Capítulo 8: Día extraño

El día llegó con una jeringa en mi brazo izquierdo. La enfermera permaneció sacando sangre y, aunque no me gustan los pinchazos, prefería eso a estar sola con Dawson. Aun seguía presionando por una conversación que no quería tener.

—El doctor Fiancci vendrá en una hora —informó la mujer dejando la bandeja de comida en la pequeña mesa giratoria de la cama.

Tomé mi desayuno y comencé a engullirlo. Siempre había escuchado que la comida de hospital era mala y ahora lo comprobaba. Aun así, el rugido de mi estomago me indicaba que no le importaba.

—Lindo trasero el de la enfermera —dejó salir el moreno cuando se cerró la puerta.

—Consigue su número —dije metiendo un trozo de pan en mi boca. La verdad no era mala idea si con eso se alejaba de la habitación.

—Buen intento pero ya es de día, tu y yo tenemos una conversación pendiente —tomó la silla de visita y la giró sentándose ahorcadas sobre ella.

—Estoy comiendo.

—No sigas, Dobbson.

Fruncí el ceño. No sé porque seguía aplazando algo que no tenía profundidad alguna. No había querido decirle a Rick que mi idea principal no había sido ir sola ahí. Punto.

—No eres al único que llamé. Si te delataba a ti hubiera tenido que delatar a Nina también —dejé el bocado a medio comer y lo miré—. Y estoy bastante segura que ella no atendió porque estaba ocupada contigo, ¿verdad?

Apartó la mirada. No hizo falta que respondiera y tal vez así se callaría o saldría de la habitación.

Me equivoqué en ambas suposiciones.

—Gracias.

Aquella sola palabra hizo que me atragantara con la comida. Comencé a toser incontrolablemente. Dawson se adelantó para pasarme un vaso con agua y darme pequeños golpes en la espalda.

—Una palabra peligrosa para decir mientras estás comiendo —se burló él intentando aligerar el ambiente.

Yo solo asentí esperando que los ataques pasaran.

Finalmente mi apetito se fue con eso. Hice la bandeja a un lado y me recosté en la cama. Era incómodo intentar moverme debido a la vía en mi brazo así que la miré como si se tratase de unas esposas.

—Esta cosa limita el movimiento —me quejé moviendo el brazo hasta donde me dejaba el conector a la bolsa de solución salina, según se leía en el envoltorio.

—No cambies el tema.

—¿Qué se supone que diga ahora? De nada, Dawson. Cuenta conmigo la próxima vez... claro si es que en la próxima no me matan.

Él suspiró y cualquier rastro de burla desapareció de su rostro. No había querido culparlo de que las cosas salieran mal pero una pequeña parte de mi mente era lo suficientemente egoísta para preguntarse por qué no dejó lo que fuese que estuviera haciendo y corrió a ayudarme.

—Lamento eso —dijo finalmente.

—Bien, terminemos con esto. ¿Un agradecimiento y una disculpa el mismo día? Esto tiene que ser el apocalipsis zombie.

—¿Qué fetiche tienes con los zombies?

Me encogí de hombros. —Me gusta The Walking Dead.

Ambos rompimos en carcajadas después de eso. La verdad había descubierto el programa por Taylor, él aun seguía sorprendido de que una chica fuera su compañera en cuanto a terror o sangre se tratase.

—Hmm... Disculpen...

Darius se encontraba en la puerta. No estaba segura si debido a nuestra risa no lo escuchamos tocar la puerta o si él solo había decidido auto-invitarse a entrar.

—Los dejaré solos.

«Punto para Dawson, que entendió la significativa mirada del pelinegro»

Eso no evitó el cruce de miradas entre ambos cuando el castaño pasó por su lado para salir de la habitación.

—Puedo venir en otro momento —comenzó Darius aun mirando la puerta.

—Ya Dawson se fue, estaremos bien.

Palmeé un lado de mi cama para indicarle que se sentara a mi lado, lo cual hizo.

—Para ti —dijo entregándome una rosa blanca la cual no me había dado cuenta que traía porque la escondía detrás de su espalda.

—Gracias —sonreí tomándola y me levanté lo suficiente para plantar un beso en su mejilla.

—Es mi forma de pedirte disculpas.

Fruncí el ceño. Ahora todo el mundo tenía algo para disculparse. — ¿Por qué?

—La verdad no pensé muy bien de ti cuando volviste a huir en Honey's —lo supuse— pero cuando supe lo que te pasó sentí que estaba siendo un idiota.

—Tenías razones para estar molesto, no tienes por qué sentirte culpable.

Él se encogió de hombros pero lo dejó estar. Sin embargo, en su mirada había algo más que lo preocupaba y el leve fruncimiento de su ceño aun no desapareció.

—¿Qué pasa? —pregunté esperando aliviarlo y no hundir más la arruga de su frente.

—¿De qué hablas?

—Estás preocupado o molesto por algo.

Se levantó pasando una mano por su rostro. Parecía debatirse en su interior entre contarme o no pero finalmente dejó salir un suspiro, no sabía si de derrota o alivio.

—Es Greg.

Instintivamente mis músculos se tensaron. Greg era otro asunto que tenía que resolver o Darius perdería otra persona cercana.

—¿Es sobre lo que vimos la otra noche?

Sacudió la cabeza y el alivio volvió. —Pero creo que es igual de grave.

—¿A qué te refieres?

—Greg descubrió que mi padre no es el suyo.

Eso no lo vi venir aunque ahora explicaba por qué nunca pude descubrir un parecido más allá del color de sus ojos, que según me había dicho Darius, tenían por su madre.

—Lo siento mucho... —no sabía que decir.

—Greg ya estaba en cosas extrañas pero ahora se alejó de la casa —su frustración fue en aumento—. Es un idiota pero es mi hermano.

Extendí una mano para que la tomara y lo obligué a sentarse de nuevo.

No era buena con las palabras así que simplemente rodeé su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí para que su cabeza descansara en mi pecho. No era de las que daban abrazos pero de alguna forma se sentía natural.

Pero algo que no advertí fue la cercanía de su rostro ni que continuó inclinándose hasta que sus labios rozaron los míos. Decir que nunca había besado está de más y la verdad era que no estaba segura como reaccionar pero Darius se encargo de unir nuestros labios y que el movimiento entre ellos fuera lento pero placentero. Dejé que mis manos se deslizaran por sus hombros hasta su cabello mientras él rodeaba mi cintura con sus brazos. Quería más de él y me removí en un intento de conseguirlo pero el límite de la vía en mi brazo me hizo separarme con un quejido.

—Lo siento. No debí hacer eso, aun está reciente tu herida —se alejó para poder mirar lo que seguramente eran unos hinchados labios—. ¿Estás bien?

—Lo estoy. Y no fue mi herida fue esta cadena perros —me quejé algo frustrada por la interrupción de mi primer beso—. Debe tener celos.

Él rió. — ¿Celos?

—Yo estaba besando un chico lindo, eso es solo una bolsa de liquido transparente —me encogí de hombros pero me alegraba escuchar su risa ya que alejaba a Greg de sus pensamientos.

—Divertida y hermosa, creo que me saqué la lotería —sonreí.

Quince minutos después, Darius se despidió ya que sus clases comenzarían más tarde. El doctor pasó para examinarme nuevamente y finalmente dijo que mañana por la mañana podría salir de ahí con la condición de que tuviera un mes en estricto reposo. Creo que hubiera hecho mi baile de felicidad de no ser porque aun corría riesgo de que la herida en mi costado volviera a abrirse.

Sam y Taylor volvieron por la tarde, dijeron que Ella estaba teniendo una conversación por Skype con Colton lo que hizo completamente imposible sacarla de la habitación. Kaidan se nos unió un par de horas más tarde.

—Bien, ya que mañana saldrás de aquí me convertiré en tu enfermera —dictó Sam firmemente.

—¿Y usarás uno de esos sexys trajes? —preguntó Taylor con picardía.

—Pervertido —dejé los ojos en blanco.

—Bueno chicos, deben irse. La hora de visitas terminó –concluyó Kaidan casi autoritario.

—¿Vienes?

—Me quedaré con Tara esta noche.

Ambos se despidieron dejándome con Kaidan. Me pregunté si se estaban turnando para quedarse conmigo lo que me llevó a pensar quien estuvo conmigo mientras todavía seguía inconsciente.

—¿Estás seguro que quieres quedarte? —Dudé mirando el sofá rojo—. No parece cómodo.

—Si Nina y Dawson pudieron con él, creo que yo también puedo.

Así que fue Nina...

—¿Necesitas algo?

—Estoy bien pero siento que mis parpados se cierran solos —admití dejando salir un bostezo.

—Tranquila, duerme que ya mañana podrás salir de aquí.

—¿Cómo hicieron que me dejaran salir tan rápido? Estaba bastante segura que al menos me darían una semana aquí.

—Dawson tiene sus formas. Estaba seguro de que no querrías permanecer aquí más que el tiempo necesario. Y si me disculpas yo también estoy muerto de sueño así que despiértame si necesitas algo.

Lo observé girarse y unos minutos más tarde ya podía escuchar su pasiva respiración.

Mi mente viajó por lo ocurrido en el día. Desde la disculpa de Dawson hasta el beso con Darius. Ahora sentía mi mente dar vueltas. ¿Quería a Darius? ¿Dawson estaba comenzando a ser un amigo? ¿Realmente estaba teniendo un poco de la normalidad deseada? Más preguntas se formaron en mi cabeza pero antes de poder encontrarle respuesta a una, la inconsciencia me tomó.



Cuando la mañana llegó, no podía estar más feliz. La residencia no era exactamente un lujo pero en este momento prefería llegar a mi cama que seguir con una aguja en mi brazo.

El doctor apareció a las nueve menos diez dándome finalmente el alta así que, poniendo todo mi esfuerzo, me levanté para cambiar mi ropa por la que había traído Sam el día anterior.

—¿Necesitarás ayuda? –preguntó Kaidan mientras entraba al baño con el bolso.

—No voy a dejar que me veas en ropa interior aunque seas mi hermano.

—Tara...

—Ni dormida.

Cerré la puerta detrás de mí con seguro. No me gustaba depender de las personas y ya era bastante humillante tener que apoyarme en mi acompañante para poder desplazarme. Al menos una tarea tan simple como colocarme mi ropa debía ser capaz de hacerla.

Afortunadamente Sam colocó un par de pantalones de yoga y una camiseta blanca holgada en el bolso ya que no estaba segura de poder soportar la cintura de los vaqueros. Fue un trabajo que tomó paciencia pero afortunadamente después de veinte minutos logré deshacerme de la bata de hospital y colocarme mi ropa.

Bien, ahora los zapatos...

—Está bien, Kaidan. Haz algo útil y ayúdame con... ¿Dawson?

—Kaidan salió a firmar tus papeles para el alta y me dijo que me quedara por si necesitabas ayudar... y por tus gritos creo que lo haces.

—De acuerdo, no es una tarea fácil ponerme estos sin hacerle daño a alguien, especialmente a mí así que ayúdame —le tendí los calcetines y las deportivas.

—Siéntate.

Me dejé caer sobre el borde de la cama mientras él se arrodillaba para colocar ambos calcetines los cuales no pasaban de mis tobillos y luego colocaba el calzado.

—Uh, si fueras lindo podría decir que me siento como cenicienta —dejé salir cruzándome de brazos.

—¿Si fuera lindo? ¿Qué? ¿Entonces te parezco increíblemente sexy? —presumió con una sonrisa en los labios.

—Despierta, Armstrong. Los sueños debes dejarlos para tu almohada.

—Eres una experta destructora de egos.

—Es un don —me encogí de hombros y ambos reímos.

—Bueno, princesa. Su calabaza la espera —dijo con tono elegante.

Fruncí el ceño y empujé con mi pie tomándolo desprevenido haciendo que perdiera el equilibrio y besara el suelo con su trasero.

—Oye, ¿qué fue eso?

—Odio que me llamen princesa —era cierto. Soñé con ser una hasta que me alejaron de mi hogar y me hicieron saber que los castillos y coronas estaban muy lejos de mi realidad.

—La única mujer que se enfada porque la llamen princesa —se quejó levantándose del suelo y extendiendo su mano hacía mí.

—Sí, así que si no es mucho pedir te agradecería que lo dejes fuera de tu vocabulario en cuanto a mí se refiere.

—Sí, mi capitana —se paró firme llevándose una mano al pecho en señal de promesa.

—Eres un idiota, Daw.

—También es un don.

Kaidan entró seguido de un enfermero con una silla de ruedas. A pesar de que me negué a sentarme en ella, ellos se negaron a dejarme salir de esa habitación a no ser que fuera en la silla o en brazos de alguno de ellos.

Bien, la silla era menos humillante...

En el estacionamiento estaba el jeep verde militar que utilizábamos Kaidan, Kyle y yo. Él subió al puesto del conductor mientras Dawson me ayudaba a recostarme en el asiento trasero. Kaidan puso el auto en marcha cuando Dawson se sentó en el asiento del copiloto.

Dejé que mis parpados se cerraran mientras conducíamos de vuelta a la residencia. No podría regresar a clases al menos en un par de semanas pero al menos podía estar en mi cama sin necesitar que hagan las cosas por mí.

—Tara, despierta. Ya llegamos.

Ni siquiera noté que me había quedado dormida. Suspiré deslizando ambas manos sobre mi rostro en un intento de alejar el sueño. Miré el lugar y volví a pasar ambas manos por mi rostro porque al parecer no había despertado del todo.

—¿Qué hacemos aquí?

—No puedes volver a la residencia sola —respondió Kaidan bajando al mismo tiempo que Dawson para ayudarme a salir del auto.

—¿Y se supone que voy a quedarme con Dawson y Nina mientras tanto?

Los tres entramos al edificio y subimos al elevador. Las puertas se abrieron en el ático, al entrar observamos a Nina y Kyle que se encontraba frente a un Rick sentado detrás de la pantalla.

—Me alegro de que salieras del hospital, Tara.

—Aun no responden a mi pregunta —ambos me ayudaron hasta el sofá y me dejaron en él—. Y gracias, Rick.

—Supongo que ya sabes que te quedarás con Armstrong y Harper.

—Te quedarás en mi habitación —informó Dawson—. Yo dormiré en el sofá.

—Bien.

—¿Bien? —Repitió Kyle incrédulo—. Pensé que pelearías más.

—¿Pelear para regresar a compartir baño con ustedes y otros trece? Hmm... no lo creo.

—Chica lista.

—Bien —interrumpió Rick—. Aun no he obtenido la información que mandé a analizar así que los quiero a todos atentos a la próxima conexión.

Desconectado.

—Kyle y yo debemos volver a clases así que pasaremos por aquí luego. Estoy seguro que no seremos los únicos, Sam ha estado preguntando por ella.

—No quiero a esa niña aquí —se negó Dawson.

—No creo que puedas detenerlos así que sé bueno —lo detuve, quería ver a los chicos y sabía de su preocupación.

Él gruñó mientras Kaidan y Kyle se despedían y salían. Nina mientras tanto permaneció con un rostro serio pero antes de poder decirle nada salió del recibidor y se encerró en su habitación.

Bien, al parecer mi estadía aquí no será tan grata.

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