72. Relámpagos
Liam
La sala de juegos era como estar dentro del videojuego con más compañeros de los gritos, quería ganarle a Ryan, me esforzaba en verdad pero el muy idiota sabe los puntos donde esconderse para dispararle al enemigo cosa que me pone en desventaja.
- Si le disparas ahí no podrás avanzar al próximo nivel, es clave. - se burló. - De nada te sirvió jugar.
- Ajá y a ti sí.
- Obviamente, tengo bastante tiempo libre.
- Pues yo no, estudiar me tiene agotado y Emily ni aparece en las clases.
- Está enferma, ¿no ves?
- De flojera, otra explicación no hay.
- Envidioso. - sonrió. - Te tienen a un lado, es por eso.
- Voy a tener fiebre a ver si me prestan atención. Ni un puto momento con papá tengo.
- Anunciaron un campeonato de skate el próximo mes y me inscribí. - cambió de tema. - Ganaría una buena cantidad de dinero, es el premio mayor.
- Ni pisar puedes y ya vas a volver a lo mismo. Además el truco que tenías déjalo en el olvido, es peligroso e intentándolo te quedaste así.
- Apóyame y ni si te ocurra andar de chismoso, si papá se entera es capaz de prohibirme esto. Ahora dime que no lo extrañas, ir al parque por las tardes y pasear con los chicos. - lo pensé. - ¿Te interesa?
- Pues obviamente que si pero yo te remplazo, puedo con dos aunque el dinero no falta.
- Pero sería de nosotros, propio y podríamos gastarlo a montones.
- No estoy muy de acuerdo pero adelante hermano, obliga a ese tobillo a mejorar.
- Ojalá se pudiera pero me contó Julián que hay una droga que te desaparece el dolor por unas horas.
- No, ni mierdas Ryan.
- Me ayudaría si no estoy mejor y comprarla tampoco es tan difícil.
- Se entera y estamos fritos. Piensa un poco, no lo conocemos, puede que tenga efectos malos después.
- Pero, ¿y si no?
- Soy el inteligente de los dos, eso está claro.
- Después me ayudas, es un caso extremo utilizarlo.
- Julián no debería estar diciéndote eso, ¿en qué se convirtió?
- En un chico sin límites y reglas, su madre se fue de viaje.
- Ahí está. - me estiré. - Cuidado con ese vaso roto de la mesita, se le cayó a Ethan ayer y no lo recogió. - me ignoró y fue mi turno de jugar.
Una apuesta simple para calmar las aguas fue ganar el trofeo final, cada uno con dos partidas diferentes y así poder competir por el premio mayor pero nada de eso pasó cuando sentí algo caliente bajar por mi nariz.
Sangre.
Tengo que revelar que en cierta parte pensé jugarle una mala broma a mi mellizo porque como le da fobia y con solo verla se altera, sería divertido pero es cruel y preferí ir a limpiarme.
- Voy al baño. - dejé el control a un lado y al levarme fue mucha más por lo que tuve que colocar mi mano. - ¿Me traes papel? Así no pierdo porque vienen por allá y no hay para pausarlo.
- Ay no, quítate.
- Ryan por favor, mira como cae, voy a machar mi camiseta y perderé de manera injusta.
- Ve a buscarlo tú, me da asco.
- Somos mellizos no me jodas, sangre de tu sangre.
- ¡Ya no digas esa palabra! - se quejó. - Voy a vomitar.
- En la mesa, pásame el papel - es mi camiseta favorita y no pienso arruinarla, es blanca para más.
Trató de sacarlo pero se cortó el mismo con el vaso que le dije por taparse los ojos y no tardó en desesperarse. Agitaba la mano como loco y entró en pánico, sus labios se tornaron a un color pálido al igual que su cara.
- No siento las piernas ni las manos. - dijo con sus ojos llorosos y creí que era una broma.
- Para tanto tampoco es... - gotas caían al piso y lamentablemente no las podía detener. - Es una de esas...
Mi ropa quedó desde la camiseta hacia los zapatos empapados en vomito provocándome arcadas. Quise ir al baño para limpiarme pero antes de salir escuché un fuerte llanto que me hizo voltear a verlo.
- ¿Te encuentras bien? Maldita sea. - ni una palabra alcanzó a decir cuando cayó al piso desplomándose y quedando inconsciente. - ¡Despierta!
- ¿Actúan o algo? - Ethan dijo confundido.
- Y-Yo...
- ¡Ryan se desmayó y Liam se desangra! - gritó a todo pulmón.
- Pero no lo grites, papá vendrá.
- Exacto, esa es la idea. - me ayudó. - ¿Lo que toqué es vomito? Ay Dios.
- ¿No? - reí de los nervios. - Un pedazo de pollo creo.
- ¡Asqueroso!
- La culpa es de Ryan, no mía.
En segundos, si, segundos, llegó papá muy preocupado revisando signos vitales y no dejándome colocar la cabeza hacia atrás porque era malo. Un rollo de papel completo se fue a la basura.
No me dejó salir hasta comprobar que ambos estuviéramos en perfectas condiciones por lo que se acabó el sangrado después de tanto tiempo.
- Ahora sí, ¿me van a contar que pasó? - levantó una ceja.
- Me sigo sintiendo mal, mejor me voy a la cama... - Ryan huyó de mi lado.
- Siéntate jovencito que contigo quiero hablar.
- Tu ya sabes que exageró cuando me de la nada tenía sangre pero luego se cortó la mano y fue un puto desastre.
- La boca...
- ¿Qué? La tengo aquí. - dije de manera sarcástica. - Perdón, perdón.
- Vayan a limpiarse, hay que cenar todavía. Antes que nada, ¿quién dejó esto aquí?
- Ethan. - mi hermano lo soltó.
- ¡Pero no lo digas así! - lo empujé. - Después lo van a castigar.
- Por él me corté.
- No, por idiota y cerrar los ojos. - papá me tocó el hombro suavemente.
- Cálmate. - suspiré. - Yo hablaré con Ethan, ahora vayan a darse una ducha.
- ¿Este desastre...?
- Yo lo limpio, no se preocupen.
Mientras me arreglaba otra vez pensaba en cómo es posible que otras personas tengan la edad legal a los dieciocho. No lo encuentro justo, aquí con suerte se puede ingerir alcohol con veintiún años.
Ahora la pregunta de papá si le planteo seguir las reglas de otros países.
¿Para qué quieres tomar?
Ya lo estoy escuchando, no necesito decirle porque lo conozco muy bien. Lo bueno de todo esto es que pronto cumpliré la edad de Marco y espero que me den esos privilegios, yo creo que tengo la madurez, bueno sin contar obviamente cosas pasadas.
Y respondiendo a esa humilde pregunta pues para olvidarme de mis problemas, tal vez no sean grandes pero los tengo como toda persona.
- Es tan pequeño que no se ve amor. - le dijo a Ryan entrando a la cocina y colocándole una curita a su dedo.
- Toda la atención es para los demás. - susurré y un amargo sabor tuve en la boca.
- ¿Qué? - me hice una bolita cuando quiso escuchar lo que había dicho y busqué cualquier cosa en el estante. - Repítelo cariño.
- Nada, tengo hambre. - me senté rápido con mis hermanos.
- Que celosos son mis hijos. - sonrió y me dio besos en la frente. - Mi vida te amo, no pienses lo contrario.
- ¿Ahora es conmigo? Primero era Emily no me jodas. - fulminé a Ryan con la mirada.
- Así que esto es de antes. - sus cosquillas me hicieron reír. - ¿Y por qué razón y circunstancia no me dices jovencito?
- Papi...
- No Liam, si quieres mimos puedes venir a cualquier hora tesoro. - bajé la mirada. - Mi abrazo.
- ¡Es infantil!
- Aun te espero. - se cruzó de brazos y me quejé el doble.
- ¡No me van a tomar enserio así, como un crio!
Justo en ese momento un trueno me hizo cambiar de opinión de lo fuerte que fue, literalmente salté del asiento para esconder mi cara en su pecho.
- Te amo mucho. - más besos llegaron. - ¿Tú me amas?
- Si...
- ¿Si qué? - un gruñido vino desde el piso y Max movía la cola para que le hicieran cariño a él.
- Si papá. - dije con las mejillas rojas de la vergüenza.
- ¿Quién es el celoso ahora? - me ladró el perro ante mi pregunta.
- ¡Lo admitió! - Emily con su risa contagiosa hizo reír a todos.
- Ya chicos, su padre quiere una buena siesta así que coman pronto, ¿bueno? Solo por hoy la hora con la tecnología queda a las doce.
- Oh, que gran cambio.
- Para ti a las once y media por reclamar. - abrí la boca. - ¿Tenias hambre cierto? Come hijo.
- ¿Marco a qué hora va a llegar? - el menor estornudó.
- ¿Ves por qué te digo la cosas? Mateo si te encuentro resfriado mañana vas a recibir unas palmadas por desobediente. - lo regañaron.
- ¡Pero si la piscina es buena! No me puedes negar la diversión.
- ¿Cuándo iba a llover en minutos? Claro que sí. - los demás tomamos jugo y conversamos bajito para no meternos.
Connor
Estoy un poco preocupado a la hora que va a llegar Marco, no soy mucho de darle permisos como aquellos pero como ya le queda poco por asistir a la universidad no quiero prohibirle mucho. Son días y mi niño se va a otra cuidad, no sé si estoy listo como padre, es parecido a los pajaritos cuando vuelan y abandonan el nido. No quiero pero es algo que tiene que suceder. Estamos a tres horas aproximadamente en avión pero en auto un día lo cual es bastante.
Los chicos me tienen ocupado, Ryan por ejemplo me hizo colocarle tres parches por si la sangre se pasaba y no tener que verla, así de exagerado es mi hijo. Por otro lado Ethan se mantuvo callado durante la cena porque sabe que lo voy a regañar por esos vidrios que no recogió.
- A la cama en media hora. - les avisé al juntar los vasos para lavarlos.
- En el caso hipotético de que me quedara viendo una película hasta las dos, ¿pasaría algo? - Mateo jugó con sus pies disimuladamente.
- Mira tú, que gran caso. - se me escapó una carcajada. - Esta mano tendría una charla no muy linda por quedarte hasta tan tarde.
- Lo supuse.
- Entonces dejas ese plan para mañana, ¿sí?
- Pero te estoy avisando. - dijo molesto y su tono de voz no me gustó para nada.
- Amor no quiero tener que regañarte por algo que ya sabes y advertí. Simplemente si no te gusta hoy no existe horario "libre" y me pasan los celulares ahora.
- ¡Tú me lo quitaste!
- ¿Y para que tienes la televisión?
- ¡Es que yo quiero lo otro!
Aquí viene otro berrinche.
- La entrada es...
- Ese tema ya quedó atrás. - sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. - Y sin llorar porque será definitivo.
- Pero quiero ir a verlos, me dijiste que podía...
- Mateo por favor. - la sala se inundó otra vez en sollozos. - No vas a conseguir nada así.
Hoy están extremadamente irritantes, sobre todo el menor. Tengo un nudo en la garganta al ver tantas lágrimas y que no paran. Se parecen a los berrinches de pequeño que terminaban en acostarlo y contarle un cuento que lo distraía, a veces en plena tarde tomaba una siesta.
- Hago lo que quieras, limpiaré la casa un mes pero no me las quites.
- Tráelas para guardarlas. - se cubrió la cara con los brazos y aumentó su llanto. - Iré yo mismo.
- ¡No!
- Emily no te quedes en el piso, ¿andas descalza? - miré por casualidad cerca del sofá. - ¡A colocarte algo inmediatamente!
- Papá puedo caminar, mira. - Ryan se acercó. - Mal momento, ups.
- Tranquilo, ¿puedes? - su cara de felicidad no se la quitaba nadie. - Wow, eso es asombroso mi niño.
- ¡Si, por fin!
Apagué las luces dando una clara señal de que ya era hora para ir a la cama, el que se atrasó en seguirle el paso a sus hermanos fue Ethan.
- Lo siento.
- ¿Por qué no sacaste los vidrios? Se provocó un accidente por lo mismo. A la próxima me avisas o limpias.
- Olvidé eso pero no pasará de nuevo. - asentí. - Uy, me saqué un gran peso de encima.
- Te notaba raro.
- Pensé que ibas a regañarme peor. - sonrió.
- Ah en ese caso, escúchame bien Ethan Miller... - bromeé.
- Papá, ¿me puedo tatuar?
- Desde ese problema de las perforaciones no, jamás hasta que seas mayor.
- Hay ventajas, se ve fenomenal. - negué. - Podría hacerme un halcón como lo hizo un personaje de la serie que estoy viendo, en la espalda.
- ¡¿Dónde!? - sentí mi respiración pesada. - No, por supuesto que no.
- Te juro que no me arrepiento.
- Le tienes miedo a las agujas y te vas a hacer un tatuaje. - puso un puchero. - Algún día.
- ¿Mañana?
- No. - activé las alarmas, apagué la luz de las escaleras y subimos juntos.
- ¿Pasado?
- No.
- ¿La otra semana?
- No Ethan. Mientras vivas bajo este techo nunca.
- Ah entonces me voy, la abuela tiene una cama muy cómoda. - le hice cosquillas en el pasillo. - ¡Ya, piedad!
- Es tarde, duerme bien. - le di una palmadita floja.
- ¿Y si duermo contigo? Hay muchos truenos.
- Relámpagos parece. - susurré sin pensar mirando la ventana. - La luz...
- ¡No me quedaré solo!
- Bien, pero callado que tus hermanos aparecerán en cualquier... - abriendo la puerta de mi cuarto los cuatro que faltaban se acomodaban con las almohadas. - ¿Cuántos invitados tengo aquí?
- Era nuestro plan. - dijo Liam. - Ahora estarás con la mejor compañía.
- Toda la razón, me hacen espacio. - pasé al baño a cambiarme a pijama.
Mis pensamientos se concentran solo en una personita que salió y aun no me manda un mensaje de que se encuentra bien. Lo llamé un par de veces pero fue directo al buzón de voz. No sé si seré sobreprotector pero siento que en las condiciones que está el clima no eran para salir. Me equivoqué, no debí darle autorización.
¿Para que tiene celular si no lo contesta?
Opté por comunicarme con la gente que supuestamente iban a estar con él pero tanto Alex como Daniel me negaron su presencia en la casa.
¿Dónde está?
Le escribí un texto muy extenso en sus mensajes diciéndole que salir con mentiras no corresponde y su horario límite es hasta la una de la madrugada.
Por suerte ambos autos tienen GPS y eso me ayudó con su ubicación.
Miami Springs
Está cerca, más de lo que pensé.
¿Y si está con una chica y lo estoy molestando?
Bueno, es mi deber como padre, ¿no? El saber el lugar donde se encuentra mi hijo por cualquier cosa y él avisar también.
- Si sienten a su hermano llegar me despiertan. - todos formularon un "si" como respuesta.
No dormiré, estoy seguro. Puedo aguantar más de dos noches sin dormir, las guardias de hospital me enseñaron.
- Llueve demasiado. - les puse atención con los ojos cerrados.
- Hay tormenta eléctrica, ¿se imaginan un rayo destruye la casa?
- ¡No digas eso Ethan! - le reclamó el menor.
- Pero es posible, una vez pasó.
- Si leí la noticia, fue épico. - Ryan afirmó.
- Es como una película de terror, falta que aparezcan unas muñecas caminando o que toquen el timbre. - Liam continuó después de su mellizo.
- Hablan estupideces, eso no existe.
- ¿Lo paranormal? Obviamente que si Emily.
- ¿Papá? - me hice el dormido. - ¿Hola?
- No lo molestes, tiene que descansar por si aparece un zombie de otra dimensión.
- Alguien estuvo jugando mucho. - Liam se burló de Mateo.
- Esperen, oigan eso. - se quedaron quietos y me acomodé.
- ¡Vienen por nosotros! - me taparon la cara de repente.
- Niños... - no me hicieron caso. - Niños duerman.
- Hay alguien en el pasillo. - lloriqueó Ethan. - ¡Papi!
¿Hay alguien que me recuerde por qué los dejé dormir aquí? Ah cierto, el amor que les tengo.
Tuve que ir a revisar medio dormido y no había nadie, es imposible también porque hay alarmas que detectan cuando una persona entra a la casa. Volviendo al cuarto les conté que eran sus propios pensamientos, que dejaran de contarse historias de terror o se iban a sus camas.
Un relámpago sonó en la madrugada despertando a Mateo quien temblaba a mi lado.
- Cariño no te asustes, estoy junto a ti cuidándote, ¿pasó algo?
- Pesadillas.
- ¿Con qué? - dejé varios besos en su frente. - Cuéntame corazón.
- Vi una película pero no te enojes. - me quedé en silencio. - Era sobre un cuarto lleno de muñecos y tenían vida. Parece que los esp...
- Mejor no pienses en eso. - sus ojos llorosos me decían que no fue tan simple el sueño. - Hijo.
- ¡Todos los demás se convertían!
- Por eso te digo que no las veas, pero borra eso de tu mente. - segundo estornudo en el día. - Parece que mañana alguien va a pasar por mis rodillas, te dije que te ibas a resfriar.
- No seas malo. - sorbió su nariz.
- Y tú desobediente.
- Se me quitó el sueño, ¿podemos encender la televisión?
- ¿Qué? No. - lo tapé aún más porque hacia frio.
- Papi me aburro.
- No empieces Mateo. - acaricié su cabello - Los niños a esta hora duermen y eso tienes que hacer tú.
- ¿Crees que Marco está bien?
- Si mi amor, en la mañana tu hermano y yo hablaremos seriamente.
Después de aquel acontecimiento no pude relajarme en toda la noche. Más temprano de lo normal dediqué mi tiempo a avanzar en el trabajo por el computador y ordenar partes de la casa. El cachorro me acompañó, de un momento a otro la puerta se abrió y le fue a ladrar a Marco.
- ¡Sorpresa papá! - abrió los brazos. - He llegado.
- ¿Dónde estabas?
- ¿Yo? - se tambaleó. - ¿Me repites la pregunta?
- Entra. - le dije con voz firme y enojada. - Inmediatamente Marco Andrés.
- La chica, espera, ¿conoces a Vanessa? - puse mis manos en los bolsillos del pantalón. - Era mi novia pero ya no más, me engañó con otro en mi propia cara.
- ¿Ah?
- La fui a ver anoche. - se afirmó del mueble y cayó al piso por lo que tuve que apoyarlo en mi hombro. - Afuera lo besaba y me quedé en el bar.
- ¿Cuánto bebiste?
- Todas estas. - mostró su mano derecha.
PLAS PLAS PLAS
- ¡Au!
- Estás castigado.
- Pero si soy un angelito, ¿cómo voy a estar...?
- ¿Por qué me mentiste y dijiste que estabas con Daniel? Estoy muy molesto. - su ropa apestaba a alcohol. - Te dije que bebieras moderado, ¿o no?
- Mierda.
- ¿Qué pasa?
- Creo que olvidé el auto. - si no tuviera la gran paciencia y comprensión ya le hubiera dado sus azotes en plena sala.
•••
Toda la mañana durmió, no hubo señales de él hasta después de las tres y media de la tarde que bajó en pijama buscándome por la casa.
- Discúlpame por favor. - me suplicó cuando planchaba la ropa de los menores.
- ¿Esas son horas de llegar?
- No.
- ¿Entonces? - dejé las cosas a un lado. - Te llamé infinitas veces y no contestas ese celular.
- Lo apagué por...
- En primer lugar me mientes en la cara. - enumeré. - Segundo, vas a tomar sin control, tercero pierdes el auto y cuarto me dejas sin comunicación alguna.
- Si te decepcioné...
- No, nunca. Lo que me molesta es tu irresponsabilidad ante esta situación.
- Prometo que no pasará de nuevo.
- Vamos a ir a buscar ese auto, ¿me escuchaste? - asintió. - Cámbiate que te espero cinco minutos.
- Si papá.
La decisión si castigarlo o no está en mis manos y es difícil, es un chico tan correcto que rara vez comete actos así y sé que siendo el mayor se siente mal por darle este ejemplo a sus hermanos.
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¡Holaa!
Me tardé en actualizar porque últimamente he estado ocupada y sin tiempo para escribir pero ya me voy conectando otra vez.
Espero que estén muy bien, les deseo un maravilloso día a todos. Nos leemos pronto❤
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