Lo prohibido toco su puerta.

El deseo floreció en el dolor, en el intento de sobrevivir, en las ganas de crear lazos con su desconocido tío. Tío que media metro noventa, de piel bronceada, de rostro creado para llevarte al infierno, cuerpo de infarto, ojos azules y labios pecaminosos.

Amara era linda, inteligente, espontanea.

Una nena de 17 años, una nena que hacía que grandes y chicos den la vuelta para seguir observándola por transportar tanta belleza, Amara era hermosa y nadie lo negaba, como yo no negaba que Amara era mi sobrina. Estaba destinado a ir al infierno por desear con todas mis fuerzas a mi hermosa y pequeña sobrina.

El infierno era el lugar donde arderían por dejarse llevar en lo insano, lo inédito, lo prohibido por la moral.