Capítulo 12

De repente, (TN) comenzó a escuchar ruidos a su alrededor. Había pasado de estar sumida en la nada a empezar a recibir varios estímulos. Los sonidos, el tacto de un blando colchón sobre el que debía estar tumbada y... ¿Alguien estaba sujetando su mano?

Lo párpados le pesaban demasiado. Le estaba costando abrir los ojos. Sentía que su cuerpo estaba dormido y que los músculos no respondían las órdenes de su cerebro. Quería moverse. Intentar mover los dedos de las manos... Sí, eso era.

—(TN) —murmuró Katakuri. Su mano estaba sobre la de la joven, y le había parecido notar que se había movido. Esta tan solo emitió un quejido mientras abría poco a poco los ojos—. ¡Está despertando!

Todavía veía algo borroso. Su vista debía acostumbrarse a tanta luz. Lo último que recordaba era un gran dolor en el abdomen. Lo recordaba. Había confundido a un demonio recién convertido con un humano. Fue a salvarle y... Luego todo estaba oscuro.

—Vamos a comprobar. —Escuchó una voz femenina. De pronto, notó como hacían fuerza para separar bien sus párpados y examinarle. Eran dos mujeres. De cabellos rosados y con la cabeza algo más grande que la de alguien normal.

—Parece que está todo bien. Aún sentirá dolor. Ha sido una operación dura, pero se recuperará —comentó la otra—. Le diremos a Pudding que le prepare algo del mundo humano para comer.

¿Pudding? Le sonaba ese nombre. ¿Puede que esas dos mujeres también fueran hermanas de Katakuri? Iban a prepararle algo de comer. No es que tuviera mucha hambre en aquellos momentos, pero necesitaba coger fuerzas. Descansaría un rato más hasta que le trajeran la... Comida. Cayó en los brazos de Morfeo mientras pensaba sobre ello.

Un rato después, el olor de una deliciosa sopa que penetró por sus fosas nasales hizo que abriera los ojos de nuevo. Jamás había olido algo tan delicioso.

—Con cuidado —ordenó el demonio, mientras se acercaba a ella para ayudarle a sentarse sobre el colchón—. Mi hermana, Pudding, te ha preparado algo de sopa.

La joven miró a su alrededor. Estaban en la habitación de una casa, pero... ¿De quién? ¿Acaso los hermanos y hermanas de Katakuri vivían en el mundo de los humanos?

—Tengo muchas preguntas —dijo (TN), finalmente.

—Me lo imaginaba —murmuró el peli-granate, mientras acercaba la bandeja hasta la cama. La colocó con cuidado sobre las piernas de la chica—. Tú come. Yo te iré explicando todo.

Al parecer, sus hermanas gemelas solían pasar grandes temporadas en el mundo de los humanos. Lola y Chiffone se hicieron amigas de un médico, ya hacía varios años de eso. Ese hombre les enseñó las técnicas médicas del mundo de los humanos. Convivieron con él, ayudándole en las diversas tareas. Gracias a sus habilidades médicas, tanto del mundo humano como del mundo de los demonios, habían logrado sanar aquella herida mortal que le habían causado a (TN).

Por otro lado, estaba Pudding y sus habilidades culinarias. ¿Cómo es que cocinaba tan bien si no tenían necesidad de alimentarse de comida humana? Al parecer, aquella joven de cabellos castaños había estado muy interesada en los manjares del mundo de los humanos. Aprendiendo y cocinando recetas a escondidas. La peli(t/c) no podía negar que era una sopa extremadamente exquisita.

—Pronto conocerás también a Cracker y a Bruleé —comentó el demonio—. Cracker es el único de nosotros seis que ha matado humanos. Todo cambió cuando empezó a tener sentimientos hacia una joven.

—¿Se enamoró de una humana? —preguntó ella, sorprendida.

—Sí. Se puede decir que sí —contestó—. Algunos demonios no solo se comen a los humanos. A veces los llevan a nuestro mundo con vida y los tienen trabajando como sirvientes. Cracker intimó demasiado con aquella joven. Cuando Mamá se enteró... No tardó en encargarse de ella. La actitud de mi hermano cambió para siempre. Es por ello que se unió a nuestra causa.

—¿Y Bruleé?

—Bruleé... Bueno, ella nunca ha sido capaz de matar a un humano. Recuerdo las primeras veces que vinimos a este mundo. Todavía éramos unos niños y estábamos aprendiendo —comenzó a explicar—. Un grupo de jóvenes se metieron con ella por su aspecto, pero otros se acercaron para espantarlos y le curaran las heridas. Bruleé dio más importancia a lo segundo que a lo primero y, bueno, no quiere participar en ese estilo de vida. Mamá y el resto de nuestra familia no tiene ni idea de nuestros actos y planes, como ya te comenté.

—Vaya... —murmuró la peli(t/c), después de haber escuchado todo con atención—. Está bien tener la ayuda de varios de tus hermanos. Pronto conseguiremos acabar con el resto y no tendréis que seguir ocultando todo esto. Podréis vivir como queráis.

—Sí. —Bueno, lo que él quería era poder acabar con el resto de su familia, convertirse en humano y poder vivir junto aquella joven que tenía en frente de sus ojos.

Antes de acabar con Mamá, necesitaba descubrir donde guardaba ese maldito libro que contenía todos los elementos necesarios para el conjuro. Y si al final del todo (TN) deseaba compartir una vida junto a él; si acababa sintiendo verdadero amor hacia él, en ese caso podría vivir la vida que deseaba. No la que siempre había deseado, ya que su único objetivo había sido acabar con su familia para que la humanidad pudiera vivir en paz. Sin embargo, ahora quería formar parte de ellos, junto a la chica que había despertado aquella clase de sentimientos en su interior.

—Por cierto, ¿cuánto tiempo llevo aquí? —preguntó, antes de dar el último sorbo al bol.

—Dos semanas —respondió.

—¡¿Qué!? —exclamó, abriendo los ojos como platos—. Catorce días sin entrenar. ¡No puedo permitírmelo! Ya queda poco para la próxima luna llena y esta vez llegarán demonios más poderosos, ¿verdad? Tenemos que retomar los entrenamientos.

—No vas a participar en la próxima batalla —aclaró el peli-granate, lo cual hizo que la joven frunciera el ceño. Era de esperar que no iba a estar de acuerdo.

—¿Y qué hago? ¿Me quedo aquí tomando el té mientras los demonios atacan la ciudad? —preguntó, con tono sarcástico.

—Estás débil y no pienso ponerte en peligro —insistió Katakuri.

La peli(t/c) sabía perfectamente que no tenía sentido discutir. Si se le metía algo en la cabeza no iba a cambiar de opinión, y era muy autoritativo cuando quería. El demonio extendió uno de sus brazos y acarició la mejilla de la joven.

—No te imaginas lo mal que lo he pasado por verte así —confesó. Las mejillas de (TN) se sonrojaron levemente. Cierto. Tenían un tema pendiente.

—Tú... —murmuró ella.

Mierda. ¿Cómo se lo preguntaba? «¿Tú sientes algo por mí? Es que no me quedó del todo claro la última vez. Quedamos en que lo hablaríamos». ¡Qué estupidez! Si él no había sacado el tema puede que no quisiera hablarlo, peor había dicho que lo había pasado mal por ella. Aunque, claro, eso no significaba que tuviera sentimientos por ella. Ni nada por el estilo. Había captado algunas señales, pero a lo mejor su mente le estaba traicionado porque quería que fueran reales.

No le dio tiempo ni a continuar hablando ni a seguir pensando. Los labios de Katakuri se habían posado sobre los suyos. Fue tan corto e inesperado que ni si quiera tuvo tiempo de disfrutarlo. El peli-granate se había apartado demasiado rápido, algo avergonzado y habiendo temido incomodarla.

—Vuelve aquí —pidió ella.

El demonio volvió a acercar su rostro al de ella. Esta vez, fue (TN) la que se lanzó con más rapidez. Colocó las manos en el rostro de Katakuri, posando suavemente las yemas de sus dedos sobre aquellas cicatrices. No tardó ni una milésima de segundo en juntar sus labios con los de él.

Un beso, cálido e inocente. Era su primer beso, bueno el segundo. Al menos así fue, hasta que al mover sus labios, las puntas de sus lenguas se rozaron. En ese momento todo se volvió algo más apasionado. Sus lenguas jugueteaban la una con la otra y un ligero calor comenzaba a recorrer el cuerpo de ambos. Sensaciones nuevas. Sensaciones que fueron interrumpidas.

—Oye, hermano, deja que se recupere o acabarás destrozándola. —Los dos se giraron al escuchar una voz en la puerta de la habitación.

—Cracker —dijo Katakuri. La joven miró fijamente a aquel tipo de pelo morado, recogido en unas coletas. Tenían una gran cicatriz en uno de los ojos. Así que ese era el demonio que se enamoró de una humana. Y, ¿a qué refería exactamente con destrozarla?

—Pudding está preparando nuestra bebida especial y algo de té para la humana. Así que llévala hasta el salón, será mejor que vaya saliendo de la cama, aunque sea para estar sentada —comentó su hermano.

—La humana tiene nombre, (TN) —recalcó ella, seria.

—Enseguida vamos —dijo el peli-granate. Cracker asintió y se marchó de la habitación.

Katakuri se levantó de la silla. Apartó las sábanas que cubrían el cuerpo de la joven y la cogió en brazos para llevarla hasta el salón. La joven pudo observar que no llevaba su kimono habitual. Le habían vestido con un camisón blanco que le llegaba justo por debajo de las rodillas.

Cuando entraron al salón, las miradas de Cracker y de las hermanas se posaron sobre la pareja. El peli-granate dejó a la joven sobre uno de los cojines y se sentó junto a ella. Está se recolocó para sentarse adecuadamente, sujetándose con una mano la zona donde tenía la herida. Todavía era bastante molesta.

—Así que tú eres la joven cazadora de demonios de la que tanto habla nuestro hermano —comentó una mujer—. Supongo que ya te habrá hablado de nosotros.

Era alta y su piel tenía un tono grisáceo. Su cara era alargada. Tenía ojos amarillos y una nariz roja y prominente. Debía ser Bruleé. Katakuri tosió levemente, disimulando ante el comentario que su hermana había soltado como si nada. Tampoco hacía falta que (TN) supiera que había hablado sobre ella. Además, tampoco es que hablara tanto sobre el tema, ¿no? O, bueno, puede ser que si hubiera comentando demasiadas cosas. No se había parado a pensarlo.

—No es de extrañar que te hayas fijado en ella. Joven, bonita, fuerte y luchadora —comentó Lola. El demonio no sabía dónde meterse. Ni si quiera llevaba puesta la bufanda para ocultar sus mejillas levemente ruborizadas. La peli(t/c) sonrió amablemente ante tales halagos. Y porque todo ello demostraba que Katakuri si sentía algo hacia ella. Algo más que una simple atracción.

—Protégela y disfruta del tiempo con ella, tú que puedes —añadió Cracker.

Se creó un silencio algo incómodo en el ambiente. No porque lo hubiera dicho a malas. Era un simple consejo e iba completamente en serio. A pesar de los años que habían pasado, todavía se podía ver en el brillo de su mirada el dolor que le provocó la pérdida de aquella humana. (TN) también pudo percibirlo, pero no era tan consciente como sus hermanos. Ellos jamás imaginaron que alguien como Cracker pudiera albergar aquellos sentimientos y era duro verle así cuando recordaba el tema.

—Una pregunta —dijo la chica. Claramente, había llegado el momento de cambiar de tema—. ¿Qué es ese líquido que bebéis?

—Es un brebaje especial para demonios —contestó Pudding—. Supongo que lo habrás comprobado por ti misma, pero los demonios tenemos una fuerza superior. Entre otras habilidades. Nuestra energía aumenta al comer carne humana, e incluso puede hacerlo todavía más a través de esta bebida. Está hecha con ingredientes especiales del mundo demoníaco.

—Al parecer, Mamá ha pedido a Pudding que la prepare. Durante este mes, los comandantes que serán mandados al mundo de los humanos estarán tomándola para aumentar sus fuerzas —continuó Chiffone—. Nosotros no nos alimentamos de carne humana, así que es debemos tomar más dosis de la bebida si queremos estar en igualdad de condiciones.

—Mamá cada vez manda a demonios más poderosos. Tenemos suerte de contar con Katakuri y Cracker, pero no está demás que ellos también se fortalezcan con la bebida —comentó Lola.

—Hace unos días, hubo una reunión para planear el próximo ataque —intervino Bruleé—. Todavía no tienen la más mínima sospecha de que estamos actuando en su contra. Mamá tiene demasiada confianza en ese aspecto. ¿Qué clase de demonios iban a querer ayudar a los humanos? Jamás se ha planteado esa opción, y al parecer el resto tampoco. Me avergüenzo de formar parte de una familia tan despiadada.

—No es que los humanos sean unos santos —aclaró Cracker, con cierto tono de desprecio—, pero nadie merece ser devorado por seres como nuestra familia. Las personas que comentan malos actos ya recibirán su castigo. Aunque no voy a negar que me he encargado personalmente de que algunos reciban un adelanto. ¿Qué pasa? ¡No me miréis así! Sabéis perfectamente que algunos lo merecen.

—Es cierto —afirmó (TN). Todos aquellos que asesinaban, maltrataban a mujeres y niños... No estaba demás que recibieran su merecido. Cracker sonrió con satisfacción. Punto para la humana.

—No creo que seamos nadie para juzgar los actos de otros —dijo Katakuri, con seriedad—. Eso no significa que no debamos actuar ante una mala acción.

—Eres demasiado correcto —comentó Cracker, divertido, antes de dar un buen trago a su vaso.

(TN) estiró los brazos para coger su taza de té. Ya no estaba tan humeante, así que era momento de beberlo. No podía evitar pensar que esta era una situación interesante. Tomando el té con una familia de demonios dispuestos a salvar la humanidad. Desde luego no era algo que hubiera imaginado. Y todavía menos tener sentimientos por uno de ellos.

La charla continuó durante un buen rato más. Las hermanas de Katakuri eran las que más anécdotas contaban. Las más destacadas fueron las de Pudding. Al parecer no había tenido muy buenas experiencias amorosas. Ni con demonios, ni con humanos. Según ella, todos los hombres eran horribles. Excepto sus dos queridos hermanos, por su puesto.

Realmente, la peli(t/c) jamás hubiera imaginado así a los demonios. Todas aquellas leyendas los pintaban como seres malvados, horribles y temibles. Se los imaginaba como monstruos, pero la mayoría tenían una apariencia muy humana. Y malvados... En fin, había de todo. Como entre humanos.

—Es tarde —intervino Katakuri, interrumpiendo la animada conversación—. (TN) debe descansar. La llevaré de nuevo a la cama mientras preparáis su dosis de medicina.

—Vale, vale... Mañana continuamos. Tenemos mil cosas más de las que hablar —dijo Pudding.

Todas estuvieron de acuerdo y asintieron emocionadas. Los otros dos se miraron, sin entender muy bien a qué venía tanta emoción. No eran muy de charlas y contar su vida.

Una vez acostada y después de haberse tomado las medicinas que las dos gemelas habían preparado, era el momento de descansar y recuperar fuerzas. El peli-granate arropó a la joven, y se quedó a su lado un poco antes de apagar las luces y marcharse de la habitación.

—Esta semana te dedicarás a observar nuestros entrenamientos, a descansar, a comer y a recuperarte —recordó el demonio. Ella asintió, obediente. Sabía que era lo más adecuado. Se inclinó sobre la joven y depositó un suave beso en su frente—. Buenas noches, descansa.

—Buenas noches, Katakuri —se despidió ella, mientras se acurrucaba entre las sábanas.

Descansar y recuperarse era lo adecuado, pero tenía pinta de que serían unos días algo aburridos. No es que no le gustara la compañía de todos ellos, pero el hecho de ver peleas sin participar no le hacía mucha gracia. En fin, le tocaría marear a su demonio favorito para divertirse.

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