108. Asumir las consecuencias
Daniel
¿Cómo describir lo que siento ahora mismo? Es una jodida mierda, maldecí por lo bajo al ver que Marco abría la puerta y la verdad la cobardía fue más grande y me ganó, así es, me encerré en el puto baño del departamento negándome a asomar si quiera la cabeza para ver si mi padre venia o no por mí.
Pero claro ¿Cómo no iba a venir? Si desde aquí se sentía el escándalo que tenía afuera para que fuera yo a enfrentarlo. Admito que me pasé un poquito, que mandarlo a la china no estuvo bien ¿eh? Sin embargo, no me arrepiento de nada.
—Sal de ahí, Daniel.
—¡Me arrepiento de todo! —me contradije yo mismo lloriqueando al lado de la ducha.
¿Quién me entiende? El señor por supuesto porque Alex no sabe comunicarse conmigo, cree que las travesuras que a veces cometo o los errores tan diminutos son para fastidiarlo, algo de razón tiene, pero no del todo. Debe entender que soy un alma libre, un ave fénix que renace de las cenizas.
—Ave fénix ibas a ser —demonios, pensé en voz alta—, mejor enfrenta a tu propio padre Daniel Miller. Me tienes aquí con dolor de rodillas.
—Estas muy viejo, ¿lo ves? No deberías haber viajado hasta aquí.
—Te estas pasando muchachito —gruñó del otro lado—, ¿viejo, yo?
—Lamento mucho tu edad, de verdad.
—No estamos aquí para hablar de eso Daniel, abre.
—¿Quieres que te desbloquee para que estemos en paz? Si es así ya lo estoy haciendo —dije desesperado entrado a su chat.
—Mira que si te pasaste con tus mensajitos esos —me regañó—, ultima vez que te pido con buenas palabras que abras esta puerta.
—¿Para qué? Estoy muy cómodo aquí.
—Te lo advertí —unas llaves entraron a la cerradura de la puerta y el pestillo cedió. El pánico por supuesto me bloqueó.
—Papá que te estaba abriendo —fingí tomar el mango de la puerta—, nunca me dejas hacer nada...
—Ajá, abriendo estabas —me conoce tan bien que me molesta—, ¿se puede saber porque me estas evadiendo Daniel?
—¿Yo?
—Al cuarto, aquí no podemos hablar —dijo con una voz autoritaria que me hizo recapacitar al momento y dejar de decir idioteces.
No puede ir al jodido cuarto, entra y me corta la cabeza, tengo un par de botellas de cerveza desparramadas por el piso y unos cuantos cigarros que no son de los comunes para que entiendan.
—Hum, te entiendo papá —dije rápidamente y levantó la ceja confundido—, lo sé, soy un mal hijo, tal vez debí contestar bien y avisarte antes de que lo hiciera la universidad, perdón.
—¿Estás diciéndome ese discurso porque te quieres salvar de la zurra que te voy a dar en el cuarto?
Mierda, me descubrió.
—¿O realmente te estas arrepintiendo? —me probó, lo sé, si digo la segunda con desesperación va a notar que era una mentirita para calmar las aguas sin embargo me tuve que arriesgar.
—La segunda —bajé la mirada rezando para que me creyera—, de verdad...
—Aun así, no te estas salvando que quede claro.
—¡Papá! —lloriqueé para ablandarlo un poco—, ¡Me estoy arrepintiendo de corazón!
—Vamos al cuarto y me lo cuentas mejor.
—¡Cof, cof! —fingí toser y moví la mano—, ¡Se me quema lo que dejé en el horno!
—¿El horno? —entrecerró los ojos.
—Estaba haciendo brownies —omití la palabra "mágicos".
—¿Tu? Diablos, Daniel, conociéndote dudo mucho que sean unos simples brownies ¿no es así? Mejor que confíenses antes que me entere por otros medios.
—¡Marco! ¡Marco! —salí corriendo a la sala y miré a todos lados confundido—, ¿Dónde carajos se metió?
—Connor nos dio privacidad, salieron —miré el techo y cerré los ojos—, deja de dramatizar la situación y camina al cuarto Daniel, mi escasa paciencia ya se agotó.
—¿Quieres que te diga cuantos pares son tres moscas? —arrugó las cejas.
—¿Qué...?
Corrí.
No soy idiota como para quedarme quietecito esperando el castigo que tiene Alex para mí, sé que me escuchará hasta la mitad porque verá cuantas faltas he cometido y me querrá mandar él ahora a la China. Por lo general los castigos de papá son recios, nunca me ha lastimado y jamás lo haría, pero su mano es como una de acero, lo prometo por mis sagrados audífonos. Y ni hablar de la gravedad de los asuntos porque eso es sinónimo de un azote con el cinto y ahí me replanteo mi vida entera.
Por esa razón digo que Marco tiene ganado el cielo con mi tío Connor, es que dudo que castigue a mis primos así, me imagino que es el típico padre que te da dos palmadas y adiós celular, de seguro los regaña un poquitín por lo que me han contado.
—Ven acá Daniel —dijo caminando hacia mí.
—¡Te enviaré una postal! —le grité corriendo hacia la puerta principal—, ¡Prometo enviarle chocolates a Julieta! ¡Y una carta a mamá!
—Ni si te ocurra... —advirtió a metros de mí y yo mentalizado con tener un pie afuera lo más pronto posible—, me debes una explicación jovencito y no permitiré que te vuelvas a ir de nuevo, ¿Cuántas veces has hecho lo mismo? ¿Crees que no me preocupo por ti?
—Ojalá me perdones.
—Hey... —quiso avanzar y di vuelta la perilla—, ultima oportunidad. Quédate y hablemos las cosas.
—¡Ja! Traduce eso en quédate y te doy una zurra, Alex —lo tuteé, ups.
—¿Alex? ¿Desde cuando soy Alex y no papá?
—Pues ese es tu nombre —dije altanero porque de todos modos ya me iba.
—Das un solo paso afuera y perdiste Daniel —me quedé inmóvil—, te daré un adelanto del castigo en media puerta y sabes que soy muy capaz. Además, agregarías.
—Eso si logras atraparme —di una sonrisa y lo hice.
Di una vuelta, luego dos y la jodida puerta no abría. Lo volví a intentar porque siempre levantándome y jamás rindiéndome sin embargo fueron en vano mis esfuerzos. Ahora si que temí por mi vida, aunque puede que esté exagerando un poquito.
—¿Crees que no cerraría la puerta conociéndote como la palma de mi mano?
Ay, señor sálvame.
—P-puedo explicarlo...
—Oh si que lo harás, al cuarto —no tardó ni cinco segundos en llegar a mi lado y darme un azote que me hizo saltar.
PLAS PLAS PLAS
—Que no se repita, camina jovencito.
Primo, me las pagarás, se suponía que debías estar aquí y no siguiendo a mi tío Connor, ¿Cómo se supone que salga de esto?
Marco
Jamás esperé que papá me llevara a una cafetería y mucho menos que quisiera conversar conmigo de una manera muy tranquila sobre las cosas que ocurrieron anteriormente. Estaba nervioso, pero no porque fuera a regañarme si no porque tenia miedo de que se decepcionara completamente de mí. El dolor de estómago que tenía era cada vez más intenso.
—Cálmate Marco, ya te veo hiperventilando —dijo papá dejando un café enfrente de mi—, necesito que conversemos las cosas.
—¿C-conversar?
—Pues sí, ¿Por qué estaríamos aquí? —levantó una ceja indicando lo obvio.
Que idiota soy.
—¿Estás seguro? ¿No me quieres regañar ni nada? ¿Tampoco castigarme? —suspiró moviendo la cucharita del café.
—Por el momento solo quiero saber que estas bien, Marco y si no es así, estar para ti porque no estas solo. Jamás lo estarás mientras esté yo aquí.
—Gracias —me mordí el labio para no dar un sollozo—, y perdóname, papá...
—¿Por qué exactamente? ¿Mhm? —preguntó aun así sabiendo la respuesta.
—Por ignorarte, por ni quisiera dignarme a responder tus llamadas o mensajes, simplemente quería tener mi espacio.
—Perdón por no respetarlo cariño, pero debes entenderme, estaba preocupado por si algo te llegaba a pasar. Aunque puedo dártelo ahora, no te preocupes.
—¡No! —me apresuré en decir—, quiero estar contigo.
—Está bien cariño, ahora explícame, con lujos y detalles todo lo que pasó —por fin pude relajarme un poco y comenzar a contarle, sin saltarme absolutamente nada ni mis sentimientos.
Porque algo que siempre le ha importado muchísimo a papá es la comunicación y saber lo que sentimos o por el momento de angustia que pasamos. Me reconforta mucho saber que es así. Por supuesto que tuve que omitir cierto detalles, como fumar con Daniel por esa depresión post dejar la carrera o beber más de la cuenta, también probar sustancias ilegales o las miles de actividades más que prohibidas que tuve alguna vez.
—¿Y por qué razón enviaste esa foto al chat grupal de la familia, hijo?
—Oh, ow esa foto —mis mejillas se tornaron de color rojo intenso.
—¿Tiene una buena explicación no es así? —se cruzó de brazos.
—Por supuesto que sí, lo hice en un momento de inconciencia —traté de sonreír, pero me salió una mueca—, aunque no estoy para nada orgulloso...
—Tu abuela se comunicó conmigo —tragué saliva—, dijo que era la foto más divertida que había visto en años y que les recordaba a sus años de juventud.
Casi se me cae la mandíbula.
—¿Qué?
—Si cariño —carcajeó—, dijo que eso era vivir la vida, aunque, estoy en desacuerdo solo para que quede claro.
—Pues claro —reí un poco—, ya me lo imaginaba de ti, pa.
—No te niego que yo también tuve mis momentos adolescentes —bebí el café muy curioso—, pero con moderación ¿mhm? Supongo que tú fuiste por el mismo camino ¿no es así?
—Si, obvio —tosí porque el liquido se me fue por otro conducto en la garganta—, mierda.
—Respira, Marco —papá preocupado se me acercó para darme palmaditas en la espalda—, que era una broma.
—Papá no me gustan tus bromas —lloriqueé sin parar de toser—, que casi veo la luz.
—Exageras cariño.
—¿Por qué vinimos a una cafetería?
—Porque quería que esta reflexión que estamos teniendo ahora fuera de lo más tranquila ¿mhm?
—Era para dejar a Daniel solo ¿verdad? —supuse aquello y no me equivoqué al parecer.
—No del todo, si me lo pidió Alex, pero estaba planeado de mucho antes —se defendió—, de verdad hijo.
—Bien...
—Ahora lo importante y lo que quiero que tengas en cuenta siempre —me miró y le presté mi completa atención—, que te sintieras, así como me lo contaste, con esa sensación de ahogo, miedo y sin ganas de seguir con tu carrera profesional está bien, quizás no era para ti y que la hayas dejado me da a entender que tomaste una sabia decisión, que eres uno de los chicos más valientes Marco ¿sabes por qué?
Negué con los ojos cristalizados.
—Porque supiste tomar las cuerdas de tu vida y decidir por tu verdadera felicidad y déjame decirte que eso me hace sentir muy orgulloso de ti —ahí está, rompí en llanto por segunda vez en el día—, y no llores corazón, sé perfectamente lo que fue para ti y espero que no haya una próxima vez en el que tengas que lidiar tu solo con eso porque tienes una familia, un padre que te ama y te apoya de aquí hasta el fin del mundo.
—Eres el mejor —dije esa frase entre sollozos y se levantó a abrazarme—, estoy muy feliz de tenerte a ti como papá.
—Ya está hijo, tranquilo —repartió besos por mi cabeza—, ¿mejor?
—Un poquito —sorbí mi nariz—, aunque estaría mejor si no hubiera castigo de por medio, hum, ya sabes....
—Oh, claro que hay —arrugué la frente molesto—, lamento muchísimo que eso no lo podamos saltar.
—Si puedes... —intenté convencerlo—, podrías cerrar los ojos y hacer como que nada pasó.
—Eso estaría muy mal de mi parte, hijo —bajé la mirada—. Algo de lo que tenemos que discutir es para qué tienes ese aparato llamado celular y no lo ocupas, el haberme dicho que "beber y drogarte" en una fiesta fue lo mejor que habías hecho en la vida y ni hablar de... un momento, ¿fue solo una vez, ¿no?
—¿Q-que cosa?
Me siento acorralado, ¿me habrá descubierto?
—Lo de beber y drogarte —puntualizó y maldecí para adentro—, ¿no es así, Marco?
—Ajá...
—Espero que no me mientas con una gravedad como esa.
—Papá tengo la edad suficiente como para hacerlo... —comencé mal, no, digamos que fue pésimo porque Connor Miller me miró como si hubiera cometido el peor de los delitos—, bueno, tal vez no, pero...
—¿Si, o no? —quise dejarme caer en el asiento y ser arrastrado hasta abajo en un pozo sin fondo.
—Depende de lo que estes preguntando...
Intenté despistarlo y creo que la cagué peor.
—Marco tengo una gran paciencia, muchísima diría yo y te estoy dando la instancia para que me confieses la verdad de los hechos, tú propia versión la cual estoy dispuesto a escuchar, a entender ¿bueno? Por eso necesito que seas sincero conmigo.
—Es que te enfadarás... —lloriqueé de más.
—Entonces es un si —bajé la mirada—, respóndeme una sola pregunta ¿Qué es lo que te he dicho yo sobre eso?
—¿T-tú?
—Así es, ¿Qué es lo que te he dicho de las drogas y el alcohol?
—Que están mal —asintió y esperó a que continuara—, que hacen daño y no podemos consumirlas bajo ningún punto hasta cumplir la mayoría de edad...
—Muy bien ¿y por qué razón y circunstancia no lo cumpliste Marco Andrés Miller?
—No me digas así, por mi nombre completo—mi labio tembló—, eso significa que estas enojado conmigo.
—Lo estoy —afirmó negando con la cabeza—, porque no es un simple juego ¿comprendes? ¿Qué tipo de droga consumiste?
—¡Papá! —me molesté, aunque sabía que no debía porque él tiene toda la razón.
—¿Puedes decirme?
—No lo sé, pregúntale a Daniel —se me salió y me llevé las manos a la boca como un verdadero crio que se ha dado cuenta que ha delatado a su compañero—, digo, a Jaime... un chico...
—Ninguna mentira más —dictó y me callé enseguida—. ¿Daniel dijiste?
—Papi no le digas al tío Alex...
—Me preocupa, pero ten por seguro que Alex ya se debió enterar, algo me dice que mi hermano es muy observador —suspiré imaginando el castigo que le deben estar dando a mi primo—. Marco, nunca más.
—¿Ah?
—Que nunca más te quiero escuchar decir que consumiste algo así.
—Entonces te miento —bromeé y al parecer fue de mal gusto.
—¿Mentirme? Te daría una palmada por semejante cosa que acabas de decir sin embargo estamos en una cafetería, te salvas por ahora.
—Uy creo que de humor no estas...
—No hijo, con todo lo que pasó...
—Perdón, una vez más.
—Está bien, es hora de volver al departamento de todos modos —papá le pidió la cuenta al mesero y lo esperamos.
Ahora viene la peor parte, asumir de mis consecuencias como grande, joder, es que no quiero hacerlo y más aun sabiendo que papá se enterará de lo reciente que fue... quizás hasta piensa que la segunda vez fue en una fiesta, no hace un par de horitas.
Connor
Mas le vale a Alex haber sido comprensivo con mi sobrino y haber ido a darle una charla reconfortante dejando el departamento para hablar ahora yo con Marco. Le pedí tal cual él lo hizo, privacidad, ya que sé que mi hijo se puede sentir incómodo en una situación tan vulnerable como lo es un castigo muchas veces.
Caminamos a pasos lentos y es como si sintiera esos nervios de lo que venia por lo que intenté sacarle un tema de conversación para relajarlo.
—¿Te gustan las ardillas? —me miró de vuelta—, están ahí, míralas.
Estamos en el Central Park y es perfecta la ocasión para que admire a esos pequeños animalitos que andan corriendo de un lado para otro.
—Deberíamos tener a una de mascota.
—¿Qué? —carcajeé con ganas—, no podemos llevarnos una de aquí y dudo que sean domesticas Marco.
—¿Tienes maní? Ay quiero alimentar a alguna.
—Creo que sí, Alex lo pidió en el avión —busqué en mis bolsillos—, aquí, toma un poco.
—¡Genial! —se agachó esperando a que alguno de esos animalitos se le acercara hasta que ocurrió. La ardilla vino rápidamente a su lado y estiro las patitas para tomar todo el maní, mi hijo forcejeó con ella porque se quería llevar la bolsa y casi me da un ataque de risa ahí mismo, lo vencieron en la pelea claro está porque perdió el equilibrio. El maní despareció en uno de los árboles de nuestro alrededor—. ¡No te burles papá!
—Dios, es que tu cara hijo... —me tapé la boca.
—Tienen fuerza, te lo juro —admitió—, me quitó la pinche bolsita.
—Camina cariño, que es bastante grande el parque —le di una mano para ayudarlo a levantarse y de paso me abrazó.
—¡Te quiero muchísimo, pa!
Este niño si que me la hace difícil para castigarlo, es demasiado tierno y se está ganando todos los puntos a favor existentes, no le daré el gran regaño debido a que entiendo por qué lo hizo, lo que si se hablará más que nada es el tema de las sustancias, nada más que eso, lo otro ya está perdonado. Si él es feliz yo también soy feliz.
—Yo te quiero más —dejé un beso en su cabeza.
—¿Cuándo te vas? —preguntó y lo quedé mirando—, ¿Qué...?
—¿Cómo que cuando me voy? Nos vamos —lo corregí—, ¿verdad? Porque no tengo problema en que viajemos juntos.
—Claro, pensé que no me querrías en casa tan pronto...
—¿Cómo se te ocurre pensar semejante barbaridad? Marco, me encantaría tenerte de vuelta en casa, no pienses cosas que no son cariño.
El camino al departamento fue bastante tranquilo, pasamos riéndonos sin parar con cada ocurrencia de Marco, es más, fuimos hasta por un helado. Al llegar sabía que tenia una cuenta pendiente y él solito sin decirle ni una palabra caminó con la cabeza agachada hacia el sofá.
—¿Voy al cuarto? —preguntó medio triste.
—Te sigo, hijo.
No podía decirle más, tampoco hacer caso omiso a la situación obvia que había ocurrido, solo me queda actuar como padre y decirle lo que está bien y lo que está mal, hacer un intento de corregir aquello, que no vuelva a ocurrir.
Me siento terrible por tener que darle una palmada, Dios.
¿Desde cuándo Connor Miller te volviste tan blando? Que consumió drogas, no es menor, puedes hacerlo.
—Marco —frenó el paso cuando cerré la puerta de su cuarto—, ¿Cuándo fue la última vez?
¿Por qué le pregunté algo como eso? Pues acabo de ver unos papelillos botados al lado de su cama y no soy un estúpido como para no darme cuenta de lo que se hace con ellos y su verdadera función.
—¿A qué te refieres? —movió sus manos con nerviosismo.
—Sabes a lo que me refiero —dije un poco molesto—, dime.
—A-ayer —dijo bajito y cerré mis ojos—, y antes de ayer puede que también, no quería nombrarte en la fiesta, pero...
—Basta Marco, ¿Cómo es posible tanta irresponsabilidad? —me moví de un lado a otro por la habitación con las manos en la cintura—, ¿Te parece correcto jovencito? Las drogas están prohibidas para ti y para tus hermanos, lo hemos conversado y te lo volví a decir en la cafetería.
—Lo sé papá, es que... no sé.
—Nada de no sé, es un tema delicado —lo reprendí—. ¿Qué hace una cerveza acá?
—Quizás bebí en ese estado de depresión, hum.... —negué con la cabeza más molesto aun—, ¿Qué...? ¡Te lo dije!
—Nunca mencionaste que lo hiciste repetidas veces después de esa ocasión en la fiesta ¿o me equivoco? ¿Cuándo te he enseñado yo que con un trago se solucionan las cosas?
—Jamás...
—Exacto, las cosas se arreglan con paciencia, por medio de la reflexión, no por impulso y consumiendo quien sabe que cosa para calmar lo que sientes aquí dentro —señalé el pecho—, en esta vida cariño debemos ser fuertes, cambiarte de carrera no es fácil y lo comprendo, pero eso no justifica que te debas sumir en una tristeza profunda, no es el fin del mundo, créeme que existen miles de salidas.
—Lo lamento...
—A mi regazo —me senté en su cama y arrastró los pies hacia mi—, sé que no te castigo nunca Marco y no es de mi agrado hacerlo sin embargo sobrepasaste los limites con estas cosas de aquí.
Le señalé las botellas.
—Y ni hablar de...
—Los brownies mágicos —susurró para sí mismo.
—¿Los que? —levanté una ceja.
—Papi... prometo que yo...
—¿Prometes que, Marco Andrés? ¿De qué brownies me estás hablando?
—Daniel me pidió... bueno, te confieso —se le trababa la lengua al hablar y supe lo que me quería decir—, yo los cociné y antes de que pienses mal no pensaba probarlos.
—Dios, a mi regazo, pero ya ¿eh? Estoy perdiendo la paciencia muchachito —bajó la mirada y se tumbó con un poco de mi ayuda—. Que quede claro que este castigo que viene ahora no es porque esté enojado por lo de la universidad ni mucho menos, tampoco por querer tener tu tiempo a solas para pensar si no en lo que invertiste tu tiempo en esa "depresión".
—Lo entiendo —lloriqueó.
—Voy a comenzar.
PLAS PLAS
Brincó de sorpresa y se sujetó de mi pierna al instante.
—¡Papá, no pensé que fuera tan rápido! ¡N-no me diste ni un respiro! —reclamó al borde del llanto y quise sonreír.
No por burlarme por supuesto, es que Marco no ha recibido hace muchísimo tiempo un par de palmadas, es volver a acostumbrarse y se las di flojitas, está comportándose un poco dramático ante el mínimo castigo.
—Fueron suaves ¿mhm? No te muevas que te caes —le advertí.
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
—¡Ay, que me duelen!
—Marco, sigues moviéndote...
—¡Me estas pegando! —chilló—, ¡Como un crio y me pides que me quede quieto!
—Hijo, te las ganaste —volvió a lloriquear—, lo sabes cariño.
PLAS PLAS *Auu* PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS *Hgm*
Comenzó a dar patadas desesperado y no me esperaba en lo absoluto aquella reacción, tuve que afirmar una de sus piernas como pude o se da contra el piso, se los juro.
—¡No consumiré más cosas!
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS *Oww* PLAS PLAS PLAS PLAS
—¡Lo prometo, papi!
—De acuerdo, cariño, más te vale —se llevó una mano atrás impidiendo que siguiera—, Marco...
—¡Y-ya no me castigues! Por favor, papá, lo entendí.
—Dos más y estamos. Son para que te quede más que presente.
—¡Nooo!
PLAS PLAS
—Ya está, ya cariño —lo levanté de ahí sin mucho esfuerzo y lo abracé—. Realmente espero que hayas reflexionado, hijo.
—Sigues teniendo la mano pesada —sorbió su nariz—, muy pesada.
—Exageras, corazón —dejé un beso en su cabeza para que luego él escondiera su cabeza en mi cuello.
—No sé como mis hermanos se meten en tantos problemas con estos castigos...
—Si te dijera...
—Ahora exijo mis mimos —se separó un poco y se cruzó de brazos.
—¿Mi niño quiere mimos?
—Muchos papá, los extrañaba —le hice cosquillas logrando carcajadas ruidosas de su parte.
—Te debes portar bien de ahora en adelante ¿eh? Que vuelves a casa y no te escapas de las consecuencias como antes.
—Lo tendré muy presente, lo juro —mostró su dedo meñique y reí—, de verdad, yo sé que me echaban de menos en casa, sobre todo los peques.
—Para que te voy a mentir, Mateo me preguntaba a diario cuando ibas a venir, Liam pasaba por tu cuarto al menos tres veces al día y Emily buscaba tus sudaderas... ¿quieres que siga?
—Te apuesto a que Ethan sacaba mis videojuegos —entrecerró los ojos y asentí.
—Pero tienes a un muy buen guardián, Ryan se lo impedía y adivina quién debía parar las peleas —sonrió—, así es, este pobre padre de aquí.
—Uff, pobres peques.
—¿Pobres? Pobre papá deberías decir —bromeé—, ya los vas a ver otra vez, nos iremos en cuanto les busquemos unos recuerdos de la ciudad.
—Yo sabía que te pedirían algo.
—¿Cuándo, ¿no? —reímos juntos y nos quedamos abrazados.
—¡Papi mis mimos!
—Te daré una dosis de mimos, tantos que te vas a cansar —repartí besos por toda su cabeza y su frente mientras el mayor no paraba de reír.
—¡Agh, me arrepiento!
—Muy tarde campeón —le hice más cosquillas—, te amo, hijo.
—Yo más papá.
—Me alegra que te encuentres bien, no sabes lo preocupado que me encontraba —acaricié su cabello.
—Y a mí me alegra que hayas venido por mí.
—Siempre iré por ti hijo, siempre.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top