Capítulo 12: Cumpleaños caótico
Fue cuestión de tiempo que Rick llamara para reprenderme. No tenía excusa para defenderme así que simplemente dejé que hablara. Kyle se despidió "dejándome con mi rollo" como él había dicho así que cuando la puerta se abrió dejando ver una intranquila Nina, me encontraba sola en el sillón del recibidor con el teléfono aun cerca de la oreja.
—Tenemos que hablar —susurró haciéndome señales para que cortara.
—Ya, está bien. Aprendí la lección —interrumpí la reprimenda—. No lo volveré a hacer, ¿de acuerdo? Hablamos luego.
Colgué y apagué el móvil. Sabía que aquello era aun peor pero si la pelirroja traía información nueva quedaría olvidado en la cabeza de Rick.
—¿Seguiste a Greg? —pregunté aventurándome ya que me había informado de que las prácticas del rubio se ejercían Lunes, Jueves y Viernes.
—Vengo de ahí justamente —se acercó al otro sillón para dejarse caer en él—. Estaba siguiendo a Dawson.
—¿Qué? —La miré incrédula—. ¿Greg? ¿Por qué?
—Tengo la teoría de que ya es miembro oficial —noté el sarcasmo en su voz y no la culpaba. No estarían utilizando a Greg si aun estuvieran tratando de reclutarlo.
—¿Pero por qué, Dawson?
—¿Tengo pinta de psíquica? —Dejé los ojos en blanco ante su tono—. El asunto es que en algún momento lo perdió de vista y se detuvo. No me encontraba demasiado cerca pero por lo poco que pude entender, estaban presionándolo para que hablara con él de una vez.
—No entiendo por qué la prisa. ¿Desde cuándo llevan siguiéndolo?
—Ya te dije que no soy adivina —colocó su cabeza sobre el cojín dejando caer sus piernas libremente por el brazo del mueble—. Pero empiezo a creer que es más por la necesidad de más reclutas.
—¿Cómo pueden estar cortos si llevan al menos ocho años en esto? —Ella se encogió de hombros—. A menos que estén intentando reemplazar al idiota que atrapamos y se suicidó.
—¿Y no sería Greg ese reemplazo?
—No si lo venían siguiendo anteriormente.
Ambas nos miramos analizando la posibilidad. La pelirroja aun no sabía que el verdadero padre de Greg era posiblemente el traidor que había ayudado al grupo terrorista a entrar hace diez años pero sabía lo suficiente como para saber que con el rubio se habían tomado su trato especial.
—Bueno, ¿ahora si me vas a contar el asunto completo?
Ni siquiera había podido abrir la boca cuando el sonido de la puerta nos sorprendió. Dawson entró a la estancia sorprendido de vernos a la pelirroja y a mí manteniendo una conversación.
—¿Entré en un universo paralelo? —bromeó dejando varios libros que traía sobre la mesa del comedor.
—Tal vez caíste por el agujero de Alicia —me encogí de hombros levantándome.
—¿Dónde está el conejo blanco?
—Seguramente esperando para cantarte el feliz no cumpleaños —dejé los ojos en blanco ante la dramática actuación de su emoción—. Iré a cambiarme.
Me alejé esperando que Dawson no comenzara a hacer preguntas sobre la verdadera conversación que habíamos mantenido. Esperaba que la pelirroja pudiese evitarlo aunque con lo poco que hablaba con el moreno no estaba segura de que siquiera entablaran una conversación.
Con el paso de los días, dos personas habían estado evitándome. Kaidan y Darius. Con el primero había utilizado todos los métodos posibles, incluso Kyle había estado ayudándome a interceptarlo en los pasillos pero no aceptó intercambiar más de dos palabras. Con el segundo, por otro lado, decidir no seguir buscándolo y dejarlo así era un largo trecho que ejercía entre decirlo y hacerlo.
Cuando el viernes llegó lo único que quería hacer era encerrarme en la habitación del moreno a terminar con el ensayo que Emily y yo habíamos dejado a medias esa semana. Debíamos entregarlo la semana siguiente pero debido a que no había podido volver a reunirme con ella, le dije que yo me encargaría de terminarlo.
Ya iba por la página dieciséis cuando la puerta se abrió de par en par y Sam entró como si se tratase de una intervención.
—Baja. Ese. Lápiz—remarcó cada palabra con voz policial. La miré aguantando una carcajada.
—Soy inocente —levanté ambas manos, rindiéndome para seguir su juego.
—No, no lo eres —seguido de ella entró Ella. Me pregunté si Taylor estaba afuera—. No se estudia en un día como hoy.
—Amm... ¿qué tanto tiempo me perdí? ¿Decretaron día del no estudio? —Sam me miró enojada sin gustarle mi broma—. Ya, está bien. ¿Qué pasa?
— ¿Creíste que no nos enteraríamos que es tu cumpleaños? —se cruzó de brazos Ella.
Oh, eso.
Teniendo en cuenta que no lo había celebrado desde los nueve, la verdad es que era casi olvidable. Esa misma mañana solo había tenido un fugaz recuerdo debido a Kyle –lo cual me sorprendió-. Incluso Kaidan había dejado de lado su "ley del hielo" para felicitarme.
—No es fuera un secreto, tampoco —me encogí de hombros volviendo a mi tarea pero tanto el lápiz como el cuaderno me fue arrebatado.
—No vas a pasar tu noche de cumpleaños encerrada haciendo deberes —se negó Sam entregándole ambas cosas a Ella para que las escondiera.
«Cómo si fuese a saltar para tomarlos y huir... pensándolo bien, no es tan mala idea»
—¿Y qué se supone que tienes en mente? —me crucé de brazos observando a Ella asaltar mi maleta mientras Sam me obligaba a levantarme.
Hasta ahora no había reparado en que ambas ya estaban listas para salir. Sam llevaba un vestido rojo de un solo hombro mientras Ella había optado por una falda de lentejuelas doradas y una blusa blanca semitransparente.
—Vamos a salir a festejar tu cumpleaños —respondió Ella sacando prendas al azar—. Taylor conoce al dueño del bar cerca de la calle Avenue.
—Hum, claro. Me llevaras a un bar cuando no puedo beber alcohol —ambas se detuvieron para mirarme—. Antibióticos, ¿recuerdan?
—Beberás jugo —resolvió como si no fuese gran cosa—. Ve a ducharte.
—Sutil manera de decir que apesto.
Cerré la puerta detrás de mí y me desnudé. Tal vez simplemente salir a respirar aire fresco pudiera hacer que mi cabeza se despejara.
Tanto la rubia como la castaña ya habían escogido un atuendo cuando salí. A primera vista agradecí que las chicas no hubiesen exagerado escogiendo algo demasiado corto o demasiado ajustado pero frente a mí se encontraba un simple vestido negro de corte clásico.
—Date la vuelta –me ordenó Ella para subir el cierre de la espalda.
Le hice caso esperando que lo hiciera pero solo subió un par de centímetros por encima de mi trasero cuando se detuvo.
—¿Qué pasa? ¿No me queda? —pregunté intentando mirar sobre mi hombro ya que me encontraba frente al espejo.
—No. Eso es todo —respondió con total naturalidad.
—¿Qué? No puedes hablar en serio... —me giré para poder observar el escote en el espejo. Efectivamente, la espalda del vestido era inexistente—. ¡Es ridículo! ¿Cómo se utiliza un sujetador con esto?
—No se utiliza, nena —Sam soltó el broche de mi sostén y lo deslizo por mis brazos para finalmente apartarlo—. Ahora sí, está perfecto.
—¡Estás loca si piensas que voy a salir así! —me quejé mirando entre la espalda y el frente del vestido.
Nunca había utilizado ese tipo de escote. Los había visto, si, pero siempre pensé que no tendría la oportunidad de usar vestidos o que mi cuerpo no estaba hecho para ellos.
—Pelea todo lo que quieras, no es una opción encerrarte aquí —Ella se acercó para colocar un collar y abrocharlo detrás de mi cuello—. ¿Ves? ¡Estás hermosa!
—No la dejes mirarse tanto en el espejo o comenzará a inventarse más excusas.
La voz de la pelirroja nos hizo girarnos. Sam asintió dándole la razón mientras sacaba los tacones que quería que utilizara. La rubia casi se había infartado una tarde en la que por mala suerte solté que nunca los había usado, sus clases para aprender a caminar con ellos comenzaron de inmediato aunque había podido deshacerme de ellas desde que estuve en el hospital.
—¿Tu también irás? —pregunté a Nina mientras Sam me empujaba a sentarme para que me pusiera los tacones.
—Tus amigas pueden ser persuasivas —se encogió de hombros burlona.
La verdad era que la pelirroja se veía deslumbrante con pantalones negros ajustados y una blusa a juego con su cabello la cual claramente era escasa de tela sin mencionar la transparencia.
—Suelta tu cabello —demandó la morena así que saqué la coleta dejando que mi castaño cabello cayera sobre mis hombros. Lo acomodó un poco y luego sonrió.
—Será mejor que salgamos, los chicos están esperando afuera.
Me arrastraron fuera de la habitación antes de que pudiera proponerme a negarme.
El bar de Rocco -como se llamaba el amigo de Taylor- tenía una combinación de personas bailando o consumiendo bebidas alcohólicas. El ambiente estaba lleno de luces bajas apuntando a varias direcciones.
Sam no tardó en llevarse a Kaidan en cuanto nos sentamos en los sillones apartados. La ronda de vodka llegó con burlas debido a que era la única que no podía tomar. Ella fue invitada por un desconocido –uno muy lindo- a bailar así que Taylor terminó por sacarme a la pista de baile.
Por primera vez me dejé llevar, la música se apoderó de mis sentidos y la poca fuente de iluminación ayudaba a no sentirme cohibida porque alguien pudiera verme.
No estaba segura de cuantas canciones pasaron hasta que finalmente Taylor me dejó sentarme ya que había encontrado una chica que ocupase mi lugar. Para cuando me acerqué a la mesa me sorprendió ver que Dawson era el único sentado allí y al parecer la botella de ron lo había estado acompañando.
—Debo decir que estoy bastante decepcionada de verte aun sentado aquí —comenté sentándome junto a él.
Él alzó una ceja burlona sin dejar de beber el sorbo de su vaso mientras sacaba tres servilletas arrugadas y las dejaba sobre la mesa. Lo miré confundida hasta que observé la tinta en el papel.
«¡Había conseguido tres números telefónicos sin moverse de la mesa!»
—Vale, tal vez deberías ser mi mentor.
Dejó escapar una carcajada al depositar el vaso en la mesa. —Te vendrían bien algunas clases.
—Idiota —golpeé su hombro sacudiendo la cabeza—. ¿Dónde están Nina y Kyle?
Todo rastro de buen humor desapareció de su rostro. Observé su mandíbula tensarse y sus fosas nasales expandirse. No sabía qué punto débil había tocado hasta que señaló con un asentimiento de cabeza a dos cuerpos fusionarse como si fuesen uno. La pelirroja reía por algo que mi hermano le decía al oído. Era la primera vez que veía a ambos interactuar y que pareciesen tan íntimos me hacía preguntarme si la ex-no-novia de Dawson solo intentaba darle celos.
Y a juzgar por el rostro contraído del moreno estaba surtiendo efecto.
—Tu hermano es bastante rápido con las manos —volvió a llenar el vaso y lo bebió de un trago. No estaba segura de cuantas veces había repetido esa secuencia pero, debido a que quedaba un tercio en la botella, Dawson no debía estar su mayor estado de sobriedad.
—Solo están bailando —solté apartando la botella de él, se quejó pero lo detuve—. ¿Vas a emborracharte? ¿Qué sigue? ¿Vomitar y resaca? ¿Y luego qué?
—Lo averiguaré mañana —extendió la mano para tomar la botella pero lo aparté de un manotazo.
—Sabes que puedo contigo, Dawson. Y que hayas bebido solo juega puntos a mi favor.
Él apretó los labios con frustración al igual que los puños. La guerra de miradas no duro mucho porque la música se detuvo y la voz de Rocco en el micrófono nos sorprendió.
—Bueno bueno, gente. ¿La han estado pasando bien? —preguntó a la multitud que ya parecía familiarizado con ello.
—¡SI! —gritaron todos en coro.
—Han llegado las doce, ¿saben lo que significa eso? —colocó el micrófono como si fuese a hablar el público.
—¡HORA DEL TEQUILA!
Los gritos y aplausos estallaron. Hicieron pasar algunas cuantas mujeres entre las cuales estuvieron Sam y Nina. Se subieron a la barra, colocaron música y el ruido de los hombres silbando no se hizo esperar. Tampoco la música y con ello los chupitos de tequila. Sin embargo aquello no consistía en que ellas los tomasen, era por eso que las más osadas subían allí ya que ahora seguía colocar los pequeños vasos en el escote y hacer que un hombre bebiera de él.
Algunas mujeres no se hicieron esperar y además de eso comenzaron a quitarse algunas prendas de ropa. El mismo hombre que había invitado a Ella a bailar fue el que se acercó a beber de entre los pechos de Sam. La chica ni se inmutó por ello pero estaba segura que traería problemas tanto con Kaidan como con la morena.
Y eso no estaba ni de cerca a lo que ocurrió cuando Nina le hizo señas a un hombre. Al principio pensé que era Kyle, me tensé al pensar en el problema que ocasionaría en el equipo ya que Dawson intentaría matarlo cada vez que tuviera oportunidad.
Pero el que se acercó no era Kyle.
Eso no quitaba que la pelirroja estuviera jugando con fuego porque el moreno no se quedaría así. El hombre alto y castaño se acercó a paso lento. Desde aquel lugar únicamente podía ver su espalda. Nina se agachó para que el hombre cumpliera con su cometido al sorber el líquido pero la pelirroja agregó un extra al acercarse al rostro del desconocido y deslizar su lengua por los labios del castaño para quitar el resto del alcohol.
Comenzaron a celebrar la victoria del hombre que se había llevado el regalo de la flamante pelirroja así que éste se giró para ofrecer su mirada de triunfo.
Fue ahí cuando me congelé.
Fue ahí cuando mi mandíbula casi toca el suelo.
Aquel hombre de camisa a cuadros, pantalones oscuros y sonrisa sardónica lo conocía.
Claro que lo hacía porque yo misma había probado esos labios no hacía más de dos semana y vaya que no podía haberle importado menos.
Darius no solo me había pagado con la misma moneda, me estaba demostrando que si yo no me había dejado de interesar en él...
Él sí que había terminado conmigo.
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