Capítulo 2: Oportunidad perdida
Dos golpes en mi puerta rompieron con el silencio en el que permanecí desde que huí como la idiota-nueva-rara que de hecho era. Casi dejé de respirar, no quería hablar con nadie pero un tercer golpe me hizo saber que la persona no se iría tan fácilmente.
—Sé que estás ahí —era Sam—. Así que no pienso irme hasta que hables conmigo.
Suspiré, me estaba comportando de forma estúpida y, por más que quisiera encerrarme en la habitación, era imposible. Pronto Rick se daría cuenta que no estaba en movimiento por el estúpido dispositivo de rastreo debajo de la piel de mi antebrazo.
—Lo siento —fue todo lo que dije en cuanto abrí la puerta.
Sacudió la cabeza. — ¿Por qué lo sientes? Estuviste increíble poniendo al idiota de Greg en su lugar. Lo que no entiendo es por qué te fuiste.
—No me gusta la atención, especialmente de la mala.
Me encogí de hombros y me hice a un lado para que pudiera entrar. Mi equipaje aun se encontraba hecho, permanecí mirando el techo las últimas dos horas.
—No es atención de la mala —se sentó en el borde de mi cama—. Es, más bien, sorpresa. Las personas tienden a permanecer en silencio alrededor de los deportistas, de alguna manera tienen más influencia. Y Greg se aprovecha de eso.
—¿Por qué odia tanto a Taylor?
Se encogió de hombros. —Greg es un arrogante y tiene celos, esos perros falderos que tiene únicamente lo siguen porque es el Mariscal y el favorito del entrenador. Si están bien con él, no tendrán problemas. Taylor es divertido y se lleva bien con casi todos aquí. Le sale natural.
Asentí apoyándome en la puerta. Las relaciones eran complicadas, especialmente entre familias. Lo sabía yo que no por compartir ADN con Kaidan y Kyle nos hacía los hermanos modelo, ni siquiera solíamos hablar antes de ser colocados en la misma categoría.
—De cualquier forma. Quería preguntarte si irás a la fiesta que harán por el comienzo de clases —hizo una mueca—. No es una fiesta, es más como música y alcohol juntos, pero es una forma de despedirse de nuestra libertad hasta nuevo aviso —se burló.
—Yo...
—Lo de la pregunta solo era una formalidad. Vas a ir —casi me reí de su convicción. La verdad era que no podía negarme, aun cuando quería, y no era por su determinación—. Eres casi la nueva celebridad aquí.
—¿Celebridad? –pregunté confundida.
—Olvídalo —sacudió la cabeza y se levanto de la cama—. Muéstrame tu ropa. Te veré a las siete abajo y soy capaz de venir buscarte con refuerzos.
Levanté las manos en señal de rendición y tomé la maleta que me había sido entregada. No tenía sentido mostrar mi escaso guardarropa que era el único que había conocido la mayor parte de mi vida.
—Lindo –aprobó Sam mientras miraba entre las prendas las cuales no tenían sentido para mí.
La miré hacerse con la ropa mientras lanzaba prendas sobre la cama. Mi ceño fruncido pareció delatarme porque sacudió la cabeza y volvió a sacar otras que, a mi parecer, no daban tanto miedo.
—Siete en punto o vendré con refuerzos —recordó antes de salir.
Después de una ducha rápida me vestí con la ropa escogida por Samantha. La camisa rosa a botones estaba bien pero los jeans... no estaba segura de cómo habían entrado. Demasiado ajustados.
Aun con las amenazas de Sam, cuando bajé no había nadie. Me pregunté si había optado por irse sin mí pero cinco minutos después bajó con shorts negros y camisa sin mangas.
—Debería haberme ido. Me dijiste una hora y llegaste después de mi —dije mirando el reloj en mi muñeca.
—Oh, vamos. Hice lo posible por apresurarme. Además, Taylor y Ella aun no están aquí.
—Tiempo pasado. Llegó por quienes lloraban —Sam y Ella rieron mientras el daba una vuelta exhibiendo sus pantalones gastados y una camiseta blanca de cuello en V—. Oh vamos, Tara. Le estás haciendo daño a mi eco al no mostrar emoción.
Me encogí de hombros lo cual desvaneció su sonrisa. — ¿Estás bien?
—Lo estoy. Lo siento, aun debo seguirle el ritmo con sus bromas.
—¿Quién dijo que era broma? Hablo enserio, estoy acostumbrado a provocar cosas en las mujeres. Especialmente que mojen sus bragas.
—¡Taylor! —lo regañó Ella. Sam sacudió la cabeza y caminó a la salida.
—Salgamos de una vez.
La fiesta estaba en pleno apogeo cuando llegamos. Habían decidió hacerla en un estacionamiento cercano al campus. Las bebidas provenían de un auto con el maletero abierto al igual que la música.
Algunas personas bailaban, otras mantenían conversaciones apartados. Encontré a Kaidan bailando con una pelirroja mientras Kyle bebía con Nina. Seguí buscando con la mirada pero Dawson no parecía presente.
—¿Buscas a alguien? —preguntó Sam inclinándose hacia mí para poder escucharla.
—Solo veía a mis hermanos —mentí aunque mi mirada se encontraba lejos de ellos.
El móvil en mi bolsillo vibró.
—¿Bueno? —contesté esperando escuchar por encima del ruido de la música.
—Auto rojo. Tres en punto.
Llamada finalizada.
Fijé mi vista en la dirección dada y vi a Dawson con la mirada fija en los que bailaban. No hizo ningún ademán de mirarme pero sabía que lo observaba.
—Que empiece la diversión —celebró Taylor entregándonos bebidas que ni siquiera noté que había ido a buscar.
Acerqué el vaso a mi nariz para olerlo. No era tan fuerte pero nunca en mi vida había tomado.
—Vamos, Tara —animó Ella.
Respiré hondo antes de llevar la bebida a mi boca. El licor quemó mi garganta y, debido a la sorpresa, no pude evitar la tos que se produjo a continuación.
—Eres virgen con el alcohol, ¿no? —alcé una ceja, como si no fuera obvio. Taylor se encogió de hombros—. No te preocupes, solo mejora.
Asentí pero por el momento, no habría más alcohol para mí.
Ella terminó convenciendo a Taylor para que bailara con ella mientras Sam a mi lado, seguía hablando de los prospectos a ligue. Estaba perdida con esto pero mi mente seguía vagando a lo que fuese que estuviera fuera de lugar.
En algún momento Sam también desapareció, dejándome sola. Quizás fuera mejor, no era la mejor compañía en este momento y mi concentración era escasa. ¿Había posibilidades de que alguno de ellos se encontrara aquí?
Quizás...
—Sola te ves mucho mejor.
El escalofrío producido por esa voz revolvió mi estomago. Me giré para encontrar a Greg con una sonrisa burlona claramente complacido por mi reacción.
—¿Ahora no eres una perra tan valiente? —preguntó con sorna.
—A ti realmente no te interesa la capacidad de reproducción porque estás atentando contra ella cada minuto que sigas aquí —solté sabiendo que era cuestión de tiempo para que el sudor volviera y los latidos de mi corazón explotaran.
—¿Con esa boca besas? Me gustaría saber si actúa tan bien como habla.
Se acercó con paso peligroso pero no me moví. No me importaba si tenía que romperle el brazo dejando a la universidad fuera de la temporada, Greg se estaba metiendo en terreno peligroso.
—Creo que lo mejor es que te vayas, Greg.
El mismo chico que había interrumpido la última vez miraba a Greg con las manos metidas en sus bolsillos. Tenía un aire despreocupado pero algo en su rostro, justo como la vez anterior, hizo que Greg retrocediera.
—Métete en tus asuntos, Darius —gruñó Greg.
—Es lo que deberías hacer tú. Pero sigues metido en su espacio personal.
Ambos se miraron fijamente. Como una guerra de miradas entre hombres pero no estaba segura de ver quien ganaba, quería alejarme lo antes posible, no podía permitirme un ataque de ansiedad ahora. Necesitaba controlarme.
Empecé a caminar alejándome de ellos. No estuve segura de cuánto tiempo pasé tratando de centrarme hasta que un cuerpo frente a mí me obligo a detenerme.
—¿Estás bien?
Él seguía apareciéndose. No estaba segura de si había dejado a Greg o simplemente había ganado pero me miraba con preocupación. Asentí esperando que fuese suficiente pero él no se movió.
—Soy Darius —se presentó tendiendo su mano hacia mí la cual solo miré. Podía sentir el sudor en la palma de las mías y ya había hecho suficiente ridículo.
—Tara.
—Eres amiga de Taylor, ¿no? —asentí cuando dejó caer su mano. Me sentí culpable pero lo hecho no se podía cambiar—. Soy su primo y desgraciadamente el hermano del idiota.
—¿Eres hermano de Greg? —mis cejas se alzaron por la sorpresa. No había parecido alguno en ellos. Bueno, no era que fuese reparado mucho en ellos.
—Supongo que debo haber hecho algo malo en mi vida anterior —sonrió con resignación pero no evitó que una sonrisa se formara en mis labios.
—Te compadezco.
—Tara.
La voz detrás de mí hizo que ambas sonrisas vacilaran. Darius porque había sido interrumpido, yo porque nunca creí que Dawson se acercara a mí por voluntad propia. Una segunda mirada me dio demostró que no era eso. Lo que solo quería decir...
—Necesitamos ir con tu hermano —fue lo único que salió de su boca mientras su mirada seguía impasible sin mirar fijamente a ninguno de los dos.
—¿Le pasó algo? —Intervino Darius antes de que pudiera decir algo. Dawson le dedicó una mirada pero no habló. Idiota.
—Nos vemos luego, ¿de acuerdo? —Le dije, girándome hacia él antes de hacer mi mejor esfuerzo por una sonrisa—. Gracias por alejar a Greg.
Me alejé antes de que pudiera decir algo.
Dawson caminó detrás de mí mientras nos alejábamos de la fiesta.
—¿Dónde están?
Señaló detrás del edificio. Mientras nos acercábamos escuché golpes y quejidos venir cerca de un callejón. Nina le daba una patada a su objetivo en el suelo mientras Kaidan y Kyle la flanqueaban. No era que el tipo tuviera oportunidad de irse a ningún lado.
—¿Ha dicho algo? —Dawson se acercó al cuerpo magullado en el suelo. Se agacho a la altura del tipo—. Tendrás mejor suerte si hablas, no te daremos la dicha de la muerte si no lo haces.
El hombre se retorció en un vano intento de volver a levantarse pero lo único que causó fue que una sarcástica risa brotara de los labios de Dawson.
—Bien, hagámoslo a tu manera, entonces —se burló antes de propinar otra patada en su costado y un segundo golpe en sus costillas—. Tenemos toda la noche.
La paliza no parecía surtir efecto. ¿Era que los entrenaban a base de ello? Tenía una buena tolerancia a los golpes que seguía propinando un Dawson que parecía ponerse más furioso con cada segundo que pasaba y el hombre parecía burlarse por no poder sacar más que gemidos de dolor de sus labios.
—Maldito hijo de puta —murmuró Dawson con furia en sus ojos mientras lo alzaba y lo apoyaba contra la pared.
Sabía lo que el idiota estaba haciendo así que me acerqué hasta Dawson y lo detuve antes de atestar otro puño en su ya dañado rostro.
—Lo que quiere es que lo mates a golpes.
—Eso es lo que está a punto de conseguir —continuó mirando fijamente al idiota que comenzaba a dibujar una mueca de victoria. No parecía tener sentido de supervivencia.
—¡No nos servirá muerto! —grité haciendo que se girara para mirarme.
Sus ojos cayeron directo a los míos mientras el idiota se deslizaba por la pared a causa de su propia sangre. Dawson parecía estar acostumbrado a que las personas retrocedieran ante su mirada de advertencia lo cual hizo que se cabreara cuando no hice más que dar un paso hacía él.
—Sueles pensar que los que cometeremos una estupidez seremos Kaidan, Kyle o yo por ser de menor rango pero eres tu el que te estás comportando como un idiota.
—Retrocede a tu puesto, Tara —advirtió con ojos fríos. No estaba segura de si estaba cabreado conmigo o con el idiota que seguía sin dar respuestas. Tal vez con ambos, pero no tenía importancia.
—Tú retrocede. Debemos llamar a Rick antes de que cometas una idiotez.
El silencio se hizo casi sepulcral mientras Dawson me miraba como si me estuviera ahorcando en su cabeza. Podía ver en sus ojos la necesidad de sangre y la verdad era que yo misma pudiera matarlo pero necesitábamos actuar con la cabeza fría.
Sin decir nada se alejó mientras sacaba su celular.
Había ganado.
—Nina levántalo y prepáralo por si Rick envía alguien a buscarlo —demandó sin mirarme.
No me interesaba su aprobación. Él era líder pero no estaba actuando como uno dejándose llevar por sus impulsos.
Nina asintió a su orden y se acercó al hombre.
—Dawson...
—¿Ahora qué? —demandó con un ladrido.
—No tiene pulso.
—¿Qué?
El celular cayó de su mano mientras nos acercábamos al cuerpo del hombre. Efectivamente, el hombre no tenía pulso. Lo habíamos perdido por la imprudencia de Dawson el cual se levanto hecho una furia.
—Hijo de puta...
—¿Qué vamos a hacer ahora? —se levantó Nina.
No escuché la respuesta, mi atención se fijaba en la envoltura a un lado. Tomé el papel en mis manos y busqué en el bolsillo de su pantalón.
—Esos malditos –murmuré antes de levantarme—. El idiota se suicidó.
—Claro que lo hizo, haciendo que Dawson lo golpeara hasta matarlo —se quejó Kyle apoyándose de la pared detrás de él. Sacudí la cabeza.
—No, tenía esto en su bolsillo —le entregué la diminuta pastilla encontrada—. Estoy segura que cada uno tiene esto para suicidarse en caso de ser necesario.
—Él sabía que no iba a salir de esto.
—Mejor llevarse la información a la tumba.
Dawson estrelló la punta de su zapato nuevamente con el cuerpo ahora sin vida.
Acabábamos de perder una oportunidad.
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