Podemos conocernos mejor.
— ¿Tu padre se olvidó de venir por ti? — Fueron las palabras secas que Toji soltó al ver a su primo sentado sobre la banqueta, a pocos metros de la escuela.
Naoya se limitó a girar su rostro ignorándolo, se sentía avergonzado de que su padre siempre hiciera lo mismo cada viernes, dejarlo solo, esperando horas hasta que se acordara de que tenía un hijo que iba a la escuela por las tardes.
— Vamos, súbete, yo te llevare a tú casa. — Hizo una seña con su mano, mientras que con la otra sujetaba el volante de su automóvil.
Era un viaje incomodo, todo se mantenía en silencio, con 30 años recién cumplidos, Toji no era de esos hombres que les gustara escuchar música ni siquiera la radio cuando iba manejando. Naoya siendo un adolescente de 15 años solo miraba por la ventana del automóvil, observando la infinidad de árboles que se extendían a sus alrededores, y nada más, era un camino por carretera bastante largo, con un único paisaje para observar.
— Hum... ¿y qué? ¿es muy difícil la escuela? ¿Cómo te va en las clases? — El adulto quiso romper el silencio.
— Este año no he reprobado. — Respondió girándose para ver al más alto. Aquella escuela a la que asistía era una de las pocas donde no estaba vetado por mal comportamiento, era por eso que quedaba tan lejos, era una de las ultimas opciones.
— Vaya, eso es algo que hay que celebrar... — Dijo con sarcasmo, emitiendo una risa seca.
— ¿Y a donde ibas, tú? Se que tu trabajo no queda cerca de donde yo estudio, ¿ibas a verte con alguien o algo así? — Estiro todo su cuerpo completo sobre el asiento del copiloto, mostrando una actitud confianzuda, haciendo que su camiseta blanca de deportes se levantara un poco, dejando ver parte de su torso delgado. Era viernes, día donde los alumnos llevaban uniforme deportivo, el cual consistía en una camiseta blanca, y unos shorts cortos color azul, además de tenis blancos y calcetas largas.
— Yo... — su vista se desvió por unos momentos en el cuerpo de su primo, era lindo, incorrectamente atractivo para él. Apretó el volante y miro de nuevo hacia el frente. — Yo solo iba de compra por unas cosas.
— Oye, mi papá me compro el nuevo ¡Phone, ¿quieres verlo, Toji? — Sonrió con entusiasmo, mientras rebuscaba en su mochila.
— ¿En serio? — Lo miraba por el rabillo del ojo. — Ese viejo sí que no deja de mimarte, Naoya.
— Es el último modelo, solo míralo, costo miles de yenes. — Tenia el celular entre sus manos mientras sus ojos brillaban al describirlo. — Cuando lo lleve a la escuela todos me tenían envidia.
— Si, veo que amas mucho ese ¡Phone, es muy bonito, a decir verdad.
— Quiero llenarlo con fotografías de paisajes, tiene buena cámara.
— Podemos ir al acantilado a las afueras, tiene una vista muy hermosa, puedes ver toda la ciudad completa.
— ¡Si hay que ir, vamos, Toji! — respondió con una gran sonrisa.
Se desviaron del camino, pasando por una calle de solo piedras y naturaleza, era como un camino secreto, para llegar al lugar que Toji decía, era un sitio que pocas personas conocían. El automóvil se estaciono a varios metros del acantilado, los dos caminaron hasta quedar cerca del borde, Naoya tomo varias fotos del atardecer, era un hermoso cielo color naranja, con el sol apunto de ocultarse. Cuando el estudiante tuvo suficiente con las fotos, guardo su celular y camino hasta donde estaba Toji fumando y recargado sobre su automóvil, Naoya dio un brinco y quedo sentado sobre el capo del automóvil, aún lado de su primo, movió las piernas aburrido, notando como la temperatura descendía y el aire se tornaba fresco pero agradable, después de todo estaban en verano.
— ¿Quieres ver las fotos que tome, Toji?
— Si, voy a verlas, necesito saber si realmente tiene una cámara espectacular esta porquería. — Bromeo sujetando el celular de Naoya entre sus manos. Recorrido varias fotos con su dedo, todas del hermoso cielo, hasta que de un movimiento paso a una foto donde se observaba a su primo vestido con un traje de sirvienta muy corto.
— ¡Ya, esas eran todas las fotos! — Le arrebato el celular con rapidez al más alto, sintiendo mucha vergüenza, su rostro estaba rojo, agacho la mirada, queriendo que se lo tragara la tierra. — ¿Viste esa foto? No puede ser, no le cuentes sobre esto a mi papá, por favor.
— ... — El mayor se quedó en silencio por unos segundos, procesando lo que acababa de ver. — No te preocupes, Naoya, no pensaba decirle nada, porque creo que todos hacemos locuras cuando somos jóvenes, ¿no es así? — Toji le dio una sonrisa tranquila, mientras le daba una palmada en la espalda al más joven.
— Tampoco quiero que pienses que soy un raro. — Cubrió su cara con ambas manos levantado su cabeza al cielo. — Fue solo un reto estúpido. — Descubrió su cara finalmente viendo a Toji a los ojos.
— ¿Un reto? — Levanto la ceja con curiosidad. — Que forma de divertirse tan peculiar tienen los adolescentes de hoy en día.
— Fue una estupidez... no pienso volverlo a hacer, de hecho, voy a borrar esa foto. — Con el celular en mano, elimino la foto, la cual no era la única, tenía más de ese tipo, pero no quería volver a pasar por la pena de que alguien más las viera, las demás fotos las guardo en una carpeta secreta con contraseña.
— Bien, creo que ya es tiempo de irnos. — Toji se acercó a la puerta del conductor, abriéndola, se sentó en el asiento.
Naoya asintió, guardando su celular, se adentró en el automóvil, sentándose en el lado del copiloto. Toji arranco, dejando a Naoya en su casa, para después el irse a la suya.
— Agh...
No podía sopórtalo más, estaba teniendo una gran batalla en su mente, contra sus pensamientos lujuriosos, todo lo que duro el recorrido en su automóvil de camino a casa. Recordar cómo era esa fotografía de Naoya, le ponía tan caliente. Llego directo a la ducha una vez estuvo en su casa, tenía una necesidad enorme de querer masturbarse, no solo recordando aquella foto, si no también imaginándose a su primo haciendo cosas pervertidas mientras estaba vestido de sirvienta. La mano que movía y sujetaba con fuerza su hinchado miembro viril se manchó de semen una vez eyaculo con extrema satisfacción, una satisfacción más grande que tener sexo con cualquier mujer. Y se puso a razonar, si pudo obtener un enorme éxtasis con solo masturbarse como seria el placer que obtendría si llegara a tener un contacto físico con Naoya.
Volvió a pasar una vez más, Naoya estaba sentado sobre la banqueta esperando a su padre, mientras miraba su celular. Levanto la cabeza cuando escucho el sonido del claxon del automóvil de su primo mayor.
— Voy a considerar el hecho de pasar por ti todos los viernes, ya que me he vuelto más responsable que tu jodido padre.
— A decir verdad... me gusta irme contigo, primo. — Le sonrió, mientras un pequeño rubor se mostraba en sus adorables mejillas. Se acomodo en el asiento del copiloto, abrazando su mochila. — Cuando mi padre me lleva en su automóvil solo escucho sus estúpidas quejas.
— Imagino que no lo soportas. — Dejo escapar una ligera risa, sabia de lo que hablaba el chico. — ¿Y hoy? ¿qué tal te fue en este día, ''primo''? — Hizo énfasis en la última palabra, ya que, aunque eran primos no solían llamarse así, siempre usaban sus nombres normalmente.
— Pufff, fue bastante aburrido. — Dio un gran bostezo.
Condujo más despacio mientras platicaba con Naoya, iban por la misma ruta que el día anterior, Toji se reía por algunas cosas que decía su primo, luego inconscientemente coloco su mano sobre la pierna de Naoya, siendo aquel día otro viernes, pudo tocar el muslo ajeno al descubierto por el corto short de deportes que usaba.
— Ah, disculpa, no quería hacer eso. — Retiro su mano rápidamente.
— No... — se ruborizo una vez más. — No pasa nada. — Miraba al más alto, buscando que no se sintiera apenado, fue un contacto agradable, sentir una mano tan ancha y grande sujetar su muslo. Se mordió el labio, viendo el paisaje de la ventana, sin saber que hacer ahora. Llevo su mano hacia la mano de su primo mayor sujetándola con timidez. — Puedes volver a... tocarme... si quieres.
Justo eran esas las palabras que Toji quería y necesitaba oír. Terminaron estacionados cerca del acantilado. Naoya estaba recostado en el asiento trasero del automóvil mientras Toji estaba encima suyo, se estaban besando con intensidad, Naoya siendo bastante inexperto trataba de seguir el ritmo del adulto, aferrando sus manos en la camiseta ajena, lo aparto con fuerza cuando se sintió sofocado, o más bien asfixiado, un poco de saliva se marcaba debajo de su labio inferior.
— No me siento seguro de hacerlo aquí... ¿podemos irnos? — Naoya, le susurro, con una mirada suplicante.
— ¿Eso quieres? — También le hablo al oído, para luego besarle parte de la oreja, así como bajo por su cuello, mordiéndole a la vez. — A mí me gustas mucho, quiero hacerlo contigo ahora. — Sus manos se escabullían por debajo de la camiseta escolar del más joven, tocándolo con obscenidad en el área del pecho.
— Solo tengo un poco de miedo... pero... ahora que lo pienso... me siento seguro en tus brazos... — una de sus manos acariciaba detrás de la nuca los cabellos negros del más alto. — Quiero perder mi virginidad contigo, Toji...
No podía desaprovechar la oportunidad, le retiro las prendas inferiores al más joven, así como bajo sus pantalones negros lo suficiente para que su miembro viril pudiera respirar, mostrando una dura erección. Rozo su punta en aquel agujero, ingresando después de forma lenta y suave, era una deliciosa sensación que disfrutaba al sentir como su falo era abrazado por un agujero tan cálido y estrecho. Naoya arqueo la espalda una vez sintió aquel falo abrirse paso en sus entrañas, era tan grande, que no pensó que resistiría tenerlo más tiempo dentro y eso que apenas iban comenzando, lagrimas brotaron de sus ojos, así como fuertes quejidos salían de sus labios. Toji comenzó a moverse siendo brusco y veloz, ignorando que su primo pudiera estar sintiendo dolor.
— ¡Toji...! ♡ — Hundió su cabeza en el cuello del pelinegro, aferrando con fuerza sus uñas sobre la piel de aquella espalda, hasta hacerle sangrar con sus rasguños.
— No me gusta ser malo contigo. — Sujeto con fuerza los cabellos de Naoya, haciéndolo levantar la cabeza para mirarlo a los ojos. — Pero no puedo controlarlo, quiero follarte como si fueras una puta.
— Ahhh... — Poso ambas manos sobre las mejillas del más alto, manteniendo el contacto visual. — ¿Me volverás a llamar de esa forma cuando te diga que...? solo quiero estar contigo, no pienso dejarme follar por nadie que no seas tú, primo. ♡ — No lo dejo responder ya que inmediatamente le planto un apasionado beso, algo recién aprendido, le estaba tomando el gusto a rozar su lengua con la ajena.
Sentía tantas emociones mientras era penetrado por Toji, el lugar, el ambiente, las palabras y el momento, todo era tan distinto a como se imaginaria que sería su primera vez con alguien. Le gustaba sentir dolor cuando este mismo era provocado por el mayor, le era excitante el hecho de ser ultrajado en la parte trasera del automóvil de su primo, ¿Qué pensaría su padre si se enterara de que su hijo está siendo tratado como una puta fácil que se deja follar por el primer hombre que le trataba bien? Nada de eso le importaba, solo pensaba en el placer que estaba obteniendo, aquel enorme falo le hacía vibrar cada rincón de su cuerpo, ahora su falo también erecto el cual rozaba con fuerza contra el abdomen del pelinegro, termino eyaculando encima de este.
— Ya-a... ya no puedo más... siento que voy a desvanecerme... — Su cabello lucia bastante despeinado, así como el sudor bajaba por su frente, su rostro ardía mientras sacaba una parte de su lengua queriendo respirar más aire.
— No vayas a desmayarte, estoy a punto de terminar dentro de ti y quiero que lo sientas todo. — Respondió con un tono de voz suave y condescendiente, mientras seguía moviéndose sin piedad dentro de Naoya, ingresando su miembro viril con mucha fuerza y velocidad, golpeando sin descanso aquel punto interno tan sensible.
Toji se montó las piernas del más joven sobre sus hombros, haciendo que ambos se doblaran más en la parte trasera del automóvil, haciendo una penetración más profunda, arqueo su espalda, manteniendo sus furiosas embestidas, hasta que finalmente logro llegar al orgasmo, llenando con toda su esperma aquel recién desvirgado agujero.
Y así como sucedió el viernes pasado, Toji dejo en su casa a su primo, y regreso a la suya, pero esta vez, estaba feliz, estaba contento, y sabía muy bien que esa no sería la última vez que tendrían ese tipo de acercamientos.
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