La notas resuenan otra vez
Se han acabado mis acuarelas.
La tinta de mi pluma no es suficiente...
Mi mano tiembla por el exceso de café y tabaco que hay en mi interior.
Estas mismas manos temblorosas intentan sostener mi casi vacio tazón de sopa, no puedo, esta vez no, ya no puedo seguir adelante. El tazón cae en mis muslos y después de él voy yo. Caigo hecha un ovillo a un próximo charco de lágrimas y sangre.
¡NO PUEDO! ¡YA NO QUIERO!
Estoy muy lejos de alcanzar mis medicamentos.
Mi psiquiatra dice que todo esto es normal. Pero no, no es así. En mi mente se escuchan gritos ahogados que no hacen más que hacerme sentir peor.
No me importa si lo que escribo tiene cohesión y coherencia, ya no quiero ni pienso continuar.
>> Papi. ¿Puedes venir ya por mi?>>
Maldito sea el día en que aprendí lo que era la vida.
Maldito sea el día en que sus ojos él cerró.
¡Y BENDITO SEA EL DÍA EN QUE MUERA YO!
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