Capítulo 18
La anaranjada luz del atardecer bañaba los rostros de aquellos que iban a enfrentarse contra los malvados demonios en la batalla final. En tan solo unas horas, la ciudad de Tokio se vería en vuelta en una lucha infernal en la que parte de sus habitantes serían machacados brutalmente. Los cazadores eran plenamente conscientes de que ni podrían salvar a todo el mundo. Era importante asimilarlo, para no decaer y hacer su trabajo lo mejor posible.
(TN) todavía estaba como en una nube después de haber compartido aquel momento tan intenso e íntimo con Katakuri. Se habían entregado el uno al otro. Aquella sonrisilla en su cara no pasaba desapercibida, aunque nadie comentó nada sobre el tema.
Aunque la joven era plenamente consciente de sus sentimientos por el demonio, aquel momento le había hecho cambiar aún más su perspectiva de aquella noche. Por una parte, el temor de no volver a verle continuaba estando allí, incluso algo más acentuado. Por la otra, el deseo de volver a estar entre sus brazos y poder compartir una vida tranquila con él le daba todavía más fuerzas para intentar llegar sana y salva al amanecer.
Katakuri también tenía sentimientos opuestos. Temía perder a (TN) con todas sus fuerzas. Después de haber conocido lo que era el amor no podía perderlo. Jamás hubiera imaginado que una humana despertara aquellos sentimientos en él. Cuando la vio por primera vez, vendiendo aquellas rosquillas. Cuando le ayudó a enterrar a su familia y vio potencial en ella. En ningún momento hubiera pensado que todo acabaría así. Ahora tenía claro que si alguien de la arrebataba le haría pagar las consecuencias.
La noche cayó y el cielo ya estaba negro, tan solo iluminado por el brillo de las estrellas y la luna. No había ni una sola nube. Una noche despejada. A pesar de la oscuridad, todavía quedaban unas horas para que llegara la media noche. Pudding había preparado el brebaje para sus hermanos y un delicioso té para los humanos cazadores.
El silencio reinaba en el ambiente. Ya habían repasado el plan incontables veces y todos tenían claro cuál era su papel y la posición que debían ocupar. La peli(t/c) iría en el grupo liderado por Cracker, un grupo de tres.
—Ha llegado el momento —anunció Katakuri, cuando tan solo quedaba una hora para medianoche—. Nosotros vamos a nuestro mundo, a prepararnos para la batalla. Esperadnos cada uno en la zona indicada. Ceñiros al plan tal y como lo hemos hablado. Dad lo mejor de vosotros.
Todos asintieron prácticamente al mismo tiempo.
Una vez los demonios desaparecieron, los jóvenes cazadores se pusieron rumbo a la ciudad. Tan solo debían caminar unos veinte minutos. Una vez allí, caminaron por las calles y callejones para dirigirse hacia su zona.
Las calles estaban prácticamente desiertas. Era una suerte que la batalla ni hubiera comenzado nada más caer la noche. La gente en la ciudad no era tan supersticiosa como en los pueblos y solían alargar el día.
Las luces de algunas casas todavía estaban encendidas. Los cazadores podían notar varias miradas clavadas en ellos. Algunas personas, observaban disimuladamente tras el cristal, otras estaban completamente asomadas sin ningún pudor; incluso cuchicheando entre ellos sobre la posible procedencia de aquellas personas. ¿Serían forasteros? ¿Por qué paseaban a altas horas de la noche? Y lo más importante... ¿Por qué iban armados?
—Mira, mamá, esa chica lleva una lanza —se escuchó comentar a una niña desde una de las ventanas. Su voz denotaba cierto tono de emoción. La peli(t/c) sabía perfectamente que se refería a ella, ya que solo estaba caminado con su compañero.
—No grites. Vamos dentro —le regañó su madre. Acto seguido, se escuchó el sonido de como se cerraba la ventana.
La voz de aquella niña hizo que de nuevo la chica de ojos (t/c) pensara en la cantidad de gente que iba a morir esa noche, incluso niños. Sacudió la cabeza para apartar aquellos pensamientos intrusivos. No podía dejar que la cruda realidad le distrajera. Aquella noche debían poner fin a la era demoniaca. Debían luchar por el bien común.
Unos minutos después, la pareja ya estaba en su lugar: una de las plazas de la zona céntrica. Supuestamente, ahí aparecería un tal Daifuku con un ejército de demonios convertidos. Katakuri y su grupo se encargarían de Oven, mientras que el resto de grupos se encargarían de rodear la zona atacada por Perospero y su ejército.
Todo ocurrió muy deprisa. El ambiente estaba tranquilo y, de pronto, ambos cazadores se vieron rodeados por una horda de demonios convertidos. Algunos de ellos con apariencia todavía humana y otros amorfos —algunos más que otros—.
Tal y como habían planeado, (TN) y su compañero fueron directos a por los demonios transformados. Varios de ellos no tenían apenas experiencia luchando, así que fueron fáciles de eliminar. Sin embargo, otros les iban a dar guerra.
Estaban tan cercados en su parte del plan que no pudieron observar el rostro consternado de Daifuku cuando su propio hermano le atacó. El robusto dominio de cabello corto y rubio recibió un buen golpe por parte de Cracker. Sin embargo, la sensación de tradición fue más dolorosa que el ataque.
—Tú... ¿Cómo...? ¿Acaso estás colaborando con esos sucios humanos? —preguntó el rubio, alzando el tono de su voz—. Eso quiere decir que has sido cómplice de la muerte de Mamá. Le envenenasteis, ¿¡verdad!? Malditos cobardes... ¡Vais a pagar por todo lo que habéis hecho!
—Los únicos que vais a pagar por todo lo que habéis hecho sois vosotros —aclaró Cracker. Sabía que luchaba por el bien de la humanidad, pero también iba a ser una venganza personal. Al fin y al cabo, Daifuku fue el que lideró la ejecución de la única persona a la que jamás había amado.
Tokio se convirtió en el escenario de una batalla campal. Los cazadores no daban a basto y algunos de los demonios se colaban en las casas. Se oían gritos de personas mientras huían en un intento desesperado por salvar sus vidas.
—¡Mami! ¡Mami! —(TN) escuchó le gritó de un niño mientras acababa de atravesar el cuello de un demonio que le había estado dando más guerra que los primeros.
—¡Cariño! ¡Estoy aquí! —exclamó una mujer.
El demonio que estaba a punto de atacar a la peli(t/c) ladeó la cabeza y comenzó a salivar al ver aquel pequeño y tierno niño. La saliva cayó por sus desgarrados labios. Sin pensar en nada más a su alrededor dio un enorme salto en dirección hacia el pequeño. La joven cazadora le siguió rápidamente y logró atravesar el cuello de aquel ser antes de que llegara hasta el niño. Este logró reunirse con su madre y huyeron a paso acelerado.
Era toda una suerte que alguno de sus contrincantes todavía no pudieran controlar sus ansias de alimentarse y, por tanto, no pudieran concentrarse completamente en la batalla.
Ya no quedaban muchos demonios en su zona. Paseó la mirada y vio como su compañero se estaba encargando de cuatro de ellos.no parecía tener problemas, pero igual le echaría una mano. Sin embargo, se topó con aquellos ojos negros,extremadamente grandes. Le miraban fijamente desde la entrada del callejón por el que acababan de huir la madre y el niño. Tras sonreír de forma macabra el demonio entró en el callejón.
—Creo que es el líder de este escuadrón —le comunicó el cazador—. Yo me encargo de los que quedan aquí. Ve yendo a por él si quieres.
(TN) no dudó ni un segundo. Aquel maldito ser le había retado con la mirada y sabía perfectamente cuáles eran sus intenciones. Lo que no esperaba es que no llegaría a tiempo para detenerle.
Nada más girar la esquina que llevaba directamente a aquel callejón, la peli(t/c) se quedó horrorizada al observar aquella escena. Lo primero que vio fue las cabezas de aquella mujer y su hijo, una en cada mano del demonio, arrancadas de cuajo de sus respectivos cuerpos. Estos estaban tirados en el suelo sobre un gran charco de sangre.
Durante unos segundos, la joven notó como si su mente se nublara. En su interior sentía una mezcla de tristeza, rabia e impotencia. Pensaba que les había salvado. Para dos vidas que tenía cerca y había logrado darles esperanza... Aquel ser sonreía con sorna mientras observaba el rostro desencajado de la joven. Aquella maldita cazadora de demonios moriría con el sentimiento de no haber podido salvar ni si quiera a esas dos inútiles almas.
El demonio lanzó las cabezas contra una de las paredes y se abalanzó a gran velocidad sobre la chica de ojos (t/c).
Por suerte, esta logró reaccionar justo a tiempo. Sus reflejos eran muy buenos, a pesar de estar distraída en aquel momento.
Decido. Se tomaría la venganza por ella misma. No iba a devolver a la vida a aquellas dos persona, pero evitaría que matara a otros. Y, joder, sería realmente satisfactorio acabar con él.
Los siguientes minutos se convirtieron en una rápida sucesión de golpes. Desde luego, aquel demonio no tenía nada que ver con el resto. Era inteligente, buen luchador y sabía controlar su apetito. Además, era retorcido. Sabía perfectamente cómo hacer daño psicológico.
(TN) aguantó cada rasguño con dureza. Trató de no mostrar más que una breve mueca de dolor cada vez que las afiladas uñas de ese ser se clavaban y deslizaban por su piel. La pelea estaba durando bastante, los minutos pasaban sin avances notables para ninguno de los dos contrincantes.
—¿Pensabas que iba a ser tan fácil como con el resto? —preguntó el demonio, tras rasgarle la mejilla derecha—. Por algo Daifuku me ha nombrado el líder de esta inútil tropa. Ellos son como hermanos para mí.
—¿Hermanos? —preguntó la joven, confundida. Probablemente aquellos tipos habían matado a sus seres queridos. ¿Y los llamaba hermanos?
—Sí. Mataron a mi familia, pero escogieron convertirme porque vieron mi potencial y sabían que podía ser uno de ellos —explicó, con orgullo, mientras seguía intentando atacar a la peli (t/c). Esta iba frenando todos los golpes.
—¿De verdad crees eso? —preguntó ella, alzando el tono de voz—. Nadie podría estar agradecido después de que hayan matado a su familia. Ellos no vieron potencial en ti, solo querían que sufrieras viendo los cadáveres de tus seres queridos y vivieras toda la eternidad sirviendo a aquellos que los mataron. Jamás te considerarían parte de su familia.
El demonio dejó de atacar instantáneamente cuando aquellas palabras se clavaron en su cerebro. Todo lo que la chica había dicho era lo que él pensaba al principio, hacía años, cuando todo lo que quería era vengarse. ¿En qué momento su mente se nubló de aquella manera? ¿Cuánto tiempo llevaba sirviendo y siendo usado por aquellos que habían destrozado su vida? Cayó de rodillas en el suelo y no tardó en notar el acero del arma de la joven atravesando su cuello.
—Lo siento —murmuró ella. No se refería al hecho de acabar con su existencia, sino que sentía todo aquello por lo que había tenido que pasar. Ahora podría descansar en paz—. Espero que puedas reunirte con tu familia.
Poco a poco, el cuerpo del demonio fue desvaneciéndose y las partículas se perdieron en el aire.
(TN) salió rápidamente del callejón. Sabía perfectamente que aquello estaba lejos de terminar.
—¡No! —exclamó la chica, corriendo hacia su compañero, que estaba tirando en el suelo. Una gran corte atravesaba todo su abdomen—. ¿Pero qué...?
—He acabado con todos... —murmuró el joven, de manera entre cortada y apenas con un hilo de voz. La peli(t/c) consiguió escucharle porque se había arrodillado junto a él.
No había ni un demonio a su alrededor. Tan solo quedaban Cracker y Daifuku luchando a muerte.
¿Qué habría ocurrido? Era imposible que aquellos demonios novatos le hubieran hecho aquella herida, por más numerosos que fueran.
La joven se quedó sentada junto a él unos segundos más, hasta que dejó de respirar. Ahora tan solo quedaba ella en el grupo, junto a Cracker. ¿Debía ayudarle a luchar contra su hermano? ¿O tan solo le estorbaría? No se consideraba una mala luchadora, pero tenía claro que no era rival para uno de los grandes demonios.
—(TN), vete a la zona de Lola, Chiffone y Pudding —le ordenó el demonio de cabellos morados, tras haberse acercado a ella.
—No puedo creer que ellas tres formen parte del grupo de los traidores —comentó Daifuku atacando de llenos su hermano, el cual logró parar el ataque—. ¿Crees que soy tan débil como para despistarte hablando con una mocosa?
—Lárgate, rápido. Y más te vale ir con cuidado. —Cracker obvió las alambras de su hermano y le habló a la joven. Esta se levantó y comenzó a correr hacia la zona donde ellas tres debían estar.
—Vaya, ¡no me digas que has vuelto a enamórate de uno de esos seres inferiores! —El rubio soltó una carcajada tras su comentario.
—Claro que no —aseguró Cracker. Estaba seguro de que jamás podría volver a sentir algo como lo que sintió.
—Pero su seguridad es importante... —murmuró Daifuku, tratando de concentrarse. En cuestión de segundos, su mente se iluminó—. La proteges... No por ti, sino tal vez por... Katakuri. ¿Es eso? No puedo creer que el también haya caído en los encantos de una humana. En ese caso...
—¡No! —exclamó Cracker, tratando de golpearle para detenerle.
Su hermano esquivó el ataque con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Aquella reacción acababa de confirmar sus sospechas. En cuestión de segundos una extraña sombra con intento de forma humana se proyectó del cuerpo de Daifuku y se dirigió con agilidad hacia la joven que todavía estaba corriendo por aquella calle.
(TN) no tardó en notar un doloroso golpe en él omoplato derecho. Fue un golpe tan fuerte que cayó al suelo y rodó sobre el asfalto un par de metros. Durante el proceso, no pudo evitar soltar varios alaridos de dolor. Se levantó, a duras penas y miró a su alrededor. Allí no había nada. Tan solo veía a los dos demonios luchando en la distancia. Trató de mirarse el lugar donde había sido golpeada y alcanzó a ver parte del gran moretón que había sobre su piel. No comprendía qué acababa de pasar, pero debía continuar su camino. Tal vez necesitaban ayuda en la otra zona.
—Tranquilo, hermanito. Tan solo le he dado un pequeño golpe, no he atravesado su piel como al otro ser insignificante —comentó Daifuku, mientras frenaba los golpes de su hermano—. Me encargaré de ti antes de acabar con su vida. Al fin y al cabo, lo importante es que Katakuri vea como rompo todos y cada uno de sus huesos.
—Prefiero luchas a muerte contigo que recibir la ira de mi hermano por no haber cuidado bien de ella —aclaró Cracker. Acabaría con aquel bastardo, sí o sí.
Unos minutos después, (TN) por fin llegó a la plaza. A pesar de tener el cuerpo lleno de cortes y rasguños, sin contar aquel enrome moretón que le ardía en la espalda, todavía estaba bastante ágil. Todo su entrenamiento estaba dando frutos. Sin embargo, aquel fugaz momento de alegra por estar aguantando, se desvaneció cuando observó aquella horrible escena ante sus ojos.
En medio medio la la plaza que marcaba el centro de los tres grupos que habían formado estaban las tres. Los cuerpos de Lola, Chiffone y Pudding se alzaban en unos grandes palos de madera. Sus cuatro extremidades estaban destruidas y se iban regenerando muy lentamente. Los cuerpos de los cazadores yacían en el suelo, sin vida. Habían logrado derrotar a todos los demonios, excepto a Perospero.
Había pasado lo mismo que en su grupo. Si aquel demonio no hubiera ido hasta el callejón y ella le hubiera seguido, probablemente hubiera sufrido el mismo destino que su compañero. Daifuku se había encargado de él para no tener que luchar con dos a la vez, y se hubiera encargado de (TN) si estaba hubiera permanecido allí.
La peli(t/c) clavó sus ojos en el demonio que observaba divertido a sus hermanas. Ese debía ser Perospero, del que Katakuri le había hablado. Aquella larga lengua se adaptaba perfectamente a la descripción. Era uno de los demonios más poderosos de la familia Charlotte y tenía ganas de venganza por la muerte de su madre y la traición de sus hermanos.
Puede que otra persona se hubiera echado atrás siendo consciente de las escasas posibilidades de sobrevivir, pero a la joven no se le pasó por la mente aquella idea. Aquellas tres mujeres le habían salvado la vida y eran familia del amor de su vida. Además, aquella era una batalla a muerte. O todo o nada por el bien de la humanidad, y ella lo daría todo.
Sus pasos sonaron con fuerza mientras caminaba hacia el centro de la plaza. Si ese era el momento de su muerte, lo aceptaría y haría todo lo posible hasta su último aliento.
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