09
Eiden Myers
La razón principal por la cual me inquieta tanto que Ángel lea mis pensamientos es lo que pueda descubrir si me descuido. Mi mente guarda más secretos que solo los míos.
—¡Trey! —suelto por lo bajo mientras lo arrastro lejos de Ángel—. ¡¿Qué te pasa?!
—No le estaba coqueteando, lo juro.
—¡No trates de desviar el tema! —intento mantener el tono lo más bajo que puedo porque no quiero montar un espectáculo—. Te vi. ¡Te vi, Trey!
—¿Y qué?
Normalmente mantengo mis emociones a raya por la inestabilidad que me otorgan, pero ahora mismo me gustaría propiciarle un puñetazo en su cara de idiota. Sí, esa que se ve como la mía.
Algunos de nuestros compañeros nos pasan por al lado, un recordatorio de que no estamos solos. Opto por callarme antes de soltar alguna barbaridad.
—Hablaremos en casa —finalizo antes de darle la espalda.
Me adentro en el salón negando con la cabeza. ¡Si algún día nos descubren será culpa suya! Sohan siempre está vigilándonos. No sé las razones por las que nos creería raros cuando él es el lunático. En fin, suspiro y trato de despejar mi cabeza.
Ángel y Teo entran conversando sonrientes. Los observo sentarse y luego veo como entra el profesor García para comenzar la clase de Geografía. Mi compañera de enfrente se gira a buscar sus libros y nuestros ojos coinciden.
¿Cómo puedes sentirte tan vulnerable ante una mirada?
Me siento expuesto ante esas esmeraldas curiosas. ¿Será por qué he pasado mucho tiempo resguardándome en mi interior? Tengo miedo de que llegue al punto en que me descubra pieza por pieza. De que me vea.
Volteo la cara y pretendo atender al profesor. Ángel vuelve a su posición y es en ese entonces que puedo relajarme un poco.
Echo otro vistazo de reojo a su mata de cabello azabache. Apuesto a que aún no puede escuchar mis pensamientos.
¿Cuál es el efecto real de un simple contacto físico? Una semana atrás no me hubiese creído que estaría persiguiendo a una chica para darle un beso en la cabeza. Madre mía, ¿en qué me he convertido?
Paso la mano por mi rostro y exhalo por lo bajo, para que el profesor no crea que su clase me parece aburrida, y me dispongo a ponerle lo que me queda de neuronas.
¿Por qué el tiempo pasa más lento cuando deseas lo contrario?
***
Dejo mi bandeja y salgo del comedor. Veo a Ángel y a Dean conversando en el pasillo. No me voy ni a meter después del numerito que he montado esta mañana con lo de "pequeña saltamontes". Menudo papelazo. Así que continúo mi camino. No obstante, me detengo abruptamente a la mitad.
Ese chico que viste el uniforme del equipo... no es Dean.
¿Qué diablos hace Trey hablando con Ángel?
La quiere conquistar, o está pensando cosas peores. El cuentito de la amistad no me lo trago. ¿Por qué me tocó un hermano así?
Bueno, no puedo ser tan dramático. Tal vez, no es nada malo. Tal vez... ¡Arg! ¡Pero lo conozco demasiado bien como para no fiarme!
Dejando a un lado mi debate interno, tomo unos pasos discretos hacia ellos. Leer la mente de Ángel es misión imposible, así que me concentro en Trey.
«Si esta chica hace que mi hermano pueda implantar sus pensamientos en mentes ajenas, estoy seguro de que podrá ayudarme con mis habilidades. ¿Qué tan complicado puede ser?»
Seriamente creía que mi hermano era más listo.
Presto más atención para no perder ni un pensamiento y...
¿Qué?
—¡Mira, Ángel! Eiden ha venido a vernos.
Pestañeo. Estoy frente a ellos. Estoy... junto a ellos. Cómo... ¡¿Cómo yo llegué hasta aquí?!
—¿Qué te trae por acá, hermanito?
Trey capta mi atención, de nuevo. Giro apenas la cabeza y me quedo mirando su sonrisa ambigua. Todo cobra sentido.
Ese estúpido ha... No puedo creer que realmente lo hizo.
—Tú, Trey —le respondo, entornando los ojos—. Mamá me ha dicho que hay gatos en la casa.
Me siento súper ridículo cada vez que digo eso. Se ve que el código lo inventó él.
—¿Ahora? —Trey ladea la cabeza hacia la derecha, disimuladamente apuntándola a ella.
—Sí —digo entre dientes—. Ahora.
No necesito leer la mente de Ángel para saber que no entiende un carajo. Y como si fuese su novio tóxico, alejo a mi hermano —por segunda vez en el día— y lo arrastro por el pasillo. Continúo agarrando su brazo mientras subimos las escaleras y nos detenemos en la azotea.
—¿Qué crees que estás haciendo, Trey? —Me enfrento a él, molesto—. ¿Jugando? ¿Acaso crees que eso es lo que yo he estado haciendo con ella?
—¿Y por qué quieres tenerla para ti solo? ¿Es tuya?
—¡Ángel no es un trébol de cuatro hojas ni un Cerebro que potencia poderes!
—Pero sabes que tiene algo. ¡Tú mismo fuiste el primero en creerlo!
—Dime, Trey. —Y me acerco a él dispuesto a susurrar—: Primero te apareces de la nada en medio del pasillo cuando todos los alumnos se están movilizando por él. Luego me juegas una "bromita" con el mismo truco. ¿Crees que Ángel hace todo eso? Deberías darte más crédito, hermanito.
Él me empuja con cierta fuerza —la suficiente como para alejarme de él— y bufa.
Si hay algo que a Trey le es más difícil que las Matemáticas, es admitir que está equivocado. Mula terca. Siempre dejándose llevar.
—¿Podrías no hacer más burradas por hoy? —inquiero enarcando un ceja.
Mi hermano hace un ademán con la mano indicándome que vaya primero y eso hago.
Sé que ha sido muy difícil para Trey tener una habilidad que no sabe controlar. No sé cómo se siente cuando despiertas un día por la mañana y las manecillas del reloj se han detenido; y te encuentras rodeado de personas estáticas. Pero si hay algo que comprendo es lo duro que es sentir que no tienes control sobre ti mismo. Y sumirse en la desesperación por buscar una "solución". Entiendo que entre sus más descabelladas ideas estuviera pasar tiempo con Ángel. No obstante, no lo justifico. Sigue siendo descabellado creer que solo eso haría algún cambio.
—No le dije nada a ella —musita a mis espaldas—. Por si querías saber.
Sonrío sin voltearme.
Terminamos de bajar y vamos en silencio hacia el salón.
Que no crea que esto termina aquí. Nos queda mucha plática por delante.
***
Estoy de pie, esperando afuera de la casa de la señora Morelos.
¿Quién no pudo ir a casa después de terminar la escuela? Exacto, yo.
Resulta ser que a mi hermano le dio por sacar a Bennett a no-se-dónde (sé que me está evitando el muy escurridizo) y entonces me tocó venir a recoger el pastel de fresa de mi madre. Porque a la señora María le cogió tarde para salir del trabajo y no pudo llegar a tiempo para recogerlo en la pastelería.
Yo solo digo que odio ser recadero.
—¿Haciendo recados también?
Su voz me toma por sorpresa. Pero mentiría si dijera que no esperaba encontrármela.
—Ángel, Ángel... —Mi mano aterriza sobre su hombro—. ¿Me estás "escuchando" ahora?
—¿Creerías en la respuesta que te diera?
Me mantengo en silencio, ella muestra una ligera sonrisa.
—Supongo que tendrás que confiar en mi palabra. No es como si pudieras corroborar... ¿no?
Detecto la mofa en su tono. Está tan ocupada regodeándose que aprovecho para... pues, podría decir vengarme. Aunque es más una cuestión de seguridad. Así que aprovecho para acercarme y besar/rozar su frente con mis labios. El olor a jazmín de su cabello invade mi nariz cual plaga. Tan difícil de exterminar...
—¡Oye! —Me mira con ojos asesinos—. ¡Pude haberte abofeteado!
—Y me alegra que no lo hicieras.
Justo cuando Ángel levanta la mano para darme el mejor manotazo que pudiese recibir mi vida... su abuela llega. ¡Salvado por la campana! O más bien por la puerta.
—¡Hola, Eiden! —La señora Morelos me recibe con una sonrisa—. Tu mamá me había llamado, entra, enseguida te doy el pastel.
—Abue, ¿cómo está mi hermano?
Volteo a ver a Ángel por la preocupación que percibo en su voz y me doy cuenta que también está por todo su rostro. ¿Hay algo mal con el pequeño Josh?
—Le di un buen jarabe natural y mi sopa de pollo. Lo dejé acostado en mi habitación leyendo un libro —le explica. ¿Acaso tiene un resfrío?—. ¡Pero pasen! No se queden afuera.
Me hago a un lado y entro detrás de Ángel. Su abuela se va a la cocina y ambos nos quedamos en silencio en la sala.
—Esto... ¿qué le pasa a Josh?
No sé ni porqué, pero intento entablar una conversación.
—Tiene una indigestión. Salió temprano de clase hoy por eso.
—¡Oh! Qué mal. —Asiento con la cabeza en señal de entendimiento.
Y... otra vez volvemos al silencio.
—¡Eiden!
Levanto la cabeza ante el llamado y me sorprende a ver a Josh en la sala.
—¡Hola, amigo! —le devuelvo el saludo, sonriente—. ¿Cómo te estás sintiendo?
—Estoy... mejor.
Noto algo raro en su tono. Pero le quito importancia.
—Eso es genial.
—Sí —concuerda Ángel—. Me asustaste, enano.
—Oye, Eiden... —Josh se acerca a mí y susurra—: ¿Puedo hablar contigo?
—Claro —afirmo casual—, ¿qué pasa?
—Mejor vamos a la habitación.
El hermano de Ángel me agarra del brazo y me lleva antes de que pueda responder. Su hermana me devuelve la mirada igual de confundida.
Después de entrar, Josh cierra la puerta y le pone el seguro. Yo pestañeo dos veces asimilando los hechos.
—Ok, ahora sí. —Y toma asiento en la cama.
—¿Qué es tan secreto que hasta tuvimos que encerrarnos para discutirlo?
Josh toma una respiración profunda y palpa el sitio junto a él en la orilla de la cama para que tome asiento. Aprovecho para adelantarme un poco acerca de lo que va a hablarme...
«¿Debería comenzar diciendo que no estoy enfermo o por comentarle sobre mi problema?»
¿No está enfermo pero sí tiene un problema que lo llevó a mentir?
«¿Acaso Eiden sabe por qué me late más rápido el corazón y se me agita el estómago cuando ella entra en el salón?»
Oh, no. No puedo creer que...
«¿Me podría aconsejar acerca de cómo comportarme cuando estoy frente a ella para no volver a hacer el ridículo?»
Trago grueso en el mismo momento en que Josh voltea el rostro hacia mí y abre la boca para hablar.
—¡Voy al baño un momento!
Ni siquiera lo dejo pronunciar una letra con mi inesperada salida. O fuga.
Cierro la puerta y apego la espalda a ella, exhalando con ligero alivio. De momento.
—¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?
Ángel se acerca rápidamente a interrogarme.
—Le dije que iría al baño —contesto, pasándome la mano por la frente. ¿Estoy sudando?
—Ah, entiendo... —suelta con cierta decepción—. ¿Entonces no sabes nada?
—Bueno... esto...
—¿Qué? —inquiere ante mi vacilación.
—Tu hermano...
—¿Mi hermano qué? —vuelve impaciente.
—Él está...
—¿Está qué? —Y se acerca más a mí, haciendo un ademán con la mano para que me anime a continuar.
—Ena...
—¿Ena? —repite ceñuda.
—Morado —agrego nervioso. ¿Por qué estoy nervioso?
—¡¿Se puso morado?! —Alarmada, abre los ojos de par en par y me empuja con una fuerza sobrehumana lejos de la puerta.
—¡Detente, mujer! —susurro. Agarro sus manos del picaporte y la llevo devuelta a la sala—. A tu hermano le gusta una chica.
La expresión de su cara cambia en menos de un segundo.
—¡¿Cómo?! —Su quijada casi toca el suelo—. ¿De verdad?
Yo asiento con la cabeza.
—¿Y por qué te lo dijo a ti y no a mí? —pregunta, tal vez más para ella que para mí porque se agarra del mentón, pensativa.
—Porque quiere que yo... —Otra vez pierdo el hilo de mis palabras.
—Eiden —dice mi nombre en plan: "acaba de hablar".
—Quiere que yo le aconseje al respecto.
Para mi sorpresa, esa respuesta no provoca ninguna reacción en ella.
—¿Y por qué no se los das?
No puedo creer que me pregunte eso.
—Porque yo...
Nunca he experimentado lo que se siente al gustar de alguien.
N o t a
¡Hola! Mil perdones por la demora. Pero me di cuenta de que este sería un capítulo importante, así que quería dedicarle un tiempito extra.
¿Qué dicen? ¿Se esperaban esto de Trey?
¿Y qué me dicen de Josh enamoradoooo? Muero de amorshಡ ͜ ʖ ಡ
Sus comentarios son bienvenidos. Muchas gracias por leer y apoyar esta historia ( ◜‿◝ )♡.
Cuídense mucho👋😷
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