92. Una sorpresa
Emily
Creí que sería peor, no lo fue, sin embargo no quita que me duela un buen por esas palmadas. Entendí su mensaje, sé que no debí hacerlo y tampoco voy a repetirlo. Tal vez merecía más pero que me haya perdonado algunas me hizo sentir mucho más tranquila.
- Deja de reírte idiota. – le dije a Ethan quien tenía uno de mis libros favoritos aplastado en el sofá, se burla incluso cuando uno baja las escaleras. – ¡¿Cuándo lo sacaste?!
- Estaba aburrido, no seas pesada.
- ¿Yo pesada? Me has molestado todo el bendito rato, déjame en paz.
- No se me da la gana. – me sacó la lengua.
- Devuélveme mi libro. – colocó las manos en la portada y me espante. - ¡No lo rompas!
- No lo necesitas.
- Ethan es mío, de mi propiedad.
- Somos hermanos, todo se comparte. – me enojé y caminé en su dirección para que me lo entregara pero entre forcejeos rasgó unas cuentas hojas.
Tenía sentimientos mezclados, muchos en realidad y no medí mi fuerza al empujarlo contra la mesita de centro, sin importarme el esguince de mi muñeca. Cayó hundiendo su mano en el vidrio y se pudo escuchar cuando la mesita se quebró.
- ¡Mira lo que hiciste!
- Tú la rompiste.
- Pero porque tú me empujaste.
- No seas llorón...
- ¿Sabes lo importante que es esta mesita para papá? – mis ojos se llenaron de lágrimas. – La compró con mucha ilusión...
- ¿Estas mintiendo para que me sienta mal?
- No Emily...
- ¿Y qué vamos a hacer? – me acerqué.
- ¿Hablaste en plural? No, pregúntate tú. – unas pisadas se escucharon desde lejos y nos pusimos alerta. – ¡Trae algo para esconderlo!
- Pero hay que decirle...
- ¿Que putas? ¿Para qué nos regañen? Corre, corre. – busqué un paño de cocina para ponerlo encima. Tenemos que salvarnos de alguna manera y aplicar la técnica de echarle la culpa al otro. Es ley entre hermanos.
- Vayan al patio un rato niños, a tomar aire fresco que se pasan encerrados.
Asentimos.
Si nos descubren no quiero que me castiguen otra vez, aunque dudo que papá se moleste tanto por romper algo material. Al ir caminando hacia uno de los asientos del patio miré a través de las ventanas y me atragante con saliva al ver a Mateo poner un vaso en la mesita.
- ¡Mat...! – se terminó de trizar y su mano lo atravesó.
- ¡Papá!
Ethan se metió a la piscina rápidamente y mi instinto de hermana un poco mayor no pudo resistirse. Fui de las primeras en ir a verlo.
- Disculpa, fue mi culpa. – entre hipidos quitaba su mano.
- No, fue mía Emi.
Papá entró a la sala y al verle la mano su fue de sorpresa pero actuó rápido.
- Perdón. – dijo el menor. – No creí que la fuera a romper...
- Es lo de menos tesoro.
- No es así, ya estaba rota. – cerré los ojos. – Yo me apoyé y...
- ¿Por qué no me lo dijiste Emily? Hubiéramos evitado cualquier accidente, para la otra me lo comentas.
Claramente no tengo intención de decirle que fue Ethan parte de esto así que preferí guardar mis palabras y no perjudicarlo a pesar de que sea un tonto que rompió hasta mi libro.
Liam
Tengo un leve problema.
Hace nada mis nuevos profesores decidieron joderme la vida y dejar tarea, para variar una evaluada. La cosa aquí es que se me olvidó hacerla y aprenderla, es extensa, no les importa que sea nuestro último año con tal de sacar sus calificaciones.
- Ryan. – abrí un ojo y me acurruqué en mi cama. – No hice la cosa esa.
- ¿Ah? Habla bien el inglés... – dijo desde el otro extremo. – ¿La tarea de la exposición enfrente de la clase? Pues esperas a que se complete por arte de magia o...
- Muy gracioso, ja.
- Liam aún te queda tiempo.
- Ya estamos acostados...
- ¿Y? Pídele el computador a papá, de seguro te lo entrega si es del colegio.
- ¿A las once de la noche? Me van a regañar.
- Pero es mejor a entrar a la clase sin tarea y siendo el nuevo. La imagen que se llevarían de ti los profesores...
- ¿Ryan? – di un salto de sorpresa. – ¿Qué haces aquí? Todos a dormir, ve a tu cuarto.
- Papi.
- Dime, hijo. – encendió la luz.
- Tenia, digo.... mmm... tengo una tarea para mañana. – pensé bien que decirle. – Pero antes de que me comiences a decir todo lo que hice mal porque si hubieron muchas cosas... necesito mi computador.
- Debiste habérmelo pedido en el día Liam. – habló con un tono falso de enojo. – Vamos por eso, que no te pase de nuevo.
- Gracias.
Me tomó más tiempo del que creía, no son una ni dos oraciones sino miles de ellas. Mi frustración se fue al máximo cuando no podía hallar en las páginas de Internet esa información que necesitaba para la tercera pregunta.
- Mejor ni la presento. – decidí renunciar.
- ¿De qué hablas Liam?
- ¡Es que no encuentro nada!
- Con paciencia todo se puede. – me animó. – Tienes además mucho tiempo todavía.
- Pero tengo sueño. – me quejé lloriqueando. – No quiero seguir, abandonaré y a la próxima...
- No jovencito, tú puedes. Ahora sigue buscando en Internet y yo te prepararé algo de comer para recargar energías.
Detesto la escuela.
Estoy agotado, después de lavar el auto quise dormir una siesta pero fue imposible y ya no siento ganas de hacer esta tarea.
- No.
- ¿Cuál no, Liam? Basta de decirlo y avanza que es para mañana.
- ¡No puedo!
- Convéncete de que sí. Te sientas otra vez en esa silla y lo buscas. – mi labio tembló y obedecí de malas ganas.
Quiero abandonar e ir a dormir. No me interesa esta estúpida asignatura y menos el trabajo.
- La puedo recuperar luego, me sacaré mejores notas el próximo mes.
- ¿Quién fue el que postergó algo importante como su primera tarea? Dímelo Liam.
- Ya no me regañes.
- Es que no pones de tu parte, vas a asumir las consecuencias que conlleva no hacer las cosas.
- Eso hago, estoy intentado pero... – quería arrugar el papel donde tuve que escribir mi discurso pero estaba seguro de que si lo hacía tendría que volver a hacerlo porque papá no anda con juegos.
- ¿Pero...? – esperó mi respuesta y mis ojos se cristalizaron. – No, sin llorar que no sirve de nada.
- ¿Cuándo me cambiaron al papá cariñoso?
- Aquí está pero enojado porque no tienes real interés jovencito.
- ¿Y qué quieres de mí? Me aburre.
- Presta atención. – tragué saliva. – El único deber que tienes es estudiar y sacarte buenas notas. Nunca les he exigido una calificación exacta pero sí que den su cien por ciento, no uno ni cincuenta. Ahora volverás a leer eso y no te levantarás de ahí hasta que cambies esa actitud negativa y dejes de decir "no puedo".
- No puedo, no puedo y no puedo. – gruñí.
- Te quedarás hasta la madrugada si es necesario.
- Debes estar bromeando. – puso una mano en su cintura y entendí que hablaba enserio. Él tiene razón, en todo. – Lo siento.
- ¿Siguen aquí? – preguntó Mateo con su pijama bajando por un vaso de agua a la cocina.
- Si cariño, ve a dormir pronto y dile a tus hermanos que paren con su risa que es tarde. – este asintió y caminó fuera.
- Me rindo.
- De nuevo. – me salió un sollozo involuntario que dejó a papá un poco más blando y recibí un abrazo. – Eres inteligente mi vida, esto no te puede ganar.
- Estoy cansado.
- Yo lo sé y te entiendo a la perfección pero anímate. Ya verás que en nada terminarás esto. Puedes levantarte una hora más temprano mañana para aprenderlo, ¿Qué te parece?
- Una tortura. – ordenó mi cabello y hundí mi rostro en su pecho.
Ryan
- Por eso es que el acondicionador es importante. – Emily habló por octava vez cosas aburridas.
- Ajá.
- ¿Necesitaré un corte de pelo? – le preguntó a Ethan que estaba a un lado de mi cuarto con su celular.
- Está bien así, largo es mejor.
- Puede ser pero solo las puntas, ¿han visto que cuando uno le dice eso a la peluquera es todo lo contrario?
- Sí. – reí. – Una vez a Julián, un amigo, le pasó por no hablar.
Le lanzaron un cojín a Emily y mi cuarto se transformó en una jaula de animales.
- ¡Oigan! – se cubrió la cara con los brazos. – A mí me las pagan pedazos de idiotas.
- Sin agresividad en mi cuarto por favor. – bromeé.
- Papá sube en diez. – Mateo entró con un vaso de agua. – Aquí tienes y siguen allá abajo.
- Quien diría que el más responsable en la escuela estaría haciendo cosas a última hora... – susurró Ethan a mi lado.
Marco
Cuando yo decía que estaba estresado me refería a tres asignaturas y dos libros pero ahora es muy diferente. La cantidad de trabajos que tengo siendo recién mi primer día de clases es increíble y yo elegí esta carrera.
Estoy pensando seriamente en cambiarme.
- ¡Daniel apesta el cuarto! – lo molesté. – Báñate, ¿quieres?
- Shh.
- ¿Cuándo fue la última vez que saliste de fiesta? – miré el calendario.
- No recuerdo.
- Llegamos hace nada y faltaste a tu promesa.
- Me fui de casa para que papá no me regañara, ya no comiences. No tomes su lugar. – soltó una carcajada. – Ni te imaginas lo buena que estuvo la fiesta anoche.
- ¿Rubia o morena? – me comí un puñado de papas fritas.
- Morena y entre tragos...
- No quiero información, gracias.
-Deberías venir. – rodé los ojos y fui por un batido a la cocina. – Piénsalo, no hay por donde perderse.
- Tengo muchas cosas que hacer.
- Pues las dejas para otro momento. – dio solución. – Anímate, ni padres tenemos acá.
- Del uno al diez. – pensé. – ¿Qué tan buena estuvo la fiesta?
- Once. – sonreí. – Si, lo sé. Soy una mala influencia pero vamos primo, esto recién comienza. ¿Qué esperas Marco? ¿Quedarte sentado y estudiar?
- Eh, sí. – me quedó mirando confundido.
- Estas loco.
- ¿Dónde es esa fiesta?
- En la ciudad que nunca duerme. – sentí un cosquilleo en la espalda, era una mezcla de miedo y adrenalina.
- ¿Aquí te refieres?
- Sí.
- Pero hay universidad mañana... – mi lado responsable apareció.
- Es cerca de Times Square, en uno de los departamentos más caros, ¿Qué dices? Un par de cervezas, buscarte pareja.
- Daniel no quiero...
- ¿Pasarla bien? ¿Beber? ¿Acompañar a tu adorado primo? – se sentó a mi lado. - Por favor Marco, estamos solos y además independientes.
- Siempre que vas a una fiesta la haces en grande, ¿Cómo carajos te llevaré al departamento si quedas borracho?
- Prometo beber poco. – me dio la mano y reí. – De verdad, poco.
- ¿Seguro? – asintió y fue a buscar ropa.
Pocas veces en mi vida he sentido esos nervios intensos que tengo en este minuto. Esa indecisión al querer algo pero al mismo tiempo no, ya que sabes lo que podría pasar.
Diría que durante todos estos años el más obediente o tranquilo fui yo a comparación de todos mis hermanos. Regaños como todo mundo los tenía y a veces si cometía problemitas que me costaban permisos cosa que era lo que más me dolía.
Cuando una persona sabe que va a hacer algo mal es increíble la culpabilidad que se viene encima.
- Como que el día está como para irse a vacacionar a otro país. - bromeó Daniel con una chaqueta en sus manos listo para salir.
- Sigamos soñando.
- ¿Pero y si no? – sus bromas las entiendo a la perfección y sé que es muy fantasioso.
- ¿Te imaginas? Nosotros en medio de una fiesta de playa así como en una película. – reí.
- Arregla esas maletas que te tengo una sorpresa.
- Espera no me digas. – le seguí el juego.
- Mira lo que tengo aquí. – sacó unos boletos de su chaqueta. – ¡Feliz cumpleaños adelantado!
- Eso es de mala suerte...
- Cállate y disfruta el momento. – se acercó aún más y pude ver que eran unas entradas a un campeonato de basquetbol, pero no cualquiera, mi favorito.
- No inventes... – abrí los ojos emocionado. – ¿Iremos a ese partido de baloncesto? ¿Es lo que estoy pensando?
- Si y lee más abajo. – con una sonrisa y un cosquilleo en el estómago analicé la información. Mirando la ubicación del lugar me di cuenta que eso no queda en nuestra ciudad.
- ¿Para qué me ilusionas? – rodé los ojos.
- No Marco, tengo esto. – ahora unos pasajes de un vuelo aparecieron en la pantalla de su computadora.
- ¿Qué...?
- Cumpliremos todo lo que dijimos.
- Pero tú estás loco... – a carcajadas se sentó. – Es imposible. – su cara cambió de expresión a una confundida.
- No, bro. Todo es posible porque déjame decirte que ya los compré y no hay vuelta atrás.
- Mierda, cancélalos, no sé.
- ¿Estas de coña? – me mostró dos papeles con nuestros datos. – Piensa que serán las mejores vacaciones de nuestra vida.
- Nos descubrirán y es otro puto país Daniel.
- Partimos mañana primo, es un regalo.
- Si se entera mi papá... – dije con los nervios de punta. – ¿Cómo engañaremos a la universidad?
- Nosotros decidimos si vamos a clases o no. Aquí el control no existe.
- ¿Pero te estas escuchando? ¡Es otro país!
- Hawái era una de mis opciones, lo cambiamos si quieres.
- No, déjalo. – me lancé a la cama gritando de frustración.
- ¡Allá te veo, Canadá!
- Daniel...
- Que no te gane la culpa, técnicamente estaríamos al lado. Piénsalo porque estos bebés no se pueden perder, hermano. – suspiró. – Mira te daré tiempo, no te preocupes que me pongo en tu lugar pero recuerda que es rechazar un regalo de tu primo y me vas a hacer sentir como la mierda regresando algo que me costó con tanto esfuerzo. – dio dos palmaditas en mi hombro y salió con una sonrisa a su cuarto.
- Menos mal que me entiendes...
Para pensarlo el doble una llamada éntrate me provocó una mueca y náuseas. Estoy a punto de omitir información a papá, no es una cosa de otro mundo pero siento que es traición o algo por el estilo.
¿Por qué a los chicos no les cuesta nada y a mi si?
- Hola cariño. – tragué saliva y miré la cámara ya que es una video llamada. – ¿Cómo fue tu día en la universidad? ¿Te has adaptado un poco?
- Hola papá, bien. En su mayoría pero de todas formas es difícil.
- ¿Pasa algo? – levantó una ceja.
- No, ¿por qué? ¿De qué? – limpié mis manos sudorosas en mi camiseta.
- Te noto callado, es todo.
- No nada, solo es cansancio. Ahora iba a salir.
- ¿Cansado y vas a salir?
- Si, raro ¿no? – carraspeé. – Pero a una salida buena, con universitarios y a estudiar.
- Bueno, diviértete y cuídate mucho Marco. – noté un poco de tristeza en su voz. – Te amo mucho, hijo.
- Yo también papá, saluda a mis hermanos y dile que los extraño.
Un nudo en el estómago, eso es lo único que pudo describir ahora.
¿Por qué me tuve que venir tan lejos?
- Y a ti también, más de lo que te imaginas... – susurré antes de que finalizara la llamada.
《 Al día siguiente 》
Connor
Último día que los chicos asisten a clases en la semana, es un alivio. Estoy en la oficina organizando documentos y con un café en la mano. No me puedo concentrar. Valeria quiere reunirse hoy por la tarde y me siento levemente nervioso.
Caminé cuatro veces por toda la oficina, volví a pedir un café.
- Alex. – llevé una mano a mi pecho porque me asustó cuando entró de la nada. – ¿Quieres matarme? Habla antes...
- Estas sudando Connor. – carcajeó mi hermano menor y se sentó en un pequeño sillón. – ¿Qué te pasa?
- ¿A mí? – se mordió el labio aguantando las risas. – Claro, que tonto, si...
- Puedes decirme.
- Me reuniré con alguien esta tarde. – abrió los ojos exageradamente y se levantó como un resorte.
- ¡Dios escuchó mis suplicas! – puse una mano en mi cara. – ¿Quién es? Te guardas los detalles...
- Nadie Alex, no te contaré todo pero necesito de tu ayuda.
- ¿Voy de espía? ¿De mesero?
- Escúchame. – puse una mano en su hombro. – Entretiene a los chicos, no puede ser tan difícil.
- ¿A mis sobrinos? No hay problema.
- ¿Y si lo desaprueban? – tomé café y me lo quitó de las manos. – ¡Alex!
- Te volverás adicto a esta cosa.
- En el internado de medicina claro que sí y ejerciendo...
- Deja de preocuparte. – Nick entró con una carpeta y se unió a la conversación. – Tienes que buscar tu felicidad también.
- Se adelantan demasiado, nunca dije que yo con Valeria seriamos pareja, solo nos estamos conociendo. Además tengo a los chicos y son mi prioridad.
- ¿Te vas a ir hoy en la junta? – le asentí a Nick. – Cuidaremos de los chicos, tú diviértete.
Mateo
He tenido un mal día.
No entendí nada de lo que hablaron en clase y me aburrí en el primer horario. Cuando iba caminando por el pasillo me tropecé, no traje nada de comida para los recreos, perdí a mis hermanos de vista y pasé absolutamente solo el resto de la mañana.
Por si no fuera poca mi mala suerte, cuando fui al baño una llave del lavamanos se rompió mojando toda mi camisa blanca.
Estaba empapado. En la salida me junté con Ethan y Ryan a quienes vi primero junto a un árbol.
- ¿Dónde estaban? – jugué con mis manos. – Hoy...
- Adivina en que anda metido este idiota. – Ryan miró a Ethan. – En recreo fui a buscarlos como siempre porque Liam se fue a dar esa prueba de conducir y estaba con unos chicos...
- ¡Deja de ser hablador! – reaccionó mal. – ¡No te metas!
- Sus peleas me dan dolor de cabeza. – Emily apareció del mal humor. – ¿Nos vamos?
- Estaba...
- ¿Alguno tiene agua? – Ethan me interrumpió.
¿Por qué a nadie le interesa lo que me pasa hoy?
Me ignoraron durante el camino y en lo único que podía eran las ganas de lanzarme a la cama a llorar para luego abrazar a papá. Necesito mimos que me reconforten y no volver a pisar la escuela en mi vida.
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