Confesiones
Momo sale de una jornada dura de trabajo, el lugar estuvo abarrotado y hubo poco tiempo de descanso. Llega a la entrada y flexiona sus músculos del cuello y espalda, está sumamente cansada. No se da cuenta de que Nayeon la está esperando recargada en un poste cerca de la entrada, tampoco se da cuenta que se la está comiendo con la mirada: admirando cada músculo que es tensado y relajado a través de la camisa de tirantes negra que la japonesa está vistiendo.
—Nayeon sal de las sombras, ya te vi. —dice Momo mientras dirige la mirada a donde está Nayeon quien se ríe ante el hecho de ser atrapada, camina hacia ella y la saluda con un abrazo que Momo corresponde a medias. —¿Qué haces aquí?
—Duh, vine a recogerte. Eso es lo que hacen las chicas para conquistar a alguien, —dice mientras rueda los ojos y Momo se sonroja ligeramente. —además que quiero invitarte a cenar, te ves cansada. —menciona mientras señala la cara agotada, haciendo obvia la realidad.
—No tienes porque hacerlo, Nayeon. —Momo está reacia a la idea, no es una persona que conviva mucho o tenga muchos amigos, menos pretendientes y como siempre la seguridad de Nayeon la agobia un poco.
—Oh, vamos déjame hacerlo. Apuesto que solo comes ramen instantáneo. —Nayeon se ríe de ella, pero la cara severa de Momo hace que borre su sonrisa.
—Cocino todos los días, rara vez preparo algo bueno para mi. —Momo responde encogiéndose de hombros.
—Yo te llevo a un lugar, vamos. —Nayeon la toma del brazo y la lleva arrastrando, Momo decide no resistirse cuando el tacto de la coreana es tan cálido.
Caminan por las calles del barrio, alejándose de la zona ostentosa donde se encuentra el restaurante donde trabaja Momo. Nayeon entrelaza su brazo con el de Momo y ahora van juntas, muy juntas.
Mientras Nayeon platica algo sobre su perro, Momo analiza la situación y el cómo se siente en compañía de aquella mujer llena de seguridad. No le desagrada su compañía, su piel es suave y huele bien. Además dice cosas estúpidas que la hacen reír.
Se alejan cada vez más, a una zona donde las luces ahora son más tenues. La oscuridad de la noche las acompaña en una amena conversación sobre sus mascotas, y Momo agradece que Nayeon no le hable sobre la cocina o sobre ser chef pues esas son sus conversaciones diarias.
—Nayeon, ¿dónde estamos?. —Momo para en seco, dándose cuenta que no conoce el lugar, se asusta.
—Es ahí. —Nayeon señala un local nada ostentoso, de apariencia sencilla pero acogedora. —Una de mis amigas trabaja aquí, hacen el mejor kimbap que vas a probar en tu vida.
Momo entrecierra los ojos, echa un vistazo rápido y su vista cae en Nayeon; ojos grandes como de cachorro suplicando porque la acompañe y como última arma Nayeon sonríe mostrando sus grandes y tiernos dientes. Momo suelta un suspiro derrotado.
—Vamos.
El lugar es maravilloso, pequeño y con mesas de madera. Mina y Dahyun las atienden perfectamente, llevando platos de comida caliente a su mesa. Nayeon pide una botella de soju y acompañan su comida hablando de sus vidas.
Nayeon sonríe mientras ve a Momo saborear la comida, sabe que al igual que ella tiene un paladar exigente y la sencillez en los platillos del restaurante dan el toque exquisito de familiaridad que una solitaria Momo necesita.
—¿Te gusta? —La pregunta de Nayeon llega a los oídos de Momo, truena en su mente.
Puede que a Momo le guste Nayeon.
—Es delicioso, gracias por tomarte el tiempo de... ya sabes —Las mejillas se le ponen coloradas y las orejas calientes, la intensa mirada de Nayeon la invita a continuar pero Momo no puede con la presencia tan demandante de Nayeon.
—No es nada, de verdad me gustaría pasar más tiempo contigo. — Nayeon toma la mano de Momo sobre la mesa, y como las pocas veces que la ha tocado, su cuerpo hierve en calor. —Vamos, se está haciendo tarde.
—¿Planeas irte sin pagar? —Momo se acerca a ella a través de la mesa y susurrando, incrédula de que Nayeon quiera cometer un crimen.
—Sí. —Y con aquello Nayeon empieza a correr, dejando atrás a Momo que grita un "Lo siento" para después correr a toda velocidad lejos del lugar.
Pronto alcanza a Nayeon, ambas se detienen cuando es imposible que sepan en donde están. Nayeon se inclina y apoya las palmas de sus manos en sus rodillas, jalando aire. —Tengo que hacer más cardio. —dice y Momo explota en risas, tenía mucho tiempo sin reír así, sin sentirse tan viva fuera de ese restaurante.
—¡Eso estuvo divertido! —Momo dice mientras en un ataque de euforia levanta a Nayeon y la abraza, Nayeon ríe con ella y se quedan juntas.
—Tengo algo que decirte... —Momo se tensa al escuchar lo que sale de la boca de Nayeon.
—¿Qué?
—Ya había dejado la cuenta pagada, desde antes de venir. —Nayeon aprovecha la repentina cercanía de Momo y la abraza también, escondiéndose de esa mirada acusadora.
—¡Debí haber parecido una tonta! —se queja Momo medio indignada, apretando sus labios para evitar reír, Nayeon puede sentir que en el pecho de la menor comienza una revolución, su corazón palpitando fuertemente.
—Puede que lo seas...—la risita delatadora de Nayeon irrita más a Momo, así que pone sus manos en los hombros ajenos y trata de separarla de su cuerpo, pues tiene miedo que su contacto cause más allá de unas mariposas en su estómago.
—Quítate. —dice con voz severa la japonesa y a Nayeon se le eriza la piel con el tono rasposo y bajo que ha usado Momo para reprenderla.
—No. —Nayeon responde aferrándose aún más al cuerpo musculoso de la chef, amando la cercanía, aprovechando todo lo que puede ese calor que le brinda. —Aquí me voy a quedar.
El corazón de Momo late desbocado, el de Nayeon lo hace lento pero fuerte y hasta le duele de lo mucho que siente en estos momentos. Momo se rinde ante ella y la abraza por la espalda pues Nayeon está aferrada a su cintura.
El abrazo es tierno, respiraciones tranquilas y una de ellas asimilando que siente atracción por una crítica odiosa que le impidió ganar una estrella Michelin, la otra dando saltitos porque Momo ha bajado uno de sus muros.
—Yo también tengo que decirte algo, Nayeon. —Es el turno de la coreana de tensarse. Momo la separa sutilmente para tratar de verla a los ojos. —Cuando me mandaste esos mensajes... —la japonesa toma aire y Nayeon la mira atentamente. —La verdad es que quería grabarte o algo así para mandarlo a la prensa.
—Oh. —Nayeon se separa por completo del cuerpo ajeno, herida de alguna manera. El rostro de Momo cambia de serio a afligido en cuestión de segundos.
—Y-yo pensé que querías jugar conmigo y fue lo que pensé, pero solo al principio lo juro. —Las cejas fruncidas de Nayeon hace que Momo se asuste, trata de acercarse pero la coreana da un paso atrás. Nayeon es ahora la que se aleja de ella.
—¿De verdad crees eso de mi? —pregunta Nayeon, con la esperanza de que Momo diga que no.
—Fue solo al principio, lo juro. Además teníamos una enemistad. —Momo habla rápido cuando está ansiosa. —¡No supe qué hacer! No hice nada, solo lo dejé pasar. Lo siento.
—No sé qué decirte. Es mi culpa, supongo. —dice Nayeon metiendo sus manos a los bolsillos de su chaqueta, cubriendo sus manos.
—Es mía, solo te lo quería decir. Hoy la pasé muy bien y-y —Momo toma aire antes de continuar con tremenda confesión. —Me gustaría salir de nuevo contigo, o hacer cualquier cosa.
Nayeon sonríe ante eso mientras observa las mejillas rojas de Momo y su aspecto tímido, sin poder mirarla a los ojos. —Déjame abrazarte otra vez y estarás perdonada. —Nayeon usa sus cartas y cuando Momo la envuelve en sus brazos una vez más, puede sentirse en paz.
Se siente en paz aunque estén en medio de la calle por la noche, aprieta un poquito más a Momo y Nayeon quiere sentir esa paz que le transmite por mucho tiempo. Incluso aunque se enoje por las críticas que le pueda dar al restaurante, deja salir una risita ante el pensamiento.
—Lo siento. —dice Momo una vez más, arrepentida por herir a Nayeon.
—Ya pasó. —responde Nayeon. —Ven, te llevo a casa.
—¿Y cómo regresarás a la tuya? —pregunta Momo una vez que empiezan a caminar, con los brazos entrelazados.
—¿Quién dice que regresaré? —Momo se queda quieta por un momento, asimilando las palabras de Nayeon, pero es jalada ligeramente y comienza a caminar de nuevo.
Momo no sabe si es broma.
Nayeon no lo dijo en broma.
-
Ay esa Nayeon como le gusta ser metiche, en fin espero disfruten releer Namo.
Besos.
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