88. Triste noticia

Martes 07:45 am

Emily

Una resaca de los mil demonios.

Desperté en una sala que no es la nuestra y vasos rodeándome, un fuerte dolor de cabeza se presentó cuando quise moverme en el sofá. Fue una noche fantástica como los viejos tiempos pero poco recuerdo. Sara, la chica de internet seguía durmiendo por lo que no quise molestar y busqué mis cosas para irme. Tengo que llegar antes de que se den cuenta que no estoy allí.

Caminando en puntitas me asomé por la ventana cuando dos rayos de sol apuntaron mi cara, ¿Qué hora es?

- Dios, no... - abrí la cortina. - No puede ser tan tarde, ¿Qué maldita hora es?

Busqué en mi bolso por todos lados mi celular con ese objetivo y con la poca batería que me quedaba las llamadas perdidas completaban la mitad de mi pantalla. Veinticinco en total contando la mitad de papá junto a mis hermanos, estoy en graves, no, gravísimos problemas.

- Me tengo que ir...

- ¿Emily? - Sara bostezó. - ¿Te vas?

- En casa, el colegio... - dije apresurada. - No puedo explicarlo, no tengo tiempo...

- ¿Pasó algo? Hoy en nuestro colegio las suspendieron.

- No, bueno sí. Anoche no tenía permiso para venir en realidad, me llamaron y estoy jodida, las clases...

- Te puedo llevar en auto. - suspiré. - De verdad.

- Gracias, mil gracias. - corrí por mi chaqueta.

Lo que me espera. No deben estar para nada contentos pero ¿Qué tan malo puede ser? Los chicos lo han hecho antes, no es como si fuera el fin del mundo.

Ryan

Me siento traicionado, dolido y aterrado con el hecho de haber visto ese papel en las manos de papá ayer. No quiero pensar que es cierto lo de ir a una escuela militar. Él lo prometió, nunca ha roto alguna pero, ¿y si nos pasamos un poco?

Liam tenía razón de que no hicimos prácticamente nada, fue suerte de los policías encontrarnos ahí pero sin evidencia, por el solo acto de presencia nos llevaron siendo algo injusto. Hoy ni sentarme puedo del castigo que recibí ayer, fui el segundo y creo que el que lo pasó peor por estar dos veces en el mismo lugar. Me lo advirtieron hace un tiempo y sí que papá cumplió aquello.

En cierta manera es divertido ver las muecas de todos al sentarse en la mesa, podríamos reírnos pero para alguien no es chistoso.

- ¿Dónde se metió Emily? - susurró Liam. - Papá está desesperado.

- ¿No les dijo nada ustedes?

- No. - respondieron al unísono.

- Debe estar en una fiesta. - Ethan se encogió de hombros y lo quedamos mirando. - Si llamó en ese estado pues es lo obvio.

- La ubicación, con eso...

- ¡Marco trae el computador! - papá apresurado se puso a buscar su celular. Ryan hijo, toda la razón...

- Soy un genio. - le presumí a mis hermanos.

- Cállate "genio" - Liam me lanzó un papel dando justo en mi ojo.

- ¡Cuidado! - le grité devuelta. - ¡Por poco me lo sacas!

- Ay que exagerado, empezaste. - rodó los ojos y fui hacia donde estaba sentado a devolverle su broma. - ¡No, aléjate! ¡Papá dile algo!

- Ryan compórtate y siéntate.

- ¿Y no le dices nada por...? - el ruido de un auto nos hizo callar a todos y la hermana perdida venia bajándose con un bolso. - Apareció.

Emily traía el maquillaje hecho un desastre, iba a pasos tan lentos que parecía tortuga. Pero claro, ¿Quién correría feliz a casa sabiendo que te espera un regaño a la entrada? Supongo que debe pensar en la mala idea que tuvo de volver ahora mismo.

- Buenos di...

- ¿Se puede saber que son estas horas de llegar y aparecer? ¿Por qué no contestaste tu teléfono? - una bomba de preguntas provocó que frenara el paso. - ¿Cómo se te ocurre irte así? ¿Y colgarme?

- No son nada de buenos, Emi. - dijo Mateo antes de irse escaleras arriba como los demás.

- ¡Ryan! - la miré con el susurro. - Quédate por favor. - habló entre dientes.

- Hijo sube y dile a los demás que en diez minutos los quiero en el auto para llevarlos al colegio.

- Lo siento. - intenté decirle antes de irme.

No podía hacer mucho por ella, si me dan una orden no le voy a desobedecer y menos en esta situación en la estamos con los chicos, dependiendo de un hilo su confianza. Entretenernos al parecer está prohibido estos días, además de que la puerta de la sala de videojuegos está cerrada.

- No... - moví la perilla y los chicos salieron de sus habitaciones.

- Lo intentamos, ahora mira donde estamos.

- Dejé mi celular allí...

- Yo mi computador. - respondió Ethan con una mueca.

- Todos en realidad y por si no se percataron no tenemos nada de tecnología en los cuartos. En la mañana recogió todo incluyendo el control de la televisión, estamos desconectados. - resopló Liam.

- Esto apesta, nunca más les seguiré su juego. - Mateo se cruzó de brazos.

- Ahora nosotros tenemos la culpa...

- Toda la culpa Ryan...

- Nadie te obligó. Fue un consejo que tu decidiste tomar hermanito.

- Ya pasó, no entiendo su discusión. - Ethan entró al cuarto de Liam.

- ¡No desordenes mi cama! - le siguió Mateo y luego yo haciéndolo enojar.

- Ustedes tendrán que hacerla después, acabo de... - gruñó. - Estúpidos.

- ¿Cómo creen que le estará yendo a Emily?

- Mal pero como es la princesa de la casa la perdonan en segundos.

- ¿Eso crees? - le pregunté a Liam y este asintió.

- La favorita. - dije con sarcasmo haciendo reír a todos. -- ¿No se enteraron?

- No es por ser pesado pero yo soy el favorito. - Mateo levantó una ceja y sonrió.

- El bebé entonces. - frunció el ceño.

- Chicos cambiando de tema, ¿vieron ayer el folleto de la escuela militar?

- ¿Ah?

- Ese folleto, papá lo tenía en las manos.

- No, es imposible, dijo la vez pasada que no... - Ethan se acomodó.

- ¿Qué pasa si nos inscribió...? - nos quedamos serios. - ¿Si de verdad tenemos que...?

- No lo haré. - Ethan rápidamente de levantó. - No puede obligarme a poner un puto pie.

- A nosotros tampoco.

Connor

Es decepcionante ver la desobediencia de todos en casa, a más de la mitad de mis hijos se les ocurrió mentir y olvidar las reglas. Tenía que requisar ciertos elementos para que aprendan las cosas, no los puedo premiar por cosas como estas, saben que cada acto lleva consigo una consecuencia. Ellos lo tienen perfectamente presente y sé que vendrán a quejarse pero cuando digo algo se cumple.

Emily me quedó mirando desde que subieron sus hermanos.

- ¿Me lo vas a explicar señorita? - agachó la cabeza. - No, tal como tuviste la valentía de salir de casa sin permiso a quien sabe dónde me contestas cuando te pregunto algo.

- Tengo una muy buena...

- Adelante que si te sigues retrasando vas a tener menos tiempo de ponerte el uniforme y darte una ducha. - abrió la boca.

- Seria una crueldad que me mandes así...

- ¿Con resaca te refieres? ¿Quién quiso ir a beber un día de semana y sin permiso? - quiso protestar pero negué con la cabeza. - Lo mismo que con tus hermanos, me siento totalmente decepcionado.

- Perdón...

- Corre que llegarás tarde, tienes diez minutos y volviendo a casa nosotros dos conversaremos Emily. - asintió no muy convencida. - ¡Chicos bajen que nos vamos!

- No. - levanté una ceja ante la respuesta de todos.

- ¿Cómo? ¿Qué pasó?

Es el día de molestar a papá, demasiado evidente.

- Nada papá, bromeábamos. - dijo Liam y corrió al auto dejando a tres de sus hermanos boquiabiertos.

- ¿Y bien, algo que quieran comentar? - copiaron la acción. - Dios dame paciencia, la necesito...

Minutos más tarde los tuve que dejar en la escuela antes de irme a trabajar, tengo que ayudar a preparar algunas cosas en la maleta de Marco porque se va por la madrugada, no les ha dicho nada a sus hermanos y estoy completamente seguro que no les gustará en lo absoluto. Sin embargo tienen que aceptarlo, es una etapa y ya está perdiendo clases estando por aquí. No lo vi muy feliz en el desayuno, me tiene preocupado. Lo bueno es que su primo estará allá por lo que no se sentirá solo, es una ventaja.

En la empresa me quedé hablando con Alex quien entró a mi oficina con unos papeles.

- Cuéntame pero ya hermanito. - reí cuando se sentó. - ¿Qué hicieron mis sobrinos?

- Romper las reglas, la policía los detuvo ¿puedes creerlo?

- Se pasaron un poco, hay que admitirlo.

- El límite. - agregué. - Me cansé de ser tan relajado con ellos.

- ¿Relajado dices? - soltó una carcajada. - Nosotros tres somos todo menos eso con los chicos.

- El punto es que quedaron castigados, ya verás cuando el internet desaparezca y lo guarde como sus teléfonos.

- ¿Todos fueron?

- Si Alex, imagínate que Emily salió sin permiso a otra fiesta diferente, no avisó, se perdió toda una noche y llegó en la mañana.

- A cualquiera de mis hijos se le ocurre hacer tal cosa no entra al otro día, se quedan afuera. - entró Nick con una carpeta.

- Los horarios, pasándolos se cierran puertas. - dije para mí mismo. - Grandiosa idea.

- Es una manera de que aprendan a respetar.

- Una vez me dijeron que les quitara el cargador. - Alex habló. - Así cuando su celular vaya en un 5% se desesperen por conectarlo.

- Como dice Emily seria crueldad. - sonreí.

- Pero una buena opción. - completó nuestro hermano mayor. - Te vine a dejar esto, seguramente lo mandaste entre los papeles por accidente.

El folleto de la escuela militar cayó a la mesa.

- Debí guardarlo en el bolso...

- ¿Connor los inscribiste? - Alex preguntó.

- ¿Qué tonterías dices? No, por supuesto que no. - suspiré. - Cuando fui a rellenar papeles que me pedían me lo entregaron pero porque habían muchos en la mesa, deben dárselo a toda persona.

- Una vez por darle un susto a mis hijos les dije que lo hice pero a diferencia de esto era un internado. - contó Nick. - Me vieron como el peor padre de la historia y los hice creer que era verdad, nunca firmé nada pero si viajé con ellos hacia uno cerca del estado, tenía un amigo que me ayudó con eso. Les dieron un recorrido falso y cuando me tuve que "ir" se me rompió el corazón cuando les vi las caras.

- Pobres...

- Pero si están rebeldes tal vez lo consideren bien antes de hacer otra cosa.

- No sé si podría. - dije con sinceridad.

- Considéralo si es necesario. - me dio dos golpecitos en el hombro. - ¿Revisamos estos papeles para terminar?

- Déjalos en la mesa, pediré un café a la secretaria.

- Que sean tres. - asentí.

Marco

Tengo que viajar en horas y no estoy listo. La preparación mental es difícil en estos casos cuando eres consciente de que tu decisión es importante, define tú futuro y tienes que hacerlo. Es un gran paso ir a la universidad, si será distinto a la escuela por tener más responsabilidades, alejarse de la familia y hallar un nuevo mundo en el que debes desenvolverte.

Miro el boleto de avión en mis manos y respiro con dificultad. ¿Es esto lo que quiero? ¿Por qué crecer cuesta tanto?

- ¿Por qué? - grité y me levanté de la cama.

Podría haber elegido estudiar aquí, trasladarme o algo parecido pero es la universidad de mis sueños cosa que no puedo tomar a la ligera. Son tantos los nervios que tengo que me tiemblan las manos cada vez que lo pienso.

La casa se siente tan sola cuando los peques están en clases, me odiarán cuando sepan que les dije esta noticia a horas de tomar un avión a New York. Soy tan malo para las despedidas que me van a hacer llorar si comienzan con sus recuerdos o palabras bonitas. Pienso pasar a recogerlos más tarde e ir a un local de comida rápida para hablarles, papá me dio permiso por mensaje así que solo falta que ellos quieran y será muy fácil.

Intentaré salvar a mi hermana de esta porque por lo que veo papá no cree que sea una situación simple que se olvida rápido.

Ethan

La cosa es simple, a mí no me obliga nadie. Si papá cree que llevándonos a una escuela militar los problemas acaban está muy equivocado, puede que no gane la pelea en caso de ir pero que se espere para el desastre que formaré allá. Además necesito refuerzos para impedir esa decisión que quizás tomó, por lo que hablé a la persona que es capaz de hacerlo recapacitar y es la abuela, tuve que tomar su teléfono a escondidas en el auto pero planeo devolverlo sin que se entere.

Mis hermanos se quedaron el patio conversando que van a idear para arreglar esto y yo me alejé un poco porque el colegio se adelantó con los puestos de los talleres extracurriculares. Este año iré por el hockey, quiero algo nuevo. Con poco ánimo en el sentido de esperar algún rechazo del equipo me acerqué pero fue todo lo contrario, se alegraron de tenerme dentro y hasta una camiseta me dieron. Di mis datos y me llevé un papel que tiene que estar firmado por papá.

- ¡Ethan, ven! - los mellizos me gritaron. - ¡Hermano!

- No los conozco. - dije con sarcasmo. - Esperen, esperen.

- ¿A cuál te uniste? - Mateo preguntó mirando el papel que escondí rápidamente en mi espalda.

- Secreto. - sonreí.

- No seas así, que pesado. - se enojó.

- Hockey, Mateo. Esa es la respuesta.

- Genial, estar sobre el hielo y patinar. - asentí. - Quiero pero no.

- ¿Se van a inscribir en alguno? Dan puntos extra, lo dijeron en clase. - Emily hizo una mueca. - ¿Qué?

- No se me va bien los deportes pero si hay alguno como gimnasia quizás entre, no lo sé.

- Buena iniciativa, por cierto atletismo es maravilloso, recuerdo que estuve por dos años. - Ryan comentó. - Corría como nunca.

- Dudo que sea buena.

- ¿Qué rayos le pasó a tu muñeca? - pregunté por lo morada que estaba. - ¿Te caíste?

- Tal vez, mierda no lo había notado. - se desesperó. - Está peor que antes.

- ¿Bebiste y tomaste medicamentos? - asintió sin darle importancia. - Emily no sabes lo fuerte que viene ese regaño en casa, te darán la charla de tu vida.

- Para que veas lo feo que es tener un papá médico. - carcajeó Ryan.

- No la asusten. - dijo Liam. - Tan feo no creo que sea...

- Es la verdad, ¿para qué le mientes?

- Cállate Ethan. - rodé los ojos.

- Me dieron deberes, ¿pueden creerlo? - Mateo cambió de tema. - Odio todo.

- A mí también, siendo el segundo día de clases. Es una injusticia que nos den tal estrés para la casa.

- Puedes quedarte en la biblioteca. - respondió el menor a Liam.

- ¿Tú crees que me quedare después de la escuela? Ni aunque me pagaran...

- Me quiero ir, ¿Cuánto falta?

- No mucho, una clase de dos horas y ya somos libres. - suspiramos todos.

Pasando el tiempo en clase de matemática hablé con algunos compañeros, hice los deberes de lo aburrido que estaba y di mi mejor sonrisa cuando la campana de salida sonó. Nos juntamos los cinco para enfrentar a papá pero no esperamos ver a Marco junto al auto.

- ¿Qué haces aquí? - reí.

- ¿Qué no es obvio? Los paso a buscar, iremos a comer así que elijan rápido, peques.

- Deberías ayudarnos en la huela de hambre que pensamos hacer para que no nos envíen al infierno. - susurró Mateo.

- ¿Ah?

- Marco, papá nos inscribió a una especie de escuela militar. Estoy más que seguir de lo que vi en la estación de policía ayer. - Ryan negó.

- Lo peor es que no hicimos nada. - completó su mellizo. - Estar ahí fue por casualidad.

- No me engañen Liam, casualidad ni nada. Pero no tengo problema y saben que nunca los he dejado solos.

Cuando entramos al McDonald's y ordenamos un par de hamburguesas notamos una actitud extraña en nuestro hermano mayor, quería decir algo pero automáticamente cambiaba de tema. No lo presionamos al principio pero ya después de veinte minutos nos aburrió.

- Dilo ya, bro. - dejé de comer. - Marco puedes contar con nosotros.

- Chicos no me odien.

- ¿Odiarte? ¿a ti? - hablamos todos juntos.

- De acuerdo, pasa que ya tengo el boleto de avión para irme a New York. Ustedes saben que el viaje se atrasó porque me sentía mal pero ya falté un día y no quiero tener que recuperar después. - nos quedamos en silencio. - Me voy en unas horas.

- ¿Qué? - un nudo de formó en mi estómago.

- Eso, en la madrugada tengo el vuelo.

- Es muy pronto. - Liam alejó la bebida. - Jodidamente pronto, ni despedida te hicimos.

- No es lo importante, no se preocupen. Estoy feliz de compartir aquí con ustedes...

- Marco... - Emily se trabó y los ojos se le llenaron de lágrimas. - ¿te puedes quedar un poco más? ¿Días?

- Lo lamento pero no, peque.

- Nada va a ser igual en casa sin ti. - me levanté del asiento sin saber qué hacer. - El desayuno, las ayudas, los chistes...

- Ethan siéntate, hermano.

- Es que no lo entiendes, no...

- Voy a venir de vez en cuando, no crean que quiero irme y dejarlos solos pero es parte de la vida. Los extrañaré como nunca, desde sus tonterías hasta que vinieran a mi cuarto a despertarme con sus gritos. Estarán bien sin mí. - el abrazo grupal más doloroso que hemos hecho en todo el año ocurrió ahora.

Seis, somos un grupo de seis que se separa por primera vez en la vida, es probable que esté siendo muy sentimental pero es horrible despedirte de alguien que se va de casa para comenzar a formar su futuro.

Hicimos de todo para no llorarle ahí pero adivinen quienes están como unos críos aferrados a su hermano mayor.

Sí, todos.

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