Tres

Incansables fueron las veces que pidió a su madre cruzar la cerca y tocara la puerta.

En vano gastó palabras, desperdició argumentos y hasta vistió un terno, ese a cuadritos que le confeccionó la nona, a juego con el de su abuelo.

Nuevamente era febrero, y ya dos años habían pasado, cuando sentado en la vereda, por primera vez pudo verlo.

Él se asomó, solo, a la ventana aquella, la más alta de la casa vieja.


𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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