Completo
Esta historia es un sonfic. Estaba escrita para un concurso, en donde se tenía que hacer una pequeña historia basándote en una canción— que te asignaban, claro— la que me asignaron a mi fue "At my best", de Machine Gun feat Hailee Steinfeld.Si quieren escucharla, está arriba en multimedia, traducida al español.
No quedé entre las mejores, sin embargo eso no me desanima, me hace querer perfeccionar. Y como a mi me sigue gustando la historia, igual la publicaré.Esta historia la dedico a @@-Nieams- que está cumpliendo años. Te quiero we <3, ojalá cumplas muchos más.
NessaAlister21 Gracias por darme la idea para esta historia. Ella existe gracias a ti. <3 Te quiero
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—¿Listos chicos? —interrogó Tyler, mi nuevo productor musical y el de Clara con una gran sonrisa, se le ve muy emocionado al parecer.
—Obviamente —respondió Clara sin siquiera dudarlo, esta chica en serio tiene confianza.
La admiro por mostrarse siempre firme.
—¿Luke? —preguntó en mi dirección.
—Yo-yo, creo que... —titubeé, estaba demasiado nervioso— Creo que mejor iré a tomar un poco de aire —solté con un gran suspiro.
—Pero... —Empezó a decir Tyler, no obstante, lo interrumpí.
—Perdón, Tyler. En serio discúlpame, necesito aire por favor —dije en tono de súplica.
—Está bien, solo cinco minutos —dijo agarrándose el puente de la nariz en señal de estrés.
Subí de dos en dos los escalones a la terraza, y gracias al cielo, el ambiente era fresco afuera del estudio. Sin embargo, yo solo caminaba de un lado a otro intentando calmarme, inhalando y exhalando profundamente, me temblaban las piernas, tenía taquicardia, en serio necesitaba calmarme si no quería que me diera un desmayo.
—Dios, pareces una foca con epilepsia —dijo una voz que conocía muy bien a mi espalda con tono risueño, solo voltee lentamente sobre mis talones con las cejas arrugadas de fastidio para visualizar a Clara sonriente.
—Mira quien habla, señorita «vomito justo cuando vamos a empezar el concierto» —objeté haciendo énfasis de comillas en el aire.
—Touché. —Negó con la cabeza riéndose, y luego caminó hasta estar justo a mi lado—. Eres tierno hasta cuando intentas ser rudo, esa faceta de chico con tatuajes y piercing no te queda.
—Pff claro que sí, puedo ser tan rudo como quiera —alardeé—. El otro día le pedí a una señora la hora, y cuando me vio, empezó a gritar como loca que la iba a robar —narré haciéndola reír—. Ese día casi voy a la cárcel.
—Obviamente que lo va a ser, la gente se deja guiar por las apariencias, pero cuando uno te conoce bien, sabe que no serías capaz de matar ni una mosca.
—A los mosquitos sí —bromeé ganándome una rodada de ojos por su parte—. ¿Qué? Los malvados quieren mi sangre, son unos minúsculos vampiros, yo lo sé.
—Ja. Ja. Ja. Muy gracioso. —No parecía que quisiera reírse, pero en mi interior sabía que no aguantaba la risa.
Luego de eso, nos quedamos en silencio, nos apoyamos en el muro que resguardaba aquella terraza, para luego posar la vista fija el horizonte, solo podíamos ver una gran ciudad, carros, personas, un pedacito de vida en cada acción que ocurría. Sabía que habían pasado más de cinco minutos, sin embargo todavía no me sentía listo.
—Tienes miedo ¿cierto? —afirmó aun con la mirada fija en la ciudad.
—Tal vez.
—No digas tal vez, sé que tienes miedo —dijo con una expresión grave, aún sin voltear la mirada.
—¿Ah sí? ¿Cómo lo sabes? —pregunté con desgana.
—Primero soy tu amiga, te conozco. Segundo, yo también lo tengo —admitió llamando mi atención.
—¿Cómo puedes tener miedo si te muestras tan segura? —interrogué sorprendido.
—Las apariencias engañan —justificó más para ella misma que para mí.
Solo asentí levemente de acuerdo con ella.
—Esta canción representa mucho para mi ¿sabes? —confesé y ella solo asintió como si ya lo supiera—. Lleva una gran parte de mí en ella y sé que también de ti, y no es que todas mis canciones no lleven algo de mí. Es que simplemente esta muestra algo demasiado profundo y evoca cosas que no sé si quiero recordar —estaba hablando muy rápido por lo que hice una pausa, y luego añadí—: es parte de mí ser y no sé si quiero compartirla al mundo.
—Comparto el sentimiento —confirmó y ahora si se volteó para mirarme con expresión grave —. ¿La extrañas?
—¿A quién?
—Sabes a quien.
Y tenía razón, lo sabía.
—Tengo cinco años sin verla.
—Eso no responde a mi pregunta, ¿la extrañas? —volvió a preguntar Clara.
—Si —contesté.
—Entonces ¿por qué no la buscas?
—Porque tengo miedo de no haberla perdonado por sus errores o peor aún que ella no lo haya hecho con los míos.
—Pero tampoco la haz buscado, el que no arriesga no gana. Además, de eso se trata la vida y tú más que nadie lo sabe, todos cometemos errores, pero debemos aceptarlos.
—Bueno, es cierto —dije— ¿Por qué siempre tienes que tener tan buenos consejos?
—Soy tu amiga —repitió como si fuera la cosa más obvia.
Respiré profundo, y ya no existía la taquicardia, no me sudaban las manos, y no me temblaban las piernas. Hablar con Clara me había calmado, no sé qué haría sin esta chica como amiga.
—Estoy listo —afirmé, más seguro de lo que me había sentido en años.
—¿Si? —Asentí a lo que ella respondí con una sonrisa contagiosa—. Entonces vamos.
Me esperaba que en el estudio de grabación, Tyler me recibiera con mala cara. Sin embargo, estaba demasiado alegre, creo que me gusta más este productor musical que el anterior, en serio se ve una persona amable.
—Ahora sí, vuelvo a preguntar ¿están listos chicos? —dice Tyler con entusiasmo.
—Obviamente —respondimos Clara y yo al mismo tiempo con seguridad.
—Muy bien, entonces empecemos —dijo aplaudiendo en el aire.
Entramos a la sala de captación —o simplemente estudio— y Tyler se quedó en la sala de control con su equipo, Clara se sentó primero en su respectiva silla, se puso sus auriculares, luego yo me senté justo en frente de ella y me puse los míos. Miré a Clara y con los ojos me dio una señal de aliento, la que recibí con gusto y también di las gracias con un asentimiento, estábamos listos.
Esperamos la señal de la música. Cerré los ojos, respiré inhalando todo el aire que me fuera posible, y esperé a la música se apoderara de mi alma.
Y empecé a cantar.
Hablé de los errores humanos, hablé de las virtudes, hablé de que podemos caernos pero también podemos levantarnos, dejé cada pedacito de mí mientras cantaba, Expresé que nadie es perfecto, que así es la vida. En la letra hablaba sobre las almas solas, vacías, sin vida. Que no encontraban un rumbo fijo, esas almas que son como yo, a pesar de todo soy un alma sola, me refugio en la música como el que fuma lo hace en el cigarrillo, es una adicción y una forma de vida.
Dejé que la música fluyera por todo mí ser, sacando todos los sentimientos que tenía acorralados y encerrados en la jaula de mi corazón, y nunca había dejado escapar. Escuché a Clara cantar, cantaba como un ángel. En ningún momento abrí los ojos. Sentí cada latido de mi corazón, latiendo al ritmo de la canción, eufórico, por hacer lo que me gustaba. Percibí cada descarga eléctrica que enviaban mis nervios en reacción. Sentía el flujo de mi propia sangre, así como también sentía la armonía de mi propia alma combinándose con la melodía musical. Mi voz y la de Clara vibraban con la música, escuchaba cada nota, cada silencio, cada acorde. Hablé desde mi alma, no solo con la letra, si no con la misma música. Y la sentí, que era lo importante de hacer música, sentirla.
Cuando terminé, abrí los ojos y vi borroso, me di cuenta que eran mis propias lágrimas, miré a Clara, también estaba llorando, la abracé y le dije lo gran amiga que era, ella solo me respondió que también me quería a pesar de todo.
Cuando pasamos la euforia, salimos, Tyler nos felicitó, estaba más feliz que nunca, nos dijo que había salido excelente y que lo mejor era que solo había sido el primer intento, propuso un brindis a lo que aceptamos contentos, y dijo que el pagaba todo a lo que todos los del estudio respondieron gritando con alegría, y se formó un barullo por la euforia repentina que se había creado. Luego llegó una chica rubia —al parecer la secretaria de Tyler— y le dijo algo al oído a lo que él solo asintió y luego me llamó.
—Luke —dijo yo solo me acerqué esperando a que me dijera algo—. Me acaban de decir que te buscan allá afuera ¿esperas a alguien?
—No. —Negué arrugando las cejas—. Pero igual iré a ver.
—Luke, espera —dijo Clara deteniéndome, la castaña se veía nostálgica y a la vez feliz si es que eso podía ocurrir—. Yo solo quiero que sepas, que pase lo que pase cuando cruces esa puerta, yo siempre te apoyaré.
—Okay... —dije un tanto confundido y me dirigí afuera a ver quién me buscaba. Después de todo, mi amiga podía ser una sentimental a veces.
Cuando salí no había nadie más en el pasillo que una señora volteada viendo una pintura en la pared. Tosí para alertarla de mi presencia y al parecer se sobresaltó. Y empezó a rodar sobre sus talones.
—¿Me buscabas a... —No terminé la frase cuando vi quien era.
Me quedé estático, sentía que no me podía mover, sus ojos azules se encontraron con los míos idénticos a los de ella. Y simplemente los dos nos quedamos sin habla.
Ella se puso una mano en los labios y sus ojos se cristalizaron, los míos también. Me tomé el tiempo para detallar su cabello dorado, siempre había dicho que parecía un sol, ahora lo llevaba más corto, pero incluso así, se veía como uno.
No supe que decir, y entré en pánico, ¿qué pasaba si aún no me había perdonado? Porque sinceramente, ya me di cuenta que yo si la había perdonado, y desde hace un tiempo mi corazón se había librado de todo rencor, ¿Qué pasaría si ya no me quería? ¿Si yo la había perdonado pero ella no a mí? ¿Qué pasaría si todavía no se sentía orgullosa?
Todas esas preguntas quedaron en el aire cuando se acercó rápidamente a mí y me abrazó, no supe cómo reaccionar, todavía seguía como una piedra. Sin embargo, cuando un fuerte aroma floral se apoderó de mis fosas nasales, y me recordó a todos los momentos junto a ella, las cenas, cuando cultivaba flores en su jardín y me cantaba, cuando me besaba en la frente porque me había lastimado. Todo. También recordé los momentos malos, así como nuestra pelea y cuando me fui de la casa, dejando su corazón roto y parte del mío, sin embargo, solo se sentía como recuerdos borrosos, ya no sentía la misma daga en la herida.
Así que le devolví el abrazo, intentando darle toda la misma devoción que ella me concedía, la abracé con fuerza, no fue incómodo, en estos cinco años, había crecido tanto como para llevarle una cabeza de altura, y no obstante, aún en sus brazos, me sentía protegido.
Cuando nos separamos, la miré a los ojos, leí en sus labios mi nombre, y yo solo le respondí con un asentimiento, mirándole a los ojos fijamente, preguntándole con la mirada todas las incógnitas que me perseguían, todos mis miedos, porque sé que lo entendía, ella era mi madre y siempre me entendía, aunque no le hablara.
Solo me respondió con un asentimiento, y una mirada llena de cariño.
Esa mirada y ese gesto, cambiaron todo.
Por fin me sentía libre.
Mi madre me había perdonado, y con ella y mi música me sentía bien de nuevo.
Me sentía completo.
FIN
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