Capítulo IX
Leia
Sentía que me estaba ahogando..
El sol me daba de lleno en el rostro y me segaba por completo, me cubrí los ojos y me di la vuelta hacia el otro lado de la cama pero al hacerlo todo mi cuerpo estalló en un árido reclamo ante los espasmos debido a los golpes ocasionados por mi verdugo la noche anterior.
Para mi sorpresa la cama estaba vacía pero aún se sentía la tibieza de su cuerpo impregnada por las sábanas y su aroma aún se percibía con suavidad. Suspiré hondo disfrutando por un monto de esa agradable sensación que me producía sentir su calor a pesar de que terminé molesta con él al final.
Me levanté con cuidado y traté de cubrirme los ojos del sol hasta llegar al baño, me sentía como un monstruo que le temía a los rayos de luz de los cuáles debía protegerse. Traté de acostumbrarme a la tenue luz del cuarto de baño para poder distinguir con un poco de normalidad mi reflejo en el espejo. Estaba hecha un completo desastre y mi rostro magullado lucia peor que la cara de un zombie.
Gracias a los medicamentos que Amber me había traído la hinchazón en mi pómulo estaba bajando pero los moretones seguían ahí. Tomé dos cápsulas de analgésicos porque aparte de tener todo el cuerpo adolorido también comenzaba a dolerme la cabeza. Era el segundo día consecutivo que despertaba hecha un desastre — pero al menos estás viva — pensé en voz alta.
Los recuerdos borrosos me golpearon de lleno provocándome náuseas, me atormentaron de tal manera que me vi obligada a sentarme sobre la fría tapa del inodoro. Comencé a repasar cada cosa extraña que había sucedido en tan solo un día. No podría decir que la llegada de Custer lo cambió todo, su presencia aquí lo único que hizo fue revelar una maraña de mentiras y asuntos sin resolver por parte de mi mejor amiga. La realidad me golpeó como el puño de Jayden en seco, estaba liada en una situación realmente peculiar que escapaba por completo de mi control, estaba en medio de algo que no entendía exactamente porque, pero sentía que mi vida estaba en riesgo al igual que la de Amber.
Decidí que debía tomar cartas en éste asunto y dejar de ser la chica torpe a la que nadie tomaba en cuenta, estaba más que claro que algo estaba sucediendo aquí y que también por razones que eran desconocidas para mí yo estaba implicada.
Entre bajo la ducha y dejé que el agua fría se llevara todos esos espasmos por el drenaje. Al principio mi cuerpo extrañó el agua fría y me estremecí para luego terminar relajándome. Tenía moretones y raspones por todo mi cuerpo, no pude evitar sentirme mal y me abracé a mi misma como si el calor de mis brazos hicieran que esa pesadilla se esfumara, pero eso no sería tan fácil. Recordar esa noche por enésima vez me hizo replantearme la misma pregunta que me había hecho a mi misma varías veces ¿porque Jayden me atacó de esa manera? o mejor dicho ¿que lo estaba obligando a hacerme algo así?. Porqué estaba claro que no lo hacía por gusto, hasta se disculpó conmigo antes de arremeter contra mi. Había algo más profundo en todo esto y a juzgar por la actitud de Amber y Custer, ellos sabían exactamente qué estaba pasando y llegó el momento de enfrentarme a ellos.
Terminé de vestirme con suma dificulta y me puse mis pantuflas para ir a prepararme algo de desayunar, necesitaba toda la energía posible después de esa masacre. Cuándo salí de mi habitación solté un grito ahogado cubriéndome la boca, no podía asimilar lo que estaba sucediendo ante mis ojos.
Ambos me miraron y ni siquiera se molestaron en darme una explicación de lo que estaba aconteciendo. Mis palabras se atoraron en mi garganta y enseguida desvié la mirada del arma que Custer tenía apuntando justo en medio del cráneo de Igor hacia Amber que venía saliendo de su habitación sin sospechar nada. Con desesperación miré a mi mejor amiga que se quedó estupefacta ante aquella escena, estaba pálida y con la respiración bastante acelerada al igual que la mía.
— Custer. — advirtió Amber alzando ambas manos con las palmas abiertas pero él no la escuchó, por el contrario apretó aún más el arma hasta que sus dedos adquirieron un color blanco.
Quitó el seguro del arma y todo de él estaba tenso, su mandíbula estaba apretada y podía ver cómo cada fibra de sus músculos se movía con cada pequeño movimiento suyo. Igor por su parte traía el torso desnudo y a diferencia de Custer no tenía ningún tatuaje por su cuerpo, era alto y no muy delgado, pero tenía un físico bien definido y marcado, jamás lo había visto como realmente era. No parecía asustado o intimidado por la ferocidad con la que su atacante lo observaba.
— Nací en noviembre, tienes tiempo hasta que llegue a mi cumpleaños para decirme que dominios haces aquí y quién te envío. — sentenció fríamente, la piel se me erizó al oír su voz amenazante y toda mi sangre se congeló, miré de reojo a Amber quien precia realmente preocupada por lo que Custer haría.
— Sólo sigues siendo el maldito lacayo de Orlov, y me importa un carajo cuándo es tú cumpleaños, por mi puedes disparar ahora. — escupió Igor desafiante, su mirada adquirió una expresión fría y obscura cómo nunca antes lo había visto.
— No lo provoques Igor.. y Custer por favor deja que te explique.. — interrumpió Amber con cierto tono desesperado.
— Custer.. — musité con una voz temblorosa cargada de miedo.
— Tú no te metas, no tienes vela en este entierro. — Custer espetó fríamente y me sentí fatal pero admití que él tenía razón, yo no tenía porqué meterme en asuntos que no me correspondían — Tienes hasta mi cumpleaños.. uno, dos, tres, cuatro.. — comenzó a contar.
— Está bien. — dijo al fin Igor rodando los ojos como si lo que Custer estaba haciendo era relamerte patético — Pero.. — musitó volteándose hacia mí y yo me quedé en un estado de estupefacción — ella tiene que estar presente, ella es una de las más perjudicadas y sin razón alguna.. — agregó mirando a modo de reprimenda hacia Amber.
— Soy todo oídos. Explícame porque Orlov me envío para asesinarte. — espetó Custer fríamente. La sangre se me heló al oír esas palabras de sus labios, sabía que algo peligroso había en él pero no estaba lista para saberlo de esta manera, él era un asesino.
— Oigan, esperen un segundo. — intermedio Amber posicionándose entre ambos y dándole la espalda a Igor, sus manos tomaron con sumo cuidado el arma que Custer mantenía fija en su posición apuntándola a hora a ella. — Déjame hablar primero con Leia y luego hablaremos nosotros tres. — dijo utilizando esa voz aterciopelada cada vez que quería conseguir algo, siempre la utilizaba conmigo.
Custer volvió a ponerle el seguro y luego bajo el arma para colocarla sobre la mesada que estaba en la cocina, manteniendo siempre esa mirada cautelosa y recelosa hacia Igor, quién no parecía molestarse ni un poco pero podía ver el desprecio surcar sus azulados ojos — lo sabía porqué la primera vez que hablamos se lo había preguntado después de contarle sobre mi afección — que estaban ocultos bajo la sombra de esas largas pestañas.
— Está bien, pero él no se mueve de aquí. — ordenó. La voz áspera de Custer resonó en la pequeña sala haciéndome estremecer por dentro, no podía respirar con normalidad y sentía que toda esta situación estaba por acabar conmigo. Todo mi cuerpo se sentía pesado y el apetito que tenía hace unos minutos ya se había esfumado.
Igor tomó a Amber por la cintura y le susurró algo al oído que no pude escuchar. No sabía en qué momento su relación pasó de ser sólo amigos a esto. Ella relajó el rostro cuándo Igor le plantó un beso en la mejilla para luego dirigirse hacia mí, una sonrisa fina curvó sus delgados labios y algunos mechones rubios le caían sobre la frente, él me sacó de un salto de mi ensimismado y estupefacto estado cuándo posó una de sus pesadas manos sobre mi hombro, su mirada tranquila se encontró con la mía y logró trasmitirme cierta seguridad. Entonces se acercó a mí hasta el punto en el que pude sentir su respiración muy cerca de mi piel —: Vas a estás bien Leia, no dejaré que nada malo les pase a partir de ahora yo las voy a cuidar.. — susurró y yo no pude musitar una sola palabra pero si relajé mi hombro cuándo éste sacó su mano para luego continuar su camino. Custer nos observaba estudiándome a mí y también a Igor quién se había metido a la habitación de Amber, me sentí realmente incómoda bajo su amenazante escrutinio.
— ¿Vienes conmigo? — preguntó Amber y yo solo pude asentir, estaba tan aturdida por todo lo que había visto y escuchado que no me sentía yo misma. Antes de entrar a mi habitación detrás de Amber le eché un último vistazo a Custer que estaba recostado por la barra de la cocina con los brazos cruzados sobre su pecho. Él se dió cuenta de que lo estaba observando y una sonrisa ladina pero cargada de malicia adornó su rostro, suspiré hondo porque sentía que mi corazón estallaría y mi cabeza se estaba volviendo añicos. Su mirada se tornó más obscura que de costumbre y ya no pude sostenerla, así que entré a la habitación.
Amber estaba sentada al pie de la cama con la cabeza agachada y jugando con sus dedos sobre su regazo. Me senté a su lado y pude oír cómo inspiró hondo para luego soltarlo todo. Entonces entendí que toda esta historia sería más peculiar de lo que había creído. Ella levantó la cabeza y pude ver sus cristalinos ojos.
— Lo siento tanto Leia, debí habértelo dicho..—dijo rompiendo el silencio entre nosotras.
— La verdad es que no entiendo nada Amber. —susurré sosteniendo mi cabeza con las manos. — ¿Porqué Igor dijo todo eso sobre mí? ¿Porqué dijo que estoy en peligro? ¿Qué está sucediendo Amber? — pregunté apresuradamente.
— Comenzaré por el principio, mi verdadero nombre no es Amber y creo que ya tienes una idea, se que sospechas cosas y tienes muchas preguntas, pero no te preocupes no dejaré que nada malo te suceda. — musitó, y si claro que me hacia una idea pero jamás quise dudar de ella — Mi nombre es Kira, Kira Orlova.. y soy rusa al igual que Custer..— confesó.
— La verdad no sé qué decirte Amber.. Kira, ¿porqué tuviste que ocultarme algo así? ¿Acaso no somos amigas? — inquirí algo dolida, honestamente no sabía cómo sentirme al respecto, pero sé que esto era sólo el principio y todo lo que vendría sería algo mucho más grande que sólo su nombre.
— Te entiendo Leia, pero no tuve otra opción y no fue mi intención involúcrate en todo esto. Soy hija de la mafia roja, mi padre es uno de los mafiosos más temidos y poderoso de Rusia. Nací en un mundo donde la piedad no existe y la traición es algo tan común como lo son los asesinatos. Crecí rodeada de torturas y muertes, mi padre me entrenó y me convirtió en un arma a pesar de que mi madre nunca estuvo de acuerdo, él decía que yo debía aprender a cuidarme sola. A Custer le dio la misma educación, la misma formación y él le dio lo que yo no podía darle, obediencia. Mi madre siempre quiso salvarnos a Custer y a mi, pero Custer ya estaba metido hasta lo más profundo de aquel fango y parecía disfrutarlo realmente. Muy en el fondo yo también quería formar parte de todo ese mundo y así poder salir de allí, también quería matar y ansiaba formar parte de esas peligrosas misiones y probarle a mi padre lo que yo valía, pero no lo hice por mi madre. — parecía que recordar a su madre le dolía y ella se detuvo como si buscara las palabras correctas para seguir hablando y yo estaba tratando de sopesar toda esa información, pero decidí no interrumpirla y ella continuó — Una noche en particular yo salí al jardín trasero para ver la primera nevada y era una de las más frías que estábamos teniendo en Rusia, mi padre estaba muy extraño, actuaba de forma tal que resultaba sospechosa. Mi madre salió a acompañarme por un rato, tuvimos una amena conversación donde ella me pidió que me alejara de ese mundo y que iniciara una nueva vida en otro lugar, me dijo que yo todavía tenía esa posibilidad. Tenía diecisiete años cuándo esos hombres aparecieron arrastrando a mi padre por todo el jardín con una fina soga que traía atada al cuello, los quejidos de mi padre eran agobiantes. Me aferré a mi madre y ella se aferró a mí, ambas con la intención de protegernos y yo estaba dispuesta a recibir todas las balas por ella. Entonces apareció ese hombre, Belikov; le dijo a mi padre que eso sería una lección para él y que dejara de meterse en su territorio, su horrible y áspera voz aún siguen en mis pesadillas como un vivo recuerdo del mundo que dejé atrás y de todo lo que perdí esa noche. Con un disparo limpio me arrebataron lo que más amaba en esta vida para luego desaparecer en la obscuridad de aquella fatídica noche, en ese momento vi como la nieve se tiñó de un color carmesí, vi como mi madre serraba sus ojos y daba su último suspiro, en el lecho de su muerte me susurró que me amaba y que yo era lo mejor que la vida le dió, que pronto nos encontraríamos de nuevo pero que ese aún no era mi momento. — ella dejó de hablar para secarse las lágrimas que surcaban sus mejillas y yo estaba tratando de contener las mías pero me era imposible, no puedo comprender cómo puede existir tanta maldad o tanto desinterés por la vida de otras personas para quitárselas sin piedad, el pecho me dolía de solo pensar en el dolor que le habían ocasionado a mi mejor amiga. Amber entre sollozos continuó hablando —: Esa noche perdí todo lo que me importaba en la vida y decidí cumplir con lo último que me pidió mi madre, alejarme de esa vida y construir una nueva. Dejar mi pasado atrás incluía dejarla a ella, a mi padre, a Custer e incluso mi nombre, no podía traer nada conmigo.
— Dios, no sabes cuánto me duele escuchar todo eso. Es una pesadilla.. ¿porqué nunca me lo contaste?. Todas esas noches en las que venías a mi habitación para dormir conmigo, eran por las pesadillas.. — dije mientras la tomaba de las manos para intentar consolarla, pero se que no lo habría consuelo para tan terrible pérdida, pero también pensé como carajos terminé involucrada y perseguida por la muerte, eso aún no lo comprendía.
Ella me sonrió dulcemente y se secó las lágrimas que había derramado, entonces continuó negando con la cabeza —: Me inventé una nueva vida y me escapé de ese mundo tan obscuro. No podía revelar quién era en verdad porque corría el riesgo de que me encontraran, me oculté incluso de mi padre y también de Custer. Hasta que Igor apareció, él trabajaba para mi padre, encontró mi rastro hasta llegar a mi hace un año. Pero en cuánto mi padre dió conmigo también lo hizo Belikov, logré persuadir a Igor para que me dejara culminar la universidad, y ya ves terminó desafiando las órdenes de mi padre por complacerme a mi. Pero de lo que más me arrepiento fue de haberle dicho a Igor que le diera tu descripción física a mi padre como una pista falsa, que me había teñido el pelo y que mi nombre era el tuyo. — dijo sin poder mirarme a la cara. — Pensé que si hacia eso nadie llegaría a mí y si yo estaba viva podría protegerte junto con Igor, se que fui egoísta e insensible por poner en riesgo tu vida para salvaguardar la mía. Pero en ese momento no encontré otra salida. No sabía cómo despistarlos y no quería abandonar la vida que había construido aquí.— confesó al fin. Todos los focos se prendieron iluminando cada cosa que no entendía.
Al oír sus palabras me quedé perpleja, lentamente me levanté de la cama sin poder creerlo aún. Entonces todo lo que me había sucedido no era un error, no era una simple confusión. Jayden no me habría lastimado si no le hubieran dado mal las indicaciones. Ella intentó detenerme pero no dejé que se me acercara, me apresuré a dirigirme hacia el baño y me encerré allí, tal vez aquí nadie pueda lastimarme. Era todo tan estupido, yo fui una estupida por creer que su amistad era sincera. Pensé que yo era realmente importante en su vida y la amé como a una hermana, creí que era correspondida. Me sentí una completa imbécil por sufrir su dolor como si fuera el mío, esto era todo tan confuso. Las lágrimas no dejaban de surcar mis mejillas y sentía que me estaba ahogando, me recosté por la puerta porque ya no lograba mantenerme en pie y terminé sentada sobre el suelo, me quedé allí abrazada a mis piernas escondiendo mi rostro magullado entre mis rodillas.
— Solo quiero irme a casa.. — murmuré para mi misma entre tanta confusión ignorando la voz de mi supuesta amiga que me hablaba y me suplicaba del otro lado de la puerta.
— Por favor Leia, perdóname.. fui muy egoísta al pensar solo en mí y no en lo que todo mi pasado podría acarrear para ti. — suplicó del otro lado.
— Mi vida ya era lo bastante obscura por mi afección y ahora tu..— dije sin poder terminar lo que tenía en mente. — Quiero irme a casa, necesito estar en casa. Porque esta ya no lo es. — espeté y esas últimas palabras me dejaron un sabor amargo en la boca. No sabía cuánto extrañaba mi hogar hasta ahora, necesitaba un abrazo de mi madre, de esos abrazos que te desarman y te vuelven a reconstruir. En sus brazos no habría peligro.
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