Cuarenta y cinco
Nuevamente es febrero, pero ahora son cinco, no tres, los años que ha vivido sin él.
—¿Me esperabas? Lo siento, tardé. Pero es que por fin me gradué.
Es increíble lo que logramos las personas. Como nos reconstruimos externamente y avanzamos, aunque por dentro nunca sane el corazón y sobreviva por el anhelo.
He venido a saludarte y a decirte que te quiero, pero no puedo quedarme mucho tiempo. Nuestra familia me espera, desde hace mucho tiempo.
¿Sabes? Hoy tu madre insistió en hacer una fiesta, pero me la salté y vine aquí, directo. Era urgente llegar y estar contigo, ya luego probaré el pastel hasta chuparme los dedos.
Suspiró levantándose y de su bolsillo sacó un papel, esta viejo y casi se cae a pedazos, lleno de enmendaduras por todos lados.
—No puedo tirarlo —dijo acercándolo a su pecho— debo conservarlo hasta que estés de vuelta. Estás tardando demasiado. Extraño verte detrás de la cerca. Vuelve pronto mi chico de cabellera negra, vuelve porque creo que es absurdo lo que me estás haciendo. Un día estábamos en este parque sonriendo entre besos, y al siguientes te marchaste sin decir te quiero.
Vuelve que aquí te espero, ¿o acaso quieres quedarte sin respuesta?
No tiene sentido, lo sé, lo siento. Pero te extraño tanto que vivir sin ti... ya no puedo.
Se dio la vuelta derrotado. Miró el papel una vez más antes de doblarlo y volverlo a guardar...
—Mañana. Mañana sin falta te daré mi respuesta.
Y empezó a volver sobre sus pasos, rumbo a la casa detrás de la cerca, aquella donde conoció a su chico de cabellera negra.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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