OSO
La chica estaba terminando de preparar su maleta, intentando meter todo lo necesario en el pequeño espacio. Suspiró. Sabía que no le iba caber todo, tendría que hacer varios viajes desde la antigua casa de sus padres a su nueva casa.
Al entender cerrar la maleta, sentándose sobre ella, se percató de que había dejado algo fuera. Sin dudarlo, se levantó de la maleta y cogió el oso de peluche que descansaba en una de las estanterías. Un oso de peluche algo antiguo, con algunas zonas con falta de pelaje y un botón como ojo debido a la caída de este.
Una pequeña sonrisa se instaló en su cara. Aún recordaba cuando llegó ese peluche, antes con pelaje brillante y ahora apagado por el paso del tiempo. Tenía casi tres años y era Navidad, paseando por un mercadillo navideño con sus padres vio el oso y se quedó prendada por ese juguete tan brillante, de ojos negros, camiseta azul y sonrisa cariñosa. Una semana después, ese oso apareció por arte de magia debajo del árbol de Navidad de la niña, convirtiéndose en su mejor amigo por muchos años.
Se sentó en la mecedora dejando el oso en su regazo. No iba a dejarlo ahí, estaba claro que iría con ella. De un modo u otro siempre estuvo cerca de ella y, pese a que fuera una tontería, quería que estuviera con ella en su nueva etapa en la vida.
Acarició la cara del oso y no pudo evitar sonreír al ser invadida por miles, millones de recuerdos que la hicieron y la hacían feliz. Desde ese primer abrazo la mañana de Navidad, las tardes jugando en el parque y a los disfraces, hasta las lagrimas que el oso soportó cuando la chica tuvo su primer desengaño amoroso.
Se levantó con cuidado de la mecedora y dejó al oso en esta. Luego, se acercó al tocador y buscó algo en el pequeño joyero celeste y plateado, en el que guardaba sus mejores tesoros. Sonrió al encontrar lo que buscaba, la pulsera que se hizo con catorce años, la cual simplemente contaba con un hilo atado a un botón. Un botón idéntico al que el oso tenía como ojo.
Con cuidado, cogió el costurero de la casa y buscó un hilo resistente. Más tarde, volvió a la habitación y procedió a rehacer la pulsera. Una vez lista se la colocó en la muñeca y sonrió, para luego coger al oso.
Abrió la maleta, la cual luego costaría mucho cerrar, para luego colocar al oso entre la ropa, le acompañaría en su nueva vida, porque, aunque fuera un simple oso, estuvo con ella desde prácticamente siempre, y nunca lo dejaría olvidado.
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¡Hola a todas y todos! Os dejo aquí este relato pedido por @IvetteMorales572 , ¡espero que te haya gustado!
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Bueno, ¡nos vemos más adelante con otro relato nuevo! Ya sabéis que, si queréis algún relato en específico, solo tenéis que pedirlo
¡Un abrazo!
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