Extra: Omelet y comodidad
El sudor corre por su frente, el calor de la cocina y los nervios no es una buena combinación. Hay un desastre por todos lados, absolutamente todo el personal está ocupado haciendo algo, levanta la vista y puede ver a Tzuyu con su gorro de Chef alto y erguido, después de unos meses la pinché por fin consiguió ascender a un puesto importante en la cocina.
Momo está orgullosa de ella, ahora es Tzuyu quien manda a cortar cebollas en juliana y a gritar como loca indicaciones. Moonlight ha tenido una racha muy buena desde la última crítica de Im Nayeon, cuando probó aquel exquisito menú que Momo preparó exquisitamente solo para ella.
"El mejor restaurante de Seúl por mucho, platillos exquisitos y estimulantes en todo sentido" fue el título de la reseña que dió, esa línea dió mucho que hablar en el medio gastronómico por lo que ahora la carga de trabajo es más intensa y entre más manos ayudando, mejor.
—¡¿Quién carajos se llevó mis zanahorias?! —Jihyo grita exasperada, definitivamente su temperamento empeora con el estrés.
Momo se ríe de ella y continúa salteando la pasta que tiene en el fuego —Relajate Jihyo, inhala amor exhala odio.
—¡Amor mis ovarios! Tú tienes alguien que te lame las heridas cuando llegas a casa. —Jihyo señala con el cuchillo a la japonesa que se ha puesto muy sonriente con su comentario. —Además es su culpa que ahora no podamos ni respirar, hay muchísima gente.
—Ya dejen de joder ustedes dos y ponganse a trabajar. —La voz de Jeongyeon es dura y todos guardan silencio, volviendo a su trabajo.
Mientras tanto en el área de comensales, Dahyun pasea rápidamente con un brazo por lo alto. Lleva algunos cocteles y platillos, su equilibrio es excepcional. Reparte por aquí y coloca comida por allá. De regreso por su nueva comanda, puede ver a la famosa crítica sentada en el bar del restaurante.
—Kim, buenas noches. —Saluda Nayeon tomando de su martini seco.
—Buenas noches, Im. ¿Larga noche, eh? —Dahyun alisa un poco su uniforme, la mayor ya no le intimida, suele frecuentar el bar del restaurante para esperar a cierta chef, sin importar el horario tan demandante que ha optado por los últimos meses.
—Apenas y son las doce, no es tan tarde. ¿Cómo está ella? —pregunta mientras agita la copa, observa como la bebida se adhiere a la superficie de cristal. La ginebra es definitivamente de las mejores que ha probado.
—Agitada, llevamos varios meses a tope —Antes de continuar, el oído de Dahyun intercepta la campana que indica que el platillo de algún comensal está listo—. Me gustaría seguir conversando Im, pero tengo trabajo. Nos vemos.
Nayeon solo agita la cabeza y vuelve a beber de su martini. Le gusta pasar las noches ahí cada que tiene tiempo, observar a la gente disfrutando de la comida es un tanto sanador para ella. Le recuerda que al final de cuentas, la comida está hecha para disfrutarse.
Lleva un tiempo ahí, platicando con el barman. Su acento italiano no se esconde cuando pronuncia las palabras en coreano, pero le agrada mucho. Es algo mayor y siempre discuten sobre los cócteles que podría tomar alguna persona famosa.
—Ya te lo digo yo, querida. Creeme que Beyonce no tomaría una cerveza cualquiera. —Estefano dice con una sonrisa mientras agita efusivamente una mezcla que tiene.
—Hola, ¿te invito una de esas? —una mujer interrumpe la animada conversación que había, Nayeon le dirige la mirada y alza una ceja al darse cuenta que le está hablando a ella. Sus ojos van a Estefano en busca de ayuda, pero él ya se ha dado la vuelta escapando de la situación incómoda.
Nayeon suspira y observa a la rubia que tiene enfrente. —No, gracias. Está es la última que tomaré está noche. —sonríe sin mostrar los dientes, un poco forzado por la repentina cercanía que la extraña ha establecido.
—Bueno, eso es una lástima. Mi nombre es Rosé.
Hay un silencio, evidentemente esperando a que Nayeon responda. —Im Nayeon.
Rosé hace una mueca al escuchar el tono seco, casi imperceptible pues la disfraza con una sonrisa. La mujer que tiene enfrente es tremendamente hermosa, cabello castaño y corto, labios carnosos y ese traje de dos piezas negro es la perdición.
Nayeon agita el pie con impaciencia, mira el reloj y puede ver que el tiempo hablando con Estefano pasó muy rápido, ya pasan de las dos de la madrugada. —¿Y en qué trabajas? —Rosé intenta hacer platica de alguna manera, pero Nayeon no está interesada.
Momo sale de la cocina con su bolso y la filipina en el brazo derecho, la conversación con Tzuyu es interesante sin embargo lo único que quiere es ir con su novia y descansar. —Entonces yo le dije "no estupido, las cebollas no tienen que llevar corte horizontal porqué ya está en capas".
La japonesa no pone atención al resto, en el bar está Nayeon visiblemente incómoda con una extraña. —Tzu, lo siento te veo mañana. —Momo interrumpe y le da un abrazo rápido antes de caminar hasta su novia.
—Oh, veo que el servicio de comida termina a estás horas. —Nayeon ha estado contestando lo más amable que puede a la rubia, no quiere ser grosera pero cuando escucha el comentario condescendiente dirigido a su novia, la sangre le hierve. —Los langostinos de hoy estuvieron pasados de cocción. —dice rodando los ojos, queriendo impresionar a la castaña.
Momo ni siquiera pudo saludar a su novia como se debe, la rubia la atacó directamente. Abre la boca en sorpresa y frunce el ceño. Que grosera.
—Para tu información, los langostinos de este restaurante son los mejores que vas a probar en tu vida. Me sorprende que toda esa coquetería tuya se resuma en una persona grosera —Nayeon se levanta del taburete y toma la mano de Momo. —Vámonos, amor.
Rosé parpadea confundida y no puede ni disculparse cuando ve que la pareja se aleja.
Nayeon las está arrastrando a la calle, queriendo alejarse todo lo posible del lugar. —Nayeon, espera. —pide Momo frenando en seco. La inercia de la velocidad y el detenimiento de Momo hace que Nayeon retroceda y se pegue al torso de la chef. —¿Estás bien? —pregunta preocupada.
Nayeon frunce el ceño y después asiente. —Es que no puedo creer que exista gente así. Yo fui amable con ella y te trató así. —La mayor sabe que puede que no sea para tanto, pero la mirada de despreció que esa mujer le dio a Momo encendió todas sus alertas de defensa. —Simplemente no quiero que la gente te haga daño.
Momo se ríe suavemente y jala a Nayeon a un abrazo. —Oh, cariño. Personas como ellas no me hacen daño. Despreocupate que eso a mi se me resbala. —Momo besa con suavidad la cabeza de su novia, cierra los ojos e inhala el olor de su shampoo.
De repente sintió todo el cansancio de la jornada cayendo como agua fría. —Vamos a casa —dice Nayeon al notar que el agarre de Momo se suavizó.
Al llegar a casa, Momo no puede ni con su alma. Nayeon se encarga de ella, prepara el baño con agua caliente. Es tarde en la madrugada y aún así se toma su tiempo para enjabonar su cuerpo y lavarlo. —Gracias por esto, cielo. —dice Momo con los ojos cerrados, apreciando que Nayeon le haga pequeños masajes.
Están desnudas, pero no hay ningún contacto extra. Solo una cuidando de la otra, como lo ha sido desde hace unos meses. Al salir de la regadera, se ponen sus pijamas, sus cremas y van a dormir.
Momo la tiene bien abrazada por la mañana, es domingo y no hay necesidad de salir de la cama hasta que se cansen de estar ahí. Nayeon suspira y gira para encontrarse en el cuello de la menor, la presiona con sus brazos y entrelaza sus pies fríos en los calientes de Momo.
—Mmmm, Nayeon. —gime al sentir el contacto frío, pero no hace nada por alejarla, al contrario. Frota sus pies contra los ajenos para transmitirle la calidez.
—Buenos días, corazón. —saluda Nayeon dando un beso dulce el lunar que Momo tiene en el cuello. —Tú sigue aquí, iré a poner el café.
Momo solo hace un ruido de afirmación, pero en cuanto Nayeon deja la cama, cae dormida de nuevo. Demasiado cansada para poder pensar en poner los pies en el suelo.
Nayeon no ha tenido mucho trabajo, solo escribió algunos artículos de críticas anteriores y algún que otro viaje fuera del país para mantenerse actualizada de la gastronomía universal. Se pasea por la casa de Momo, que ya casi es como la suya. Tiene pertenencias por todo el lugar, desde su cepillo de dientes hasta la mitad de su closet ahí.
Toma una sudadera con el olor de Momo y va directo a la cocina. —A ver, a ver. —dice para ella misma. Abre la nevera y sonríe al verla casi llena. Cuando conoció a Momo apenas y tenía huevos, pero eso sí, el alcohol nunca le faltó.
Ahora tiene un repertorio amplio de ingredientes, pasaban parte de su tiempo libre experimentando en la cocina, creando nuevos platillos y besándose con pasión en la encimera, pero eso es cosa aparte.
Momo siempre se esmeraba en cocinarle a Nayeon, nunca la había dejado preparar algo y ahora era el momento para demostrar sus habilidades culinarias. Recoge su cabello en un pequeño bulto para que no le molestase.
Pone música a un volumen moderado para no despertar a Momo y se pone manos a la obra. Corta algunas verduras para su omelet y frutas para un cóctel que llevará un chorrito de miel. Tararea en voz baja y mueve su cabeza mientras fluye como el agua en la cocina.
Momo frota sus ojos con un bostezo, a tientas busca a Nayeon pero se da cuenta que no está. Se levanta de la cama y estira sus músculos, va descalza y sus pasos son imperceptibles. En cuanto sale del cuarto, un olor delicioso llega a sus fosas nasales.
Se queda en la puerta de la cocina mientras observa a Nayeon, está de espaldas a ella y se mueve constantemente. Desde afuera puede ver que hay café, un jugo de naranja y pepino a juzgar por la cáscara en el fregadero. También hay omelet humeante y un hotcake en otro plato.
Nayeon está dando la vuelta a su último hotcake cuando por casualidad su vista va hacia la puerta. —¡Ay, mujer! Me asustas— dice Nayeon poniéndose la mano en el corazón. Momo se ríe agudamente y está a punto de caminar cuando Nayeon la detiene —Alto ahí. Ve a la cama que se supone que te iba a llevar el desayuno.
—Pero...
—Pero nada, finge estar dormida cuando llegue por favor.
Momo rueda los ojos y Nayeon gruñe ante el gesto —Bueno, bueno. Voy a fingir estar dormida. —dice alzando los brazos en señal de derrota, y la vista de Nayeon no deja pasar las bragas negras de Momo.
—Tal vez me puedas devolver el favor en un rato, querida. —Nayeon muerde su labio y a Momo se le agita el corazón. —¡Ahora largo de mi cocina!
Momo sale corriendo antes de que su novia le lance algún objeto para cocinar. Cuando llega a su habitación, salta sobre la cama y se deja caer. Cierra los ojos y sonríe de oreja a oreja al ver a su novia en su mente.
Ha cambiado tanto su vida en cuestión de meses, se siente más ligera, más libre gracias a ella y su hermosa personalidad. Se siente como una adolescente enamorada, y no se puede arrepentir de nada.
Escucha pasos acercándose y adopta una posición de sueño. Cuando Nayeon entra por la puerta, Momo finge un ronquido y la mayor muerde sus labios para aguantar la risa. —Cariño. —Nayeon la llama pero Momo no abre los ojos. —Cariño, te traje el desayuno.
Momo hace revolotear sus pestañas, abre los ojos y bosteza, finge sorpresa al ver el festín que Nayeon le ha preparado. —¿Para mi? —sus orbes cafés van hacía su novia y pone cara de perrito apachurrado, mostrando su mejor puchero.
Nayeon ríe y se sienta en la cama. —Claro, todo para mi vida.
—Gracias, cariño. Te amo. —Momo se inclina y toma los labios carnosos de su novia, sin importarle el aliento mañanero.
—Te amo también. —Nayeon acaricia el cabello negro de su novia y comienzan a comer juntas.
—Dios, Nayeon esto está delicioso. Tienes que pasarme la receta. —dice Momo sorprendida, tomando más de su omelet, tenía algo distinto que lo hacía extremadamente suave, pero agradable al paladar.
—Yo cobro regalías por mis recetas, cielo. —se jacta Nayeon y Momo rueda los ojos. —Además, ¿qué esperabas? Literalmente soy critica de cocina. Tengo que saber algo ¿no?
Momo sonríe, dando la última mordida a su desayuno. Puede continuar con lo demás después. —Cobrate como quieras la receta cariño, que la quiero preparar para ti algún día.
Momo pone los utensilios en la mesita de noche y jala a Nayeon a la cama. Cae sobre ella y estallan en risas, la rodilla de Nayeon la sofocó sin querer y ahora Momo tose entre risas.
Cuando se calman un poco se miran a los ojos, cafés profundos y pupilas dilatadas, sonrisas amplias y corazones acelerados. No hay necesidad de decir nada más cuando se unen en un beso tierno y pasional, adorando tenerse cerca.
Caray, Momo cocina todos los días pero si está sería su vida con Nayeon; ella está dispuesta a renunciar a eso. Se enredan en la cama, con el desayuno a medio comer y jadeos entrecortados. Los "Te amo" no faltan en ningún momento.
Cuando terminan, Momo está hambrienta de nuevo, al igual que Nayeon. Comen el resto de comida fría y el café está más amargo de lo usual, pero no les importa. Comen desnudas sentadas en la cama, viéndose a los ojos compartiendo de su intimidad.
—El secreto para el omelet es...— comienza Nayeon y Momo está dispuesta a escucharla toda su vida con una sonrisa en la cara.
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AMEEEEE ESCRIBIR ESTO.
Ay no sabía las ganas que le tenía a un capítulo de peaches, pero gracias a las personas que me chulean está historia siempre siempre.
Sigan leyendo, les quiero mucho mucho.
Besos y diganme que opinan de este relleno tan bonito que hice.
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