Capítulo III: "La curiosidad mató al gato".
La curiosidad mató al gato.
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Sarah dormía plácidamente en su cama, aunque dando algunos temblores por el frio que estaba cada vez más duro. Luego de que Quil y Jared volvieran, y para alivio de ambos ella seguía ahí, el Aterea la dejó en su casa y se disculpó por lo que había hecho. La pelirroja estaba confundida, y eso le generaba curiosidad. Algo muy malo, viniendo de una persona que investigaba hasta lo más profundo y se enteraba de los peores secretos de las personas.
Una llamada al teléfono de la muchacha, hizo que se despertara de su sueño con Percy Jackson. Malhumorada, levantó el teléfono del suelo (donde lo había aventado la primera vez que la llamaron, y ella simplemente tiró el teléfono), miró que el número estaba registrado como "Nancy Truth". Sabía quien era, por lo que atendió.
—¡VÍSTETE!.—Gritó Macarena, del otro lado de la línea.
—¿Para qué?. Son las cuatro de la mañana, Macarena.—Gruño la pelirroja, queriendo ser asesina serial y así poder matar, no solo a su mejor amiga, sino al que puso su teléfono con sonido, pobre Quil.
—Acabo de encontrar algo que te va a dejar flipando.—Murmuró la castaña, con emoción.
—¿No puede esperar a mañana, o a unas horas más?.—Preguntó con un gruñido y tapándose con el acolchado.
—¡No puede esperar a nada!. En cinco minutos sal por tu ventana, Rapunzel.—Y colgó.
La pelirroja refunfuño y ahogó un grito en la almohada. La única que estaba tan desquiciada y valoraba poco su vida era aquella castaña, pues, cuando Sarah era interrumpida en sus 9 horas de sueño Pacífico, se convertía en una bestia. Se levantó, buscó su ropa de investigación (Sí, ella y Maca usaban una ropa especial y combinada para sus "Investigaciones")
Cinco minutos después, había saltado de su ventana y se topó con su amiga. Se saludaron, y Macarena comenzó a caminar al bosque con Sarah detrás de ella con una linterna.
—¿Me dirás que es eso que no puede esperar?—Pregunto, con molestia y sueño.
—Lo verás.—Respondió.—Cuando volví de Seattle con mi padre, decidí venir por aquí a verificar si Puppy estaba por ahí, pero encontré algo que me dejó flipando.
—Aumentas mi curiosidad, Maca.—Murmuró Sarah, mirando a su lado al sentir un ruido.—Maca.—Susurró, la muchacha no la escucho.—¡Maca!.—Susurró nuevamente, esta vez si la escucho.
—¿Qué?
—Shh.—Mandó a callar. Señaló al lugar donde escuchó el ruido. Ambas miraban con curiosidad y miedo, un gruñido se oyó, se tomaron de las manos.—¡Corre!.
Las muchachas corrían a la velocidad que sus temblorosas piernas le permitían, Sarah sentía que en cualquier momento su mejor amiga caería al suelo, provocando su caída y su segura muerte por el animal que las seguía. Comenzaron a hacer zigzag entre los árboles, con el pensamiento de que así, desorientarian al animal que gruñia a sus espaldas, aunque sorprendentemente, no las corría, sino que, más bien, las vigilaba en caso de que haya un peligro.
A lo lejos vieron la casa de la pelirroja, por lo que aceleraron su trote. Iban tomadas de la mano, y la de cabello rojo llevaba arrastrando a la castaña que iba con un pulmón afuera y tratando de recuperar el aliento. Cuando llegaron al límite del bosque y la carretera no dejaron de correr, y se metieron a toda velocidad por la ventana de la habitación de Sarah.
Sus respiraciones agitadas, sus frentes sudando y sus corazones bombeando con fuerza, hizo que ambas queden sentadas en el suelo. Se miraron, sus ojos demostraban pánico, al igual que su tembleque del cuerpo, pero sus sonrisas nerviosas y divertidas, no desaparecían de sus rostros.
—La curiosidad mató al gato.—Reciraron con una risilla baja.
Finalmente, la castaña se quedó a dormir en la casa de su amiga, los padres de Macarena estaban acostumbrados a los escapes de su hija por las noches a la casa de la Cameron. Se acostaron sobre la cama desordenada, y cerraron sus ojos cuando el sueño les golpeó, cayendo en un profundo, y profundo quiere decir muy, profundo sueño.
A la mañana siguiente, ambas muchachas se levantaron de la cama tras un grito de Jared desde la cocina. La castaña fue la primera en saltar de la cama y quedar en posición de soldado a los pies de ésta. Sarah solo gruño y se volvió a tapar con el acolchado hasta la cabeza, queriendo seguir el sueño, pero una mano sacó de un tirón la acogedora frazada.
—¡Levántate!.—Chillo Jared, con cierta molestia en la voz.
—¡Jodete!.—Respondió la pelirroja, volviendo a cerrar los ojos.
Segundos después, Sarah estaba en el hombro de su primo, siendo llevada a la cocina con su mejor amiga caminando detrás de ellos. Al llegar a la cocina, Jared la dejó sentada en la barra y se dirigió a la nevera, ignorando las malas miradas de su aún dormida prima.
—¿Por qué nos has levantado a las 9 a.m?.—Preguntó Sarah, con su voz ronca.
—¿Por qué?.—Preguntó Jared irónico. Cerrando la puerta de la nevera, con cierto enojo.
Macarena se asustó al sentir el golpe, aún estaba media dormida y se sobresaltaba al más mínimo sonido.
—Ammm... ¿Sí?.—Dijo Sarah, con obviedad.
—¡¿Qué carajos hacían en el bosque en la madrugada?!.—Pregunto, grito, el lobo.
—¿Como...—Comenzó Sarah, aún sentada en la barra.
—Responde la jodida pregunta.—Gruño Jared, dando un leve temblor.
Maca, ni corta ni perezosa, dio un paso hacia atrás. Pues, su cuerpo le gritó "Miedo", y eso le indicaba que algo malo pasaría.
—Porque sí, Jared.—Respondió Sarah, bajándose de la barra.
Jared, con más molestia aún, había comenzado a temblar más. Maca tomo el brazo de Sarah, y retrocedieron al ver como el chico respiraba con dificultad. Un golpe sordo sonó, y la aparición de Sam, Paul, Embry, Seth y Quil, fue justo a tiempo. El Aterea y el Clearwater, tomaron a las muchachas por los brazos y las sacaron de la casa tan rápido como pudieron. Justo en ese momento, Jared se transformó.
Las muchachas no alcanzaron a ver que sucedía en el cocina, dado a que los lobos las encaminaban a la casa de Emily, pero la curiosidad de ambas se podía ver a corta vista. Quil tenía la mano de su impronta tan asustado, que no se había dado cuenta que la estaba apretando con más fuerza de lo debido.
—¡Me duele, Cara-Bobo!.—Chillo Sarah, forcejeando para soltarse del agarre. Quil, al darse cuenta, la soltó muy apenado.
—Lo siento.—Murmuró el lobo.
Las niñas se dieron una mirada cómplice, algo había despertado su curiosidad, y ahora en adelante, nada pararía su nueva investigación. Sus personalidades tan curiosas, eran, en un futuro cercano, el dolor de cabeza de la manada y sus secretos.
Al llegar a la casa de Emily, ambas se sentaron en la mesa y comieron lo que la impronta del Alfa les dio, la mujer estaba contenta de tener a las jóvenes allí, sentía como si fuera su madre, aunque no tenían conversación ni conocimiento de la otra, simplemente sentía la enorme sensación de cuidarlas y protegerlas. Una hora después, en lo que las niñas ayudaron a Emily a ordenar la casa mientras hablaban de cosas triviales, la manada entró por la puerta de la hogareña casa.
Quil se sentó junto a su impronta, y la amiga de esta, en el sofá de la sala, dándole una sonrisa tranquilizadora a la pelirroja. Jared, más que apenado y arrepentido, se acercó a su prima, quien lo miraba de forma retadora, y se inco delante de ella.
—No debí comportarme así con ustedes.—Dijo con arrepentimiento.—Solo es que... No saben los peligros que enfrentan por sus curiosas salidas al bosque, no saben lo malo que les podría ocurrir.
Macarena y Sarah se miraron, entendiéndose con sus miradas, y luego ambas posaron su vista al muchacho que las miraba con los ojos caídos.
—Sabemos que te preocupas, como cualquier primo y hermano mayor.—Comenzó Maca, ella y Jared tenían una amistad de hermanos, ambos habían aprendido a llevarse y se acostumbraron a tenerse cerca, dado a que la castaña vivía, literalmente, en la casa de él con su prima.
—Pero ya somos bastante mayorcitas para saber los peligros, y defendernos de ellos.—Continuó Sarah, posando una de sus manos en el hombro de su primo.—Y créeme, no necesitamos de un chico para hacerlo.
Jared rió por lo bajo y miro a ambas.—Eso lo sé, más que nadie, aún me duele la nariz tras aquel golpe con el Bate.—Murmuró, causando la sonrisa de las niñas.—Pero, no son concientes de lo que hay fuera, y el peligro al que se exponen por eso.
Eso, aquellas palabras del lobo, habían sido la afirmación y nueva razón, de que la curiosidad de ambas sea aún más alta. Ellas sabían que, tanto él como el resto de los presentes, tenían algo oculto, y ellas lo investigarian, sin importar que en el medio de aquella búsqueda, se encontraran aún más cosas de las que ellas esperaban.
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