21. but you're still around

 ੈ ‧ chapter twenty-one ; but you're still around

junio 79', Londres

James se preparaba para dormir, durante los últimos meses había estado quedándose con Sirius  o con sus padres, desde que había leído la nota de Genevieve aquella mañana de Navidad, simplemente había huído de la casa que habían convertido en su hogar, decidido a nunca volver ahí, eso sería demasiado doloroso.

La verdad era que Potter se encontraba agotado, durante la última semana no había hecho nada más que dedicar sus días a misiones, diariamente los mortífagos destrozaban algún pueblo muggle o causaban problemas en el mundo mágico que era inevitable que incluso las personas que no poseían magia, comenzaran a sospechar que algo andaba mal y como si no todo estuviera yendo así de terrible, la guerra había llegado a un punto en el que nadie sabía en quién confiar, había demasiados infiltrados en el Ministerio que incluso Bartemius Crouch, quien se encontraba a cargo del Departamento de Seguridad Mágica, había autorizado el uso de maldiciones imperdonables a la hora de capturar mortífagos, si eso no era una mala señal, entonces James no sabía qué más esperar. 

El azabache se dejó caer en el sillón dando un suspiro derrotado, no sabía si estaba más cansado física, mental o emocionalmente, a pesar de todo lo que estaba pasando y a todo lo que las circunstancias lo habían obligado vivir, en noches como aquella, no podía evitar pensar en Genevieve, ¿Estaba bien?, ¿Estaba a salvo? Lo más importante, ¿Estaba viva? Él quería creer que sí, ya que nunca se hubiera podido imaginar un mundo sin ella. 

— ¿Todo bien? — Preguntó Sirius llegando a su lado y ofreciéndole una cerveza la cual James aceptó.

— ¿En qué momento esto se volvió tan difícil? — Preguntó con frustración.

— Nadie dijo que sería sencillo.

Ambos se quedaron callados por un minuto, hasta que James finalmente se atrevió a hablar.

— ¿Has sabido algo de Regulus? — Preguntó James y aunque Sirius sabía perfectamente que no era por su hermano por quien preguntaba, aun así le dedicó una sonrisa triste — Solo es curiosidad.

— No he sabido nada de Regulus, James, nada desde que se fue.

— ¿Estaba triste cuando se fue...? 

— Estaba... — Sirius hacía todo un esfuerzo por no hablar de Genevieve, sabía que era un tema demasiado delicado para James, pero tampoco quería que su amigo creyera que su 'novia' si aun se le podía llamar así lo había dejado sin sentir nada — Ella estaba destrozada, James, creo que nunca había visto a alguien de esa manera, tal vez era difícil de notar, a simple vista solo parecía estar distraída, pero si prestabas atención a sus ojos, el debate era claro, no dudes que se fue amándote y no dudo que lo haya dejado de hacer.

Ante la revelación, James se tomó todo el contenido de la botella en su mano de golpe y se volvió a dejar caer — Tengo algo de sueño.

— Ya lo creo, descansa, amigo.

James no pudo conciliar el sueño muy rápido, a pesar de su cansancio, no podía dejar de pensar en Genevieve, el solo quería que volviera a casa.

¡!

La mañana había sido simple y sencillamente caótica, los números de muertos y heridos crecían cada día más y más, James y un grupo más de miembros de la Orden se habían tenido que encargar de evacuar a un pueblo muggle que estaba cerca de Bristol que había sido atacado y nada se podía sentir peor, era horrible tener que ver como tantas familias tenían que dejar sus hogares por razones que ni siquiera conocían.

¡!

Cuando la noche llegó, todos estaban reunidos en la Madriguera, listos para irse nuevamente a una misión, el ambiente estaba tenso y Sophie lo podía sentir, siempre había sido sensible a ese tipo de cosas y en los últimos meses ese sentido se había intensificado.

Sophia Blanc siempre se había caracterizado por ser una chica dulce y amable, no había persona que la conociera que no la quisiera, inlcuso cuando llegaba a ser necia y testaruda, había algo en ella que maravillaba a las personas. Pero de esa Sophie no quedaba nada, siempre se le había considerado delgada, de rasgos finos y la piel muy blanca, ahora parecía estar enferma, su cuerpo era prácticamente un esqueleto, sus facciones estaban completamente acentuadas debido a la delgadez de su rostro y su piel lucía casi traslúcida que se asemejaba a una cebolla, pero lo que definitivamente había cambiado y que escondía debajo de varias capas de ropa, era la marca que llevaba en el antebrazo.

Al principio, Sophie no había querido hacer eso, pero el profesor Dumbledore estaba convencido de que era la persona ideal para aquella misión, nadie sospecharía de ella y si aceptaba, la seguridad de su padre estaría garantizada. 

Sophie no tenía mucho que perder, así que finalmente aceptó la propuesta colándose encubierta en las filas del señor tenebroso, no había sido tan complicado al principio, sus tareas consistían más que nada en filtrar información beneficiosa para los mortífagos, la cual, el profesor Dumbledore se encargaba de redactar para ella, pero todo se complicó cuando descubrió que había un traidor entre ellos, un traidor al que había llamado 'amigo'.

Sophie no tenía pruebas suficientes para inculpar a Peter aun, así que no se lo había contado a nadie, pero esa noche, sería la oportunidad perfecta, en algún momento Pettigrew los dejaría o daría un paso en falso que lo delatara, solo tenía que esperar.

La noche estaba fría a pesar de estar en pleno verano y ella estaba completamente nerviosa, en su corazón se había instalado un mal presentimiento que no parecía tener intenciones de desaparecer.  Su equipo durante aquella misión estaba bien conformado, todos habían estado juntos en Hogwarts, pero eran acompañados por Alastor Moody, quien a pesar de acabar de salir de San Mungo por un ataque en el que había perdido su ojo, no parecía querer dejar su trabajo.

— Ojos abiertos y estén atentos, según nuestros informantes ellos estarán aquí pronto, si necesitamos refuerzos, ya conocen la señal y sobre todo...

La voz de Moody fue interrumpida por un rayo de luz verde que se cruzó en medio de los presentes y varios mortífagos invadieron el lugar lanzando maldiciones en todas las direcciones, Sophie trataba de pasar desapercibida simplemente bloqueando las maldiciones y atacando desde las sombras, no podóia interferir, sabía que echaría todo a perder si lo hacía, pero no pudo evitar entrar en la pelea cuando vio a Sirius batirse a duelo con su prima, Bellatrix Lestrange, quien estaba atacando a matar.

— Tía Walburga me agradecerá tanto que termine contigo, asqueroso traidor — Se burló la mujer que parecía completamente fuera de sí, Sophie la recordaba de Hogwarts, Bellatrix estaba en su último año cuando ellos entraron al primero y de esa chica a la mujer en la que se había convertido, no quedaba nada — Tal vez también con algunos de tus amigos de paso.

Sophie la atacó intentado desarmarla, pero la puntería le falló, atrayendo la atención de la mujer — Tú... — Dijo con una expresión de fascinación que Sirius no supo decifrar.

Sophie estaba por atacar cuando a lo lejos, detrás de Bellatrix, desde las sombras, Peter atacó a Alice Longbottom quien se encontraba de espaldas, recibiendo una maldición que la hizo caer de rodillas.

Sophie no pudo reaccionar, hasta que se dio cuenta de que él la estaba viendo, Pettigrew lo sabía, él sabía que ella lo había descubierto, ahora era un cabo suelto que no podía dejar ahí.

Ninguno tuvo tiempo de reaccionar cuando en medio de las nubes de humo negro que dejaban los mortífagos al desaparecer, un rayo de luz verde impactó en el cuerpo de Sophie quién cayó inherte en el piso.

Sirius fue el primer en acercarse con lágrimas en los ojos, no quería creer que aquello era verdad, no podía ser verdad, de todas las personas que se lo merecían, Sophie era la última.

— ¿QUIÉN FUE?, ¡DÍGANME MALDITA SEA! — Pidió molesto.

— No, no lo sé... — Respondió Lily con voz temblorosa, tratando de manterse calmada para no complicar más todo — Cuando Sophie cayó ya no había nadie.

Sirius se acercó al lugar de donde habían atacado a Sophie, sintiendo cómo un nudo se instalaba en su estómago — No hay rastros de magia oscura aquí, hay un traidor entre nosotros.

¡!

lugar desconocido, posiblemente
Dublin.

Genevieve se encontraba en la biblioteca leyendo el mismo libro por tercera vez en la semana, había algo en las novelas románticas muggle que la mantenía con esperanzas de que eventualmente, todo saldría bien.

Kracher llegó con él desayuno a lo que Genevieve le agradeció con una sonrisa.

— ¿Ha habido noticias, Kreacher? — Preguntó curiosa, habían pasado varias semanas desde que Pandora los había visitado por última vez y ellas se habían hecho muy amigas, comenzaba a extrañarla.

— No, señorita Rousseau, no ha habido ninguna noticia aún de la señorita Lovegood, pero Kreacher ha traído algunos periódicos del mundo mágico — Dijo el elfo y con un chasquido, El Profeta y algunos otros ejemplares, aparecieron sobre la mesa.

— Te lo agradezco mucho, Kreacher, ¿Podrías avisarme cuando Regulus y mi hermano bajen?

— Por supuesto, señorita — Y sin nada más, el elfo desapareció.

Habían pasado meses desde la última vez que Genevieve había tocado un periódico, sabía que las cosas iban mal en el Mundo Mágico, pero tampoco quería enterarse de que tan mal viendo imágenes dolorosas de todos aquellos sucesos, así que prefería quedarse con las noticias que traía Pandora cada que los visitaba.

Finalmente, Genevieve terminó tomando la copia de El Profeta entre sus manos, al parecer acababan de atacar a un pueblo muggle hacia dos noches y varias tiendas del Callejón Diagon habían cerrado debido a la guerra, lo cual la entristeció, no sabía qué pasaría con todas las familias que dependían de esos ingresos. Estaba por cerrar el periódico antes de seguir recibiendo noticias tan duras, pero algo la hizo continuar en la siguiente página y fue cuando sintió que el mundo se le venía abajo.

Genevieve soltó un jadeo y después varias lágrimas comenzaron a escurrirse por sus mejillas, sentía que estaba teniendo una pesadilla de la que no iba a despertar.

— No...

Magnus y Regulus entraron preocupados a la biblioteca, Genevieve ni siquiera se había dado cuenta de lo alto que había estado llorando.

— ¿Qué pasa, estás bien? — Preguntó Magnus tomándola de los hombros para segurarse de que no le había pasado nada.

— Sophie...

— ¿Qué pasa con Sophie? — Esta vez fue Regulus quien preguntó a lo que Genevieve le acercó el periódico — Oh...

Sophie había sido la primera amiga que Genevieve había tenido al llegar a Hogwarts, fue la única que se acercó a hablarle cuando nadie más quiso sentarse junto a ella en clase por pertenecer a la familia que tenía. Sophie fue la primera a la que le confesó todos sus secretos y quien la llevó a su casa durante las vacaciones para que Genny no volviera a la suya en donde la pasaba tan mal y ni siquiera habían tenido la oportunidad de despedirse.
   
Genevieve no sabía cuánto tiempo había pasado llorando, hasta que sintió un fuerte dolor en las sienes, se alejó de los brazos de su hermano quien la había estado sosteniendo todo el tiempo y se dejó caer en el sofá, Regulus le extendió una taza de té que Genevieve agradeció dando un sorbo.

Sophie no merecía lo que le había pasado, era demasiado jóven, demasiado noble y si tan solo Genevieve hubiera sabido que esa solo sería la primera de varias pérdidas dolorosas que vendrían, tal vez se hubiera preparado más, pero a final de cuentas, ¿Quién está preparado para la muerte?

¡!

author's note: que difícil fue
escribir este capítulo, se
alargó bastante, pero bueno
no sé cuándo voy a volver
a actualizar, so.

espero que en lo que cabe, lo
hayan disfrutado mucho,
gracias por leerme.

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