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yeri
🦢
Mientras tanto a muchos kilómetros cerca de la playa se encontraba un omega recostado en la cornisa de su ventana, observando el cómo las olas chocaban contra la arena; el cielo oscuro sobre su cabeza y pequeñas estrellas titilando. Era una bonita noche, lástima que estuviese encerrado en la casa de playa de sus padres; incluso prefería estar en la casa de campo, era más pacífica.
Suspiro, dando una última calada a su cigarro, apagándolo en el cenicero.
Escuchó la puerta siendo abierta, detrás de ella vio a Jungkook; quien le sonrió cuando sus ojos se encontraron.
—¿Por qué no viniste a cenar?—Fue lo primero que cuestionó, sus hábitos alimenticios.
—Yo nunca ceno, creo que lo olvidaste.—Dijo dejando el cenicero en su peinador, se sentó en la silla de este para peinar sus cabellos y comenzar su rutina de cuidado de la piel antes de ir a dormir.
—En nuestras primeras cenas siempre íbamos a cenar.—Comentó sentándose al borde de la cama para quitarse sus zapatos, cuando lo hizo los guardó en el lugar que Jimin le había dado para sus cosas.
Camino hasta la parte del armario que le pertenecía, al poner orden se dio vuelta; encontrándose con el reflejo de Jimin. Dándose cuenta una vez más, de lo precioso que era el omega. No pudo evitar quedarse mirándolo, sus rasgos finos, lo delicado que se veía hasta incluso cepillando sus cabellos.
Jimin sintió una mirada sobre él, por lo que alzó la suya, viendo tras espejo los ojos redondos de Jungkook sobre él. Mentiría si dijese que no se había puesto nervioso por aquello, porque incluso sus mejillas empezaron a calentarse; lo único que le quedaba era hacerse el desinteresado.
—Si, pero nunca comía, recuérdalo.—Dijo al tema.
—Lo recuerdo.—Susurro. Por fin moviéndose de su lugar, caminando hacia el baño para lavar sus dientes.
Jimin lo vio irse, dejó su cepillo sobre la mesa y llevó sus manos frías hacia sus mejillas, creía que de esa forma dejarían de estar rojas. Eso esperaba, aunque era falso, al verse una vez más al espejo sus mejillas seguían rojas como un tomate. Suspiro frustrado, tomando de sus cajones los productos para su rostro fue hacia el baño, cruzándose con Jungkook que terminaba de asearse.
—¿A qué lado dormirás?—preguntó Jungkook.
—A cualquier lado, no importa.
—Está bien, te doy el lado de la ventana.—Dijo siguiendo su camino.
Jimin asintió y se encerró en el baño. Esperaba que cuando saliese Jungkook se encontrara dormido, porque realmente las últimas convivencias que había tenido con él habían sido muy incómodas para su persona; sobre todo por aquellas mariposas que aleteaban cada vez que el alfa se le acercaba o le sonreía. Sentía que pronto comenzaría a ahogarse entre todas las mariposas monarca que aleteaban muy cerca de él, y dios, él no quería eso.
Se tomó todo el tiempo del mundo, sentándose en la tina y tardando más de lo debido en su rutina de diez minutos, deseando que al regresar Jungkook estuviese en brazos de Morfeo.
Al salir del baño, su suerte no fue la mejor, porque lo primero que le puso un ojo encima fue Jungkook quien recién acomodaba sus almohadas, su suerte no había sido de las mejores los últimos días y no cambiaría solamente porque pasó demasiados minutos encerrado en el baño. Contuvo un suspiro y arrastrando sus pies cubiertos por unas lindas pantuflas de pato, esperaba que el alfa no las viera, se burlaría de él.
—Lindas pantuflas.—Señaló tirando cabeza hacia las almohadas que se había acomodado.
Su suerte no cambiaría.
—Gracias, mi padre me las compró.—Dijo sonando nada avergonzado, aunque por dentro se estuviese muriendo, agonizando.
—Son muy lindas, han de ser calientitas.
—Deja de burlarte Jungkook.—Dijo Jimin con el tono serio y firme, entrando a la cama, tratando de no toparse con la mirada del alfa.
—No lo estoy haciendo.—Se defendió.—Tus pantuflas son muy bonitas, ¿por qué me burlaría de un regalo que te hizo tu padre?
El omega levantó la mirada, viendo los ojos sinceros de Jungkook, no le mentía, no se burlaría de él y algo preciado. Sabía que no sería así. Pero reprimió una sonrisa, dándole la espalda y cubriendo su cuerpo con la sábana, lo más lejos que pudiese del cuerpo del alfa.
Jungkook se quedo observándolo por unos segundos, una pequeña sonrisa se asomó por su rostro, mordiéndose el labio inferior y negando con la cabeza imito a Jimin, dándole la espalda y cubriéndose con las sábanas.
Lo difícil fue conciliar el sueño, para ambos, aún se mantenían con los ojos abiertos, teniendo aquella extraña necesidad de querer voltear y reducir el gran espacio que había en medio, porque la noche era fría.
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