PARTE VI (Consecuencias inesperadas)
Casper salió corriendo radiante de alegría a la mañana ya cubierta por las primeras nieves del invierno. Tal era su euforia por saberse y sentirse de nuevo vivo que ni siquiera le importó, desabrigado como estaba, dejarse caer riendo primero de rodillas en medio del pulcro manto blanco del jardín y luego boca abajo.
Kat preocupada por su salud (por su nueva salud) y en especial conociendo su historia, se apresuró aún sin estar del todo equipada también, al ambiente gélido, con la intención de colocarle como fuera posible la bomber que le sobraba.
-¡Caspeeer!- le llamó mientras se dirigía apresurada hacia él que parecía entonces extrañamente no moverse y cuando llegó a su lado se arrodilló rápidamente a cubrirle con el abrigo por encima de los hombros -¡Pero qué haces! No me esforcé tanto por revivirte para que te vuelvas a enfermar a la primera- no dudó en expresarle a manera de reclamo antes de asustarse al intentar moverlo y notar que no reaccionaba -¿Casper...?- profirió así angustiada y con la voz llorosa, creyendo de inmediato lo peor, pero fue cuando él se volteó rápidamente para su sorpresa, consiguiendo derribarla en el acto.
-¡Caíste! Jajaja- se le burló en la cara -No me perderás porque ahora estaremos juntos para siempre- le recordó adivinando sus pensamientos en medio de la broma y sorprendiéndola aún más -Le costará trabajo librarse de mí señorita Kat- le sentenció.
-¡Oh Casper!, ¡Esto ha sido una jugada fea y sucia!- ella protestó tratando de incorporarse del suelo nevado, más él sin querer concluir el juego la retuvo travieso aprisionándola de los brazos y colocándose sobre ella con cuidado de no hacerle daño.
-¡Feas las cosquillas!- añadió para molestarla y comenzó enseguida a prodigarle algunas en las costillas, haciéndola retorcerse de la risa.
-¡Basta Casp... es suficiente! Jajaja. ¡Me vas a hacer llorar!-
El alegre chico al escuchar aquello la soltó enseguida, no queriendo que aquello último fuese verdad y temeroso también de haberle faltado quizás un poquito el respeto. Kat mientras tanto tuvo que esperar unos cuantos segundos para calmarse y terminar de hacerse a la idea en su mente de que estaba en realidad viviendo aquella mañana tan bonita junto al chico de sus sueños, a su lado... siendo ahora de carne y hueso. Entonces dejándose llevar por sus impulsos agarró un puñado de nieve y se lo aventó a la cara a manera de venganza con ganas también de continuar jugando.
-¡Oye, eso no se vale!- exclamó el afectado retirándose la nieve de los ojos y el rostro, en tanto ella aprovechaba el pequeño rato de distracción para levantarse y escaparse rumbo a la casona en medio de risas. -¡Ya verás, me vengaré!- decretó él, incorporándose también y yendo sin miramientos a atraparla.
A Kat emocionada se le ocurrió rodear la casa para despistarlo y evitar que pudiera alcanzarla. Llegó de tal modo a una entrada posterior al ras del suelo, cubierta de hojas, que sabía daba al sótano pero nunca se había atrevido a usar. Se dijo entonces que no podía haber mejor momento y para su suerte al halar de las puertas de madera, éstas cedieron sin mucho esfuerzo al segundo tirón. Indicativo de que estaban sin seguro con probabilidad desde las andanzas de la insoportable Señorita Carrigan y compañía. Lo bueno, se dijo para sí misma, era que allí en Whipstaff nadie se atrevía a robar, pues bien sabían que se atendrían a las consecuencias al enfrentarse con sus guardianes del más allá.
Sin dar más vueltas al asunto, Kat se adentró en las profundidades de la mansión justo cuando Casper doblaba por la esquina colocándose bien la chamarra y alcanzaba a ver como cerraba la trampilla.
-¡No escaparás Kat, voy a atraparte!- le gritó mientras que como el gato detrás del ratón se aventuraba en pos de ella, iniciando una persecución por aquellas profundidades que bien podían impresionar o espantar al más ilustrado explorador, pero que para ellos que las conocían como las palmas de sus manos, eran como parte de su patio de juegos.
Siguiendo los rieles de la máquina "Levántate y anda", los dos, ella un poco antes y él después, llegaron hasta el laboratorio del Sr. Mcfadden, donde a esas horas la luz del día entraba por raudales por los altos tragaluces. Y allí Casper la alcanzó, asiéndola primero de la muñeca para luego halarla de la cintura hacia sí.
Kat bajó la cabeza de inmediato algo ruborizada, advirtiéndose de repente muy nerviosa con su cercanía, más él atreviéndose a acariciarle gentilmente la mejilla consiguió que de nuevo le mirara.
-Gracias- le dijo entonces con seriedad y ella sintiéndose perdida en el azul de sus ojos, se percató de que el tacto de su piel continuaba haciéndola estremecer aun cuando ya no era de un frío de ultratumba. Sólo que ahora por motivos muy diferentes.
-Ya no eres frío- profirió sin poder evitar restregarse cerrando los ojos contra la calidez de su palma, dichosa de haber podido convertir el sueño de ambos en realidad.
-El mejor premio de este renacer Kat es el poder tocarte, el poder sentirte- el chico rubio como el sol expresó con sinceridad, dejándola sin palabras, y ese esperado segundo beso en los labios que ella tanto anhelaba no tardó en llegar.
Casper con valentía, encontrando que era el momento adecuado, se inclinó hacia ella y se apropió de sus labios con la misma decisión y dulzura con que lo hiciera la primera vez. Un momento que se volvió sublime, atemporal, en que por vez primera en su vida Kat se sintió completa, con el corazón a punto de estallarle de alegría y sangrante del más puro amor... porque en esos instantes tuvo la certeza de que estaba en realidad enamorada.
El beso en esta ocasión se tornó largo y lleno de pasión mientras ambos se dejaban envolver en el delirio adolescente de sentirse el uno al otro, experimentando un montón de nuevas emociones que les embotaban los sentidos, y eso sumado a su euforia juvenil, desencadenó luego en abrazos. Entre ellos uno en que él radiante de felicidad la levantó, haciéndola girar; inmersos en risas que duraron hasta que a ella le sobrevino un repentino e inusual ataque de tos...
...Un extraño malestar que en lugar de atenuar con el pasar de los minutos, se fue intensificando hasta terminar por provocarle ahogo.
-¿Kat estás bien?... Subamos a la cocina, necesitas un poco de agua- Casper sugirió
-Sí... no sé qué me pasa- ella accedió al tiempo que lo veía preocupado, e intentó añadir algo más para calmarlo puesto que no quería que nada le angustiase durante su primer día de regreso a la vida; no obstante, comenzó a sentirse de alguna manera muy débil y cansada, y esa anterior leve falta de aire, producto de la extraña tos, se le volvió de súbito un nudo en la garganta que le quitó en un instante por completo la respiración, alcanzando vagamente a percibir como al desmayarse él la atrapaba entre sus brazos.
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Continuará...
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