17
Jimin se encontraba esperando en la puerta de su hogar, Jungkook le había mandado un mensaje sobre querer ir a una cafetería con él. Tomar cafés juntos a las seis de la tarde todos los días se había vuelto su rutina, siempre a la misma hora y en el mismo lugar. El mensaje del alfa indicándole que estaba fuera de su hogar le llegó, Jimin suspiro, espero unos cuantos minutos antes de salir por la puerta; quería disimular que lo había esperado desde que le había indicado que partió.
Fue grande su sorpresa cuando al salir por la puerta ninguna cámara le apuntó a la cara, no había el rastro de ningún paparazzi cerca, solo el auto de Jungkook a su delante. Camino hacia él, mirando a los ojos redondos del alfa, pero Jungkook no lo veía, estaba manejando su celular con una sonrisa en su rostro; Jimin supuso que aquella sonrisa se debía a su novia.
—Hola.—Saludó al entrar al auto.
—Hola.—Le saludo de vuelta, sonriéndole mientras guardaba su celular.—¿Vamos?
Jimin asintió en confirmación.
El auto arrancó, la radio se prendió y una canción sonó, pero Jungkook la apago, en su lugar conectó su celular y puso algo que había leído en el informe de Jimin.
El omega abrió sus ojos en sorpresa, la melodía de la canción entrando por sus oídos, logrando que se pusiera muy feliz.
—¿¡The smiths!?—Preguntó emocionado, mirando con una sonrisa a Jungkook.
—Leí que te gustaban mucho.—Le sonrió de vuelta, por un instante quitando su vista del camino para mirar los ojos brillantes de Jimin.
Perdiéndose en la alegría que estos reflejaban.
—Ah, incluso es mi canción favorita.—Sonrió aún más, tirandose hacía el asiento, muy feliz.
Jungkook había buscado su canción favorita y la había puesto, para él. Le hacía muy feliz. Demasiado.
Al fin alguien se daba el trabajo de buscar sobre él, pues la canción favorita ni siquiera estaba especificada en el informe.
Su corazón palpitó y sus mejillas se pintaron en carmín.
—Es interesante aprender de ti, no eres tan aburrido como creí.—Dijo, con la vista sumida en el tráfico.
—¿Por qué aburrido?—Preguntó, mirándolo desde su lugar con las mejillas coloradas.
—Creí que tu única personalidad sería ser modelo, pero no es así.
—No lo tomaré como halago.
—No es un halago, solo...descubrí que eres muy interesante, ya veo porque tantos pretendientes.
—Ja.—Rió Jimin.—Pretendientes porque solo ven mi físico, nadie se da la molestia de ver más allá.
—Pues que tontos, eres más que una cara bonita.—Dijo aún viendo al camino.
Perdiéndose del brillo que se instaló en los ojos de Jimin.
—Gracias.—Susurro, volteándose y mirando al frente, no quería que el alfa viese sus mejillas sonrojadas.
Jungkook le sonrió una vez más antes de que el auto se llenase de silencio. Los tiempos habían cambiado, su convivencia había avanzado en gran escala, ahora los silencios no eran incómodos, eran bastante cómodos y relajantes. Como si llevasen mucho tiempo conociéndose y sintiéndose bien en el silencio.
El auto se detuvo en la cafetería de siempre, antes de que bajaran Jungkook le dio un sombrero para que se cubriese; Jimin se lo puso sin decir nada más. Estando fuera del auto, Jungkook le extendió su mano a Jimin; el omega la tomó algo tímido, era raro tomar su mano cuando no había ni un paparazzi cerca. Era más íntimo.
Ambos entraron a la cafetería tomados de la mano, yendo por una de las mesas al fondo del local. Era una cafetería muy famosa entre los famosos, por lo que era muy exclusiva y privada. Era un lugar seguro para ambos, pero no servía mucho para su agenda de novios expuestos a la prensa.
Jimin y Jungkook se quitaron los gorros que se pusieron para salir de su auto, acomodando sus cabellos entre pequeñas sonrisas. El pedido de bebidas fue el mismo, un capuchino junto a un cupcake para Jungkook y un café negro para Jimin.
Mientras esperaban sus órdenes se acomodaron en sus lugares, mirándose a los ojos, con diminutas sonrisas que no sentían.
—¿Por qué no hay un montón de paparazzis fuera de la cafetería?—Pregunto Jimin.
—Porque no le dije a nadie sobre qué nos veríamos.
—¿Por qué?
—Porque quería que sea privado.—Dijo.—Y me di cuenta que no te gusta la presencia de los paparazzis tan cerca tuyo. Por comodidad sobre todo. Tuya y mía.
Jimin sonrió. Sonrojándose un poco.
—Una salida privada ¿Ah?—Sonrió jugando con el servilletero.
—Ajá.—Asintió.—Así nuestra relación de amigos y trabajo avanza.
Trabajo. Se repitió en su cabeza.
Solo era trabajo, no debería de estar sonrojándose por lo mínimo que Jungkook hacía. Era su obligación, lo hacía para proteger su verdadera relación.
El café llegó frente a ellos, ambos lo tomaron mientras compartían una pequeña conversación, muy interesante, Jungkook a través de sus preguntas descubría un poco más de quien era Jimin.
—¿Por qué dejaste la danza?
—No la dejé...solo que ya no la practico mucho.—Dijo dándole un sorbo a su café.
—¿Te dejó de interesar...?
—No...solo...no era tan bueno en ella.—Se encogió de hombros, batiendo su taza de café con su cucharilla.
Jungkook asintió, tomando el azucarero para agregar un poco más a su café, le gustaba dulce, muchos le rodarían los ojos por eso.
—¿Quieres?—Preguntó a Jimin, mostrándole el azucarero.
—No consumo azúcar.
—Oh...—Dejó el azucarero en su lugar.—Que raro, tu aroma es muy dulce, creí que consumías mucha azúcar.
—¿Qué tan dulce es mi aroma?—Sonrió.
—No es dulce dulce, sino que una combinación elegante y dulce. Tan dulce como una frambuesa. Hueles a frambuesas y a un toque de violetas.—Respondió mordiendo su cupcake.
Tú hueles a eucalipto y menta. Se dijo.
Quiso decirlo, pero se mordió la lengua para no hacerlo. No quería seguir pareciendo el que más sabía del otro.
Le sonrió mientras se escondía en su taza, nuevamente el colorete de sus mejillas le invadía.
Ambos terminaron con su café, limpiando la comisura de sus labios dejaron sus tazas encima de su platillo.
—Gracias por la invitación.—Dijo Jimin.
—No tienes porque agradecer.—Le sonrió, levantándose de la mesa y extendiendo su mano hacia Jimin.—¿Vamos?
El omega vio por unos segundos la mano tatuada del alfa, la tomó con una pequeña sonrisa y se acercó hacia Jungkook; con una gran sonrisa sobre sus labios.
Se sentía bien el sostener la mano de Jungkook, lo había sentido recién.
Salieron del lugar con sus gorros sobre sus cabezas, sin paparazzis alrededor, su salida había sido tan secreta que aún no les esperaban fuera de la cafetería.
Había sido su primera salida secreta, sin la compañía de los paparazzis que siempre les seguían.
Solo eran ellos dos. Porque así lo había querido Jungkook.
Y Jimin no debió sonreír ante el pensamiento de estar a solas con Jungkook.
No debió, pero lo hizo. Sintiéndose muy feliz.
No comprendía sus sentimientos y reacciones hacia el alfa. Le era muy confuso.
El camino devuelta a su hogar fue envuelto en las canciones favoritas de Jimin, quien tarareaba al par, siendo acompañado de vez en cuando por Jungkook. El camino era tan cómodo que se hizo demasiado corto, otra vez estaba frente a la puerta de su hogar.
—Nos vemos, Jungkook.—Se despidió, tomando sus cosas.
—Nos vemos, Mimi.—Se despidió con una sonrisa, como molestando a Jimin por el apodo.
Pero lo que sintió fue muy lejano a la molestia, sintió mariposas en el estómago.
Salió del auto agitando su mano en dirección de Jungkook.
Las mariposas no se detuvieron.
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