fue la electricidad de la calle.
— Ay, no, no —se cubrió con las mantas.
— Tranquilo, iré por unas velas y...
— ¡No te vayas! —se quejó.
— Mateo, quédate, no pasará nada —sonreí con ternura— Vuelvo en un minuto, no me tardo.
Me tardé, no porque quisiera sino que las velas se perdieron de su lugar, más de alguno debió moverlas para algún tipo de broma o las botaron a la basura por accidente. Me concentré en encontrarlas con la linterna del celular cuando el grito de Liam me hizo correr a ver qué pasaba.
Tuvo una pesadilla y estaba sudando cuando entré a su habitación.
— Tranquilo todos tenemos pesadillas, Liam —asintió en la oscuridad.
— ¿Qué hora es?
Observé la pantalla del celular y marcaron las 5:30 A.M.
— Muy temprano para que un jovencito como tú ande despierto, vuelve a dormir.
— ¿Puedo ir contigo? —a pesar de que no doy más del cansancio asentí y se acurrucó con Mateo.
Horas después amaneció y el día no estaba en sus mejores condiciones para salir, pregunté en la escuela si es que atendían hoy a lo cual me respondieron que sí y tomé la primera hora.
De las diez de la mañana estuve esperando afuera de la oficina hasta las once y cuarto cuando me hicieron pasar. Anotaron algunos datos y la directora me saludó para abrir el expediente de mi hijo.
— Por el motivo que estaba citado señor Miller es respecto a que su hijo está involucrado en la venta de sustancias no aprobadas por este establecimiento.
— ¿Qué? —no supe cómo reaccionar.
— Un par de compañeros de su clase lo nombraron y aseguraron que estaba en el grupo, lamento decirle que...
— Disculpe pero ¿usted tiene evidencia de aquello que me está diciendo? —tengo que defender a mi hijo, sea verdad o mentira, eso tendré que hablarlo con él.
— No pero...
— Entonces no me diga que mi hijo estuvo involucrado sin pruebas directora, no encuentro apropiada una acusación tan grave como la que está haciendo. Todos pueden nombrar a cualquier persona o alumno con tal de salvarse.
— Le encuentro toda la razón, como establecimiento haremos una investigación a fondo sobre lo que le estaba comentando y no se preocupe, perdón por el mal rato que le hice pasar.
— De acuerdo.
— Lo puntual era preguntarle, a usted y a su hijo si era realmente cierto pero con esto le pido nuevamente las disculpas correspondientes. Que tenga una buena tarde.
— Supongo que Ethan no tendrá alguna sanción ¿verdad?
— Por supuesto que no a menos que se demuestre lo contrario con las autoridades. Si alguna cámara lo captó le informaremos, pero no creo que suceda, Ethan es un buen alumno.
— Gracias, con permiso.
Me fui de allí molesto y consciente de que en el fondo Ethan sí estuvo siendo participe de esto, con lo de ayer se delató solo. Así que eso era lo que no me podía contar.
Le preguntaré, si me dice la verdad estaré por lo menos orgulloso de que reconozca que hizo algo peligroso pero sigue siendo una falta grave.
Conduje a casa prudentemente, me bajé del auto tranquilo y pensando en cómo tocar el tema con él.
— Marco lleva a tus hermanos a jugar con las cartas o algo, dile que pueden usar los celulares desde ahora —abrió los ojos y asintió.
— ¿Qué te hizo cambiar de opinión y levantarles el castigo?
— Nada cariño, pasó mucho tiempo, pueden volver pero los mellizos quedan un día mas y ellos saben el por qué.
Subí las escaleras y toqué la puerta de Ethan, me respondió a la tercera. Sus ojos de niño arrepentido eran notorios pero con un gesto retrocedió para que pudiera pasar.
— ¿Quieres contarme? —le di la oportunidad de sincerarse—, acabo de volver de la cita.
— ¿Para qué? Ya te lo dijeron...
— Ethan te estoy preguntando y espero que respondas —me senté en la silla de su escritorio y se quedó callado—, bien ¿estuviste involucrado en la venta de drogas?
— Papi...
— Dímelo ya mismo.
— Si pero me metí hace poco, no alcancé a repartir nada, solo me integraron.
Por lo menos no vendió nada, es algo bueno.
— ¿Sabes al peligro que te expones con tal cosa? Son drogas Ethan, no un dulce que compras en la esquina —le cayeron las primeras lágrimas— ¿Por qué razón aceptaste?
— Quería dinero...
— Hay miles de maneras para ganar dinero sin tener que recurrir a lo ilegal, ¿crees que estuvo correcto?
— No pero...
— Si querías trabajar me hubieras dicho, te buscaré un trabajo, estudiarás y por la tarde trabajarás ¿te parece? —negó limpiándose el rostro— ¿Entonces, Ethan?
— ¡Me parecía divertido, todos lo hacían! —gritó.
— No puedes hacer todo lo que hagan los demás solo porque te parezca divertido, no puedes seguir al resto en sus malos pasos ¿estamos?
Se limpió el rostro con rabia.
— Que quede claro que estoy molesto y decepcionado —contuvo el llanto y ladeé la cabeza—, no me mires así porque yo tendría que estar enojado contigo Ethan.
— Perdón, de verdad perdón.
— Vas a venir a mis rodillas ahora, sin reclamos y los pantalones van fuera —tragó saliva.
— Espera, solo quería recordarte que hace poco me castigaste y aun me duele —mintió descaradamente con la intención de que le bajara el castigo, ese día no fueron las "peores" palmadas y mucho menos le deberían doler hoy.
Obedeció pero se tomó su tiempo, solo se lograban oír sus hipidos con cada paso que daba y en el fondo puedo entenderlo, un castigo no es algo bonito para recordar pero si para dejar claro que toda acción tiene sus consecuencias, de los errores se aprende. Es más que obvio que no le dará cosquillas, será una lección. Una cosa es consumir por accidente, otra aceptar en una fiesta pero ya querer vender por voluntad propia simplemente rompe todas las reglas.
No estoy acostumbrado a ser muy duro con los castigos, son unas simples palmadas y ya, pero esto me obliga a dejarle claro que está jugando con fuego, con algo ilegal que le puede traer problemas a futuro, cosa que no voy a aceptar.
— No esperes que terminará rápido porque te mentiría si lo dijera, tampoco que eres un mal hijo o que jamás te perdonaría como lo mencionaste ayer. Es todo lo contrario pero quiero que entiendas que este castigo no es como cualquiera.
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— Espera —sorbió su nariz y comenzó a toser.
— Dios mío Ethan, ¿sabías que la policía estará investigando y que te podrían llevar a la comisaria por esto?
— Yo no quiero...
— Eso lo tenías que haber pensado antes —lo dije en forma de regaño—, si tengo que firmar papeles para que te dejen en una celda por dos días yo...
— No quiero —suspiré y cerré los ojos antes de continuar.
— No es una cosa de querer, son las autoridades...
Por supuesto que intentaría a toda costa salvarlo de algo como eso, no tendría corazón para que pasara hambre y frío en ese tipo de lugares. Espero que no aparezcan imágenes que lo dejen comprometido porque ya no queda en mis manos.
PLAS PLAS *Snif* PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
— Está demás decirlo pero quedas castigado.
Se quedó en silencio.
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— Me duele —lloriqueó.
Se me encogió el corazón al no responderle y seguí con el castigo.
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— Papi... ya entendí.
PLAS PLAS PLAS *Ay* PLAS PLAS PLAS PLAS *Me portaré bien* PLAS PLAS PLAS
— No pongas las manos, Ethan —se las quité y su voz se volvió a quebrar.
Le di una pausa, para que pudiera regular su respiración y calmarse. Solo quiero abrazarlo y darle un par de consejos pero sería muy irresponsable de mi parte ser blando con esto.
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Me imagino que por la picazón comenzó a patalear desesperado así que lo afirmé un poco con mi pierna para que no se fuera a caer. Se le notaba el color rojizo por encima del bóxer y con una punzada de culpabilidad en el pecho se lo bajé causando que llorara más de lo normal.
— Ya, ya entendí, papá.
— De verdad espero que no repitas esto nunca en tu vida.
PLAS PLAS *Snif* PLAS PLAS PLAS *Auu* PLAS PLAS PLAS PLAS
— No lo haré, no.
— Mañana a primera hora me acompañarás a pedir un trabajo para que aprendas lo que es ganarse el dinero tanto como querías.
No le gusta la idea, no tengo que ver su cara para saberlo. Además pensaré si bajarle los días que pasará castigado, un año no estaría mal.
Pensaba en dos, así que más le vale que se comporte estos meses.
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Apretó mi pierna.
— Ya no me quieres —si fue su carta para detener esto lo logró.
Se me partía el corazón a pedacitos y negué a pesar de que no me estuviera viendo.
— Te amo, campeón —colocó un puchero—, por eso me preocupo por ti y no quiero que te pase nada por tomar malas decisiones.
— Nunca debí aceptar la propuesta y no volvería a hacer, créeme.
— Te creo y por eso me voy a asegurar de que cumplas tu palabra.
Que le quitara la mano de la espalda fue un drama total.
— ¡Papá ya fue mucho!
— Hey, te advertí que un castigo cualquiera no iba a ser.
— No me podré sentar —se quejó—, me arde, por favor.
PLAS PLAS *Auu* PLAS PLAS PLAS *Ayy* PLAS PLAS *Noo* PLAS PLAS PLAS
— Ethan —pataleaba sin parar—, hey.
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— Jodida mierda, no voy a tener trasero para mañana.
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— ¿Quieres más? Deja las palabrotas.
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— Okey si, ¡tienes razón!
— Supongo que entiendes la gravedad y el peligro que conlleva esta situación ¿no?
— Después de esta charla quien no...
— Muy bien, ahora comenzamos, eso fue solo el inicio.
Hice una mala broma y me sentí peor que antes porque de alguna manera se soltó a llorar otra vez.
— Ya hijo, todo perdonado —lo abracé y apoyó su rostro en mi hombro mientras le hacía cariños en la espalda.
— Vaya vergüenza... me castigaste como si fuera un crío.
— No te comportes como uno aceptando cosas así Ethan, la madurez es importante.
Escondió su cara en mi pecho.
— Vas a ir a lavarte esa cara —asintió—, la tienes roja como un tomate.
— Lo siento mucho papá —sus lloriqueos fueron cesando de apoco.
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