Capítulo 13

—Vaya, desde luego mi brebaje comienza a hacer efectos —comentó Pudding, después de la gran pelea de entrenamiento que Katakuri y Cracker acababan de tener.

—Sí, ha sido una gran batalla... —murmuró (TN), sorprendida. Casi nunca había tenido la oportunidad de observar a su compañero mientras luchaba, ya que ella también solía pelear a la vez.

—Hora de curar esas heridas —anunció Chiffone, al mismo tiempo que se levantaba y se dirigía hacia el interior de la casa. La peli(t/c) se fijó todavía más en las graves heridas que ambos demonios tenían.

—¿Esa clase de heridas pueden curarse como si nada? —preguntó la humana, con curiosidad.

—No, debemos aplicar un ungüento especial —explicó Lola—. Normalmente, los demonios sanamos rápido las heridas provocadas por un humano o armas creadas por ellos. Sin embargo, las heridas de un demonio a otro demonio son mucho más profundas. En especial si se trata de demonios fuertes. Se pueden regenerar solas igualmente, pero lleva unas que se recuperen del todo. Con el ungüento especial, desaparecen enseguida.

—¡Ya lo tengo! —se escuchó exclamar a Chiffone, mientras salía por la puerta.

(TN) observó con curiosidad como las hermanas llevaban a cabo su trabajo. Lola retiró aquella especie de chaleco oscuro que Katakuri siempre llevaba puesto, y a pesar de que apenas cubría su torso, la joven no pudo evitar que un ligero cosquilleo recorriera su cuerpo por dentro.

Unos segundos después, pudo observar como aquellas horribles heridas se iban cerrando poco a poco, aunque a una gran velocidad si lo comparabas con el proceso de curación en un humano.

—Te entrarán moscas si no cierras la boca —advirtió Cracker, sacando del trance a la joven—. ¿Te ha sorprendido lo de las heridas o es que te has quedado boquiabierta observando a mi hermano?

—¿Pero qué dices? —farfullo ella, algo avergonzada, mientras se levantaba. Había estado observando los entrenamientos sentada en la hierba.

—Ten cuidado —advirtió el peligranate, mirando a la joven e ignorando el comentario de su hermano. 

—Puedo caminar, ¿vale? Eso no es un gran esfuerzo —aclaró la peli(t/c). Estaba algo irascible por no poder formar parte de los entrenamientos—. Voy un rato a descansar.

Aceleró el paso y continuó rumbo a su habitación. Bueno, la habitación que le habían asignado en la casa. Nada más llegar, se dejó caer sobre el colchón, apoyando la cara contra la almohada.

¿Por qué se había avergonzado tanto por ese comentario? Es decir, supuestamente las cosas ya estaban claras entre ellos. Además, no es que ella hubiera sido nunca una chica que se avergonzara fácilmente. Aunque tampoco le había gustado ningún chico antes y no había tenido que enfrentarse a ese tipo de situación. ¿A caso te ibas volviendo tonta a medida que te enamorabas?

Aquella misma noche, unas horas después, cuando (TN) salió de la habitación escuchó las voces del resto en el jardín. Decidió salir a echar un vistazo. Sus ojos brillaron mientras observaba la imagen ante sus ojos. Habían montado fuera la mesa de madera, con sillas alrededor. La mesa estaba abarrotada de diferentes tipos de comida y parecían prácticamente recién hechas.

—(TN), estábamos a punto de entrar a buscarte —comentó Bruleé, cuando vio salir a la humana por la puerta.

—¿Qué es todo esto? —preguntó la peli(t/c), sin ocultar su emoción.

—Nos hemos acercado a la ciudad para comprarlo, hace tan solo unos minutos —explicó Pudding—. Los demonios no necesitamos este tipo de comida para vivir, pero no está mal darse un gusto de vez en cuando.

—Hablad por vosotras —intervino Cracker. En su rostro de podía apreciar una mueca de disgusto.

Pasaron una tranquila y divertida velada todos juntos. Las chicas disfrutaron de todos aquellos deliciosos platos, mientras que los dos hermanos tan solo bebían aquel extraño brebaje que aumentaba su fuerza.

(TN) no podía evitar sentirse feliz a ver a Katakuri tan despreocupado, sin aquella bufanda que ocultaba su rostro. No le hacía ninguna gracia que tuviera que ocultarlo frente a la gente. Si era porque no quería que descubrieran que era un demonio, le parecería bien. Sin embargo, tampoco se la quitó en casa de Rayden. No entendía cómo podía avergonzarse. ¿Acaso no se había visto en el espejo? Incluso aquellas cicatrices que recorrían sus mejillas le hacían todavía más atractivo. Puede que con esos dientes pudiera arrancarte media cara de un mordisco, pero cuando se besaron... Ni los notó. ¡Ay! Ese beso.

—El amor... —se escuchó murmurar a Lola. Chiffone y Bruleé, que estaban al lado de la susodicha, se rieron de sus palabras. Era adorable ver a aquella joven humana observar así a su hermano.

Después de estar charlando un rato más, recogieron la mesa entre todos. No querían alargar la noche, no es que necesitaran dormir, pero estar tumbados un buen rato sobre un cómodo colchón no estaba de más. (TN) sí dormiría. Y tanto que dormiría. Últimamente estaba más cansada de lo normal y estaba segura que era por dormir más horas de las que tocaba. A partir de ese día se levantaría más temprano aunque no tuviera que entrenar.  Era difícil resistirse cuando por fin tenía una cama para dormir, aunque no iba a negar que echaba de menos dormir apoyada en las piernas del peli-granate.

—Katakuri, ¿podrías ponerme el aceite para las cicatrices? —preguntó la chica, antes de que el demonio se retirara a su habitación. Lola y Chiffone tenían un aceite para que las heridas cicatrizaran adecuadamente. Un ungüento del mundo humano, nada que ver con poderes demoníacos.

—Es mejor que se encarguen mis hermanas. Ellas saben mejor como hacerlo —contestó él. No le importaba que aquellas marcas se quedaran en la piel de (TN), ya que continuaría estando igual de preciosa. Sin embargo, si ella prefería que se fueran era mejor que se la pusieran unas expertas.

—Este no se entera de nada... —murmuró Chiffone, llevándose una mano a la cara.

—Vamos, hermanito. Solo es cubrir la herida con aceite —intervino Pudding—. Pones el aceite sobre la piel y lo expandes con las yemas de los dedos. No hace falta ser un experto.

—Además, nosotras tenemos que hacer un par de cosas. Te dejamos a cargo —añadió Lola, mientras empujaba al resto de sus hermanas para desaparecer rápidamente del salón.

—Bueno, vamos a tú habitación —concluyó el peli-granate, mientras comenzaba a caminar.

La primera en entrar al cuarto fue (TN). De espaldas a Katakuri, y antes de dejarse caer sobre el colchón fue dejando caer parte de su ropa. Primero el kimono, y después la camiseta blanca. El demonio tosió levemente y apartó la mirada. No podía evitar sentir que estaba invadiendo la intimidad de la joven. Aunque, en fin, siendo completamente consciente de la situación y siendo ella le que le había pedido encargarse de esa tarea... Su mente tenía una lucha interna entre continuar siendo correcto o hacer lo que se cuerpo llevaba meses pidiendo.

Se sentó en el borde del colchón y estiró el brazo para coger el frasco que había sobre la mesita. Quitó la tapa y lo inclinó con cuidado para verter un poco del contenido sobre la herida que la peli(t/c) tenía en la parte baja de la espalda. Aquel maldito demonio le había atravesado, así que tenía una ahí y la otra en el estómago. A pesar de que la herida todavía era bastante vistosa, ya estaba mucho mejor cicatrizada. Sus hermanas habían hecho un buen trabajo cerrándola.

Expandió el aceite con lentitud y suavidad, dando un pequeño masaje y asegurándose de cubrir toda la zona. Ignoró aquel excitante suspiro que salió de la boca de la peli(t/c) y continuó con su labor.

Ella, por su parte, disfrutó de aquel roce que los dedos grandes y ásperos de Katakuri producían contra su piel. Después una semana poniéndose aquel ungüento, ya no le escocía tanto. Los dos primeros días, las heridas estaban todavía algo tiernas, pero habían mejorado.

—Tienes que soplar un poco, para que se seque —comentó la joven—. Si no, cuando me gire el aceite se quedará en el colchón.

El peligranate asintió. Se inclinó ligeramente hasta que su rosto quedó a tan solo unos centímetros de la piel de (TN). Entreabrió ligeramente los labios y sopló allí donde había puesto el aceite. La chica no puedo evitar soltar un pequeño gemido. El demonio sintió un ligero cosquilleo en su entrepierna, como si estuviera despertando. Continuó soplando, hasta que no pudo aguantar las ganas de besar aquella suave y tersa piel.

Paseó los labios por la espalda de la chica, dejando suaves besos por el camino. Apartó los cabellos (t/c) de la joven, dejando el cuello a la vista y no dudó en dejar unos cuantos besos también por esa zona. Se excitó todavía más al ver como el cuerpo de (TN) se estremecía a causa de él.

—Creo que ya puedes darte la vuelta —susurró Katakuri, cerca del oído de la joven.

—Pero... Me estaba gustando —se quejó ella, sin moverse. Sentir los labios del peligranate sobre su piel era una sensación realmente placentera.

—Si continuamos así, lo que te haré sí será un gran esfuerzo para tu cuerpo —le advirtió él. La peli(t/c) abrió mucho los ojos. Aunque no se lo estaba tomando precisamente como una amenaza—. Venga, tengo que curarte la otra herida.

(TN) se giró, soltando un pequeño gruñido de desacuerdo. Se tumbó bocarriba sobre el colchón. Katakuri intentó evitar posar su mirada en la pequeña prenda de tela que cubría los pechos de la chica y se centró exclusivamente en la herida. 

La joven se quedó observándole fijamente. Estaba claro que alguien tan perfecto no podía ser humano. Alguien educado, con las ideas claras, razonable, fuerte, que se preocupara por los demás... ¡Que se preocupara por la humanidad! Y si a todo eso le sumabas aquel maldito atractivo que le caracterizaba...

—Katakuri —le llamó, mientras dejaba el bote de aceite en la mesita y antes de que se levantara de la cama.

—¿Qué? —preguntó él.

—Me gustas mucho.

El demonio no dijo nada. Tan solo estiró uno de sus brazos y acarició con suavidad una de las mejillas de la joven. Era increíble que una criatura como él pudiera llegar a gustarle a aquel ángel que tenía en frente. Porque, efectivamente, para Katakuri, (TN) era un ángel caído del mismísimo cielo. Jamás hubiera imaginado que conocería a alguien como ella, después de tantos años de existencia.

Se levantó y depositó un pequeño beso en la frente de la joven antes de irse de la habitación. Ella se acurrucó en la cama mientras una sonrisilla se dibujaba en su rostro. Definitivamente, se estaba volviendo un poco tonta, pero le daba completamente igual.

[•••]

—Perfecto, ¡manos a la obra! —exclamó (TN), mientras se ajustaba el delantal.

Después de otra dura semana de entrenamientos, la joven había decidido compensar a sus anfitriones preparando sus rosquillas. Bueno, las de su madre, pero ella estaba presente para que el legado continuara. Ella y las chicas se habían acercado a la ciudad para comprar todos los ingredientes necesarios. Todos estaban emocionados por probarlas —en especial Katakuri, de nuevo— excepto Cracker, al cual no se le veía muy convencido. A la peli(t/c) no le importaba. Se encargaría de que aquel tipo le empezara a gustar alguna receta del mundo humano.

—¿Por qué dejas un hueco en medio? —preguntó el demonio de cabellos morados, con curiosidad—. Es menos cantidad para comer.

—Oh, bueno, también podrían hacerse sin agujero en medio —respondió la joven humana, pensativa—. ¡Incluso podrían ir rellenos por dentro! De chocolate o de mermelada de sabores. Lástima que no tengamos suficiente chocolate y nada de mermelada ya preparada.

—Yo me encargo de eso —intervino Katakuri. Lo que fuera por aquel delicioso manjar. Su hermano iba a hacer algún comentario burlesco, pero el peligranate despareció en cuestión de segundos.

Después de un buen rato preparando la forma de la masa, rellenando algunas de las rosquillas, preparando el glaseado y horneando, por fin sacaron la segunda ronda de aquellos dulces. Mientras los últimos que habían salido del horno se enfriaban, aprovecharon para comerse los primeros.

Katakuri dudó durante unos segundos si comer delante de (TN). Sin embargo, cuando vio a la chica sonreír de aquella manera, esperando a que todos probaran lo que había cocinado con tanto esfuerzo, decidió hacerlo. Ella le había aceptado tal y como era, dudaba que fuera a salir corriendo por verle comer.

Disfrutaron de una mañana agradable. Aunque, a medida que las horas iban pasando, los nervios iban crispándose. Había llegado el día que la luna llena brillaría de nuevo en el cielo. Esa noche les esperaba una dura batalla. Big Mom cada vez enviaba al mundo de los humanos a sus hijos e hijas más fuertes. Y estaba perdiendo la paciencia. Probablemente, esa noche iba a ser demasiado intensa.

Katakuri, Cracker, Pudding y Bruleé ya tenían claras las zonas en las que iban a combatir. Los cazadores de demonios de las diversas partes del país estaban preparados. (TN) no podría participar en aquella batalla, así que se quedaría junto con Lola y Chiffone en la casa. Ellas dos tampoco acudían a la batalla, ya que en caso de que alguien sufriera graves daños, debían encargarse de curarles.

—Por favor, tened cuidado. Y vuelve sano y salvo —pidió suplicó la peli(t/c) cuando se acercó para despedirse del peligranate—. Bueno, volved todos.

—Por supuesto que volveremos —confirmó él, con decisión.

—¿Un beso de despedida? —preguntó ella. El demonio acercó una mano al rostro de la chica y le apretó las mejillas con suavidad.

—Cuando vuelva, de bienvenida —sentenció, antes de girarse y emprender el camino junto a sus hermanos.

La noche no tardó en caer poco después de que las tres se quedaran solas en aquella casa. Estaban sentadas en el césped, en frente de la puerta principal. Chiffone había preparado una infusión para que (TN) pudiera calmar sus nervios. A pesar de que la casa estaba a una distancia considerable de las afueras de la ciudad, se podían apreciar ligeramente los gritos de terror por parte de los ciudadanos.

—Tranquila, si alguno se acerca aquí nos encargaremos de él —comentó Lola, poniendo posando su mano sobre uno de los hombros de la humana.

La peli(t/c) tan tolo asintió. Realmente no le preocupaba que un demonio se acercara a la casa. Incluso confiaba plenamente en que Katakuri y el resto estaba apañándoselas bastante bien. Lo que le daba rabia era no poder participan en la batalla. Pensar en cuantas vidas podría estar salvando en aquellos momentos. Era imposible que no hubiera ningún muerto la noche de luna llena, pero podría haber habido unos cuantos menos.

—¡Ah! —Un agudo grito de dolor se escapó de la boca de las gemelas. (TN) se giró hacia ellas, sobresaltada. Ambas tenían una mano en el pecho. Chiffone se adelantó—. Tenemos un mal presentimiento.

La peli(t/c) giró la cara y dirigió su vista hacia el horizonte, en dirección a la ciudad. ¿Cómo que un mal presentimiento?

NOTA 📌

Solo quería comentar algo sobre la palabra "peligranate". Soy completamente consciente de que no está reconocida —al igual que otras que se refieren también a colores de pelo—, pero yo suelo usarlas igual. Sigo las reglas de las que sí que existen, así que me tocará corregir algunas que he puesto con guión en medio —que no sé por qué lo he escrito así—. Simplemente era por si alguna lectora pensaba que era una palabra reconocida. No sé porque se me ha ocurrido pensarlo en el capítulo 13, pero así ha sido 😂❤️

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