Cumpleaños de Shoto (4 meses)
— ¡Buenos días, Melody querida! — La tricolor solo sonrió tímidamente. — ¿Sabes qué día es hoy? ¡Es el cumpleaños de papá! ¿Despertarías a papá?
Izuku colocó a su hija en la almohada de su esposo. Al ver el cabello largo de su padre, lo agarro fuertemente y los llevo a su boca.
— ¡Mi amor, no! Jajaja... — El peliverde río suavemente. Al ver que hizo a su mamá reír, sacó el mechón de su boca y lo jalo lo más fuerte.
— Nng... — Shoto había despertado por el dolor de su nuca. — Auch... ¿Cómo está la niña más preciosa? — Habló ronca, algo que desoriento a la pequeña. Esa no era la voz de su papá. — ¿Por qué esa cara?
— Se asustó, mi amor. No conocía tu voz mañanera... ¡Feliz Cumpleaños, amor de mi vida!
Lo besó delicadamente, duró algunos minutos el beso. Melody solo veía eso acto curiosamente, aunque sus ojitos tenían la forma de los de Shoto, con su rostro reflejaba la inocencia y curiosidad de los del peliverde.
— ¿Qué quieres hacer en tu día, amor? — preguntó Izuku.
— Lo de siempre, pasar tiempo con mis personas favoritas. — Shoto prendió la televisión para poner música infantil... — Me gustan las canciones infantiles, son divertidas, ¿No, Melody?
La tricolor río como cualquier bebé. Jugaba con una medusa de muchos colores, formas, texturas, era su juguete favorito. Además del pelo de su papá.
El teléfono de Izuku empezó a vibrar.
— ¿Hola...? Sí... Bien, perfecto.—- El peliverde se paró, agarró la bata y bajo al primer piso. Demoró algunos segundos, pero volvió a la habitación con una bandeja y el desayuno. — ¡Feliz Cumpleaños Shoto Todoroki, el mejor esposo y padre del mundo!
— Jajaja.... ¡Gracias, mi amor! — La bandeja contenía varios postres, flores y una taza con una foto reciente de Melody con sus rizos despeinados y un pijama del héroe Shoto. La bebé empezó a babear la frente de Shoto... — Aww... Gracias, hija.
El día había llegado a su fin, pero para Melody no. Luchaba por no quedarse dormida y jugaba con su sonajero en su cuna.
— Amor... Melody está despierta... - Izuku le codeaba al bicolor, que dormía plácidamente. — Ve tú... — Silencio. Se quejó, el bicolor estaba totalmente muerto. — Agh, yo voy a ir...
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