Desgustación especial
El departamento de Momo es acogedor, no es muy grande pero tampoco pequeño. Es perfecto para una sola persona, Nayeon se queda en la entrada admirando los detalles del lugar.
—Pasa por favor, ponte cómoda. —Momo se quita los tenis y se queda en unos calcetines blancos.
—Gracias. —Nayeon le sigue el paso, de repente un poco tímida por estar en un ambiente que no conoce.
—Te ofrecería una cerveza, pero ya tomamos soju y no sé qué tan conveniente sea. —Momo dice con una pequeña risa. Dejan sus cosas cerca de la entrada y la japonesa se deja caer en el sillón de la sala, es cómodo pero no muy amplio, por lo que cuando Nayeon se deja caer, quedan muy juntas.
—Con tu compañía estoy excelente, gracias. —La mayor aprovecha la cercanía y silencio, su cabeza baja y se inclina en el hombro de Momo, ambas suspirando pesadamente. Aunque han sostenido su mano o se han dado abrazos, esto se siente más íntimo, más planeado.
—Gracias por invitarme a la cena, tenía meses sin salir de casa y el restaurante. —Momo confianza, con un poco de vergüenza. Su vida es monótona entre su trabajo y su soledad debido a su personalidad introvertida.
—No tienes que agradecer nada. —Asegura Nayeon. —Ha sido un placer pasar tiempo contigo, y como ya te dije; quiero seguir haciéndolo.
—Está bien, con que no me hagas correr mucho.
—Se ve que tienes una buena condición. —Ese halago viene acompañado de una mano traviesa por parte de la coreana. Su palma tocando sutilmente los bíceps de Momo, la camisa de tirantes haciendo un favor el día de hoy. —¿Haces ejercicio? —pregunta Nayeon con voz coqueta mientras su mano viaja a las piernas de Momo para apretar un poco. El músculo se siente duro.
—Un poco. —La voz de Momo es baja, su timidez llegando a sus abultadas mejillas rojas por el contacto físico que está recibiendo. —Tengo un equipo de pesas en el cuarto de invitados.
—Mmmm. —es lo único que sale de la boca de Nayeon, aprobando lo que Momo le dice. Se pierde en la sensación de la piel de Momo, firme pero muy suave. Como si por dentro fuera de hierro y por dentro de ceda. —Me gusta eso.
—¿Sí? —Momo se gira hacía ella, aunque es tímida tiene algunas cartas bajo la manga y ahora se siente en confianza con Nayeon. —¿Qué más te gusta de mí?
—¿Quieres que te diga lo lindo? —pregunta Nayeon acercándose más a ella. Su cara quedando a centímetros de la de ella. —¿O quieres qué te diga lo indecente y sucio?
Momo deja salir un suspiro tembloroso, los ojos de Nayeon están completamente en ella, sus orbes cafés mirando intensamente entre sus propios ojos y sus labios y Momo quiere besar esos cerezos atrevidos.
—Dime lo que tu quieras. —No se separan, al contrario. Sus frentes ahora están juntas y pueden sentir la respiración de la otra en sus propios labios
Nayeon comienza con algo tranquilo. —Me gustan tus brazos fuertes, —dice mientras va tocando y apretando la carne de ahí, —me gusta que uses camisas sin mangas porque me deja ver tus clavículas, —Pasa sus dedos por ahí, Momo se estremece cuando ese dedo viaja al centro de sus pecho. —me gusta imaginar como te ves desnuda— una pausa y Momo ya no puede respirar bien, —me gusta imaginar cómo te verías debajo de mí, me gusta imaginar tu espalda sudada y mis uñas enterradas en ella.
Momo no lo soporta más, el calor la invadió ya hace mucho tiempo, sus palabras directas y sus ojos llenos de deseo hacen que todo sea inmenso en ese pequeño sillón.
—Hirai, besame. —exige Nayeon, con los ojos brillosos y una palpitación torturante entre sus piernas.
Momo no vacila.
Momo es tímida.
Pero Momo no es idiota, Momo la besa. 6
Momo la besa lenta y sensualmente, lamiendo sus labios de manera húmeda, queriendo absorber cada parte de ellos y Nayeon está dispuesta a recibir y dar cualquier cosa. Le regresa el beso aún con más intensidad, con más hambre.
—Na-nayeon.
El gemido tan lastimero de Momo le envía corrientes eléctricas por todo el cuerpo. Sus manos no tardan en aferrarse a lo que sea, se agarran de la cintura, de la cara, del cabello; lo jalan, lo aprietan. Gimen en conjunto cuando ya nada es suficiente.
Cuando los labios japoneses se dirigen a la piel recién descubierta por haber tirado las camisas al suelo, Nayeon sólo aprieta los ojos. Los labios de Momo se sienten incluso mejor de lo que ella muchas veces imagino, sola en su habitación con varios dedos en la entrada de su vagina, gimiendo el nombre de la Chef.
—Momo. —Es bajito, como un susurro que quiere apartar a todo el mundo de ese nombre, un susurro receloso de que alguien más pueda decir el nombre del gran Chef Hirai Momo bajo las mismas circunstancias.
—Nayeon, tócame también. —Y cuando Momo le ruega por ser amada y venerada también, Nayeon sabe que está enamorada.
Las manos de Nayeon recorren el torso desnudo, apretando ligeramente en ciertas zonas; debajo de sus costillas, apretando la palma sobre su estómago. Nayeon se siente caliente, Momo no ha salido de su cuello desde hace unos minutos.
Toman su tiempo para conocer cada parte del cuerpo descubierto, desechando un sujetador por ahí y un top deportivo por allá, cuestión de comodidad en la cocina.
De pronto, la realización golpea a Momo, de una manera dura y consistente. Se separa bruscamente de Nayeon, quien la mira asustada. Pensando que había cometido un error.
—Solo he heho esto una vez. No sé que hacer. —Admite Momo, escondiéndose tras su fleco y cabello revuelto. Nayeon pensará que es una estúpida. Una mojigata incapaz de hacer sentir placer.
—No me importa, respira. —Momo lo hace. —¿Quieres seguir? —Momo asiente, Momo obedece, mansita y accesible. —Confía en mi.
Momo confía en Nayeon.
Momo confía en Nayeon porque aunque pudo publicar criticas malas por rechazarla, no lo hizo.
Momo confía en Nayeon porque a pesar de invadir su espacio personal en aquel callejon compartiendo el humo, Nayeon no la toco, no la beso.
Momo confía en Nayeon, porque después de mucho tiempo le dio una buena cena, siendo Momo una chef reconocida y solitaria.
Momo confía en Nayeon.
No cambian de lugar, se quedan en ese reducido sillón. La ropa eventualmente desaparece y lo único que sienten es su piel rozando, presionando juntas contra la superficie.
Los besos no paran, la exploración con sus manos tampoco. Momo aprieta esos pequeños pechos, estruja los pezones grandes y gordos entre sus dedos, los jala y suelta una y otra vez. Adora lo elásticos que son, adora los gemidos de Nayeon en su oído.
Nayeon mete una de las grandes montañas de Momo en su boca, llena de saliva alrededor. Chupa su pezón y aprieta los dientes, sabiendo que duele, pero Momo no la aparta. Momo jala sus cabellos pegando a la coreana aún más a su pezón que ahora está moradito debido al trato brusco que recibe.
Ninguna está sobre la otra, están frente a frente. Tocando cada parte de su cuerpo, sin llegar a tocar donde más lo necesitan, entendiendo mutuamente que la espera valdrá la pena. Pero Nayeon no es paciente. Nayeon no es tranquila. Se cansa de solo los toques.
Se coloca entre los muslos fuertes y tonificados, reparte besos sobre la carne que está roja por la excitación y cuando separa aquellos pliegues impregnados de excitación, sabe que ha encontrado las puertas del infierno,
La vagina de Momo siendo oscura, resbalosa y caliente. Besas cálidamente el capuchón donde el clítoris palpitante está escondido, tímido como su dueña. Momo pega un brinco al sentir dicho contacto, nunca había recibido uno de esos.
Escuchaba a la gente hablar sobre eso, la nueva pinché en la cocina habló de eso con Dahyun. Recuerda haber escuchado "¿En serio, Tzuyu? ¿Tanto que chorreaste?" Claro, no es algo que se deba platicar en medio de tu espacio de trabajo, pero a veces los lunes en la mañana no hay mucho que hacer.
Momo tenía curiosidad, claro. Ahora tenía ganas de más. Tenía ganas de que essa lengua nunca se despegará de su sexo, tenía ganas de mover las caderas en la cara de Nayeon y que se la coma tan deliciosamente que jamás tendrá ganas de criticar uno de sus menús, porque solo la querrá comer a ella.
Nayeon cierra los ojos, fundiendo su lengua en la parte más íntima de la reconocida Chef. Todo lo que produce está mujer es delicioso, es lo que piensa cuando los fluidos en su boca son abundantes, probando su sabor agridulce, más ácido que otra cosa que hubiera probado antes. Se separa un poco y analiza el sabor, la textura, el aroma.
Una mano en su cabello le impide seguir con su análisis, alguien quiere tener un orgasmo. Nayeon no va a negarle nada a Momo. —Solo sigue, por favor sigue. —Momo se encuentra tan cerca que pierde su dignidad, gemidos rotos y lastimeros salen de su garganta, jala aire cómo puede, un nudo en su estómago expandiéndose, como una advertencia. Todo se va al carajo cuando Nayeon la penetra.
—¡Oh por Dios! —se levanta parcialmente del sillón, la sensación es demasiada entre sus piernas. Observa como Nayeon la disfruta, como se la come con fervor. Moviendo toda su cabeza, metiendo sus dedos y hurgando hasta que da en ese maravilloso punto. —Mmmgmm más, ya casi, cariño, no pares.
Cariño.
Cariño.
Nayeon se entrega y deja de respirar cuando los fluidos empapan un poco su barbilla, los traga gustosa e inhala profundamente cuando se aleja de la vulva. Observa el estado de Momo, atónito, con los ojos apretados y su pecho subiendo y bajando aparatosamente. Pequeños quejidos siguen dejando sus labios.
Nayeon se recuesta sobre ella, sin asfixiarla pero dandole cariño y seguridad, ella estará aquí aún despues del sexo. Nayeon siempre estará. Pasan unos minutos más en silencio, no hay nada que decir, no hay nada que reclamar.
Pero Nayeon aún tiene un asunto pendiente.
—Momo, cariño. —Llama la atención de la japonesa, quien con ojos cansados la mira. Momo entonces entiende, Nayeon desprende un calor infernal y trata de aliviar el dolor entre sus piernas presionando contra su propio muslo, ella está necesitada.
—Haré lo que me pidas. —Momo se entrega, en cuerpo y puede que también en alma, eso lo descubrirán más tarde, tal vez en el callejón detrás de Moonlight o tal vez en otro lugar.
—Solo sé una buena chica y deja que me siente en tu cara. —Momo asiente, entusiasmada. Nayeon se pregunta el porqué. —¿Has hecho antes?
—Intenté hacer sexo oral una vez, pero jamás se han... ya sabes. —Nayeon entiende, se encoge de hombros y escala hasta su vulva está al alcance de la boca de Momo. —Me gusta esto. —la voz de Momo debajo de ella suena emocionada, se encuentra admirando la intimidad de la coreana.
Nayeon sin poder soportar más, baja sus caderas ignorando lo que Momo tenga por decir. Momo ahora sabe porque Nayeon es tan exigente con lo que prueba en los restaurantes. Una vez que obtienes lo mejor, no quieres nada más. Momo quiere nada más que eso.
—Oh Momo. Sí, cariño, así. —Claro que la habladora sería Nayeon, apoyándose de donde pueda, haciendo un esfuerzo por no dejarse caer en Momo que la absorbe estupendamente bien. —Ay, me gusta así.
Los elogios de Nayeon hacen que se motive. Toma las nalgas ajenas y hace que se eche hacía adelante, dejando que profane su rostro con movimientos secos. Nayeon no puede aguantar mucho, ella quisiera aguantar más. Pero no puede.
No cuando Momo inserta su lengua en ella, no cuando tiene que obligarse a abrir los ojos para mirar hacía abajo y ver esos intensos ojos mirandola fijamente, mirandola como si hacerle sexo oral fuera la mejor decisión de su vida.
No puede resistirse cuando Momo suelta una de sus nalgas y se empieza a masturbar mientras la complace, no puede evitar sentir un subidón entre sus piernas cuando escucha como Momo batalla por aire, porque sus piernas le fallan y todo su peso está sobre la japonesa.
Sorprendentemente cuando Nayeon llega al orgasmo, solo sale un gruñido de su cuerpo, demasiada sobrepasada por todo lo que está sintiendo. Rápidamente sale de la cara de Momo, quien comienza a toser y respira con dificultad.
—Me estabas atando, mujer. —Momo bromea un poco más tranquila y Nayeon aún no puede pedir disculpas porque no puede dejar de temblar. Eso no le importa a Momo, la atrae hacía ella y la acuesta en sus pechos, sintiendo la calidez del cuerpo ajeno. Ambas satisfechas.
—Dios, no sé porque sabes a duraznos. —Momo dice después de un rato.
Nayeon pensó lo mismo cuando ella estaba complaciendo. —Tu sabes a melocotón. —Bromea Nayeon. Momo se ríe con cansancio.
En la madrugada, con frío y medio dormidas terminan en la habitación de Momo.
Esa noche Nayeon no volvió a su apartamento. A la siguiente tampoco.
Esa segunda noche, Momo cocinó por primera vez en su cocina. Esa noche por primera vez no ceno un ramen cualquiera. Esa noche tenía unos brazos delgados abrazando su cintura. Y aunque cocinó todo el día en Moonlight, no se cansó. Porque Nayeon se lo pidió y ella la complació.
Fin.
-
¿Cuánto esperaron por esto?
Yo ni siquiera tenía planeado escribir hoy, pero la inspiración y las ganas llegan cuando menos te lo esperas. Agradezco a quien haya llegado hasta aquí.
Agradezco a todas las que me siguen esperando y votando.
¿Qué les pareció este final? Comenten de todo, qué extraño leer sus comentarios.
Besos.
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