Capítulo XIII

Hola hola  👋🏻 ¡¡VOLVÍ!!
Espero estén bien y que lo estén pasando mejor que yo.
Éste capítulo me tomó más tiempo de lo debido, pero no es que no haya querido hacerlo. Por razones personales no pude actualizar en tiempo y forma.😕
En fin, espero disfruten del capítulo 🥰
Besos y abrazos 🤗🥰
Pd: Les dejó una fotografía de una estatua que es de una iglesia tomada por uno de mis amigo en Rusia 🇷🇺
Él se llama Sasha y me dio el permiso de poder utilizar la fotografía 🤩

Custer

A ciencia cierta no sabía exactamente qué estaba sucediendo con Masha y Andrey. Ambos no se habían reportado desde la última vez que hablamos y les había encomendado aquella misión un tanto arriesgada para ellos. Toda esa situación me tenia más tenso de lo normal, pero en algo había avanzado y eso aliviaba un poco esta pesadez que llevaba sobre mis hombros, nuevamente tenía a Kira cerca de mí y lejos de ese imbécil.

Leia estaba con Kira en su habitación y algo en mi interior me decía que esa mujer que parecía ser inofensiva, tramaba algo a mis espaldas. Intenté no centrarme en eso, porque sea lo que sea jamás lograría nada, sea cuál fuere su plan.

Me quedé estático en frente a la habitación de Leilani, esperando impaciente mientras mis atormentados pensamientos me llevaban hasta Masha, una hermosa rubia de ojos color cielo y un cuerpo de diosa. Cualquier hombre sucumbía ante sus encantos pero ese no era mi caso. No estaba enamorado de Masha, pero si le había cogido cariño por todo el tiempo que ya habíamos compartido juntos. Era la única persona con la que podía hablar de todas las cosas que sin querer reconocerlo me afectaban. Ella conocía mi historia, sabía lo que yo era exactamente y aún así nunca me juzgó. Masha era consciente de que jamás podría existir algo más entre nosotros que no fuera una estrecha amistad y claro un poco de sexo desinteresado.

Estaba preocupado por ella; si Orlov o alguien más descubría en lo que ella se estaba metiendo su final no sería tan placentero. Traté de contactar con ella o con Andrey, pero ninguno de los dos respondió a mis llamadas. Entonces la puerta de la habitación se abrió lentamente y una pensativa Leia salió de allí, estaba sonriendo, era una de esas sonrisas cargadas de añoranza, como si algún recuerdo estuviera pintando su memoria de divertidas experiencias.

Murmuró algo sobre extrañar a alguien y la interrumpí en seco, eso me preció realmente divertido. Probablemente sus recuerdos eran sobre alguna estupidez que había cometido, no sé porqué pero la veía con mucho potencial para hacer tonterías.

Por alguna razón quiso ocultármelo, pero era fácil de leerla, era una de esas pocas personas que demuestran a flor de piel todas sus inquietudes, sus emociones y sus sentimientos.

— Me debes un favor Aleksei..— musitó levantando la mirada hasta encontrase con la mía.

— Claro cielito, lo que tú quieras.. — solté despreocupado pero muy en el fondo esto era más que divertido para mí.

— Necesito salir a comprar un teléfono nuevo.. — dijo un tanto nerviosa por mi cercanía. Incluso podía sentir su pesada respiración entrecortarse y sus ojos obscurecerse.

— ¿Quieres que te lo compre? — pregunté enarcando una ceja.

—No, solo quiero que me acompañes.. — confesó mordiéndose el labio inferior. No eran los mejores labios que había visto, pero verla de esa manera algo despertó en mi. Saber que me necesitaba y que todo su cuerpo estaba sometido a una alta presión de emociones, me excitaba.

Inconscientemente di un paso hacia ella, por alguna razón todo sentido común se borró de mi mente y solo podía verla a ella, tenía algo peculiar que me atraía. No era su inocencia y tampoco su actitud de yo no rompo un plato, se que en el fondo a ella le pasa exactamente lo mismo que a mi. Había algo entre nosotros que me hacía olvidar y dejar a un lado la tarea que me encomendaron.

— Déjame.. — susurré cerca de ella. Levantó la cabeza para lograr verme directamente, sus ojos extrañados se clavaron en mi dejándome aún más perdido de lo que ya estaba.

— ¿Dejarte? — inquirió con esa voz suave que podría dormir hasta el demonio que ella misma había despertado en mi.

Me acerqué más a ella hasta percibir su aroma, ese perfume que resultaba ser tóxico para todos mis sentidos porque los segaba por completo, dejándome con ganas de más.
Diría que nuestras narices se rozaban pero ella era tan pequeña que tenía que encorvarme más de la cuenta, era una posición realmente incómoda pero tenerla así de cerca valía la pena.

No le puse una mano encima solo me mantuve cerca de ella, por primera vez en mi vida no sabía exactamente cómo actuar. Normalmente me dejaba guiar por mis impulsos, pero ahora era diferente. Ella parecía frágil y cualquier movimiento en falso amenazaba con romperla en pedazos.

Mis dedos dudosos de lo que estaban haciendo rozaron su mejilla y acomodaron un mechón rebelde detrás de su oreja. Podía sentir la tensión que se había instalado entre nosotros, sus mejillas adquirieron un leve tono carmesí y eso me motivó aún más a continuar.

— Déjame morder tus labios.. — le susurré muy cerca y un suspiro ahogado se le escapó. Sus labios no eran carnosos, no eran sexys pero si besables.

— ¿Q qué? — balbuceó algo nerviosa.

Mi dedo índice acarició con suavidad y lentitud su mejilla, para luego recorrer su cuello deleitándome con la calidez de su piel y nuestra cercanía, me detuve y pude sentir su pulso acelerarse junto con el mío.

La tomé de la barbilla y sus ojos tan raros como la noche blanca que solemos tener al norte de San Petersburgo se cerraron al instante en el que mi rostro se acercó a ella, acorté tanto la distancia entre nosotros y sentir su respiración cálida hizo que me aferrara aún más a ella. Sus labios se entreabrieron e hice que mis labios rozaran los suyos. Una especie de hormigueo me recorrió todo el cuerpo al segundo de acariciar sus labios con los míos.

Ella despertaba algo en mi, era demandante, como si mis labios me estuvieran reclamando porque tardaba tanto en  devorar los suyos. Entonces la besé, lento, quería saborear cada segundo de éste momento. Quería grabarla en mi mente, tatuar el calor de su cuerpo sobre mi piel y volverlo permanente.

Sus manos se aferraron a mi cuello y las mías a sus pequeñas y huesudas caderas, nuestro contacto se volvió más exigente, más intenso. Nuestras respiraciones se volvieron pesadas y yo terminé por tomarla de los muslos presionándola contra la pared de éste pequeño pasillo que estaba más caliente que hace unos segundos. Sus piernas se enrollaron a mi alrededor y mis manos viajaron hasta su trasero, la temperatura de nuestros cuerpos aumentaron considerablemente. Apreté mi erección contra su pelvis y un gemido se le escapó.

Corté nuestro beso y esos ojos de cielo nuevamente se abrieron, y fue inevitable, me encontré perdido en ellos :— Leia.. — le susurré  rozando nuestros labios :— ¿Qué carajos estamos haciendo? — volví a interrumpir nuestro silencio donde solo se oían nuestras agitadas respiraciones. — ¿Qué me haz hecho? —  dije comenzando a besar su mejilla y recorrer con mis labios esas constelaciones que tiene por pecas.

Ella solo suspiro cuándo mis labios pasaron por la piel de su cuello y bajaron por su clavícula. El calor que emanaba de su cuerpo quemaba mis labios y me dejaba deseoso de más.

— Creo que la pregunta correcta es.. ¿qué me haz hecho tú a mí? — murmuró extasiada entre jadeos.

Mis manos comenzaron a recorrer de manera frenética todo su cuerpo. Cuándo todo entre nosotros quemaba y comenzábamos a fundirnos el uno en el otro, un maldito sonido absurdo nos interrumpió.

— Maldita sea.. — maldije entre dientes hastiado por el sonido que volvió a insistir.

— Mierda.. — soltó ella a la par que ponía devuelta sus pies en el suelo. Otro golpe seco e insistente volvió a escucharse.

Leia se alejó de mí caminando hacia el living dispuesta a abrirle la puerta a quién sea que esté llamando desde el otro lado. Y en lo que ella abría la puerta un hombre de estatura promedio, caucásico y con un horrible bigote castaño apareció.

Me mantuve en una posición en la que el sujeto no podía verme, pero yo si podía verlos y escucharlos a la perfección.

— ¿Es usted la señorita Hawk? — preguntó el bigotudo.

— Así es, disculpe pero.. ¿usted quién es? — cuestionó Leilani sujetándose de la puerta.

— Soy el agente especial Creed del FBI. — informó el sujeto rebuscando algo en el bolsillo de su negra y gastada chaqueta. Me puse en alerta pensando en que sería una trampa, cosas horribles pasaron por mi mente pero un suspiro se me escapó cuándo ví que sacó su placa y su identificación — Quisiera hacerle algunas preguntas sobre Jayden Rice señorita. — agregó guardando de nuevo su placa.

— Un placer conocerlo agente especial.. — Leia sonó algo nerviosa, pero era normal después de lo que Jayden le había hecho y también por todas las cosas que sabe sobre Kira. — No conocí muy bien a Jayden, pero con gusto le ayudaré en lo que pueda, adelante, pase por favor.. — intento disimular su nerviosismo. — Si, claro que no lo conocías bien, solo metió su lengua en tu boca— pensé para mí mismo y no me había dado cuenta que pensar en ello me estaba afectando más de lo que debería.

Mientras el agente se acomodaba en el living, Leia cerró la puerta y cuándo volteó nuestras miradas se encontraron, fue inevitable sentir su pánico y su gesto suplicante. Su rostro parecía perturbando, se mordió el labio y luego desvió la vista hacia el hombre que yacía sentado en uno de los sofás. Sus ojos asustados y esa mueca que hizo con sus labios me dejaron más inquieto aún porque no estaba seguro de si ella podría con esta situación.

— ¿Desea algo de beber? — ella preguntó educadamente.

— Muchas gracias señorita, pero no, tengo un poco de prisa.. — respondió el detective.

— Bueno entonces dígame, ¿cuáles son esas preguntas que desea hacerme? — Leia inquirió de la forma más gentil que pudo y acto seguido se sentó en el sofá contiguo al del agente.

— Dígame, ¿de donde conocía usted al joven? — comenzó el interrogatorio.

— Lo conocí en la universidad, y supe que estaba interesado en mí pero solo por rumores; hasta que un día decidió acercarse a mí y el fin de semana pasado tuvimos nuestra primera cita, qué lastimosamente no resultó cómo yo esperaba. — declaró Leia frotándose la muñeca con insistencia intentando quitarse las costras que habían quedado de los raspones obtenidos debido al arrastre.

— Mire señorita.. — dijo el hombre rascando su barba — sabemos que la última vez que lo vieron fue con usted, tenemos sospechas de que el señor Rice puede estar involucrado con la mafia rusa, ¿no sabe nada sobre eso? — indagó el agente y la miró de manera inquisitiva, como si pudiera descubrir la verdad con solo mirarla.

Esto ya iba más allá, ahora el FBI estaba implicado y eso me acorta más el tiempo, Orlov me había dado poco tiempo y con esto tenia las horas contadas.

Aunque me intrigaba y quería escuchar lo que Leia iba a contestar, mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo. Al instante en el que lo sentí pensé en Lena, ¿y si era ella llamando?. Por instinto me iba a meter en la habitación de Kira, pero probablemente podrían escucharme y no quería arriesgarme, así que fui a meterme al estudio de Leia que se encontraba más al fondo.

Saque el teléfono y para mi sorpresa era Masha, toda la habitación estaba a obscuras y un olor a pintura me invadió; cerré la puerta con cuidado de no hacer ruido y me dispuse a contestar :— Masha, ¿eres tú? — pregunté con cautela, debía asegurarme de que fuera ella y no otra persona.

— Si, soy yo. — su voz sonaba temerosa, pero era ella — Logramos hacerlo, pero no puedo hacer más por ti, nos están vigilando. — susurró del otro lado.

— ¿A que te refieres? — inquirí preocupado.

— Me están vigilando, no he visto a Andrey desde hace dos días y hoy debíamos retirar los resultados. — sonó más angustiada aún — No quiero morir Custer. Estoy refugiándome en una iglesia pero no sé por cuánto tiempo.

Sus últimas palabras fueron como un balde de agua fría, no quería que perdiera la vida por hacerme favores y Andrey ¿pudo haberme delatado?. Estaba arriesgando a más personas en este maldito juego, y si Orlov sospecha algo estoy seguro de que vendrá por nosotros :— No dejaré que te hagan daño Masha, a partir de ahora me encargaré yo. Si es posible sal de la cuidad y elimina cualquier cosa que te vincule conmigo, no dejes rastro alguno, ¿lo entiendes? — dije elevando un poco la voz y traté de controlarme, no debían oírme, si es posible ese agente no debía saber de mi existencia o tal vez Leia ya sé lo dijo.

— Lo entiendo, me iré esta noche. — sentenció.

— Solo necesito una última cosa Masha, los datos del forense. — solicité.

— Te los envío por mensaje de texto, debo colgar, cuídate Custer te voy a extrañar.

— Gracias Masha. — dije sin más y corté la llamada, no quería arriesgarla más de lo que ya lo había hecho.

Luego de cortar la llamada encendí la luz, respiré profundo tratando de calmarme y observé la habitación que estaba repleta de asombrosos cuadros hechos por Leia, había pomos de pintura usados esparcidos en una mesa y su bata manchada estaba colgada por un gancho. Todas sus cosas estaban aquí y también había un cuadro en escala de grises que parecía no estar terminado.

Sin haberme dado cuenta me sorprendí a mí mismo pasando mis dedos por cada trazo de esa enigmática obra de arte, y cuándo entendí bien que era una parte de mi rostro me quedé algo extrañado pero fascinado a la vez, a pesar de su afección captó a la perfección el color de mis ojos azules que eran los únicos que tenían color.

— Pensé que de alguna manera te escabulliste y saltaste por una de las ventanas..— la voz y el humor de Leia me sacaron de mi embelesado estado.

— ¿En que momento hiciste esto? — pregunté casi en un susurro ignorando su comentario.

— Desde la primera vez que te vi no he logrado sacarte de mi cabeza, e inconscientemente terminé haciendo eso.. — confesó señalando la pintura que había quedado a mis espaldas. Y me dejo algo perplejo la forma tan directa en que me lo dijo pero pude ver sus mejillas sonrojadas a pesar de la seguridad que quería trasmitir.

— No esperaba que fueras así de honesta..— manifesté divertido — Me gusta, tal vez cuando termines yo pueda comprarla.. — agregué y fui sincero al decirle todo eso.

— Bueno tal vez no quiera venderla.. — musitó bajando la mirada hacia sus manos.

— Siempre puedo robármela. — dije juguetón y pude ver un atisbo de sonrisa oculta detrás de esos mechones tan obscuros como la noche. — Y dime, ¿ese agente especial fue rudo contigo? ¿qué quería de ti? — indagué buscando esos ojos azul grisáceos que tanto me atraen.

Me acerqué a ella y levante su mentón obligándola a mirarme. Cuándo me encontré con sus ojos pude ver la complicidad en ellos, sabía que ya me la había ganado y que su miedo hacía mi persona cada vez se iba disipando.

— No fue un interrogatorio oficial, pero descuida no te mencioné y Amber se salvó por estar más drogada que dormida. — informó sonando algo molesta por lo último e hizo una mueca de disgusto. — Pero eso no significa que nos hemos librado de él. — resaltó y vi un poco de preocupación en su expresión.

— Descuida, tú no estás en peligro. — dije acariciando su rostro con suavidad.

— Pero Amber y tú si, y al obstruir la justicia también estoy implicada, así que no estoy a salvo. — sus palabras me tomaron por sorpresa y caí en cuenta en todo lo que ella se estaba metiendo por proteger a quién ella más quería, Kira, su mejor amiga.

— Lo sé y lo entiendo, pero prometo no dejar que lleguen a ti. — asegure tomando sus pequeñas manos entre las mías.

— No hagas promesas que no puedas cumplir. — fue lo que ella dijo y se apartó de mí para luego salir de la habitación.

Era cierto no podía hacer ese tipo de promesas, pero si podía dar todo de mí para protegerlas a amabas. Apagué la luz y salí detrás de ella, ahora que comenzaba a socializar más con ella sentía la necesidad de descubrirla y saber cuales eran esos pensamientos que rondaban esa pequeña cabecita.

Cuándo llegué al living ella se estaba colocando ese bolso marrón horrible y gastado por el hombro, luego me miró :— Tienes un favor que hacerme, es hora de irnos.. — dijo tomando las llaves del departamento.

— ¿Que pasa con Kira? — pregunté mientras tomaba mi chaqueta. Me preocupaba de que despertara y nosotros no estuviéramos aquí.

— Ya te dije que está más drogada que dormida y no va a despertar hasta el final del día. — aseguró ella y salió del departamento.

La seguí y antes de salir me puse un gorro para evitar que alguien pudiera reconocerme, en especial si ese agente especial del FBI estaba rondando por aquí, y estoy seguro de que no es el único vigilando.
Mantendría el perfil bajo, trataría de no llamar la atención e intentar resolver todos sus asuntos lo más pronto posible.

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