Capítulo IV
Custer
Había llegado a la cuidad muy temprano por la mañana. Al salir del aeropuerto la brisa fresca chocó contra mí, pero ésta no era nada comparada con las gélidas brisas de Rusia.
Era evidente que aquí mi chaqueta de cuero negra pronto saldría volando.
Apenas salí del lugar ya divisé a dos hombres que trabajaban para Orlov aquí en Brooklyn, ellos tenían un aspecto fornido y unos rostros qué tal vez intimidarían a cualquiera, pero no eran nada con lo que yo no pueda lidiar, no con sus armas enfundadas dentro de sus chaquetas me hicieron vacilar. Los dos estaban parados con una postura rígida cerca de un Ford Mustang Shelby GT500 del 67 de color negro, es uno de los mejores coches sobre la faz de este planeta.
—¿Custer? —preguntó el castaño.
—El mismo —respondí fríamente. Me reconfortaba saber que Orlov no les dio mi verdadero nombre. Y yo no me molestaría en saber los suyos —. ¿Nos vamos? Tengo un largo viaje que hacer, pero antes Orlov quiere que le eche una mirada a la fábrica.. —dije autoritario.
—Si, estamos enterados de eso. Nebraska.. tú conduces —ordenó el castaño y el rubio de ojos cafés con un asentimiento de cabeza rodeó el coche.
El castaño subió de copiloto y yo guardé mi pequeño bolso negro que también usaba como bolsa de gimnasio, en la parte de atrás del vehículo, me subí y me coloqué en medio para poder tener una vista de la ruta que estábamos siguiendo, necesitaba tener mi propio mapa, un mapa mental, era muy bueno para estas cosas.
Nebraska accionó un pequeño botón cerca del tablero y música wéstern comenzó a sonar por los altavoces. Me eran familiar porque las solía escuchar en esas viejas películas del viejo oeste, de esas que pasaban en blanco y negro.
—¡Apaga esa mierda Nebraska! —la voz ronca del castaño se oyó sobre la música interrumpiendo mi deleite musical.
Justo cuánto Nebraska de mala gana se disponía a apagar la música evité que lo hiciera —: Déjala, me gusta escucharla.. —apenas lo dije enseguida este último retiró su mano y la volvió a poner sobre la palanca de cambio.
Me fijé en el reflejo disgustado y el entrecejo fruncido del castaño que podía ver por el espejo retrovisor. Ese sujeto no parecía tener mucha tolerancia a este tipo de cosas, me refiero a soportar las órdenes de una persona mucho menor que el. A pesar del ambiente pesado que se había formado entre el castaño y yo, dejé que mi mente se relajara y mantuve fija la mirada en el crucifijo que colgaba enfrente mío dejando que mi mente repasara el plan una vez más. Estos hombres no parecían para nada religiosos al igual que yo, o tal vez lo sean, Orlov lo era, pero no sé hasta qué punto o tal vez era solo una fachada para ocultar su verdadera naturaleza.
Llegamos a la fábrica que no era una fábrica precisamente, solo la llamaban así porque anteriormente lo fue. Era un viejo edificio que funcionaba como depósito de una naviera, la industria del envío de contenedores es un negocio enorme y multimillonario. Este negocio es el alma de la economía mundial. Representa el 90% del comercio mundial. Los buques pueden transportar mercancías en cantidades imposibles que cualquier otro medio de transporte. Esta era una buena manera para camuflar su negocio y hacerlo crecer.
El edifico era tétrico, muy antiguo, sus paredes desgastadas y el chirrido de la enorme puerta corrediza de metal le daba un aspecto aún más lúgubre. Para mi sorpresa el lugar estaba vacío, el personal aún no había llegado, al fondo un montón de cajas enormes de madera maciza apiladas en altas columnas y largas filas acaparaban prácticamente el enorme depósito.
—¿A que hora vienen los demás? —pregunté mientras observaba con cautela toda la instalación.
—Dentro de una hora —respondió Nebraska mientras se encendía un cigarrillo.
—Bien, voy a necesitar que me preparen una lista de stock. También quiero el itinerario de trabajo y las próximas fechas de entrega —solicité mirándolos a los dos. La verdad Orlov no me había solicitado todo eso, él lo maneja a la perfección, pero yo si quería conocerlo todo, para no llevarme ninguna sorpresa más adelante.
—¿Para cuándo lo quiere señor? —interpeló de mala manera el castaño, lo observe con mayor detenimiento, éste tenía los dientes algo chuecos y el puente de la nariz desviada.
—Lo antes posible, ahora necesito que me entregues las llaves de tu coche Nebraska, tengo asuntos que atender. No sé cuánto me tarde en volver pero espero que lo tengan todo listo para cuando regrese. ¿Está claro? —espeté autocráticamente.
—Todo estará listo para entonces —dijo Nebraska para luego entregarme las llaves del Mustang.
Tomé las llaves y salí del edificio sin decir más nada, necesitaba retomar mi camino porque ya había perdido demasiado tiempo charlando con estos dos. Según el gps que tenía instalado en el teléfono llegaría en más o menos media hora, todo dependía de si realizaba paradas o no durante el trayecto.
Intenté contactar con Kira marcando al único número que tenía de ella, pero éste ya no existía. ¿Que esperaba? ¿Que me contestara?. Después de años de no llamarla y nunca buscar la forma de comunicarme con ella, obviamente ya lo había cambiado y probablemente aún me odie.
[...]
Había aparcado del otro lado de la calle frente al edificio que me habían indicado, salí del coche y me quedé allí, esperando. No estaba seguro de si era el lugar correcto, pero debía esperar que algún rostro familiar saliera. No quería cometer ningún error, por ninguna razón.
Mientras me disponía a encender un cigarrillo una figura algo familiar captó mi atención, era la mujer que aparecía en una de las fotografías que me había entregado Orlov. Vestía prácticamente de blanco y negro, me pareció divertida la manera en que se detuvo para darle un mordisco a lo que parecía ser un sándwich, ver las ganas con que le metía los dientes hizo que hasta me diera hambre.
Ella levantó la vista y pudo percatarse de mi presencia, se quedó tiesa por un momento y podía sentir el miedo que mi presencia le provocaba, me hubiera gustado ver su mirada y el terror fundirse en ellos, pero llevaba unas gafas obscuras que me lo impidieron.
Intentó parecer tranquila, tal vez creyó que estaba ahí para seguirla y cuando estuvo lo suficientemente lejos volteó a verme, entonces dejé relucir mi sonrisa más siniestra y luego me llevé el cigarrillo a la boca, estoy seguro de que le habré causado una gran impresión.
Una vez asegurado el lugar decidí iniciar mi inspección, subí al edificio y localicé el departamento que les correspondía. Utilicé mis mejores habilidades de niño ladrón para abrir el cerrojo, la puerta se abrió sin tener que hacer mucho esfuerzo. —: Aún tienes el toque. — me elogié a mí mismo por tal hazaña, porque hacía tiempo no hacía algo así.
Entre al lugar y comencé a observar cada detalle, principalmente el desorden, eso fue lo que llamó mi atención, los cojines estaban dispersos por el suelo del living. Sobre uno de los estantes había un montón de películas antiguas y un porta retrato, dos jóvenes mujeres riendo a carcajadas como si nadie las estuviera observando. Podía reconocer a Kira a la perfección, era idéntica a Lena, no sabía cuánto las extrañaba y sinceramente no sabía que aún podía sentir algo así.
Pase del living a la cocina con cautela sin hacer mucho ruido. Encontré café recién hecho y una nota con una letra bastante familiar pegada por el refrigerador pero la dejé allí mismo, busqué una taza para servirme el café y para mi sorpresa la cocina estaba muy bien ordenada, pero no estaba seguro quien de las dos sería aquí la que mantiene el orden.
Mientras bebía mi café amargo, puro y sin azúcar caminaba por el pasillo que supongo llevaba a las habitaciones. Una de ellas estaba abierta así que la abrí por completo en total sigilo, todas las paredes eran blancas y las cortinas de un azul bastante obscuro. No se filtraba un solo rayo de luz a través de ellas, la luz era tenue suficiente como para ver una cantidad exuberante de ropa en uno de los sillones cerca de la cama, esta última estaba revuelta y desordenada, a su lado en una pequeña mesita de luz había un montón de cachivaches y un frasco de perfume por el que pude leer "Toxic" , extraño nombre para un perfume pensé.
Recorrí la habitación de arriba a bajo y encontré algunas fotos familiares cerca de un estante lleno de pequeñas macetas que tenían plantas suculentas de distintas especies. Un soporte pictórico se encontraba en una de las esquinas de la habitación, no tenía ningún lienzo pintado pero al lado del soporte había una mesilla con una variedad de pinceles, pequeños pomos de distintos colores y una paleta de una madera fina con un montón de mezclas de colores, esta tenía la forma de un riñón, era extraña su forma pero fue en lo primero que pensé.
Era evidente que esta no era la habitación de Kira así que decidí entrar en la otra, está tenía un pequeño girasol colgando frente a la puerta, no recordaba que a ella le gustaran estas cosas. Bueno, ya pasó mucho tiempo desde la última vez que hablamos y tal vez ella ya no sea la misma. Su habitación estaba ordenada y las paredes estaban pintadas de blanco y una especie de naranja, pero no era ese naranja chillón sino más bien parecido a los colores del atardecer.
Por la pared tenía un boceto de su rostro, en ella se veía serena y tranquila, se veía feliz. No sé si sea envidia lo que siento sobre lo que ella a conseguido aquí, ella siguió adelante dejando atrás todas sus historias y sus fantasmas, mientras yo me he hundido más en ellos. La verdad al ver todo este lugar ya no me apetecía llevarla a ese mundo pernicioso y lúgubre en el que su padre vivía, no quería arrastrarla de nuevo a ese lugar que tanto daño le hizo.
[...]
Me había recostado en la cama de Kira y sin darme cuenta un sueño profundo se apoderó de mí. Cuando una voz femenina que sonaba bastante preocupada me obligó a salir de mi estado somnoliento.
—Oye, ya no es gracioso.. —la oí decir. Entonces escuché sus pasos cada vez más cerca, me levanté y abrí la puerta antes de que ella lo hiciera.
Un grito ahogado se le escapó de esos finos labios y en su rostro pude ver el mismísimo terror reflejado, ¿tanto miedo podría tenerme?, me acerqué a ella y retrocedió un par de pasos hacia atrás.
Ella comenzó a gritar y a llamar a una tal Amber, entonces caí en cuenta de qué tal vez ese sea el nombre falso de Kira, la desesperación era bastante evidente en aquella mujer y no me dejo otra opción que callarla con mis propias manos, tenía un delicioso aroma a cítricos, en definitiva su perfume olía muy bien, su cuerpo tan blando comparado con la dureza del mío era una sensación bastante agradable a mi tacto. La sentía tan indefensa entre mis manos que hasta me dió lástima y no fue hasta que la observé con determinación que caí en cuenta de que no llevaba sus obscuras gafas. Su blanquecina piel estaba salpicada por algunas pecas y por un momento me perdí en su mirada, sus ojos era de un azul grisáceo muy intenso que me recordaban mucho a la gélida ciudad donde nací.
Callé a mis alborotados pensamientos y traté de tranquilizarla diciéndole una pequeña mentira, pero le dije el diminutivo de mi nombre dándole un dato que no muchas personas conocían. La duda aún estaba en sus ojos sobre lo que le había dicho pero por lo menos logré que dejara de gritar.
—Amber te dejo una nota.. —dije alejándome un poco más de ella que aún seguía respirando con cierta aflicción. La cercanía con su cuerpo me dejó un tanto anonadado, jamás me había pasado algo así, ella no tenía los labios carnosos y su cuerpo era proporcional en su mayoría, y para nada tenía un cuerpo atlético.
—¿Ah si? ¿donde? —indagó observándome con cautela y desconfianza. Si ella supiera que yo no soy el verdadero enemigo, tal vez me observaría con otros ojos. Pero, no puedo decirle más de lo que ya sabe de mí, no sin antes hablar con Kira.
—Está por el refrigerador.. —informé tranquilo como si está situación fuera de lo más normal para mí.
Mientras ella buscaba la nota yo me acomodé en uno de los sofás y encendí la televisión. La programación que tenían no era para nada llamativa para mí así que rompí el silencio que incómodamente se había acunado entre nosotros.
—Entonces.. ¿qué decía la nota? —pregunté mientras presionaba los botones del mando a distancia.
Ella permaneció en silencio observando la nota y luego dirigió su fría mirada hacia mí. Me hizo parpadear varias veces debido a que sus ojos eran bastante intimidantes, sus labios se fruncieron al igual que su entrecejo, algo estaba tramando en esa cabecita suya.
—Dice que.. —comenzó a decir pero se detuvo por un momento como si estuviera pensando muy bien lo que diría a continuación —, dice que fue a una entrevista de trabajo.. — terminó al fin.
—Jamás imagine que ella buscaría trabajo.. —dije entre risas. Eso si era verdad, Kira jamás ha necesitado dinero, aunque siempre ha demostrado cierta necesidad de ser independiente y la admiro por ello.
—¿Porqué lo dices? No la has visto en años y.. bueno no que yo sepa.. —dijo algo pensativa pero siempre a la defensiva, no se movió de su lugar manteniendo una distancia prudente entre nosotros —Un momento.. ¿cómo carajos hiciste para entrar sin una llave? — cuestionó aún más desconcertada.
— Ella no necesita dinero, en cuanto a lo otro es cierto y probablemente me odie.. — confesé sereno mientras miraba los tatuajes de mis dedos que aún seguían un poco magullados. — Querida que pregunta, no es obvio.. — dije acomodando mis enormes botas sobre la pequeña mesa de cristal que se encontraba enfrente mío.
— Bueno, me sorprendería con lo que me estás contando pero la verdad no se mucho sobre la vida privada de Amber, nunca ha querido hablar sobre su familia o su pasado y yo respeto eso. — musitó pero aún sentía cierta desconfianza que se ha instalado en el ambiente. — y dime ¿de donde vienes? ¿A que viniste después de tantos años? — preguntó mas curiosa esta vez.
— Deberías sorprenderte, aún tienes mucho por saber. — dije y una media sonrisa se apoderó de mis labios al pronunciar aquellas palabra que por lo que vi la dejo bastante consternada. — Vengo de Rusia, ¿no es más que obvio por mi acento? — pregunté con obviedad. — Y pronto sabrás el motivo de esta agradable visita.. — cuando dije aquellas palabras un bufido de desasosiego se le escapó y me precio tan divertido pero por esta vez me mantuve serio.
— Esperare a que ella misma me lo diga, y no muy a menudo conoces a una persona de esa nacionalidad, a excepción de nuestro vecino Igor, pero ni con todo eso lo habría adivinado, podría confundirte con un alemán.— dijo caminando hacia el pasillo, me quedé más que ofendido por lo último que dijo y bastante pensativo con esa información revelada, Igor era ruso y probablemente sea uno de los sospechosos.
— Espera.. aún no me has dicho tú nombre.. — espeté con cierto tono elevado porque ella cada vez más se adentraba al pasillo que dirigía a las habitaciones.
— Tu no preguntaste. — manifestó con un gesto de manos sin voltear a verme.
— ¿Cuál es tu nombre? — pregunté divertido por este juego de "no es de tu incumbencia" que acabamos de comenzar.
— Leilani. — dijo — voy a darme una ducha en lo que Amber regresa, no hagas una estupidez y no robes nada. — ordenó con seriedad pero aún así no podía verla de ese modo, no provocaba una sola pizca de miedo.
— No te preocupes, no me moveré de aquí.. — dije y una sonrisa torcida se dibujó en mis labios.
Leilani, ¿que clase de nombre era ese?. Bueno aquí todo es diferente, completamente distinto a todo lo que estoy acostumbrado. Pero lo que si, no dejaba de rondarme en la cabeza era aquel nombre, Igor. Orlov no me dió ningún nombre solo fotografías y de pésima calidad, por qué a Leilani no le hacia ningún favor la fotografía que tenía de ella.
Bueno, solo debía concentrarme en convencer a Kira de volver a casa, solo debía enfocarme en eso y no involucrarme en nada más.
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