Capítulo 20: Sin el "no expectativas"
Otra X en mi referencia médica. Con lo que me había ocurrido en el último par de meses me sorprendía que Rick no me hubiese suspendido. Pasé el fin de semana postrada en una cama ya que en cuanto Kyle me vio amenazó con contárselo a Salas por lo que me darían una semana más de inactividad.
Lo peor de todo había sido recibir visitas. El problema con tener tantas cosas sin resolver era que, cuando llegaban a un punto límite, todas desbordaban como una represa abierta.
Sam fue la primera en pasar pero me negué a hablar con ella. De hecho, me negué a hablar con un número considerable de personas puesto que incluso Emily quiso saber sobre mí.
Lo malo es que todo lo aplazado, tarde o temprano vuelve para arreglar cuentas y cuando el lunes llegó, ponerme al día con las clases perdidas era el menor de mis problemas.
— ¿Estás segura que estás lo suficientemente bien para ir a clases?
Miré a Ella sentada en el borde de mi cama desde el espejo. Junto a Taylor, fueron las únicas personas que dejé entrar en mi habitación con la condición de que no mencionaran ningún tema del que no quisiera hablar y hasta ahora habían cumplido su promesa.
Me encogí de hombros, tomé la sudadera negra que descansaba sobre mi cómoda y la pasé sobre mi cabeza arreglando bien el emblema de la universidad en el centro de la misma. Lo único que me apetecía era esconderme debajo de las sábanas y no salir hasta la graduación o la destitución, lo que ocurriera primero.
—Es mejor salir de eso ahora –tomé el bolso y la halé fuera de la habitación antes de que mi valentía se desvaneciera.
Mi itinerario de ese día era claro. Lo primero era reincorporarme a las clases y ponerme al día lo más rápido posible; Luego iría a visitar a Kaidan al departamento –rogando porque ni la pelirroja ni el moreno se encontrasen allí- y finalmente me dedicaría a buscar hasta por debajo de las rocas a Darius.
—Repítemelo otra vez. ¿Qué tengo para esta clase? –susurré sintiendo las miradas sobre mí. El sudor comenzó a acumularse en mis manos y probablemente en mi frente.
—Un trabajo sobre la anatomía humana –respondió Ella deteniéndose justo frente a la puerta ya que su clase quedaba dos pasillos más adelante.
— ¿Y cuál se supone que es la teoría de mi desaparición? –la reacción en la cafetería había sido pasada por alto por el comportamiento de Darius pero esto ya era ridículo.
—Drogas –suspiró-. Lo siento, debo dejarte. Luego me cuentas como te fue.
Asentí viéndola desaparecer por el pasillo lo cual me dejaba algunos segundos antes de por adentrarme en el aula. No sabía que era peor, la teoría de que me habían atrapado con posesión de drogas o lo que realmente había pasado. De igual forma, mi única alternativa era contar "la verdad-mentira" sobre problemas familiares y esperar que alguien lo creyera.
El profesor me dejó entregar el trabajo con dos días de prórroga. Debía hacer malabares para poder tenerlo a tiempo pero mi único objetivo era pasar así fuese con la menor calificación.
El día avanzaba de acuerdo a lo previsto. Cerca de las dos acabó mi última clase. Kyle me dejó el auto ya que él estaría estudiando –si, sorprendente- así que me dirigí al departamento habiendo enviado un mensaje de texto anteriormente a Kaidan para preguntarle si estaba solo. Pero como me había traicionado la última vez, me vi a mi misma cerciorándome de que realmente el auto que compartían Dawson y Nina no se encontrara en el estacionamiento.
Tendría una conversación muy seria con mi hermano. Puede que la Instructora me hubiese explicado el por qué de sus acciones la noche de mi cumpleaños pero aun me preguntaba cómo era que Kaidan se había enterado de todo.
Toqué la puerta del 214 y en cuanto se abrió entré dispuesta a dejar salir todo lo que venía pensando en el camino. Las palabras se helaron en mi boca cuando me giré para darme cuenta que era Dawson el que había abierto y ahora cerraba la puerta con una expresión de suficiencia en su rostro.
—Soy bueno haciendo que mis planes se cumplan –pasó la llave de la puerta y se cruzó de brazos mirándome con una expresión entre divertida y victoriosa.
— ¿Qué tienen todos con encerrarme aquí? –la pregunta más estúpida que pudo haber salido de mi boca pero admitía que me fastidiaba.
—Tal vez sea porque te niegas a escuchar a alguien más que no seas tú misma.
— ¡Eso no es cierto! Lo único que quiero es que dejen de mentirme y enredar las cosas aun más.
— ¿Y cómo pretendes conseguir respuestas si lo único que haces es huir? –alzó una ceja como si esperase que contestara pero no me dejó hacerlo-. No eres la única que tienes asuntos por resolver y no me has dado oportunidad de hablar contigo después de que abandonaste el departamento sin decirlo. Tus cosas aun siguen mi habitación.
—Si lo que quieres es que vaya a buscarlas, ¡perfecto! Tengo el auto en el estacionamiento.
Me giré dispuesta a ir a la habitación para terminar con eso de una vez pero él tomó mi brazo con un firme agarre y me sacó del recibidor hacia la estancia. Fue brusco a la hora de hacerme sentar en el sofá pero lo que me molestaba era que me obligaran a hacer las cosas.
— ¿Estás loco? ¿Sabes lo que es pedir las cosas como una persona normal? –me levanté nuevamente pero Dawson se colocó tan cerca que sentarme era la única opción para no respirar en su espacio personal.
—Ya te dije que necesito hablar contigo y no te moverás de aquí hasta que hayamos terminado.
— ¡Vine a ver a Kaidan! ¿Dónde está? –permaneció mirándome desde arriba sin querer moverse. Chico listo aunque no era que pudiese ir a ningún lado más que saltar por la ventana.
—Ya te dije que soy bueno haciendo que las cosas salgan a mi manera. Kaidan fue al hospital con Nina y dejó su celular. Vi tu mensaje así que te hice venir –explicó como si invadir la privacidad de las personas fuese lo más normal del mundo y, en cierta forma, en nuestro mundo lo era. En el instituto no había cosas personales pero ya me había acostumbrado tanto a esta parte del mundo que comenzaba a olvidar mis viejos hábitos.
—Me pregunto qué dirá Kaidan cuando sepa que leíste sus mensajes.
—Me tiene sin cuidado. No volverá hasta dentro dos horas –señaló el reloj colgado en la pared-. Así que tenemos tiempo.
Lo miré con la misma determinación que él me miraba a mí así que terminé por darme por vencida y levanté las manos en señal de rendición.
—Está bien. ¿Quieres hablar? Comienza –me crucé de brazos y piernas tomando la posición más cómoda que podía como si pudiese escucharlo todo el día.
—No soy el único que debe decir algo aquí, ¿sabes?
—Yo no tengo nada que decir y puesto a que eres el que me mantiene encerrada aquí, pues haz lo que quieras. Estoy a tu disposición.
Dawson me miró como si fuese una especie de reto. Tomó una de las sillas del comedor para colocarle en el mismo puesto que había estado segundos atrás.
— ¿Al menos quieres darme espacio vital?
— ¿Y arriesgarme a que saltes sobre mí y huyas? No en esta vida, Dobbson.
Resoplé frustrada sin moverme de mi "cómoda" posición. Lo observé relamer sus labios cómo si necesitase tiempo para encontrar las palabras para explicarse y me encontré detallando el trayecto de su lengua deslizarse por su labio inferior.
<< ¡Concentración, Tara! >>
—Primero quiero disculparme por haberte besado –apreté los labios porque aquello era algo en lo que no había reparado pero tampoco había querido pensarlo como un error-. Sé que no era la mejor forma de olvidarme de mis problemas y tampoco quería utilizarte.
—Creo que esa disculpa ya la habías dado –recordé lo abatido que había estado.
—Así es. Pero lo que ocurrió con Nina fue una consecuencia de eso.
— ¿Por qué lo dices? Lo que pase entre ella y tu no tiene por qué ver conmigo.
—Si cuando es por el hecho de haberla escuchado a ella y no a ti lo que hizo que no quisieras saber de mí aun estando en otro país, ¿cierto?
Mi silencio fue su respuesta. Era cierto, me había molestado a niveles astronómicos el hecho de haber sido la que se quedó con él mientras estaba borracho y haber sido desechada como si nada en cuanto su no-novia atravesó la habitación.
—No fue porque no quisiera escucharte que te dije que te fueras.
—Mira, aquí el punto es que ya sabes lo que ocurrió. Nina te lo contó y ahora todo es feliz entre ustedes. ¿Ya puedo irme? –el sarcasmo fluía como parte de mi ADN y en ciertas ocasiones creía que si lo poseía.
—Yo vi lo que ocurrió.
— ¿Qué?
—Yo vi cuando Nina te pegó y escuché lo que te dijo –mi boca se abrió con sorpresa-. Cuando te hablé así estaba molesto con ella, no contigo. Los problemas los resuelvo con quien los tengo y tu no lo eras.
—Pero... ¿cómo es que estaban tan felices después de eso?
—Estábamos en paz, no felices –corrigió él-. Nina me dijo que había pasado la noche con Kaidan llorando sobre lo que ocurrió entre nosotros y por eso le decepcionó vernos juntos en la mañana. No sentí pena por ella porque lo que hizo no estuvo bien bajo ningún concepto pero odiaba la idea de ella llamándote puta.
Mi cerebro y mi boca no parecían estar unidas porque las miles de palabras que el primero procesaba no salían. Me levanté siendo observada por él, no sabía si por el miedo a que corriera hacia el balcón o porque esperaba una respuesta que aun estaba pensando cómo dar.
—Yo... Yo...
—Tara –me hizo girar para mirarlo a los ojos. Su mano mantuvo mi barbilla en su dirección evitando que mi mirada escapara-. Ya te dije que siento el beso.
—Ya lo sé...
—Pero no es cierto.
— ¿Qué?
—Siento las circunstancias en que sucedieron. Como si lo estuviese haciendo para olvidar en ese momento... y, está bien, lo hacía. Pero no fue lo único que hacía.
—No... -tomé aire y lo intenté de nuevo-. No me vengas con la cursilería de que todo este tiempo has estado enamorado de mí.
—No lo haré. No lo estoy ahora –afirmó-. Ni siquiera tengo idea de a qué le llaman así. Es solo que... lo que hice se sintió mal en todas formas posibles pero el beso no.
—No entiendo...
—Quizás las palabras no son lo que necesito.
— ¿Qué...?
La frase murió entre nuestros labios. Era la tercera vez que me besaban y ni la primera ni la segunda aportaron mucha experiencia así que me sentía torpe aun cuando era él quien guiaba. Cerré los ojos sintiendo como sus brazos se cerraba en torno a mi cintura así que hice lo propio colocando mis manos sobre sus hombros insegura.
Era cierto, había sensaciones que no eran explicadas en ese beso y estaba segura que la forma en que miraba a mi Instructor había pasado a ser de atracción pero... ¿qué era exactamente? Me sentía nerviosa y ansiosa. Como si tuviera alguna obligación para proceder cuando la verdad era que apenas podía tratar de no ser tan mala besando.
¿Lo era?
¿Estaría haciéndolo terrible?
¿Estaría comparándome con la pelirroja?
Ni siquiera supe cuando me detuve hasta que él se separó para mirarme con expresión extraña. ¿Iba a decirme que había sido un error lo que sintió la última vez?
— ¿No sentiste nada?
Lo miré completamente ajena a su pregunta. No era lo que estaba esperando salir de sus labios así que me tomó varios segundos darme cuenta que creía que no había sentido lo mismo cuando la verdad era que me preocupaba que pudiese ser mejor en esto que yo. Quiero decir, puede que no haya tenido novia oficial pero en el sexo me daba muchas vueltas.
—Yo...
—Siento si te incomodé. No es necesario que...
—No no –lo interrumpí haciendo lo imposible para que las palabras se ordenaran-. Escucha. La cosa es que... sé que en esto de las "relaciones" ambos somos nuevos pero... no puedo evitar...
— ¿Pensar en Darius?
—Bien, hay dos cosas en las que no puedo evitar pensar –me armé de valor-. Pero no era en Darius en lo que pensaba cuando nos besamos... sino en lo inexperta que soy en eso.
— ¿De qué hablas? –realmente no quería decirle que mi primer beso había sido con Darius unas cuantas semanas atrás.
—Mi experiencia besando se puede contar con los dedos de una mano y sobran muchos dedos, ¿de acuerdo? –esta vez me solté porque sentía mis mejillas enrojecer. Nunca fui buena en eso y tampoco sabía como mejor-. Y ni hablar del asunto del sexo que prácticamente es una ciencia desconocida para mí.
—El sexo no es una c...
— ¡Mi punto es! –lo interrumpí-. Esto es el triple de extraño para mí y... ¡agg! –Solté un grito de frustración-. ¡No sé cómo tratar con esto!
—Tranquila –colocó ambas manos sobre mis hombros para detener mi caminata-. Esto no tiene porque...
— ¡Ni si te ocurra terminar esa frase! –Volví a interrumpirlo apuntándolo con el dedo-. Estoy cansada de lo de "no expectativas". Puede que sea novata en esto pero odio eso de estar flotando en una nube que puede desvanecerse en cualquier momento.
Dawson me miró y yo sabía que había revelado el estado de mi relación con Darius antes de la brusca ruptura.
—Dawson.
—No tienes por qué hablar de él y yo no tengo por qué hablar de Nina –sugirió-. No te digo que nos mantengamos en una nube solo que ninguno de los dos sabe cómo construir una base solida –sus manos bajaron de mis hombros a mis caderas.
— ¿Qué propones?
—Llamémoslo salir –se encogió de hombros-. ¿Qué tal una de esas... citas?
— ¿Hablas en serio?
— ¿Por qué no? Nunca tuve una ¿y tú?
—Algo así –recordé la salida al cine con Darius pero sacudí la cabeza. Esto no iba a ir a ningún lado si seguía comparando cada detalle-. Pero no cuenta.
—Bien, entonces no hay pérdidas, ¿cierto? –Apreté los labios-. Vamos, podremos hacer cualquier cosa.
—Está bien, está bien –mordí mi labio inferior-. ¿Por dónde empezamos?
— ¿Que tal por esa falta de experiencia tuya en cuestión de besos?
Sonreí mientras él se inclinaba hacia mí pero antes de que nuestros labios se tocasen, el sonido de la puerta al cerrarse nos hizo saltar al menos un metro uno dejos del otro. Kaidan apareció apoyándose de un par de muletas con Nina detrás de él.
— ¡Tara! No sabía que ibas a venir.
Me acerqué a él para abrazarlo. —Vine a saber cómo seguías.
Dawson lo ayudó a sentarse en el sofá. Yo tomé las muletas y las coloqué recostadas de la pared cercana para que pudiese tomarlas cuando quisiera levantarse.
—El doctor dijo que tendré que estar con esas un par de semanas más –señaló el soporte a su lado. Al parecer, no le complacía en absoluto-. Pero supongo que es mejor que continuar apoyándome en ustedes.
—Tú eres el que se preocupa por eso, nadie está diciendo eso.
—Pero lo piensan.
—Exageras.
—Bueno, bueno –Nina abrió su bolso para sacar un frasco de él-. Kaidan, el doctor dijo que debías tomarte esto en cuanto llegaras.
Le tendió una aspirina. ¿Desde cuándo se había convertido en su enfermera? ¿Y qué sabía yo? Aun seguía preguntándome por qué demonios ella se quedó con él la noche que no llegó a dormir aquí.
Me apresuré a ir a la cocina para traerle un vaso con agua. Infantil, lo sé. Pero que ella pareciera más familia de él que yo era algo que no me gustaba en lo absoluto.
—Deberías recostarte –sugerí después de que la pastilla pasó por su garganta y me regreso el vaso-. Vendré a verte luego.
— ¿Segura que no te importa?
—Tranquilo. Hay algo que todavía tengo que hacer.
Deposité un beso en su mejilla y me dirigí a la puerta.
— ¿Qué hay de tu ropa? –preguntó Dawson deteniéndose en el umbral.
—Supongo que es otra excusa para regresar.
— ¿Y cuál es la principal? –una sonrisa se dibujó en sus labios.
—Supongo que Kaidan –me encogí de hombros fingiendo inocencia.
— ¿Ah sí?
Negué con la cabeza. —Nos vemos luego.
Me acerqué a él y deposité un leve beso en su mejilla antes de casi correr hasta el ascensor.
Al menos ya había resuelto las cosas con Dawson aunque no estuviese segura de en qué posición nos encontrásemos pero al menos podía darle un nombre. La sonrisa estúpida no se borró de mi cara hasta que llegué el auto cuando noté que había alguien apoyado en la puerta del conductor.
— ¿Darius?
—Hola, Tara.
— ¿Qué haces aquí?
— ¿Querías hablar? Bueno, hablemos.
Lo miré notando como frotaba sus manos en un claro gesto de nerviosismo. Miró a su alrededor como si esperase que alguien saltara y lo descubriera en cualquier momento lo que me hizo preguntarme de quién se estaba escondiendo.
—Supongo que quieres buscar un lugar más privado, ¿no? –Adiviné abriendo la puerta del conductor-. Vamos.
Él subió al asiento del copiloto y en lo único que podía pensar después de eso era que finalmente resolvería mi problema número uno.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top