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Jungkook vio la espalda de Jimin a lo lejos, sentado en la arena muy cerca de las olas, mirando fijamente el horizonte. Se acercó a él con la manta sobre sus hombros, a diferencia de lo que había dicho el omega, era una noche bastante helada; seria aun mas por las olas de mar que aún resonaban a la distancia.

—Hey.—Dijo sentándose al lado de Jimin.

—Hey.—Respondió en un susurro.

—¿En serio no te hace frío? Está helado.

—Estoy conservando mi calor corporal en esta posición, así que no siento mucho frio.—Dijo. Estaba sentado en la arena con sus rodillas en su pecho mientras las abrazaba.

—Mucho.

—Mucho.—Sonrió.

Jimin miró a Jungkook, con toda la atención que le daba últimamente al observarlo. Era muy guapo, demasiado, con sus rasgos fuertes, su nariz pronunciada, la mandíbula marcada y aquel aroma varonil que desprendía. También, era muy adorable; con los gestos que hacía al reír, con sus ojos grandes y redondos, con aquellas paletas que se asomaban en sus labios. Era muy agradable de ver.

Sobre todo para su corazón, que parecía calentarse al ver los lunares que adornaban el rostro de Jungkook.

Dejó de mirarlo, suspirando por lo bajo, observando al mar.

Envidiando lo magnífico que era.

Escuchó el sonido de chapuceos, vio a su lado encontrándose con la imagen de Jungkook lanzando piedrecillas al mar, logrando que estas se pierdan entre las olas. El alfa extendió su mano con muchas piedrecillas en ella, ofreciendo a Jimin que tome una de ellas. El omega se veía indeciso, pero al final tomó unas piedrecillas.

Empezando un pequeño juego entre ambos. Aunque era bastante disparejo pues Jungkook se encontraba parado; por lo que podía apuntar mucho más lejos, muy contrario a Jimin que solo podía atinar muy de cerca.

—Te estoy ganando.—Dijo Jungkook burlón.

—¿Acaso es una competencia?

—Lo es, mañana el perdedor hace el desayuno, o bueno, lo paga.

Jimin rodó los ojos riendo, pero se levantó de su lugar, tomando sus piedras y acomodándose al lado de Jungkook. Observando lo bueno que era, lograba que las piedras rebotaran hasta perderse.

—¿Cómo haces eso?—Pregunto.

—¿El que?

—Hacer que las piedras reboten, siempre quise hacerlo pero jamas lo logre.

—Es muy fácil, solo mira.

Jungkook se puso en posición asegurándose que Jimin lo viera e hizo lo que tan asombrado tenía al omega. Parecía fácil, demasiado, el omega incluso se sintió tonto por no poder hacerlo.

—¿Lo captaste?—Preguntó Jungkook mirando sobre su hombro.

Jimin asintió, se puso en la misma posición, muy seguro de que conseguiría que la piedrecita rebotara. Para su mala suerte no fue así, la piedra se hundió en lo más profundo.

—Es muy difícil.—Dijo con un pequeño bufido.

—No lo es, solo que lo haces mal.

—No lo hago.

—Si lo haces, mira.—Dicho lo último se acercó a él, poniéndose a su detrás para guiar sus brazos.—Tienes que hacerlo de esta manera, no solo la lances.

Jimin estaba congelado en su lugar, sentía como sus mejillas se iban coloreando por la cercanía de Jungkook a su cuerpo. Sintió el calor corporal del alfa, sintió su aroma; cacao y menta.

De alguna manera se sintió seguro entre esos brazos, olvidando todo lo que recorría por su cabeza, olvidando la tristeza que invadió su alma; siendo reemplazada por felicidad.

Confirmándose que, Jungkook le daba felicidad.

Aquello fue mucho para él, se puso muy nervioso, sintió su corazón palpitar contra sus orejas, quería que el tiempo se congelara; quería permanecer entre sus brazos por mucho tiempo.

Pero las cosas no eran así.

Se decía a sí mismo, por eso fue que se alejó, casi saltando del lugar.

Para no hacer las cosas incómodas por el arrebato, lanzó la piedra, siguiendo la indicación de Jungkook, logrando que rebotara unas tres veces; luego se hundió.

—Al fin lo lograste.—Dijo Jungkook.

—Gracias.—Sonrió.—Parece una capa.

—¿Qué?

—La manta en tu espalda.—Apuntó, conteniendo una risilla.

—Ah.—Miro a su espalda, tomando la manta de algodón.—La traje porque hace frío.

—Mhm, ya se empieza a sentir.—Dijo, dejando de ver a Jungkook, no le gustaba el como su corazón latía como un desquiciado al verlo.

No escuchó una respuesta por parte de Jungkook, solamente sintió una suave manta siendo puesta sobre sus hombros, dando un pequeño salto de sorpresa, viendo a Jungkook arreglando la manta para que no se resbalara de su cuerpo. Cerca de él.

Pudo ver el lunar debajo de su labio, pudo sentir el aroma que tanto le gustaba.

—Has estado más tiempo acá que yo, tú debes de sentir más frío.—Dijo Jungkook, parándose a su lado, con las manos en sus bolsillos.

La respuesta de Jimin fue solamente darle una sonrisa en agradecimiento.

Sonrisa que enganchó a Jungkook para que así dará paso a un intercambio de miradas.

Cerca del mar, escuchándolo de cerca, con la luna y las estrellas sobre sus cabezas; se observaron en silencio. Un silencio que acarreaba muchas palabras en medio.

Jimin miraba con cierta devoción a Jungkook, viendo sus lunares y sus ojos brillantes, deseando algo que no podía decirse.

Jungkook observaba a Jimin con un sentimiento que no podía describir, de cierta forma admirando la belleza del omega.

Fue mucho el silencio en el que se observaban, tanto, que tal vez se pudo escuchar como Jimin deseaba que aquel momento fuera eterno. Deseando mucho.

No fue así, las miradas bajaron y se dirigieron a un mismo horizonte.

Viendo a la luna en su lejanía. 

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