Capítulo 21.

personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.



la sangre goteaba de su boca cuando el rojizo río moría  en su mentón, el constante jadeo y el dolor muscular era señal de la presión a la que sometía su cuerpo, pero aunque liberase todo el poder que su bestial forma puede ofrecer, aunque soporte tantos golpes y encuentros parecía no sería suficiente

Un gran poder era lo que en él albergaba, uno que por tanto tiempo le hizo conocer su nombre en diferentes sitios, no por las hazañas que haya hecho alguna vez, si no por ser entre varias cosas el más poderoso de los 12 universos, una leyenda podría decirse, una que ahora luchaba por siquiera mantenerse en razón para no caer en la locura.

-eres fuerte...- en el devastado lugar pudo escuchar los pasos avecinarse cada vez más, estremeciendo la tierra con su imponente presencia, después de todo era el sicario más fuerte que puede haber, y aun con ello puede seguir mejorando si la situación así lo amerita.

-a dónde ha ido el poder que rivaliza con los dioses?, adónde ha ido el verdadero son gokú?.- al momento de formular las cuestiones su pie se posó en la cabeza del guerrero saiyajin del universo 7, doblegándole como nadie antes podría haber creído, podía verse la debilidad en la que permanecía.

-o acaso me dices que esto es lo que queda de él?.- preguntó con fría voz, sus ojos violetas se entrecerraron con fastidio y con algo de fuerza generó presión suficiente para estrellar la frente del saiyajin contra el suelo del inframundo, sometido por su aparente superioridad.

-si...- susurró cuando su piel se desgarró por el brusco choque contra la tierra que incluso causó un cráter bajo él. -esto es lo que soy, este es son gokú...- exclamó, casi burlonamente en su tono, que en medio de jadeos pudo escucharse un par de risas. -soy a quien los dioses parecen buscar, soy la espina de los 12 perros de zen-oh-sama.- sus declaraciones desconcertaron al sicario cuya fuerza dejó de someter al que podría considerarse el ultimo saiyajin.

si, gokú parecía tener todo en contra suya, su oportunidad parecía ser nula, su fuerza no fue suficiente contra tal ser que puede manipular el tiempo. Pero si quería derrotarle de forma sicológica no lo lograría, porque nada a parte del castigo que se le fue impuesto puede afectarle.

-pero al menos no soy un cobarde.- añadió después, el cabello de aquel hombre se tiñó de un tono grisáceo que desapareció al instante, el firmamento respondió con un fuerte rayo que azotó aquel mundo que quien sabe que especie habitaba, un poder mucho más alejado de cualquiera que haya pisado esos terrenos, uno que aunque incompleto demostraba la capacidad a la que aún siendo mortal logró adquirir por encima de los dioses.

-o acaso me dirás que cuando los universos necesitaban de tu ayuda, no fuiste capaz de utilizar tu poder para algo más que no fuese tu propio beneficio.- frente a frente podría ver el gris que baña sus ojos, y en un intento de no sentirse intimidado congeló el tiempo, lo paralizó para arremeter sorpresivamente en el rostro del guerrero, pero qué hacer cuando te enfrentas con el poder que mueve el cuerpo ante cualquier amenaza, ahí comprendió por qué son gokú era una amenaza para la autoridad del universo.

como si golpease el más duro metal existente estrelló su mano en la mejilla que hizo estremecer cada uno de los huesos de su muñeca. -así que este es el gokú del que tanto se habla de boca en boca.- murmuró y retrocedió inmediatamente. -me pregunto cómo puedes mantener ese tranquilo rostro después de la destrucción que causaste.- comentó el ser de tez violeta, mirando aquel rostro que no mostraba la anterior angustia que antes presenció.

-hay cosas que simplemente no me importan.- contestó fríamente, el ambiente se calmó aún más, tornando el escenario temiblemente tranquilo. -y lo que deba importarme no puedo recordarlo.- el calor que se desprendía de aquel cuerpo comenzó a liberarse, tanto que el suelo bajo sus pies parecía se fundiría, el aire se tornó caliente y casi imposible de respirar. en ese momento comprendió que tal vez a esto se refería caulifla cuando exigía saber el estado real de ese hombre, alguien que a pesar de las adversidades dará todo de sí para levantarse por encima de los problemas, lo presenció más de una vez en el pasado.

pero en aquel entonces la suerte pareció estar de su lado, el poder, la fuerza de los dioses le jugó en contra, porque si ni siquiera podía controlar la energía mortal mucho menos podría mantener estados que requieren de mucho más que un cuerpo dañado.

de la nada los grises ojos perdieron su color, se tornaron tan blancos que su pupila por un instante desapareció y en primera fila pudo ver cuales eran las consecuencias de utilizar tal poder en condiciones tan nefastas, porque incluso a una distancia considerable pudo sentir la cálida sangre salpicarle y sus sentidos dejaron de percibir el calor que de él desprendía y, de un momento a otro, aquel guerrero que mostraba una de las técnicas más poderosas ahora no era más que un homúnculo cuyos músculos y piel desgarrados apenas si le mantenían en pie, completamente incapaz de siquiera moverse.

si, la aterradora calma cesó, ahora solo había el silencio que el escenario podría ofrecer, podía observar la sangre dispararse de cada una de esas aberturas y los huesos sobresalir de su piel. nunca observó un daño similar y eso que había visto varios.

-qué es lo que ha pasado?.- pensó entonces, creyó por un instante utilizaría el botón que la diosa le entregó, pero al final no pareció ser necesario. -¿estás muerto?.- entonces interrogó, la vista del son era cubierta por la sombra que sus mechones generaba, tan silencioso y estático como una estatua o un cadáver, pero era claro que no moriría, era un ser que no puede separarse de la vida, condenado a vivir y sufrir mucho más de lo que debería, una herida podría ser una inmensa tortura por más pequeña que fuese. Si era así Quien sabe lo que sentía en ese entonces.

-no estás muerto...- pensó en voz alta el sicario del universo 7, sus ojos se entrecerraron al verle en tal deplorable estado, aún con ello la sangre que pintó de rojo los alrededores comenzó a evaporarse por arte de magia, las heridas se deformaban de tal forma que se cerraban en una manera para nada delicada, de alguna manera comprendía que sanar no significaba dejar de sentir dolor.

-tú mismo lo dijiste Son gokú.- ante lo que sus ojos observaban decidió exclamar. -los dioses no son más que perros, por qué debería molestarme en asuntos que no me beneficiarían.- expuso su respuesta ante los comentarios que el saiyajin dio. -o qué tienes que decir respecto a tí, actuaste como su perro, actuaste como un siervo más de esos dioses, no es la manera en que creí desfrutarías de tu vida.- al ver aquel cuerpo repararse poco a poco no sabría cómo las cosas terminarían, pero había bastantes cosas que aclarar. -mirá en lo que te has convertido, pareces ya estar muerto.- el destrozado cuerpo ahora estaba tan intacto como antes de iniciar aquella confrontación. Estaba claro, el dolor no parecía desaparecería, porque ese es su castigo, los estragos de su desgarrada piel y músculos aún permanece tan claro aunque todo de él sane.

-por eso mismo nadie puede matarme.- en voz baja comentó sus respuestas, la apagada mirada que oculta tal tortura dejó de permanecer en las sombras y se dirigió hacía el asesino. -y además te equivocas, no soy una herramienta, todo lo que he hecho, todo el dolor que pude haber traído lo acepto por mi cuenta, lo he causado con mis propias manos. pero qué dices sobre tí, el peón de champa y ahora el de Caulifla.- declaró con rasgada voz que parecía intentar burlarse del asesino.

 -no puedes seguir.- aclaró inmediatamente, pero una sonrisa desafiante fue la primera respuesta que entregó.

-y has fracasado.- sin sentirse preocupado habló, pudo sentir una inmensa cantidad de presencias acercarse. -no podrás matarme y, solo vives para eso verdad?.- preguntó, la vista de ese asesino se entrecerró cuando dijo eso, mirando fijamente la forzada sonrisa que muestra, sintiendo ese ki inestable que parece se desbordaría en cualquier momento.

-no eres al único a quien me han encomendado matar.- confesó, sus pasos comenzaron a dirigirse hacía la dirección del saiyajin quien borró lentamente su sonrisa, parecía el asesino podría acorralarlo no solo en batalla.

quiso preguntar quien sería la víctima del trabajo encargado, pero inmediatamente lo comprendió al tratarse de aquella saiyajin, sabía a quien asesinaría, hit ya habría visto lo suficiente como para actuar, le ha conocido o suficiente para saberlo.

cuando el asesino estuvo a un costado suyo él le detuvo sosteniendo el brazo del que una vez fue su rival.

-llega a tocarla...- masculló seriamente, ejerciendo toda la poca fuerza que podía ejercer en el momento. -y lo pagarás caro.- aclaró, los violetas ojos del sicario se entrecerraron al escuchar eso, habría acertado en el clavo.

-qué se supone que harás?.- lanzó esa desafiante pregunta, pero aunque amenazaba de esa forma no parecía intimidar a gokú.

-créeme, te iría mucho mejor enfrentándome a mi.- dijo en un tono rasgado. -ya debiste sentirlo...- comentó después y giró a ver al sicario débilmente. -No podrás vencer a la bestia.- añadió luego, tal declaración trajo algo de intriga e inmediatamente dejó de tensar sus músculos.

-de qué bestia hablas?.- interrogó inmediatamente después de escuchar esa información.

-la bestia cuyo nombre no debe ser pronunciado.- explicó en voz baja. como si se tratase del anuncio de una muerte segura comprendió la situación, el porqué tal presión temible y el temor que le invadió, la bestia antigua, la deidad que solo se escucha en mitos la tuvo frente a sus ojos, uno de los tres monstruos que gokú juró atrapar.





-qué ha sido todo eso!.- chilló el portador del dragón emperador rojo, la noche parecía haber caído ya y todos los miembros del séquito de rias parecían descansar, pero el pensamiento no pudo estar más alejado de lo que en realidad pasaba, la angustia, temor por lo ocurrido antes aún estaba presente en sus corazones, no podrían saber en realidad qué era lo que pasaba, o si lo mirábamos desde la perspectiva de akeno, no sabrían lo que habría pasado con gokú.

-dónde has ido?.- pensó para sí misma, dejándose golpear por el frío nocturno, no habría dejado de pensar en nada más que no fuese su amado, su corazón se apretaba mientras su ausencia sea de esa manera.


-akeno-san parece estar preocupada...- murmuraba asia al ver a la reina sumergida en sus pensamientos. -me pregunto que es lo que ha pasado con goku-san...- susurró, hoy tuvo una extraña sensación cuando aquel asesino se presentó, porque aunque él no la hubiese amenazado ese dragón emergió de entre ella para enfrentar a ese poderoso ser. -acaso...- pensó un instante y llevó sus dedos a aquella marca que fue grabada sobre su piel, tal vez ese dragón podría saber algo sobre el chico de cabellos puntiagudos y si era así debería preguntar cuanto antes.

-¿señor dragón?.- tímidamente preguntó, no sabía cómo gokú le hacía para comunicarle o llevarla con él, pero de alguna manera debería intentarlo. -señor dragón?.- preguntó una vez más en un posible inútil intento, no obstante tal vez por su voluntad u otra cosa todo se tornó oscuro y el frío regresó.

si, de alguna forma había accedido al frío mundo que resguarda a la bestia, quién sabe como lo hizo en realidad, pero estaba allí nuevamente y en parte eso era lo que le importaba, porque a pesar de la situación esta era una gran oportunidad para indagar y saber algo sobre el chico que tanto aprecia.

-¿señor dragón?.- llamó adentrándose nerviosamente como usualmente suele hacerlo, pero la bestia no contestó, solo se mantenía en la oscuridad lanzando su cálida respiración. -señor dragón?.- interrumpió su sueño una vez más, pero la respuesta fue la misma, las veces anteriores parecía atender a su voz aunque estuviese fastidiado, pero hoy al ser distinto solo era un indicio de que tal vez él sepa algo.

se quedó ahí varios momentos, en la oscuridad del sitio dónde las escamas del reptil parpadean débilmente, desprendiendo calor y de cierta manera era tranquilizante. Al estar de esa manera la curiosidad regresó, quién podría ser el monstruo que comparte ese vínculo.

-tu deseo es el mismo...- repentinamente dijo la bestia, los verdes ojos de la monja se abrieron de par en par ante la atención del dueño de aquella cueva. -te preocupas por ese mono, lo anhelas, lo quieres...- sin moverse ofreció esos comentarios que enrojecieron las mejillas de la chica en un instante. -de-de qué habla!.- bastante más nerviosa se opuso a aceptar esa forma de pensar.

-los humanos son tan transparentes como la más pura agua del universo...- siguió diciendo, trayendo confusión a la chica. -deseas saber dónde está ese mono, pero ignoras el peligro al que te ha sometido...- comentó después, aquellos ojos que desprenden luz se mostraron y trajeron algo de claridad al lugar. -los estragos y desgracias que vienen con él serán mucho peor que lo que has visto...- dejando atónita a la monja ofreció su declaración, intimidándola y llenando mucha más angustia. -el destructor a cargo vendrá, su juicio recaerá sobre ustedes y todo por culpa de ese mono, ese saiyajin.- sin ofrecer una explicación más concreta dijo, presagiando el desastroso futuro que se avecina.






-que harás entonces?...- en lo alto de una colina el par de guerreros visualizan a la lejanía, detallando el amanecer próximo en unas horas, o al menos los ojos del asesino lo hacen, porque los ojos del saiyajin se posan en algo más, en lo más importante para él.

-he encontrado un recipiente, me dará algo de tiempo...- en voz baja dio su respuesta, cerró sus ojos en ese instante, con pesadez y algo de culpa fue lo que transmitió.

-no me refiero a eso.- en ese instante el asesino se giró para ver el rostro del Son. -qué harás con Caulifla.- dijo, inmediatamente después de escuchar aquel nombre los labios del saiyajin soltaron un gruñido de molestia.

-no lo sé...- confesó, sus ojos negros se volvieron a posar en la alejada mansión gremory. -no sé lo que haré, no puedo enfrentarla en este estado.- su voz se apagó de solo pensar en que ella vendría después, todo lo que en este sitio podría perecer.

la mirada del que una vez fue su rival le observó por unos cuantos segundos, detallando la preocupación evidente en el guerrero, algo que en mucho tiempo no se ha visto, un evento inusual que debería considerarse, pero antes de hacer algo solo soltó una pequeña risa.

-qué sucede?.- preguntó el pelinegro ante la burla del asesino.

-quién diría que Son Gokú sentaría cabeza.- comentó, era extraño, hasta hace poco ellos intentaban matarse, pero ahora permanecían tranquilos, sacando temas del pasado y con dudas tanto uno del otro.

-a qué te refieres?.- interrogó, podía ser mucho más distinto que el gokú que fue una vez, pero eso no quitaba que podía ser despistado.

-esta especie es bastante similar a la saiyajin, por un momento pensé en que habrías decidido comenzar una vez más.- el asesino del universo seis habló, tal vez observó lo cercano que akeno y el Son se encontraban, la mirada del saiyajin se desvió.

-lo he considerado...- confesó, agachó la mirada pero nuevamente la levantó hacia las estrellas que pronto desaparecerían con la llegada del ocaso. -no recuerdo nada de lo que pasó antes de llegar aquí, pero si tengo una de las bestias es posible que solo me quede un paso, aunque no sé lo que debo hacer.- confesó. la mirada de hit se entrecerró ante esa declaración.

-bueno, no es que hables algo acerca de lo que buscas, la última vez que nos vimos fue en el planeta de champa, si rechacé trabajar contigo fue porque no lo valía, nada de lo que hagan los dioses vale y estoy seguro todo fue culpa de ellos.- informó, la cabeza del Son le dolió levemente cuando los recuerdos regresaban a su mente. -y al final tuve la razón porque todo terminó destruido, la obsesión de champa trajo el caos.- con voz grave mostró su inconformidad, pero a su vez traía vagas imágenes a la mente del Son, tal vez nada de eso era mentira, un repentino miedo le invadió al instante. -yo...- musitó, la imágen de un gigantesco Ser se mostró frente a sus ojos, un ser cuyos ojos destellaban desde las alturas señalándole como dos luceros rojizos que le intimidaron incluso a él en ese instante y como lo hizo justo ahora.

-mierda...- susurró y sujetó su cabeza con fuerza. 

-sucede algo?.- interrogó hit, inmediatamente se preocupó cuando las rodillas del saiyajin tocaron el suelo y la sangre brotó de sus cuencas como aterradoras lágrimas.

- las bestias, encontrar a las bestias es un error!.- le costó articular esas palabras, los gritos que en ese entonces pudo sentir no correspondían al borrado existencial de zen-oh-sama, ahora puede verlos con más claridad, puede ver a la gente perecer ante una fuerza ajena a eso, pero por alguna razón toda esa destrucción se dio una vez más por él, Son gokú.




-a qué se refiere?.- la tímida voz se alzó débilmente, no comprendía por qué hablaba de esa forma, estaba claro que ya sabía cuales eran sus intenciones, comprendía que la criatura podía ver a través de ella, pero antes que dar respuestas, solo parecía traerle gracia, incluso lo disfrutaba.

-a diferencia de mis hermanos; yo puedo sentir con facilidad lo que se esconde en cada corazón...- el dragón explicó, sus fauces se abrieron y mostraron las llamas que dentro de él aguardan, unas llamas que podrían se mágicas ante tan inusual forma de consumirse, algo nuevo se presentaba ante ella. podría decirse que por primera vez observaba algo del poder que se guarda la criatura dentro de esa prisión, no obstante no todo podría ser así, porque mientras inconsciente se acercaba al reconfortante calor, una extraña sensación le hizo detener sus pasos en seco.

 -a diferencia de mis hermanos, yo me alimento del miedo.- siguió diciendo, entonces para sorpresa y horror de la chica; una segunda boca se abrió, más arriba de la abertura que se mostraba en medio de la oscuridad. Ahí en ese instante comprendió que la figura dorada que se muestra en el exterior está bastante alejada de la monstruosa apariencia que cobijan las tinieblas y  aunque no tenía llama alguna en esas nuevas fauces, si que le hizo temer por alguna razón, si que le hizo oprimir su corazón y lo único que pudo hacer ante tal intimidante y vaga muestra de su verdadera forma fue retroceder lentamente. -y ver nacer miedo en un corazón como el tuyo es un verdadero placer, es un privilegio para mí, pero...

...todo el odio y temor que se guarda en ese mono, es mi mayor tesoro.- 

fin del capítulo 22.






bueno, ya me estaba tardando en publicar esta historia y, pues como siempre comenten y voten si les ha gustado, dejen sus opiniones respecto a este capítulo para ver en que puedo mejorar.

curiosidades:

como pudieron ver se habla poco del pasado del kokun dónde se hace referencia a las tres bestias dónde claramente una es aquella que vive dentro del sello y está obligado responder a las órdenes de goku.

también se muestra parte de la forma en que el dragón piensa, dónde como dijo goku, un corazón gentil es bastante escaso, pero parece que el temor y corrupción que puede consumir a un alma como esas es deleite para algunos, cosa que claramente es lo único que se menciona atrae a la bestia.

parece que hit ya sabía de las supuestas bestias que llegaron a considerarse deidades en un cierto punto, al vez gokú le habló de ellas en el pasado.

goku no pudo ganar esta vez.

hay algo que aclarar, el texto que escribo también es utilizado para los videos dónde claramente utilizo loquendo para la voz que narra, entonces escribo "gokú" en lugar de "goku" ya que pues de esa manera se detecta el acento en el programa y no suena tan raro, así que como me da pereza editar todo el texto otra vez simplemente lo dejo así, no es por gusto.

como siempre espero que estén bien y sobre todo gracias por leer.

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