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CAPÍTULO 16

PATRICK

Parece que duerme.

Me alejo con cuidado y salgo de la cama.

Necesito pensar. Sé lo que dije y creo que nunca fui tan sincero.

Al acompañarle hoy a casa de sus padres, y escuchar lo que dijeron…

Fui muy afortunado al tener unos padres que me apoyasen como lo hicieron.

Y luego conocí a Ángel y me aceptó también.

Me siento en un taburete de la cocina frente a una taza de café y me permito volver atrás en el tiempo.

Mi vida mejoró mucho desde que conocí a mi amigo.

A pesar de que nunca correspondió a mis sentimientos sé que de no haber muerto, nuestra amistad nunca se habría deshecho.

Miro hacia el armario de la entrada.

Guardo allí la cajita y pronto tendré que dársela.

Quizá ella no lo sepa, pero está más que lista para volver a empezar.

Escucho pasos a mi espalda y un muy desnudo Jerry se encuentra apoyado en el marco de la puerta.

Mi cuerpo responde inmediatamente a su desnudez y al sentir mi mirada sobre él, el suyo experimenta lo mismo.

—No quiero hacer nada si no estás listo.

—Lo estoy. Solo tengo una duda.

—¿Sobre mí?

—Sobre nosotros.

—Quiero intentarlo.

—Bien, porque pensé que solo lo había oído porque era lo que yo deseaba.

—Lo deseo también.

Me acerco en un par de zancadas a su lado y le beso.

Lo que en un principio es un beso rompedor, cargado de desesperación, se convierte en algo sensual, pausado… Algo único.

Y mientras sus manos se encargan de hacer desaparecer el pantalón de deporte que me puse al salir de la cama, me doy cuenta de que Jerry me ha devuelto algo que creí que jamás recuperaría.

Mi corazón.

A lo largo de las semanas siguientes fueron un autentico caos.

La inauguración del restaurante de Brittany fue un éxito y por lo que yo sabía, habían logrado una buena cantidad de reservas.

Lamentablemente no pude asistir dado que habían surgido algunos problemas con la editorial que me mantuvieron alejado unos días.

Mi relación con Jerry avanzaba poco a poco y por el momento la manteníamos en secreto.

Una noche, tras hacer el amor, me encontré a mi mismo contándole sobre Ángel y sobre mi promesa.

De algún modo este chico logró conquistarme y para cuando me di cuenta, era demasiado tarde y estaba completamente enamorado de él.

El problema es que yo no estaba muy seguro de que Jerry correspondiese a mis sentimientos.

JERRY

Mi vida en este punto era tal y como siempre pensé que debía ser.

Si, es cierto, mis padres no entraban en la ecuación, pero tener el apoyo de mi abuela, era algo con lo que realmente nunca pensé contar.

El problema es que deseaba más.

Era muy feliz con Patrick, pero mi felicidad empezaba a ser obvia y Brittany evidentemente se dio cuenta.

Y como se dio cuenta, empezó a preguntar.

Y yo odiaba esconderle cosas.

Es por eso por lo que esta noche hablaré con Patrick.

Sé que lo de la promesa es importante, pero él no deja de decir que el momento está cerca, de modo que…

Salgo de casa y me dirijo a su piso.

La semana pasada me entregó una llave para que pudiese entrar y salir cuando yo quisiera.

Lo cierto es que vine a mi apartamento solo a por unas cosas.

Cuando llego a su casa, él ya está preparando la cena.

Sea lo que sea, huele de miedo y estoy muerto de hambre.

—¿Cómo fue tu día? —me pregunta tras robarme un beso que me ha dejado con las piernas flojas.

—Bien. Fui al gimnasio después de mi turno. ¿Qué tal el tuyo?

—Bien. Me reuní  con Silvia. Ya no me retiene nada aquí.

¿Está rompiendo conmigo?

Cojo de nuevo mi chaqueta de la percha de la entrada donde apenas unos minutos antes la había dejado y abro la puerta para marcharme.

¿Cómo puede pensar en irse?

¿Acaso no significo nada para él?

—¡Jerry! —no quiero escuchar sus excusas. Pensé que lo nuestro iba más allá de algo temporal.

Pensé que había dejado atrás las dudas.

—¡Maldito seas, detente!

Me paro en seco frente al ascensor y me vuelvo conteniendo las ganas que tengo de golpear algo. A él.

—¿Qué tienes que decir?

—No entiendo. ¿Por qué te vas?

—Has dejado claro que ya no tienes nada que hacer aquí. Has cumplido tu promesa. Enhorabuena. Eres libre para irte de la ciudad y volver a tus trajes de firma y a dirigir tu empresa.

—Así es.

—Entonces supongo que no hay nada más que decir. Ya has tomado tu decisión.

—Eso parece. — el sonido de varias mirillas nos hacen comprender que los vecinos están bastante pendientes de lo que tenemos que decir. — Vuelve dentro. No quiero hablar esto aquí.

No sé porque, pero le sigo.

Bueno, si lo sé.

Estoy enamorado de él.

Posiblemente lo haya estado desde el principio.

No importa que haya hecho oídos sordos a lo que sentía.

Todo está claro.

Una vez en el interior de nuevo, escucho a Patrick cerrar la puerta a mi espalda.

—Espero que ahora me dejes hablar.

—Adelante. — hago un gesto con la mano para que diga lo que sea que tenga que decir y así poder irme a lamerme las heridas.

—Ambos sabíamos que este día llegaría.

Cada palabra suya es como un puñal clavándose más hondo en mi pecho.

—Si eso es todo, es mejor que me vaya.

—No he terminado.

—Pues será mejor que te des prisa. Tengo cosas que hacer.

Como rehacer mi vida después de que me rompas el corazón.

—Joder… Espera.

Le veo ir a la cocina y apagar el fuego.

¿Acaso salió tras d mí dejando el fuego encendido?

¡Se ha vuelto loco!

Siento su presencia a mi espalda y antes de que me de la vuelta para enfrentarlo de nuevo, echa mi cuerpo hacia delante quedando así doblado sobre el respaldo del sofá.

—¡¿Qué demonios crees que haces?!

—¿Piensas que voy a dejar que te vayas? ¿Qué me dejes?

No entiendo. ¡Si es él quien se va!

—¿De qué estás hablando?

—No me dejaste siquiera explicarte. Diste por hecho que me iba.

—¿No es así?

—¡Si!

—¿Entonces?

Ahora ya no me aguanto.

Las lágrimas caen libremente por mi rostro.

Dobla su cuerpo sobre él mío, dejando claro que me desea.

¿Cómo puede excitarse viéndome en este estado?

¿Y cómo puedo estarlo yo?

Siento que una de sus manos deja de apretarme contra el sofá y viaja hasta la parte delantera de mis pantalones, rompiendo la barrera del cinturón, desabrocha el botón y seguidamente baja la cremallera.

Los pantalones caen al suelo, exponiendo mi ropa interior que no tarda en seguir sus pasos.

Más lágrimas se unen a las anteriores.

¿Cómo puede humillarme de este modo?

Separa mis piernas con sus rodillas y se adentra lentamente en mí.

¿En qué momento de deshizo de su ropa?

—¿Por qué me haces esto? ¿Acaso no me has hecho bastante daño ya?

Sujeta mi miembro con la mano con la que me desnudó y sigue moviéndose al mismo tiempo que su mano sube y baja lentamente.

Su respiración se vuelve irregular y muy a mi pesar, la mía también.

Ambos estamos cerca y me dan ganas de golpearlo cuando se detiene y sale de mí.

Me gira para que quede frente a él y le mire a los ojos.

—Estoy enamorado de ti, idiota. Sí, tengo que irme, pero pienso volver si tú me quieres.

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