Humo

Caminar por las calles cuando es de noche es algo que Nayeon disfruta, sobre todo cuando el clima es cálido. Siente una brisa de aire rozar su cara y suspira, ama estar rodeada de gente pero estar sola en sus pensamientos. Camina un poco más hasta que se encuentra frente a Moonlight Restaurant.

Encoge los hombros y rodea el establecimiento, al llegar al oscuro callejón puede ver botes de basura y un gato hurgando en ellos. Cuando se recarga en la pared el gato se eriza y le gruñe, Nayeon roda los ojos con fastidio y como si el gato entendiera; sale corriendo de ahí.

La coreana siempre ha tenido curiosidad por Hirai Momo, desde el momento que la vio corriendo para poder llegar a tiempo a su turno cuando aún era asistente de cocina, era una novata. Nayeon también lo era, Moonlight Restaurant recibió apenas su quinta crítica antes de que se volviera reconocida en su área de trabajo.

En su mente repasa todo lo que pasó la noche anterior y se sonroja furiosamente al recordar su atrevimiento, su personalidad no es nada suave pero sabe que tal vez cruzó la línea con mensajes tan directos. Ella no lo puede evitar pues Hirai Momo tiene los labios más atractivos que ha visto en su vida pero necesita autocontrol. Quiere conocer a la talentosa chef.

Ser una de las Chefs principales tiene sus ventajas, como tomar un descanso en el callejón cuando no hay muchos comensales. Momo avisa que saldrá por unos minutos, se dirige a su casillero por su celular, la cajetilla de cigarros mentolados y su encendedor tinto con sus iniciales. Antes de salir mete el celular en un bolsillo del pantalón y hace girar el encendedor entre sus dedos, un hermoso encendedor que derrocha su personalidad. Hirai Momo es tinto puro.

Abre la puerta de atrás del restaurante y a un lado de los botes de basura se encuentra la prestigiosa Im Nayeon; temida por muchos y adorada por pocos. —Momo, pensé que nunca saldrías de ahí. —menciona la coreana poniéndose recta frente a ella, inconscientemente echa su cabello hacía atrás y muestra disimuladamente su cuello.

Momo observa con lujo de detalle sus movimientos, es una mujer atractiva y sabe cómo utilizar sus herramientas. —Buenas noches, Nayeon. Estaba un poco ocupada en la cocina. —Momo abre la cajetilla y la inclina hacía Nayeon, sin esperar que tome uno porque simplemente Nayeon no se ve que fume pero es sorprendida cuando Nayeon toma un cigarrillo y lo lleva a sus labios.

—No sabía que fumabas. —dice Momo mientras se acerca a Nayeon y le ayuda a prender el cigarro con su encendedor. Una brisa hace que la flama se apague y Nayeon lleva sus manos alrededor del encendedor para evitar que el aire lo apague de nuevo, su mano rozando levemente el dorso de Momo.

—Hay cosas que no sabes de mí, Momo. —dice con el cigarro entre sus labios, dando finalmente una calada profunda para que el tabaco comience a fluir por sus pulmones. —¿Cómo has estado? —pregunta mientras deja salir el humo por su boca, impactando directamente en la cara de Momo. La japonesa se aleja un poco y ahora es ella quien se recarga en la pared a un lado de los contenedores de basura. La pregunta le sorprende un poco, pero la amabilidad de Nayeon la hace sonreír.

—Ha sido una noche tranquila, ya sabes. Los miércoles no son un día ajetreado para nosotros. —Abre la cajetilla nuevamente y está dispuesta a sacar uno nuevo, pero la mano de Nayeon se lo impide. Momo eleva una ceja y después Nayeon lleva su cigarro medio consumido a la boca de Momo. La pelicorta da una jalada y después sostiene ella misma el tabaco. —¿Y tú? ¿Qué tal la vida tan complicada de una crítica gastronómica?

—No me quejo, en una semana viajo fuera de la ciudad y tendré que hacer algunas reuniones con la revista para la que trabajo. —Momo asiente mientras da otra calada. Eleva la cabeza y el humo deja su cuerpo en una espesa nube gris. Nayeon babea ante la imagen que tiene frente a ella: un cuello delgado y femenino estirándose hacía arriba y un lunar al costado resalta también. La mandíbula bien marcada se acentúa cuando Momo frunce levemente los labios para dejar ir lo que resta del humo.

Momo siente esa mirada intensa pero no dice nada. Quiere que Nayeon tome la iniciativa.

—Momo. —Nayeon la llama y después retira el cigarro de las manos ajenas, rápidamente da una calada. —Me intrigas. —Afirma contendiendo el humo por un momento, se acerca a la contraria. No tiene a donde huir pues su límite es la pared en la que descansa su cuerpo.

Nayeon avienta la colilla del cigarro al suelo y la pisa, cuando está lo suficientemente cerca de ella la toma de la nuca y Momo se tensa. La coreana aprovecha el momento y quedando a milímetros de sus labios expulsa el humo que había estado conteniendo. Momo lo entiende y abre levemente sus labios aspirando el tabaco y el aliento con sabor a durazno de Nayeon.

El humo viaja de una boca a otra, Nayeon quiere culminar el momento con un beso. No lo hace y se echa hacía atrás dejando que Momo respire por un momento. La japonesa pasa saliva y después expulsa lo que quedó del cigarro.

—No entiendo el por qué. —responde finalmente la chef, mientras juega con sus manos detrás de su espalda.

—Yo tampoco, creeme.

—¿En realidad me quieres besar? —pregunta con inseguridad, Nayeon le dirige la mirada. En sus ojos está la respuesta, claro que quiere.

—Sí, pero quiero hacer esto bien. —dice mientras se balancea en sus pies, tímida de alguna manera después de que hace unos momentos haya hecho lo contrario. —No eres un juego para mí, Momo.

Momo piensa en su celular en el bolsillo, grabando la voz de ambas y se arrepiente al ver los ojos sinceros de la mayor. Piensa en sus posibilidades y en lo que le puede traer algo así, Momo está asustada por tanta seguridad y por una conversación tan directa por parte de Nayeon.

—No estoy segura si quiero esto. —dice al fin Momo con una mueca en sus labios.

—Dame una oportunidad. —Nayeon pide con esperanza en su pecho.

—Nayeon, hasta el día de ayer te quería sacar los ojos cuando escuche que estabas en el restaurante. No creo que pueda cambiar eso de la noche a la mañana. —Momo dice en voz baja, avergonzada de sus pensamientos.— Tenemos una rivalidad y no sé cómo quieres cambiar eso.

—Bueno, no voy a cambiar mis criticas solo porque me atraes, —lo dice con firmeza, Nayeon no piensa cambiar las cosas.— pero quiero demostrarte que mi trabajo y el tuyo no son un impedimento para pasar un buen rato.

Momo piensa en lo que incluye un buen rato, sacude la cabeza y aleja los pensamientos que vienen a su cabeza. —No lo sé.

Nayeon está a punto de replicar cuando la puerta se abre bruscamente, Jihyo analiza la situación a su costado. No entiende porqué su amiga está con la persona que se supone que odia, en un callejón a oscuras.

—Im, buenas noches. —Nayeon responde el saludo de Jihyo con un movimiento de cabeza, irritada por la interrupción. —Me tendré que llevar a Momo, una familia de diez personas ha llegado y hoy somos menos en el equipo. —Jihyo lleva la mirada a Momo— Apurate holgazana que no puedo sola.

Jihyo desaparece y Momo está a punto de irse, sin despedirse ni nada. Nayeon la detiene sosteniéndose suavemente del brazo ajeno, adorando el toque de su piel aunque sea solamente sobre la filipina. —Lo que digo no es broma, Momo.

Y la deja ir, Momo entra al restaurante y Nayeon se queda vagando en los labios rosados de Momo, en lo cerca que estuvieron y en lo mucho que le gustaría abrazar a la japonesa. Presionarla contra su cuerpo y sentir un poquito más de ella.

Momo ignora los comentarios cuando regresa a su zona de trabajo, no tiene porque responder a ninguna pregunta y menos cuando es de la chismosa de Park Jihyo. La grabación queda en su celular y al llegar a su departamento lo tira por ahí.

Se prepara unos fideos instantáneos y se coloca su pijama, mientras come recargada en la encimera de su cocina no puede evitar pensar en Nayeon. Está confundida, la mujer no le cae bien, o eso creía.

Todo es culpa de su maldita sonrisa de conejo.

Momo va a la cama decidida a dejar de pensar en ella, pero falla pues esa noche sueña con sus labios sobre los suyos. Despierta agitada cuando los labios no solo recorren su boca sino también partes íntimas de su cuerpo.

—¿Qué carajo? —le pregunta a la nada mientras camina como pingüino al baño, abre el agua fría y con todo y su pijama se mete a la regadera.

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Les cuento que en la mañana no tenía ganas de escribir pero al final me anime un poquito y les traje este pequeño cap. Como siempre diganme que opinan y si les está gustando lo que estoy haciendo con mis preciosas Namo.

Debo de decir que la parte del cigarro la narre mientras le doy una calada al cigarro eléctrico, pero me marea mucho jajaja.

En fin, gracias por leer.

Besos

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