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El olor de la colonia y de las palomitas entraban en su nariz cual intruso, recostándose más en el pecho de su novio mientras ambos disfrutaban de la película que habían puesto en modalidad aleatoria. Recostada en el pecho de la persona que amaba se sentía en el paraíso, se sentía segura entre sus brazos.
Se recostó aún más, colocándose en su hombro; tratando de sentir su aroma, fallando como muchas de las veces en las que había intentado saber el aroma de su amado. Sería un misterio para ella hasta el fin de los días el saber a qué olía quien estaba incrustado en su corazón.
Y de repente, tras la falla, un pensamiento invadió su cabeza; cual ladrón a media noche logrando robarle la tranquilidad que tenía en su burbuja al lado de Jungkook.
¿Jimin sabrá cual es el aroma de Jungkook? Se preguntó, logrando que su corazón se amargara un poco más.
Aún recostada en el pecho de su novio. No pudo evitar pensar en todas las veces en las que había visto las fotos de Jimin y Jungkook besándose, las veces que los había visto en el internet teniendo citas; tomándose de las manos, abrazándose, sonriéndose. Actuando como una pareja para todo el mundo. Aquellos pensamientos lograban marear su cabeza, aquella voz que le decía que en cualquier momento Jimin se llevaría el corazón de Jungkook; haciendo a su corazón añicos.
Recordaba lo que había hablado con Irene, recordó las lagrimas que contuvo mientras le platicaba a su amiga todas las inseguridades que había experimentado por un contrato; aquel gran miedo de que Jungkook se enamore del precioso omega, aquel miedo de que tras unas firmas que involucraban la imagen de Jungkook y Jimin también se involucren sus corazones.
Porque alguna vez había oído que lo que más ayudaba a las almas a enamorarse era la constante interacción, el constante contacto.
Soltando un suspiro, sintiendo como su corazón se rajaba por solo pensamientos sin hilos a los que atar, se levantó de su cómodo lugar, soltando otro suspiro.
Con su obrar logró que Jungkook también se levantara con ella, aun preocupado por la actitud que Yeri había estado teniendo con él, muy distante, muy lejana; como si apenas se conocieran. Paró la película y con sigilo posó su mano sobre la espalda de su novia, logrando que ella salte de la sorpresa, alejándose del tacto.
—Yeri ¿pasa algo? —Pregunto en un susurro.
Yeri no podía mirarlo a los ojos, no podía decirle de sus miedos, quería, pero no lograba hacerlo. Mirando a sus pies y respirando hondo. Le prometió a Irene que hablaría con Jungkook sobre todos los pensamientos que le invadían a media noche. Así que se volteó, encontrándose con la mirada preocupada de Jungkook, aquellos ojos estrellados y compasivos mirándole fijamente.
—¿Pasa algo? —Volvió a preguntar.
Y en aquellos ojos que le miraban con preocupación, pudo encontrar su consuelo. Aquellos ojos que solo la miraban a ella, solo a ella. Comprendió que sus miedo eran tontos, ¿Cómo alguien podría quitarles su amor? Cuando habían estado tanto tiempo juntos, cuando habían pasado estaciones enteras sosteniendo sus manos. Cuando Jungkook la amaba tanto que pondría en su espalda una relación falsa solo para que siguieran seguros en medio de la noche.
—No pasa nada, solo estoy muy cansada. —Dijo tranquila, como si nunca hubiese sentido los pedazos de su corazón punzar contra su estómago.
—¿Segura? —Era una oportunidad que la luna le otorgaba para que pudiese hablar todo con Jungkook, pero no la tomó.
—Segura. —Sonrió.
Jungkook sabía que no era así, la conocía muy bien, pero prefirió no insistir más, ella le diría lo que sea que le molestara cuando ella quisiera.
Mientras tanto, solo debía de disfrutar su compañía, después de todo ya no tenían días libres para verse, sus agendas estaban tan ocupadas que no podrían ver algún pasaje en ellas para estar juntos.
Se acercó a ella peinando uno de sus mechones, acariciando la suave piel de su mejilla, sonriéndole tiernamente junto sus labios. Los besos entre ellos siempre lograban que muchas mariposas volaran en sus estómagos, aquellos lograban que sintieran como tocaban con los dedos el paraíso, las puertas del cielo. Arrebatantes y cautivadores. Siempre los sentían así.
Exceptuando ahora, que Jungkook no sentía nada de todo el arrebato que solía sentir cuando besaba los labios de Yeri.
Al separarse Yeri volvió a recostarse en su novio, encontrando confort estando cerca de él, en sus brazos.
Un confort que Jungkook no podía encontrar, pues en lo único que pensaba era en el vacío sentir al besar los labios de su novia.
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