Final

Había oído que un bello ángel se paseaba por cada pueblo de la región, buscando a la persona amada que perdió en acción. Y cada vez que alguien mencionaba la belleza de ese ángel, se le oprimía el pecho y se sentía morir. Quería gritar y no sabía por qué, quería correr y no sabía a dónde. Entonces sus pies lo guiaban lejos, cerquita del cielo, Oh... ese inmenso cielo.

Y cada día volvió a ir, durante los años que vivió ahí.

En lo alto de una colina, busca la sombra de un frondoso árbol, su tronco acaricia mientras suspira, como anhelando y esperando algo.

La cabeza levanta y entre las ramas, el dorado sol se está asomando, pero cuando esas ramas remece el viento, el vasto cielo azul celeste sus pupilas colma... y es demasiado.

Entonces su corazón se calma por fin y después de tiempo aparece un recuerdo. Ve a su niño de ojitos lindos, con su boca roja, sonriendo a lo lejos.

Y ríe, y llora, suspira y grita al viento.

—¡Tiene ojos azul celeste! De color del cielo. Mi pedacito de cielo.

Siguen asomando en sus pupilas, cristalinas lágrimas y se las lleva el viento.

El alma le vuelve al cuerpo y su corazón está gritando ¡Te quiero! ¡te quiero!

Y la alegría que ya no sentía, vuelve ahora a parecerle abrumadora, porque su risa rebosante, ni el trino de las aves supera, y la brisa errante se lleva...

Bajo las ramas de aquel frondoso árbol, los recuerdos vuelven a su memoria y con ellos la imagen de su chico, su pedacito de cielo en la tierra.

Ya solo vive en sus pensamientos, su niño de ojos color del cielo y no puede seguir esperando, tiene que ir de inmediato a verlo.

Se despide del pueblo que lo ha albergado, cuidando de él todos esos años, después que llegara casi sin vida arrastrado por las bravas aguas que lo dejaron sin recuerdos y sin pasado.

Vuelve a casa, es febrero, y su madre no puede creerlo. Durante horas lloran su reencuentro, pero falta algo para que se sienta completo... le hace falta su niño de ojos azul celeste, su pedacito de cielo.

Corre de prisa y cuando está cerca, sus pasos, frena de golpe al escuchar: "Vuelve que aquí te espero... Mañana, mañana te daré mi respuesta"

—No puedo hacerlo —susurra y suspira— Si, si puedo.

Respira hondo y rodea el árbol, plantándose frente a su amado, quien de golpe detiene el paso.

Y lo observa un segundo, dos, tres y no llega el cuarto, cuando salta a sus brazos.

Entre lágrimas, ambos llorando, el tiempo se ha detenido y solo se siguen amando.


𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top