RETOMANDO
- Mi hermana no ha regresado.
- ¡Estás seguro! – gritó inuyasha.
- Si. Ella no ha vuelto desde que se marchó hace días. – dijo Sota - ¿Acaso han peleado? ¿Dónde está mi hermana? ¿le paso algo? ¡Dime Inuyasha! – comenzó a desesperarse.
- ¡Ya cállate! – grito furioso – ella está bien es solo que... – se mordió la lengua; le dolía tener que reconocer que no había podido dar con ella.
- ¿Qué? ¡Por favor dime!... ¿debo avisarle a mi mamá?
- ¡No! No le digas nada. La encontrare. Lo prometo. – y dicho esto Inuyasha dio media vuelta y brincó dentro del pozo para regresar a su época.
Aome no estaba en su mundo. ¿dónde estaría? Una culpa invadía su pecho. Sabía perfectamente que ella huyo después de verlo con Kikyo. Estaba realmente preocupado, no se perdonaría el hecho de que le ocurriera algo. Pero aquello era por demás extraño, no podía olerla. El aroma de ella había desaparecido por completo.
***
En la época feudal era de día. Aome se detuvo en seco e instintivamente se ocultó tras un árbol. Inuyasha emergió del pozo con un gran salto. Se notaba sumamente abatido.
Que tonta – pensó Aome – él pude olerme.
Sin embargo, Inuyasha ni siquiera miro en su dirección; incluso parecía decidido a marcharse, si no fuera que Shippo, que salía de entre los arbustos, la divisó y se lanzó a sus brazos.
- ¡Aome! ¡Aome! ¡Volviste!
- ¡Claro que sí! – respondió ella abrazándolo - ¿Cómo no iba a volver?
- ¡Aome! – Inuyasha aparto con brusquedad excesiva a Shippo y la acorralo de un empujón contra un árbol. – Aome... – susurró. Ella sintió el aliento de él sobre sus labios. Los ojos dorados de Inuyasha la miraban con vehemencia. El corazon se le paralizó por instantes y no supo que decir. – Aome... – susurró una vez más para luego abrazarla. – Estaba preocupado. Creí lo peor cuando no pude olerte y... – y entonces, la preocupación de él se tornó en recelo. La aparto de si y volvió a mirarla, pero ahora con desconfianza.
- ¿Qué ocurre? – pregunto ella con cierto temor. Él no respondió. – Inuyasha, ¿qué pasa?
- Tu olor. – dijo él con voz ronca sin apartar la vista de ella.
- ¡Inuyasha! ¡señorita Aome! – Miroku se aproximaba en compañía de Sango, Kirara y el pequeño Shippo.
- ¡Inuyasha ya deja a Aome! – reclamo el pequeño
- Qué bueno que regresaste. – Sango parecía muy contenta.
- Lamento mucho haberlos preocupado. – respondió con una sonrisa.
- ¿Qué te ha pasado? ¡¿Qué le ha pasado a tu olor?! – exclamo Inuyasha con ferocidad.
- No sé de qué hablas.
- Tu olor desapareció. ¡Esa es la razón por la que no pude rastrearte! ¡¿Qué te ha ocurrido?!
- ¿Eso es verdad? – pregunto Shippo
- No lo sé. Yo me siento normal. ¡No sé de qué hablas!
- ¿Te paso algo Aome? – preguntó Sango
- Señortia Aome, ¿está bien? – preguntó Miroku
- ¿Dónde estuviste todo este tiempo? – preguntó Inuyasha.
***
Sesshomaru, sentado, apoyando varonilmente el brazo sobre su rodilla flexionada, ni siquiera prestaba atención a las bromas que Rin hacia a Jacken.
Sus pensamientos se concentraban en la única pregunta que Aome había detonado en él y que no podía dar respuesta. Él no había respondido la pregunta la noche anterior y en cambio, le había ordenado a la joven que se marchara, a lo cual, ella inmediatamente retrocedió en pasos y se alejó veloz.
- ¿Algo que desee? – repitió en voz alta para sí. Y luego, con una mueca de indiferencia continuo – que tontería.
***
- ¡Hermana!
- Hola, Sota. ¿Cómo están todos por aquí?
- Nosotros estamos bien, pero... ¿tu? ¿estás bien? ¡Inuyasha vino desesperado buscándote!
- ¡Ah, si! Eso... es que peleamos. Pero ya todo está bien. Me quedaré unos días aquí. – Sota miro a su hermana incorporarse y comenzar a andar en dirección a la casa. No llevaba consigo ni la bicicleta ni la mochila, lo cual hizo que se preguntara si aquel regreso fue un arrebato por parte de ella o de Inuyasha, pero, conociéndola, preguntarle era una pérdida de tiempo, así que no le quedo más que seguirla y dar gracias por que estuviese bien.
En tanto, Aome repetía en su mente lo acontecido apenas un rato antes.
Todos le cuestionaban donde había estado todo ese tiempo, pero en especial Inuysha, puntualizado la falta de su olor. Ella se olió las manos y la ropa. Se sentía normal, igual que siempre. No entendía lo que él le decia.
Cuando él comenzó a gritar con más fuerza para obligarle a hablar, ella se enfureció. Nonpodia decirle que habia estado cerca de Sesshomaru, además de que él no tenía derecho alguno a reprocharle sus acciones, al final de cuentas, él había estado con Kikio.
Se sintió tan molesta al recordar esto último que gritó "¡Abajo!" Con tanta fuerza que Inuyasha se desplomó un par de metros bajo el suelo. Y entonces ella corrió al pozo y lo había atravesado.
***
Kikyo miró su reflejo en el estanque. Se llevó una mano a su rostro y palpo la sensación del barro que la formaba. Si volviese a la vida, volvería a ser humana y su rostro sería nuevamente de carne y piel; una piel suave al tacto.
Sonrió con ironía. Había sido una casualidad muy grande encontrarse con nada mas ni mada menos que el rey celestial Tenkou. Nadie en la tierra podía regresarle la vida, pero él, él prometía y podía hacerlo.
Su suerte parecía cambiar y aunque no le agradaba la condicionante, en el fondo de su corazón, la única pizca de corrupción se impuso a la hora de aceptar.
- Al final de cuentas - dijo en voz alta - matar a ese ser celestial Hikoboshi, no interferira con el curso habitual de la tierra. Nadie lo notará. Pero en cambio, yo podré recuperar mi vida.
Miró su aljaba llena de flechas. Entre todas, había una cuya punta afilada relucia con un esplendor mágico. El rey celestial se la dió para que, una vez que encontrará a Hikoboshi, la lanzara directo a su corazon y de esa forma aniquilarlo. Sólo una flecha así podría acabar con la vida de un ser celestial.
Se puso en pie y se colocó la aljaba a la espalda mientras empuñaba con fuerza su arco.
Entre más rápido emprenderá la búsqueda, más rápido terminaria todo, y al mismo tiempo empezar la para ella.
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