Ladies and gentlemen

Hacia girar las llaves alrededor de su dedo indice mientras esperaba apoyado contra la pared, con una mano en el bolsillo, aguardando a que el camión de la descarga terminara de estacionarse.

Suspiró con fatiga, la jornada laboral aún no comenzaba y ya deseaba irse a casa.

Odia la rutina, odia esta rutina, era lo mismo cada semana.

Saludó al tipo del camión y a sus acompañantes, le ofrecieron un cigarro, lo negó con la mano. Uno de ellos subió al remolque y comenzó a pasarle las cajas a su compañero, este a su vez le pasó las cajas a él.

Una hora mas tarde, siete barriles de alimento para peces, y diez cajas apiladas en un grupo dentro del área de descarga, se despidió de los hombres.

Presionó el botón rojo junto a la pared, comenzando a bajar la persiana metálica. Mientras esta bajaba, volteó a ver las cajas dejó escapar otro suspiro. Separó las que eran pescado fresco para los animales de las que eran productos de limpieza y les colocó un adhesivo a cada una, una con la fecha de ingreso al establecimiento y además, para las que eran comida, un sticker circular rojo.

En total habían ingresado, siete barriles de alimento para los animales de los tanques, cinco cajas de pescado fresco y mariscos para los pingüinos, dos con productos de limpieza para la oficina y tres cajas con peluches.

Al comienzo no comprendió de que se trataba, creyó que tal vez le habían entregado esas cajas por error pero después de analizar la fecha que había escrito en las otras y haciendo memoria lo comprendió.

El día siguiente sería día festivo.

-Maldita sea.-Tomó su gorro y la jaló hacía abajo sin quitárselo de la cabeza, a modo de rabieta.-¿Cuando será el día en que este lugar cierre?.-Se tomó la libertad de patear una de las cajas para quitarse un poco de encima la rabia de tener que trabajar extra el día de hoy y el de mañana.

Acomodó en la bodega correspondiente los barriles y guardo los pescados en el refrigerador. Sólo le quedaba llevar esas ultimas cinco cajas a la oficina.

Se subió las mangas de su uniforme hasta el codo y las apilo una sobre la otra, iba a intentar llevarlas todas juntas. Se agachó preparado para levantarlas y vio pasar a su amigo por el pasillo de enfrente, casualmente, en la misma dirección a la que él debía dirigirse. Una sonrisa se estampo en su rostro, su trabajo podría hacerse más leve.

-¡Hey!, ¡Shachi!, ¿Me echas una mano?.-No recibió respuesta, sólo oyó los pasos de su compañero alejarse.-¡Shachi!, ¡Regresa!.-Fue ignorado nuevamente.-Idiota.-Murmuró.

Se agachó y tomó las cajas. Tambaleándose, logró ponerse de pie. Las cajas no eran tan pesadas, después de todo, tres de ellas contenían muñecos de felpa, no debían pesar mas de veinte kilos entre todas. El único problema que tenía era que no podía ver por donde caminaba.

Se le cayeron, se le abollaran, lo hicieron tropezar y chocarse con la pared. Las pateó con enojo, las volvió a recoger, maldijo en su interior una y otra vez hasta llegar a la oficina.

Oyó la voz de su amigo cantando desafinadamente.

-Hey, intento de Ichiji, abre la puerta idiota, tengo las manos llenas.-No recibió respuesta. A regañadientes, apoyó las cajas sobre su muslo, flexionando su pierna en el aire y manteniendo el equilibrio, alargó una de sus manos y logró girar el picaporte. Una vez abierta la puerta, acomodó las cajas e ingresó.

En cuanto Shachi lo vio se acercó a ayudarlo. Le retiró las primeras dos cajas.

-¡Buen día!.-Dijo el pelirrojo sonriente.

-Ya era hora de que te dignaras a ayudarme.-Le reprochó.

-¿Qué?.-El pelinegro se percató de que estaba utilizando auriculares. Rodó los ojos.

-¿Como haces para estar tan feliz un lunes?.-Lo rodeó y camino hasta el final de la habitación, dejó las cajas junto a la puerta del depósito, Shachi lo imitó.

-¿Qué dijiste?.-Volvió a preguntar.

Penguin tomó uno de sus auriculares y se lo quitó de la oreja.

-Que no grites, idiota.

-Ah.-Tomó el otro auricular y se lo quitó.-Lo siento.

Buscó las llaves del deposito mientras se miraba una de sus manos, se había raspado los nudillos contra una pared en el trayecto hacía la oficina. La abrió y la cerró un par de veces, le ardía.

''Genial, ya comenzamos una buena semana de mierda'' pensó.

-¿Para que son?.-Preguntó su amigo refiriéndose a las cajas que no llevaban etiquetas.

-Son peluches.

-¿Peluches?.

-Si.-Encontró las llaves.-Son para obsequiar a los primeros treinta en comprar entradas para el show de los pingüinos.

-¿Y que hay del maravilloso tour por el acuario?.-Sonrió con soberbia.-¿No hay nada para mis fans?.

-Si tuvieras alguno, tal vez si.-Abrió la puerta.-Y tu mamá no cuenta.-Se agachó y tomó las cajas.

-jajaja.-Río irónicamente.-Que chistoso.-Lo imitó. Ingresó con él al depósito.

-Como sea, mañana es día festivo.-Acomodó las cajas en un estante.-Vendrá mucha gente, te lo aseguro.-Terminó con la última caja y volteó hacia su amigo.-La gente común tendrá el día libre, los esclavos, como nosotros, trabajamos.-Caminó hasta la salida. Una vez que Shachi estuvo fuera, le echó llave.

-Ah.-Entendió de que iba la cosa.-Por eso los peluches.

-Así es. Avísale a tu madre que le guarde un lugar en primera fila.

-¿Cuál es tu problema con mi madre?.-Pregunto molesto, le dio un puñetazo en el brazo.

-¡Es en serio!.-Habló entre risas. Metió la mano en su bolsillo y quitó su celular, lo desbloqueo.-Ella me pidió que le reservase un asiento, mira.-Buscó la conversación y le enseñó los mensajes.

El pelirrojo leyó con el ceño fruncido.

Mientras el chico leía, Penguin recordó por que aún no había renunciado al acuario ''All Blue'' y eso se debía a su compañero en el crimen y mejor amigo, Shachi. Era gracias a ese infeliz que las jornadas se le hacían más leves y divertidas, aveces incluso sentía el tiempo volar cuando tenían la oportunidad de hacer una de las suyas durante el horario de trabajo.

Recordó una vez que debido a que Shachi perdió una apuesta, intercambiaron puestos y fue él quien tuvo que presentar el show de los pingüinos mientras Penguin daba un tour.

Esa vez se quitó la duda de como sería rotar de puesto. Se dio cuenta de dos cosas importantes ese día, la primera que la gente se creía cualquier idiotez que una figura uniformada le dijera y la segunda que nunca en su vida iba a tener hijos, no les tenía ni una pizca de paciencia.

Una niña, una muy inquieta niña que no había parado de preguntar en todo el maldito tour, le había preguntado el por que no tenían tiburones blancos y él le había respondido que porque esos se comían a las niñas que hacían muchas preguntas.

Por otra parte Shachi había sido atacado por los pingüinos y sido el objeto de burla de sus compañeros de trabajo por dos meses.

Sin duda estos dos eran una dúo de los mejores y sabían muy bien como divertirse.

El pelinegro le tenía un aprecio puro y real, habían sido amigos desde mocosos y habían pasado tanto la primaria como la preparatoria juntos, se conocían como la palma de sus manos y nunca habían peleado más que por idioteces, nunca llegando a mayores.

Y en cierto modo Penguin valoraba muchísimo eso, más que nada porque él tenía un carácter muy de ''mierda'' como su amigo pelirrojo le decía, y el hecho de que aún permaneciera a su lado después de tanto tiempo solo demostraba que la amistad que tenían era más que verdadera y que Shachi tenía un corazón de oro y la paciencia de una madre para no mandarlo al diablo cada vez que él le daban sus rayes.

Era tan cercano a él que casi lo consideraba un hermano, el único motivo por el cual no lo hacia era porque tenía un historial con su hermana.

Un historial que lo perseguía hasta el día de hoy y no podía quitarse de la mente ese asunto ni por un segundo.

Aún la mantenía como fondo de pantalla en la pantalla de inicio de su celular, se negaba a quitar esa hermosa imagen en la que ambos estaban abrazados, él abrazándola por la cintura y ella, sonriente, sentada en su regazo.

Era una astilla en su corazón que lo amargaba cada día más, se sentía como un idiota cada vez que recordaba el motivo por el cuál habían terminado.

Se mantenían en contacto con regularidad, ya no hablaban todos los días como solían hacerlo pero tampoco era que se evitaban. Muy de vez en cuando se veían, en general, Shachi era el que la visitaba, pero en ciertas ocasiones era ella la que se acercaba hasta su departamento para ver que tal andaba su hermanito.

Aunque...había pasado ya casi un año sin verla.

En su momento había considerado que terminar era lo mejor, pero al cabo de un mes ya se estaba retractando.

Se decía a él mismo que haber terminado con (Tn) había sido el peor error que había cometido hasta el momento en su joven vida.

La hora de trabajar había llegado, ya habían tomado un reconfortante café antes de iniciar la jornada y luego de guardar los folletos que repartirían esa misma noche para el evento del día siguiente, se dirigieron a sus respectivos puestos de trabajo.

Caminó por el angosto puente hasta la plataforma circular en el medio de aquel tanque rodeado de una ambientación invernal, varios de sus amiguitos comenzaron a mover sus aletas a modo de saludo.

Ese era otro motivo por el que no renunciaba, estas pequeñas aves no voladoras eran su debilidad.

Contó cinco en la superficie, miró fugazmente hacía abajo del agua, asomándose a los bordes de la plataforma, pudo ver a otros cinco nadando en el fondo. Perfecto, estaban todos.

Dejó sobre el suelo las cajas plásticas con los juegos, acomodó unos aros de colores sobre el suelo y se colocó los auriculares con micrófono de manos libres.

-¿Me oyes bien?.-Le preguntó a Clione.

-Si.-Respondió desde los paneles.

-Genial, ¿Probamos las luces?.

-Ya hice el chequeo, todo esta funcionando de perfección hoy.

-¿En serio?.-Preguntó sorprendido.-Que extraño, siempre hay algo que se descompone.

-Parece que será una buena semana.

-¡Ja!, ya quiero ver eso.

-Iré al baño antes de comenzar. Tienes diez minutos libres, Penguin.

-¡Oye!, ¿Como te dije que debes llamarme cuando estoy en la sala?.

-No te llamaré amo.-Dijo poniéndose de pie y caminando hacia la puerta.

-¡Jala la palanca, igor!.-Dijo elevando uno de sus puños, empoderándose.

-Ni en tus sueños, idiota.-Salió del panel de control, dejándolo solo.

Retomó su postura normal y se encogió de hombros, quitó su celular del bolsillo para pasar el tiempo hasta que la función comenzara.

Le escribió a Law para comentarle sobre la propuesta de ir a ver a Enel en su cumpleaños pero supo que era casi imposible que le respondiese. Nunca tomaba el celular y las pocas veces que si lo hacia era para dejarlo en visto o responderle un ''estoy estudiando, ahora no puedo hablar'' o un ''Te llamo más tarde''.

Trafalgar estaba demasiado centrado en sus estudios como para prestarle atención al mundo que le rodeaba, algo que él no podía entender, ¿Como hacía para estudiar tanto sin desear la muerte?, sin duda el ojigris sería uno de los mejores doctores que la ciudad de Raftel podría tener.

Le envió un meme a Shachi y respondió un par de mensajes del grupo ''La alianza'' entre los cuales destacó el de Luffy que preguntaba si alguien del grupo tenía auto para que lo llevase al festival de la carne que tendría lugar el fin de semana en otra ciudad, Ussop preguntando si alguien estaba con ánimos de echarse unas partidas de Thriller Bark y extrañamente, Zoro había hablado para hacer planes el sábado. Había preguntado si a alguien le parecía bien ir a tomar algo el sábado por la noche a un lugar llamado ''Spiders Café''.

Estaba a punto de responderle cuando otro mensaje le llegó, leyó dos veces el nombre del chat para poder creerselo, en general era él el que comenzaba las conversaciones.

(Tn) le había hablado.

''Hola, Pen. Buen día.''

''Buen día'' le respondió al instante. ''¿Como estas? :)''

''Bastante bien, ¿y tú?''

''No me puedo quejar, aún respiro y no me han echado del trabajo por ahora''

''Me alegra que aún conserves tu trabajo''

''¿Y no te alegra que aún respire?''

''Ah, si, eso también.''

'':/''

''Hey, ¿Mi hermano anda con el teléfono encima?. Necesito hablar con él pero no me responde''.

''¿Será porque esta trabajando tal vez?''

''¿Cosa tu deberías estar haciendo tal vez?''

''Para tu información, tengo diez minutos de descanso hasta que comience la función.''

''Suerte con eso, ojalá ninguno de esos bichos se ponga rabioso y te ataque''

''Soy la suprema entidad dentro de esta sala, todos me tienen sumo respeto, soy como el rey pingüino''

''¿Sabías que a los pingüinos se los conocen como pájaros bobos?, ¿Puedo llamarte el rey de los bobos?''

''Te voy a bloquear''

''Jajaja no lo hagas tonto, estoy bromeando, sabes que te amo''

''wow, wow, wow, wow, WOW''

''Te quiero*''

''D:''

''Fue un error de tipeo, no seas bobo, bobo.''

''Lo tomaré como un te amo pero no lo quiero admitir''

''tómalo como se te de la gane, idiota''

''¿Te enojaste?''

''¿Ves por qué no puedo ser buena contigo?''

''¿Porque no puedes evitar volver a enamorarte de mi?''

''No, porque eres un fastidioso.''

''Este fastidioso te encanta''

''Tu mamá me encanta''

''Hey, eso es mio, derechos de autor.''

''Ve a trabajar vago''

''¿Hablamos luego?''

''No''

''¿Segura?''

''No''

''¿Te equivocaste de nuevo?''

''No''

''¿Entonces...?

'':)''

''¿Haces algo el sábado por la noche?''

Ella ya no le respondió, lo dejó en visto y se desconecto del chat.

Penguin sonrió genuinamente, largando un suspiro que le hizo temblar el pecho. Hacía rato que no hablaba tan animadamente con ella y hacía rato que ella no lo dejaba en visto. Sin duda había sido una charla agradable, una charla natural, no se sintió raro como otra veces.

-Hey, galán.-Llamó su compañero desde los paneles.-Te estaba hablando, ¿Por que tan distraído?.

-Por nada.-Se aclaró la voz.-Dile a Ikkaku que deje ingresar a la gente.

-De acuerdo.

-Que el show de Penguin comience.-Murmuró. Quitó de su bolsillo un silbato especial y se lo colgó del cuello.

La gente entró sonriente y se acomodó en las gradas, se notaba lo emocionados que venían para ver el tan aclamado show de pingüinos.

Tal vez Clione tuviera razón, parecía que iba a ser una buena semana.

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