94. Los deberes

Liam

No podíamos entender el escándalo que había allá afuera, nos quedamos mirando entre todos y esperamos alguna noticia o respuesta en la puerta de la casa. Nuestros tíos y abuelos decidieron entrar mientras que papá se quedó afuera caminando en dirección contraria.

— ¿Y Mateo? ¿Por qué papá...? —la abuela nos sonrió y cambió el tema.

— ¿Por qué no mejor vamos al patio de nuevo? Quiero participar en el juego.

— Abue...

— Liam, tráeme mi bolso que les traje algo a cada uno —en mi interior moría de felicidad ya que es algo típico que hacen todos los años.

Nos dan una cantidad de dinero considerable a cada uno para que podamos comprar lo que queramos, es a escondida de nuestros papás por supuesto pero siempre de alguna u otra manera lo saben.

Fui entusiasmado por el bolso color negro a la habitación y cuando iba a mitad de pasillo de vuelta oí una conversación entre el tío Nick y el abuelo.

— ¿Es su nueva pareja? —pegué mi oído a la puerta—. ¿Nick?

— No, son amigos y están saliendo, es todo.

— ¿Dónde se habrá ido mi nieto? Le va a llegar a Connor.

— Uy como si fuéramos niños.

— Ya Nick, basta que... —puse mi rodilla muy cerca y empujé sin querer la puerta cayendo de manos al piso. Me quedaron mirando y yo cada vez me hacía más pequeño—. ¿Se puede saber que hacías detrás de la puerta Liam?

— Buscaba, yo buscaba... —no me salían las palabras.

— ¿Hasta dónde escuchaste? —dijo el tío Nick y su seriedad me daba escalofríos.

Agradezco al universo que papá sea diferente a él, digo, que mala suerte tienen mis primos con los castigos si con la mirada ya te dan ganas de salir corriendo.

— ¿Ah? —Pedí una señal de auxilio en mi mente y apareció por casualidad mi mellizo en la puerta—. ¡Ryan!

— La abuela te llama tonto, apresúrate.

Connor

Me equivoqué, definitivamente lo hice y en grande. Debí hacer las cosas de otra manera y sé que por mi culpa el menor está así. No es fácil para mi decirles a los chicos que tengo un sentimiento por alguien o que voy a salir con una mujer porque en si todo lo que vivimos como familia tiempo atrás les afectó y mucho. Quiero decirles de manera correcta con la persona indicada, o tal vez no, puede que nunca vuelva a estar con alguien más pero son cosas que pasan. No todos vuelven a recuperar la confianza cuando tu pareja te engañó frente a tus ojos y menos cuando se alejó completamente sin ver a los niños que eran parte de su vida. Es algo que no se quita, no se va de un día para otro, aprendes a vivir con ello.

Con Valeria no es algo serio por el momento, solo queríamos compartir un minuto a solas. Ambos tenemos a una familia detrás y siempre pensamos primero en nuestros hijos antes de dar un paso. No les conté porque no quiero agregar gente a su vida que tal vez no se quedará además de sus celos que cabe recalcar que son muchos.

Me siento muy mal por ver a Mateo de esa manera, no creí que le fuera a afectar tanto verme con otra persona y son una de las razones por las que no estaba seguro si aceptar aquella cita o no.

— Discúlpame Valeria, no creí que esto fuera a ocurrir y el deber llama, tengo que ir por mi hijo —ella me sonrió y asintió.

— No hay problema, es tu bebé, corre por él. Hablamos más tarde.

Correr, no es como que lo haga a diario, es bastante agotador y estoy con tres pre infartos detrás del menor quien lo hace como si no hubiera mañana.

Intenté llamarlo por su nombre, por el apellido, pidiéndole por favor que se detuviera pero iba cegado. Tiene que estar confundido, traicionado tal vez y me siento fatal.

Hubo un punto en el que se cansó, simplemente se sentó en el césped de una plaza privada y abrazó sus piernas para largarse a llorar. No sé cómo explicarlo pero en ese momento me hice mil preguntas de todo lo que estaba haciendo mal y hasta pensé en dejar de ver a Valeria, no aceptar ninguna otra salida porque no los quiero dañar, a ninguno de mis hijos.

— Mi vida —dije acercándome a pasos lentos—, perdóname.

— Quiero estar solo, vete —sorbió su nariz.

— Mateo no fue con intención no comunicarles de esto pero...

— ¡¿Cómo pudiste ocultarlo?! —mostró su cara roja producto de las lágrimas—. ¡Yo no quiero a otra mamá, te lo dije!

— Escúchame primero —se levantó de golpe.

— ¡No! ¡Escúchame tú a mí!

— Cálmate, baja el tono de voz que estoy a tu lado y te escucho perfectamente.

— ¿Por qué quieres a alguien más? ¡Apoyo a Emily, estamos bien así!

— Nunca mencioné que...

— ¡Y la jodida...! —no lo dejé terminar.

— Hey, mucho cuidado con lo que vas a decir. No aguantaré faltas de respeto ¿quedó claro?

Haciendo un berrinche y sin pensar por el enojó se fue caminando otra vez pero no le permití avanzar más. Bastante me hizo correr para alcanzarlo y si sigue le puede pasar cualquier accidente por la carretera que tenemos al lado.

— Basta Mateo, entiendo que estuvo mal no decirles pero no te vas a estar paseando por toda la ciudad solo porque quieres estar solo. Te quedas aquí.

— ¡Suéltame! ¡Déjame! —chilló y las pocas personas que pasaban alrededor lo miraban.

— Mateo Miller.

— ¿Son algo? ¿Están saliendo? —su voz se rompió.

— Nada cariño, solo nos estábamos conociendo.

— ¡Te necesitaba! ¡Justo hoy quería estar contigo y te fuiste! —sus hombros temblaron y mordió su labio con el sollozo.

Le di un abrazo donde se pudo desahogar, fue como si retrocediera al pasado cuando un niño de trece años se aferraba a mi camiseta por la noche diciéndome que quería a su mamá y que no entendía por qué lo dejó de querer. Me rompió, realmente sentí algo, como un nudo en la garganta muy grande, de esos que no te dejan respirar.

Acaricié su cabello hasta que dejó de estar tenso.

— Jamás pero jamás en la vida quise lastimarte hijo, nadie está preparado para enfrentar algo nuevo, tampoco para agregar a otra persona a su propia familia porque es como invadir su espacio. Lamento no haberles dicho, tú y tus hermanos merecen una explicación —sus ojos azules me miraron.

— Papi...

— ¿Si, Mateo?

— No quiero que remplacemos a Melisa, pero tampoco quiero que estés solo.

— Quizás fui egoísta... —negó y volvió a darme otro abrazo.

— No quiero perderte a ti también, ¿Y si te aburres de nosotros? ¿Y si nos dejas con ella? —abrí y cerré la boca impresionado por lo que me estaba diciendo.

— ¿Mateo? Mírame hijo —le sequé con parte de mi camisa su rostro—, nunca en tu vida pienses que yo te dejaré solo, siempre que me necesiten estaré ahí. No tengo ese corazón ni los dejaría por nada en este mundo, por nada Mateo.

Dejé un beso en su cabeza.

— ¿Puedo decirte algo? —asentí— ¿Tú me amas?

— ¿Cómo me preguntas eso, pollito? —le hice cosquillas y se retorció de la risa en la calle—. Por supuesto que te amo.

— Entonces...

— Ah pero depende —abrió los ojos de par a par—, mi deber como padre dice lo siguiente, no tengo dinero, ni permisos.

— ¡No se vale! —bromeó.

— Si jovencito, con esas condiciones.

•••

Más tarde volvimos caminando hacia la casa de mi hermano mayor. Comimos algo con los chicos y decidí llevarlos de inmediato a la casa para aclararle sus dudas mediante una conversación. Todos cometemos errores y al reconocerlo nos hace grandes personas.

Mientras les contaba reunidos en la sala acerca de Valeria y que solo conversábamos de vez en cuando, que no era nada serio, pude ver caritas enojadas como la de Emily. La vez pasada me hizo el mismo gesto cuando sus celos le ganaron saliendo de la clínica.

— Es por eso que les estoy diciendo esto, no debió haberse malinterpretado ni nada si antes hubiera hecho las cosas bien. Pero hablo enserio niños, pueden decirme lo que sientan y no hay problema, siempre y cuando sea con respeto —recalqué la última palabra.

— Por mi está bien —Ryan levantó las manos—. Cuando sea algo oficial nos preocupamos.

— Ryan tiene razón —dijo su mellizo.

— Bueno a mí no me parece...

— Emily a ti nada te parece —Ethan tosió falsamente—, ¿O estoy mintiendo?

— ¿Qué sabes tú pedazo de zopenco?

— No peleen ni se insulten por favor —recogí unos cojines que estaban en el piso—, y vayan al comedor.

— Pero si acabamos de comer...

— ¿Quién dijo que para comer Ethan? Sus deberes, nada de atrasos en la escuela así que traigan sus cuadernos.

— ¿Y si no tengo deberes? —Ethan preguntó bostezando.

— Estudias —su expresión de molestia fue evidente— ¿Qué pruebas tienes para la semana?

— ¡Ninguna!

— No me levantes la voz, ve por los cuadernos Ethan que no te cuesta nada leer un rato y estar al día.

— ¿Y si no voy?

— ¿Ah sí? —saqué un diccionario de la estantería —Pues me esperas en tu cuarto por desobediente.

— ¡Uy! Solo preguntaba... —corrió a buscar las cosas directo a su mochila.

Les encanta llegar al límite y saben que si van, me encuentran. Tengo que rellenar unos papeles y cosas para el trabajo por lo que me quedé en una esquina de la mesa mientras mis hijos intentaban hacer sus deberes.

— Tienen una hora y media de estudio, va por el castigo de la vez pasada que aún no se me olvida—. Liam resopló.

— Les avisaré cuando terminen, ahora comiencen.

— ¡Esto parece una cárcel! —exageró Ryan—. Obligados a hacer algo que no queremos.

— No es una opción no cumplir en la escuela —reprimí una sonrisa porque se veía muy adorable con su puchero—, ¿Emily? ¿Tus cosas?

— No tengo nada...

— ¿Nada de nada? —levanté una ceja y encendí el computador—, ¿Materia escrita tampoco?

— No

— Que extraño porque me llegó un mensaje del grupo de padres de tu grado avisando que tenían un examen el lunes —arrugó la frente— Si crees que lo repetiré dos veces estas equivocada, señorita.

— ¡Me importa un carajo el puto examen! —gritó sin razón alguna—. ¿Por qué no lo entiendes?

Comprendo que pueda estar enojada pero no es la forma de responderme, ante todo sigo siendo su padre y el que manda en la casa por lo que como mínimo tiene que tener respeto.

— Contaré hasta tres.

— ¡Agh! —salió dando pisotones— ¡De todos modos no tendría por qué hacerte caso!

Logré escucharla de lejos.

— Quédense aquí, cuando vuelva deben tener al menos un avance.

Reuní paciencia, mucha para ser exactos. Emily es complicada cuando quiere serlo.

Estaba en el comienzo de la escalera pensando, tal vez en si subir o continuar con su rebeldía. La observé por un segundo antes de dirigirme a su dirección para preguntarle acerca de su actitud.

— ¿Qué quieres?

PLAS PLAS

— ¡Ay!

— Pregunta de nuevo Emily —dije molesto.

— ¿Para qué? —se calló por un momento— No tengo que hacerlo, no me importa ese examen, tal y como a ti no te importó decirnos que tenías algo con esa...

— No, no intentes justificarte con eso porque no tiene nada que ver. La escuela es una cosa y que ahora quieras evadir tus responsabilidades con mis actos es otra.

— ¡Es toda tu culpa! ¡No llevo ni un año con ustedes y ya quieres a otra persona! No soy suficiente.

— ¿De qué estás hablando Emily? El quererlos no es cuestionable, sabes que amo a cada uno de ustedes —miró el piso—. Y no pienses eso. Eres más que suficiente, tenerte conmigo es la familia completa cariño.

》Y que conozca a alguien no significa que los voy a desplazar o no los tomaré más en cuenta, todo lo contrario, siempre serán mi prioridad.

— Por favor no sigas con ella —un leve dolor apareció en mi pecho al verla con los ojos cristalizados— Necesito disfrutar más esta familia antes de que alguien ocupe un lugar más importante en tu vida...

¿Qué estoy haciendo mal como padre?

Muy pocas veces los padres pensamos en nosotros mismos, siempre queremos lo mejor para nuestros hijos por lo que somos el último lugar en nuestra lista. Preferimos sufrir antes de que ellos lo hagan y estamos dispuestos a recibir lo que sea con tal de protegerlos. Ahora entiendo a los míos, todas esas veces que me repetían una y otra vez que estando en su posición las cosas serían diferentes, tenían razón.

Sinceramente me encuentro entre la espada y la pared, mi felicidad, ese puesto ya se encuentra ocupado por mis hijos, son los motivos y las razones por las que lucho cada día. Pero mi vida amorosa, eso es lo complicado porque no la necesito sin embargo hay veces que me lo pregunto e intento reflexionar acerca del tema, en lo que podría estar bien o mal como lo es ahora.

— Nadie será más importante, lo vuelvo a repetir —puse una mano en su hombro— ¿Entendido?

Asintió.

— Vamos por esos libros.

— Tengo mucha flojera —bostezó.

— Créeme que lo sé, pero hay que aprovechar el tiempo del conocimiento.

— ¿Se te acaba de ocurrir la frase verdad?

— ¿Cómo lo supiste? —carcajeó— Corre princesa que tu hora de estudio recién empezará cuando te sientes a la mesa.

— ¡Otra injusticia!

— Ajá, injusticia diré yo.

Marco

Viaje improvisado, fin de semana y seré la visita sorpresa. Ni siquiera dudé en comprar un pasaje para venir aquí un día. Llamé un taxi el cual no tardó en llegar al aeropuerto para llevarme a casa. Iba emocionado y a la vez extrañado por mi dependencia de ellos al estar lejos.

Marqué el número de Liam y recordé que no tenía celular, voy a intentar bajarles la condena para que lo recuperen, los pobres ya deben estar destrozados por no ver los mensajes de sus amigos.

— Hogar, dulce hogar —dije para mí y vi la hora en mi reloj.

22:52 p.m.

— ¿Se acostaron con las gallinas? —pensé en voz alta al ver todo apagado— ¡Familia!

— ¡Te romperé la hoja si no me pasas el lápiz!

¿Ese es Ethan? Su voz está muy cerca.

— ¡Atrévete! —un golpe en seco sonó desde dentro y la puerta principal se abrió de par a par con uno de mis hermanos corriendo por el patio.

— ¿Marco? —el menor se asomó— ¡Marco!

— Hola, peque —sonreí y lo abracé— ¿Qué está pasando aquí?

— Hora de estudio...

— Ya veo el porqué de la locura... ¿se divierten?

— ¿Bromeas cierto? Papá se fue por cinco segundos a la tienda y ya explotaremos la casa.

— Pongamos orden entonces —reí— ¡El que sea que corre a estas horas de la noche devuélvase adentro o que se congele para siempre!

— ¡Ay, Jesús!— caminamos hacia la piscina para ver al que chilló y la vecina apareció en su jardín— ¿Usted no duerme o qué?

— Ethan, vuelve...

— ¡Marco! —corrió a abrazarme y todos saliendo de la casa descalzos también.

— Chicos, chicos, nos van a regañar.

— Tenemos mucho que contarte, papá tiene novia —dijo Mateo.

— ¡No es cierto! —debatió Liam.

— Yo te cuento mejor —Ryan quiso hablar pero fue interrumpido por Emily.

— Es una conocida.

— Infórmate bien, son amigos —ahora Ethan habló.

— ¿Y si me cuentan dentro? ¿Quieren que me congele? —con risotadas y todo me siguieron.

— ¿Algún voluntario para lavar esas calcetas? —oí la voz de papá cerca. — Es fácil ensuciar cuando ustedes no lavan, caramba.

— Hola papá —sus ojos brillaron y nos dimos un abrazo apretado— Estoy pensando seriamente en volver y trasladarme aquí.

— ¿Tan malo es en New York? —Ryan me miró como si estuviera loco.

— No pero esa ciudad le falta algo y son ustedes.

— ¿Qué tal el viaje? ¿Por qué no me llamaste? Pude haber ido por ti.

Que no se acuerde de la conversación, que no se acu...

— Tu y yo tenemos algo pendiente —tragué— Mejor camina Marco.

— Recién llego de visita y me regañas.

PLAS

— Auu —reí— Me la tenía merecida, lo sé.

— Entren que nos congelaremos.

Ryan

Dejamos de hacer los deberes por obvias razones y sonreímos felices, estábamos asfixiando a Marco de los abrazos.

— Están muy cariñosos par de renacuajos —bostezó.

— ¿Terminaron? —preguntó papá refiriéndose a las tareas de la mesa— Porque los que sí pueden ir guardando las cosas para ir a acostarse.

— Papi —Mateo escondió su cara en el pecho de papá— ¿Puedo dormir contigo?

— Si, cariño.

— ¿Y yo? —dijimos los cinco al mismo tiempo haciendo carcajear a papá.

— Bueno pero a dormir, no a ver televisión o cantar ¿Mhm?

— Quiero helado.

— ¿A esta hora? No Mateo, mucha azúcar.

— Pero yo... —se quejó dispuesto a formar una guerra para cumplir su capricho.

— ¿Quién no duerme en la noche? No, me tengo que desvelar contigo por lo mismo. Sabes que el exceso de azúcar inhibe la actividad de una hormona y por comer algo dulce es malo para la calidad de sueño que necesitas.

— No hables con cosas técnicas que no se entiende, pa.

— En simples palabras, azúcar no.

— Exageras.

— Ryan tu eres más grande, no le sigas el berrinche a tu hermano.

— ¿Ethan? —papá lo miró preocupado cuando corrió a abrazarlo— ¿Por qué lloras cariño? ¿Qué pasó?

—Liam, él... —sorbió su nariz y yo miré a mi mellizo que estaba en la puerta mordiéndose el labio.

¿Qué carajos hizo?

— ¡Me rompió la hoja! ¡Tendré que volver a escribir todo! —lloriqueó mi hermano menor en la sala.

— ¡Te manipula papá! —Liam arrugó la hoja en su mano.

— ¿Lo hiciste? —apretó la mano— Respóndeme solo eso.

—Si pero porque no me entregó el lápiz, yo le dije...

— ¡Max! —Emily interrumpió a todo mundo con su grito— ¡El perro se comió mi tarea!

— Yo te vi cuando se la entregaste... —Mateo aguantó la risa y el plan de Emily se fue a la mierda.

Poco a poco fui retrocediendo porque mis hermanos iban a empezar a pelear, lo mismo hizo Marco y corrimos a la cocina a comer el helado que le prohibieron a Mateo.

— Para que veas que te quiero, te acompaño a hacer estas travesuras como si fuera un niño.

— Vaya sacrificio —carcajeamos.

— ¿Te comerás eso? —dijo apuntando con la cuchara el chocolate que me quedaba en la taza— ¿No?

— No te atrevas...

— Que lento, hermanito —bromeó y se comió lo que yo quería sacar.

En una situación normal me vengaría pero como lo extrañaba solo me reí y bromeamos mientras quedaba la guerra en la sala. Me contó acerca de la ciudad y lo difícil que es estar lejos, el cómo su único día que pudo estar fuera de casa se le hizo eterno.

— ¿Entonces volverás?

— Todo depende Ryan, nada está seguro.

Rogaré para que vuelva, necesitamos estar los seis juntos de nuevo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top