[1] sanji
universo alternativo | parte única
género: escolar, fluff, romance
pareja: sanji x oc
♡
En cierta escuela.
–La verdad es que... –se aclaró la garganta nerviosa. –Me gustas desde primer grado, Portgas D. Ace. –sonrió.
–Suena bien, sólo no pongas esa sonrisa nerviosa...da miedo. –admitió la peli-naranja, su amiga castaña suspiró.
–Moriré.
–No puedes morir hasta no habérselo dicho. –sonrió. –Son muy buenos amigos, hay confianza entre ustedes, ¿por qué no se lo dices y ya?
–No es tan sencillo. –bajó la mirada a sus manos. –Somos amigos y eso lo tenemos muy claro, no quiero arruinar nuestra amistad confesándole mis sentimientos estúpidos.
–No son sentimientos estúpidos. –contradijo Nami. –Él te gusta mucho, ¿no es así? Él también te quiere, y si son amigos de verdad su amistad perdurará.
–Sé que me quiere, Nami, pero de seguro me quiere solo como amiga. –apretó fuertemente los puños con impotencia. –No debí fijarme en él de esa forma, ¿por qué tiene que gustarme él?
–El amor es extraño y no merece la pena tratar de entenderlo, simplemente disfrutarlo. –sonrió Nami. –No te das cuenta cuando esa persona se vuelve demasiado especial e importante para ti, mucho menos cuando ya estás enamorada.
–No lo sé, pero estoy muy nerviosa. –Nami rió ligeramente.
–Tranquila, ¿sí? –el timbre sonó dando la señal del comienzo del descanso. –Bien, llego la hora de tu confesión.
La peli-naranja aventó ligeramente a la castaña fuera del baño de mujeres, la dejó a medio pasillo y se fue corriendo para el otro lado. La castaña tomó aire bastante nerviosa, estaba a punto de confesársele a uno de sus buenos amigos, había dos opciones, que la aceptara y todo fuera mariposas y flores, o que la rechazara y arruinara toda su amistad.
Prefería la primera opción, claramente.
Caminó con las rodillas temblando de vez en cuando hasta llegar al pasillo donde se encontraba el casillero del peli-negro, lo distinguió a lo lejos guardando sus cosas, tomó aire nuevamente y caminó hasta él.
Como si el mundo estuviera de su lado la gente a su alrededor comenzó a dispersarse dejándolos solos en el pasillo, además de un par de estudiantes que pasaban por ahí, se acercó al casillero y sonrió una vez que el peli-negro la miró.
–Hola, Ace. –sonrió ella tratando de no temblar más.
–Hola. –respondió él con voz apagada, la castaña frunció el ceño.
– ¿Qué sucede? –preguntó preocupada, Ace simplemente negó con la cabeza baja.
–No es nada. –cerró su casillero y se dio vuelta, la castaña no se quedó así y lo tomó del brazo, impidiendo que se fuera.
–Cuéntame, puedes confiar en mí. –sonrió esta vez dándole más confianza.
–Bueno... –suspiró. – ¿Te has enamorado alguna vez de un amigo pero has tenido miedo de confesarle lo que sientes? –preguntó de pronto, la castaña palideció de pronto.
– ¿P-P-Por qué la pregunta?
–Y-Yo... –tragó en seco. –Me le declaré a Bonney esta mañana, pero me dijo que no quiere arruinar nuestra amistad, y que no busca una relación en este momento. –la castaña se quedó sin palabras de pronto.
–A-Ah... –un nudo comenzó a formarse en su garganta al escuchar esas palabras, tragó difícilmente tratando de eliminarlo y sonrió a duras penas. –Bueno...
– ¿Has sentido esa opresión en el pecho cuando algo de verdad te duele? –habló él con voz quebrada, su nariz comenzó a moquear al mismo tiempo que su respiración se cortaba.
–Algo así. –susurró bajando la mirada, trató de calmar su respiración y volvió a sonreír amargamente. –Pero sabes qué.
– ¿Q-Qué ocurre? –preguntó él sin dejar de llorar, la castaña se acercó, lo abrazó durante unos segundos y tras separarse le limpió las lágrimas.
–No te rindas aún. –habló, se aclaró la garganta ya que comenzaba a cerrarse por el llanto acumulado. –Bonney no busca una pareja ahora, ella tendrá sus razones, pero si cambia de opinión...debes estar ahí para ella.
– ¿Crees que las cosas puedan ser como antes? –preguntó con un rayo de esperanza en los ojos.
–Las cosas irán mejor, sólo no la presiones y verás que te aceptará tarde o temprano. –Ace sorbió la nariz y asintió frenéticamente.
–Muchas gracias. –la abrazó nuevamente.
–Sólo tómalo como el consejo de...una buena amiga. –su voz se rompió al final, pero Ace pareció no notarlo.
–Eres la mejor. –dejó un beso en su mejilla y se fue corriendo por el pasillo.
La sonrisa permaneció en su rostro hasta que Ace desapareció por el pasillo, poco a poco la sonrisa se fue borrando y las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, se mordió el labio inferior ahogando un sollozo, se puso en cuclillas y tras abrazarse las rodillas comenzó a llorar y sollozar.
Se escucharon unos pasos cerca de ella, cosa que ignoró completamente, no le importaba que la vieran llorar, que la vieran tan vulnerable. Los pasos se detuvieron haciendo eco, el silencio reinó el pasillo, callado algunas veces por los sollozos de la joven.
– ¿Qué sucede? –se escuchó cierta voz, la castaña paró de llorar apretando sus labios con los dientes, levantó la mirada encontrándose con un rubio de ceja rizada mirándola desde arriba. – ¿Por qué llora una bella señorita como tú?
–Eso no te importa. –respondió bruscamente limpiándose las lágrimas con rabia.
– ¿Quién te ha hecho llorar? –preguntó en un tono amable, pero con un ligero toque de enojo. – ¿Ha sido un bastardo infeliz?
–Sólo déjame. –sorbió la nariz y bajó la mirada, al no escuchar respuesta ni pasos levantó la mirada sólo un poco, encontrándose con la mano del rubio estirada hacia ella.
–Una señorita como tú no debe estar en el suelo. –le sonrió, las mejillas de la castaña se prendieron en un instante, evitó su mirada enviándola al suelo de nuevo. – ¿No piensas levantarte?
–Déjame sola. –pidió de nuevo con voz apagada, el rubio chasqueó la lengua y en cuestión de un simple movimiento ya estaba sentado en el suelo a su lado. – ¿Qué haces?
–Si no quieres levantarte...me tiraré contigo. –sonrió, la castaña evitó su mirada. –Duele, ¿no es así?
– ¿A qué te refieres? –preguntó extrañada, ignorando las ganas que le quedaban de desahogarse.
–Lo que sea por lo que estés llorando, debe dolerte mucho como para estar así. –la joven bajó la mirada y asintió. –Te diré una cosa...no vale la pena.
– ¿Qué?
–Eso, lo que sea que te haga llorar...no vale la pena y nunca lo valdrá. –apoyó ambas palmas en el piso haciendo su cuerpo un poco hacia atrás.
–No podrías entenderlo.
–Somos jóvenes, no tenemos más de dieciocho años, no es momento de sufrir. –la castaña prestó totalmente atención en él y sus palabras. –Fue un chico, puedo verlo en tus ojos, posiblemente no fue intencional pero te ha lastimado, como sea...déjalo ir.
–No es tan sencillo, ¿sabes? –sorbió la nariz.
–Sé que no lo es, pero créeme, cualquier hombre que te haga derramar una lágrima que no sea de felicidad...no vale la pena ir tras él.
–Pero él no... –se quedó callada de pronto, sintiendo de nuevo unas ganas tremendas de llorar.
– ¿Fue tu padre? –ella negó. – ¿Hermano? ¿Amigo? –se quedó completamente en silencio y sin moverse, el ceja rizada negó con la cabeza. –Los hombres solemos ser muy estúpidos a veces, dejamos atrás un diamante por ir coleccionando piedras.
–Pero, duele... –admitió con la voz quebrada, tomándose el pecho con ambas manos.
–Y dolerá hasta que no lo superes. No persigas a alguien que persigue a alguien más. –con un pequeño esfuerzo se puso de pie, sacudió sus pantalones y volvió a estirar la mano hacia ella. –Deja de llorar, las lágrimas mancharán tu bello rostro.
– ¿Siempre eres así? –preguntó sintiendo como el nudo en su garganta desaparecía poco a poco, con una pequeña sonrisa asomándose en su cara.
– ¿Cómo? ¿Un caballero? ¿Gentil? ¿Amable? ¿Guapo? ¿Modesto? –la castaña carcajeó.
–Sobre todo modesto. –el rubio sonrió.
–Vamos, si dejas de llorar y sonríes por lo que queda del día de hoy, prometo invitarte un helado después de la escuela. –sonrió, la castaña tomó su mano y se puso de pie.
–Supongo que lo acepto, rubio. –se limpió las pocas lágrimas que le quedaban y sonrió, aún sintiendo dolor, pero luchando por ignorarlo.
–Mi nombre es Sanji. –volvió a sonreír. –Ahora, bella dama, ¿gusta acompañarme a la cafetería? –ella rió ligeramente, Sanji puso su brazo de forma que ella lo tomara y así lo hizo.
–Con gusto, modesto caballero. –juntos caminaron alejándose por el pasillo. –Enserio, muchas gracias, Sanji-kun. –dejó un beso en su mejilla, el rubio se sonrojó de inmediato y su nariz comenzó a sangrar.
–Mellorine~ –la castaña volvió a reír, y así prácticamente durante todo el día...y los siguientes.
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