106. Soluciones al estilo de Marco

Marco

Amanecí con un dolor de cabeza espantoso y en un sofá que ni era mío.

Nunca había conocido un dolor como este, no hablo de mi cabeza sino de mi pecho. Me siento un cobarde por lo que hice el día de ayer, no sé cómo miraré a la cara a papá y menos lo que le diré sobre la universidad, admito que no me gustaba, esa carrera fue un error y lo peor es que ni siquiera medí las consecuencias solo seguí mi corazón. No hallé mejor cosa que irme de fiesta y beber hasta la jodida inconciencia por ser un inútil, ¿cómo pude hacerle esto a todos? ¿Como me pude hacer esto a mí mismo? Lanzar por la borda todos los sueños, todos mis proyectos... y no aguantar un par de meses allí.

Cualquiera diría que irse de la casa es fácil y es la mayor mentira que pudiera haber escuchado, no saben lo complicado que es tener que lidiar con todo, hacerte responsable y alejarte de quienes más amas. Me dolió el alma tener que salir de allí sin embargo tuve el valor de enfrentarlo. No quiero quedarme sin estudios, volví a postular solamente que en el estado donde vivía y a una universidad diferente.

Me da miedo enfrentar a papá, no sé qué podría decirle después de prometer mi supuesto intercambio, le mentí sabiendo que venía con otra misión a esta ciudad. Lo único que quiero y necesito es quedarme acostado y llorar, sacar todo tipo de frustración, de pena que me atormenta.

—¿Despertaste bello durmiente? —preguntó Daniel con una sonrisa.

—Iré a casa... —hablé con la voz entrecortada recordando todo lo de anoche—. Nos vemos.

—Marco espera —mi primo corrió hacia mi—. ¿Qué piensas hacer? Yo tengo que irme de aquí... volver.

—¿Vas a enfrentar todo? Es eso ¿no?

—Pues si me alejo por un tiempo tal vez papá reaccione.

—¿Crees que eso va a quitar lo que hicimos? No Daniel, carajo, me van a matar.

—Somos dos —suspiramos juntos.

—Necesito irme —tragué saliva aguantando las ganas de llorar por la culpabilidad.

—No quiero... no quiero que te sientas así Marco, en el fondo sabes que era lo mejor.

—¿Arruinarme? Mhm, sí, era una puta maravilla —dije con sarcasmo y tristeza.

—Quizás entres a otra carrera, tú mismo me dijiste que postulaste.

—Eso no significa que me van a aceptar Daniel, depende únicamente de la universidad y ya iría atrasado. Me rindo.

—Jamás digas eso Marco, no seas idiota —colocó una mano en mi hombro—. Debemos seguir hasta el final, seremos compañeros allá, estudiaremos lo que siempre quisimos...

—Ser enfermero es totalmente diferente a ser ingeniero —susurré—. Postulé a una carrera del área de la salud... soy un estúpido.

—¿Te gusta, no es así? ¿Entonces para que te reprochas? Las cosas ya están hechas, no podemos devolver el tiempo atrás y rogar para que no sucedan.

—Gracias...

—No hay de qué, ánimo, Marco.

—Ánimo Daniel.

—Vámonos juntos a casa, debemos empacar y decirle adiós a New York. Fue bueno mientras duró primo —agaché la cabeza al salir de esa casa desconocida.

Un mensaje apareció en mi celular y por esa razón vibró. Me animé a ver que tanto hablaban por el grupo de familia y casi se me salen los ojos al ver una foto mía circulando. Todos opinaban, desde mis tíos hasta mis abuelos

No estoy orgulloso de lo que ocurrió, la única palabra que me describe es lo avergonzado que me siento al ser nombrado como una "decepción". Otros me daban una ayuda y decían que podía haber sido un error o una broma de mis hermanos, pero nadie salió a dar declaraciones de mi familia, ni mis hermanos ni mi papá. Seguramente quiere hablar conmigo y eso me aterra.

—¿Has visto las llamadas? Dios, Marco, mi tío no ha parado de llamarme.

—¿Hablas de Connor?

—¿Quién más? ¿El tío Nick? Lo único que haría seria darme la paliza de mi vida si fuera su hijo... aunque Alex no anda lejos.

—Intercambiemos de padres, yo me quedo con el tío Alex y tu con papá.

—Ja, eso me lo dices porque no conoces la mano dura que tiene tu tío favorito, créeme que no te gustaría estar en mi jodido lugar, apenas entre por esa puerta me dará un azote que... joder, no quiero ni pensar.

—Exageras, Daniel.

—Ojalá así fuera.

—Tengo... —miré mi celular viendo las llamadas perdidas y quise llorar—. ¡Veinte! Noo.

—Estas acabado, primo.

Es que ¿cómo fue a pasar esto? Imposible que me haya llamado tanto y yo no lo haya sentido. Ayer estaba muy drogado y borracho para saber, quizás fue un error haberme comportado de manera tan irresponsable. No recuerdo en perfectas condiciones, pero si algo por los mensajes de Ethan de esta mañana.

Los mellizos no tardaron en decirme que papá estaba furioso, su mensaje fue así:

"Papá está molesto y dice que si no respondes ese celular es capaz de tomar el siguiente avión que salga a New York para darte un castigo. Te recomendamos hablarle, no hacerte la víctima porque hoy amaneció con el pie izquierdo".

—Creo que consideraré tomarme un tiempo para hablar las cosas —me dirigí a Daniel y este colocó una sonrisa de oreja a oreja.

—Me parece perfecto.

—¿Unos tragos?

—Unos tragos.

Connor

No hay manera de mantener la calma en un momento como este. Como padre me siento horrible, preocupado por mi hijo mayor que no da señales de vida y molesto por decirme que "fumar y drogarse" fue lo mejor que ha hecho en la vida, lo dijo con otras palabras, pero se entendió su punto. Generalmente no soy así de estricto, soy bastante permisivo que digamos siempre y cuando existan condiciones que en este caso no se cumplieron en lo absoluto.

—¿Papa?

—Si, Emily -la miré mientras preparaba el almuerzo que por cierto, son vegetales y he visto la mirada de cada uno de mis hijos juzgándome por semejante comida.

—Te quería mostrar la última colección de fotos que tengo -levanté una ceja.

—¿Si, son buenas cariño?

—Muy —tragó saliva y supe que algo me ocupaba por su expresión nerviosa. Cariño, sabes que siempre cuentas conmigo para lo que sea ¿verdad?

—Si...

—Y que soy tu padre, puedes confiar en mí, ¿qué ocurre?

—Nada ¿por qué tendría que pasar algo? —respondió a la defensiva y el sonido de la puerta me causó curiosidad.

Me lavé las manos y dejé el paño de cocina en la encimera dispuesto a ir a ver quién era el que estaba intentando abrir la puerta ya que según yo todos mis niños seguían acostados.

—¡Espera papá, es Max jugando! —chilló Emily detrás de mí.

—¿El perro? ¿En la puerta? No me mientas Emily Miller.

—¡Te quería mostrar mi álbum!

—Un momento —dije y abrí la puerta.

Me quedé boquiabierto al ver a Ryan caer hacia delante y con una sonrisa inocente. Su ropa era una muy diferente a la que andaba el día de ayer, estaba pasado a alcohol, pero él estaba sobrio, seguramente bebió, ¿en qué momento? No lo sé.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Se puede saber qué hacías afuera?

—Bajé de mi cuarto —sus ojos lo delataron.

—¿sí? ¿Bebiste con tus hermanos? —su expresión fue de horror.

—Pues...

—¿Compraron alcohol a mis espaldas, Ryan? Dime la verdad ahora.

—Esto se está saliendo de control —susurró Emily antes de desparecer de la sala en donde nos encontrábamos.

—No fue así.

—¿No? Entonces explícate porque no logro entender como estas pasado a alcohol.

—Fue una tontería...

—¿Entonces es verdad? ¿Tus hermanos están involucrados en esto? —no me respondió y bajó la mirada—. Muy bien, ambos subiremos y me van a decir con sinceridad lo que hicieron. Si nadie se va a atrever a decir la verdad todos estarán castigados.

—Pero si ya lo estamos...

—Ah no Ryan, estarán verdaderamente castigados —le tembló el labio y subí con él las escaleras.

—Espera...

—Vamos, ni un minuto más -se detuvo en el sexto escalón y apretó la baranda—. ¿Ryan? Sube inmediatamente.

—¡Déjame que te explique! —chilló y suspiré. Tiene razón, debería sentarme y escuchar lo que tiene para decir como todas las veces que han ocurrido acontecimientos parecidos, me estoy saltando el verdadero proceso solo por molestia lo cual está mal. Tengo que calmarme.

—Si, disculpa hijo, ven a sentarte. Quiero saber tu versión —le tomé la mano y nos quedamos en el sofá de la sala.

—Y-yo...

—Adelante —quedé atento a su respuesta.

—Salí sin permiso —confesó bajando la cabeza—, anoche...

—¿Como? ¿Anoche? —arrugué las cejas.

—Es que unos amigos me invitaron a último momento y yo les dije que sí, no ibas a darme tal permiso, no quise preocuparte, mis hermanos solo trataron de cubrirme, no te enojes con ellos.

—¿Bebiste?

—No. Bueno, un poco.

—¿Que tanto? —me crucé de brazos y comenzó a lloriquear—. Dímelo.

—Diez shots...

—Diez azotes vas a tener agregados por semejante cosa, ni trates de justificarte porque hemos hablado tantas veces lo mismo que ya te sabes de memoria que edad no tienes para beber.

—Papi... —su llanto fue notorio y con la cabeza le indiqué que se dirigiera a mi cuarto que allí tendríamos una conversación.

—Papi nada, ayer pudiste decirme que querías salir, no hacerlo como si tuvieras el permiso mucho menos beber, ¿dónde andabas?

—En casa de un amigo...

—¿Cual?

—James...

Ese tal James me lo nombró hace poco, es su nueva amistad y no me gusta para nada, un instinto me dice que no es un buen chico, el historial de la escuela está lleno de malas reseñas de él y para más, Ryan me comentó que pasaba en detención, pero supuestamente él no caería en los mismos pasos.

—El solo hecho de ocultarme las cosas y mentirme, salir de noche que no es menor, si no muy peligroso y beber... llegando en la tarde Ryan, ni siquiera temprano.

—No te diste cuenta de todos modos —se encogió de hombros.

Si supiera la cantidad de cosas que tengo en la cabeza no diría lo mismo, no puedo estar en seis lugares a la vez y ocuparme de todos los problemas que tengan mis hijos, siempre les recuerdo lo importante que es mantener una comunicación para poder brindarles ayuda. Los caprichos no van tanto conmigo, aunque si se los cumplo de vez en cuando, salir no es una necesidad y entiendo su punto, admito que debí estar más atento, pero anoche no fue bueno.

—¿Y por eso decidiste llegar tarde? ¿Para qué me diera cuenta jovencito?

—No. Me desperté hace poco...

—Mal está, Ryan. Que no me hayas avisado no quita el hecho de que esté impactado y preocupado al mismo tiempo por ti, si te hubiera pasado algo anoche no me lo perdonaría —lo regañé con sentimiento.

—Lo siento mucho —corrió a abrazarme.

—Al cuarto cariño, tenemos que charlar.

—No sé cómo los padres les pueden llamar charla a esto —susurró con molestia y caminó arrastrando los pies.

—Consecuencias se llaman, hijo.

—Mhm, podríamos negociar y saltarlas, no lo sé, digo yo.

—Un rotundo "no", Ryan.

—Lo intenté —dejó caer los hombros y entramos.

Es vergonzoso para ellos tener la presencia de sus hermanos en la sala o algo por estilo al tener que castigarlos y es por eso que jamás han tenido la presencia de nadie para aquello, es un momento privado de reflexión y llanto por supuesto ya que eso jamás queda atrás. No es mi parte favorita del día y como siempre, hay que corregir ciertas cosas, pero saber hacerlo, con amor y paciencia se logra bastante.

Marco

—¿Y cómo piensas solucionarlo? —preguntó Daniel esperando la copa que le estaba sirviendo en la cocina.

—¿Qué cosa? —levantó las cejas girando mi computadora con la respuesta a mi renuncia—. Pues hablándole a papá.

—Quiero que sea así de fácil —se dejó caer en el sofá y se acurrucó con una manta—. Por lo menos no tengo de papá al tío Nick.

—Buen punto -carcajeé con él y llevé con cuidado ambos tragos.

—Deberíamos actuar bien ¿no? Dejar esto y prepararnos para lo que se viene...

Miré a Daniel y estallamos en risas.

—¿Tu? ¿Queriendo enfrentarlo? No me hagas reír.

—Me sorprende más de ti que me hayas pedido abrir una botella.

Me encogí de hombros un poco melancólico y de un sorbo dejé vacío la copa de vidrio.

—Mierda, sí que te sientes mal primito —me dio un abrazo y lloré.

Por primera vez en el día lo hice soltando todo lo acumulado, angustia, pena, rabia y miedo del que dirían los demás. No me importan personas externas, solo mi familia, mis hermanos y sobre todo papá quien se merece una respuesta la cual se la he negado.

Espero que me dé tiempo de reunir el coraje para pararme enfrente de él y explicarle con lujos y detalles toda la jodida mierda que hice.

—Soy un idiota, ¿cómo les diré esto a los chicos? —mi teléfono comenzó a sonar y me di cuenta de que era una llamada de mi abuela—. ¡Me van a quitar toda herencia, Daniel!

—Que carajo hablas, Marco —me pegó suavemente en el hombro.

—La verdad pura.

—Contéstale, quizás te aconseja.

—O me regañe, peor, quizás esté con papá y esté a punto de castigarme por teléfono.

—¿Y tú le harías caso? —me quedé callado—. Vamos Marco, rompe las reglas, ser un niñito de papá debería dejar de ser tu prioridad. Disfruta tu juventud y las libertades que tienes al ser un poquito mayor que tus hermanos.

—¿Romper las reglas?

—Desde hoy en adelante, déjamelo a mí, te enseñaré lo que es diversión ¿para qué me tienes? Los primos se dan la mano y esta vez, yo lo haré por ti.

Ryan

Tres azotes me hicieron brincar y replantear todo mi plan absurdo de anoche. Podría haber evitado todas estas consecuencias al abrir mi boca y pedir permiso eso está claro. Mi mellizo nunca estuvo de acuerdo conmigo y menos los demás. Agradezco que por lo menos hayan tratado de cubrirme por la mañana, son leales.

PLAS PLAS PLAS PLAS *Snif* PLAS PLAS *Hmm* PLAS PLAS *Uff* PLAS PLAS

—¡Prometo que el mensaje está claro! —chillé cuando otra palmada llegó sin previo aviso y más fuerte que las demás.

—¿Segurísimo? Ryan, entiendes la razón de este castigo ¿no es así?

—No.

—¿No? Bien jovencito, lo enumeré antes, pero puedo volver a repetirlo.

—¡Esta bien, si, fue por todo!

—Explícame y consideraré si las palmadas extras son merecidas o no —a este punto vamos a mitad del castigo, he contado unas treinta y el trasero me arde de una manera impresionante.

—Nunca más te mentiré y ocultaré información, entiendo que estes molesto por mis actitudes infantiles. Además, el beber no estará en mi lista.

—¿Y escaparte? Olvidaste eso, jovencito.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS *Oww* PLAS PLAS PLAS PLAS

—¡Lo lamento mucho!

—Lo sé cariño, tranquilo —me levantó de ahí mientras daba unos sollozos incontrolables.

—Aprenderemos que dejarse llevar por las amistades muchas veces es un arma de doble filo, que no todos te guían por el buen camino y existen muchas personas que quieren solo sacar provecho de ti. Tu nuevo amigo no me parece bien, tengo que ser sincero, lo veo muy poco comprometido.

—Es libre...

—¿Eso te dijo? —asentí entre hipidos.

—Mi vida, créeme que ese chico es el menos libre que existe, por el solo hecho de pensar que su vida se solucionará arruinándose con lo que lo rodea está dando una clara respuesta. Nunca te he prohibido juntarte con alguien y eso lo sabes, pero me da mala espina ese chico.

—Lo dejaré de ver... —me limpió las lágrimas y me dio una sonrisa a medias.

—Eso lo decidirás tú, solo te estoy dando mi consejo como padre y es que veas bien donde te estas metiendo, los amigos que estas teniendo.

—Lo haré.

—Ahora debes lavarte esa carita llena de lágrimas y mocos.

PLAS

—¡Me dolió! —lloriqueé y levantó una ceja.

—Ni con fuerza fue, cariño —lo sé, quería mimos y se dio cuenta del mensaje—. Un niño quiere un par de abrazos al parecer.

—Solo dos...

—Dos mil querrás decir —me hizo cosquillas y reímos juntos.

—La próxima vez te avisaré.

—Eso espero, campeón —dejó un beso en mi frente.

Connor

Luego del castigo de Ryan no podía dejarlo solo y organicé una junta con todos los demás, escogieron su música preferida y me ayudaron a colocar los platos para el almuerzo. Fue tranquilo hasta que fui interrumpido por Alex quien me llamaba para saber si tenía noticias de mi sobrino o de mi hijo a lo cual solo le respondí que no. En realidad, no me molestó que me llamara en la hora sagrada de familia porque no estaba comiendo, no pude digerir nada ni llevar a la boca algo por la preocupación.

Si no se ha comunicado es porque quiere espacio y se lo daré.

—Tomaré un maldito avión —dijo mi hermano desde la otra línea.

—¿Ah? ¿Qué dices?

—¡Buscaré a Daniel! No me puedo quedar de brazos cruzados cuando este mocoso renunció a la universidad, Connor.

—Cálmate y respira.

—Quizás Marco hizo lo mismo.

—No lo sé, tal vez, pero estoy seguro que me lo hubiera dicho. Hasta el momento no me ha llegado ningún correo... —una notificación apareció en pantalla y quedé sorprendido—. Pues....

—¿Que?

—Lo hizo.

—¿Lo ves? No sé el contexto ni la verdad de los hechos, pero sé que mi hijo está en una ciudad desconocida haciendo quien sabe qué cosa. Si Marco subió una foto así al grupo de familia, Daniel debe estar de fiesta en Las Vegas, conoces a tu querido sobrino.

—No le eches toda la culpa al pobre Daniel.

—No sé si quieras acompañarme, me voy esta misma tarde. Aclarar las cosas es lo que me importa y, ver a mi hijo sano y salvo —en parte está en lo correcto, lo entiendo.

—Iré contigo.

Esta misma tarde hablaré con Marco, una explicación es lo de menos ¿qué pasa si no me contesta porque algo le pasó? Estaría siendo mal padre por darle un espacio que ni siquiera pidió. Si Marco me habla y me dice "Papá, dame un tiempo" lo aceptaría con respeto sin embargo eso no pasó.

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