Capítulo 2: De mendigo a millonario.

Quiero algo. Lo compro. Deseo salir a comprar ropa. La compro. Así de fácil. De mendigo a millonario. De pobre a rico. De la oscuridad, a la inmortalidad. Puedo tener lo que quiero con solo pedirlo. Si bien, algo he aprendido de mi padre es que para tener el triángulo del placer son necesario tres cosas, mujeres, dinero, y poder. Jamás te dicen como lograrlo pero es bastante sencillo si tienes cabeza, el dinero es poder, y el poder atrae, mientras el dinero seduce. Como resultado el ultimo lado del triángulo. Las mujeres. Es por esa la razón por la cual he invitado a salir a Layla, porque quiero, y porque puedo.

—¿Cómo lo haces?—Layla miró con detalle el interior de mi automóvil.

—Duro y sin compasión —Pude oír una risa escabrosa dentro mío.

—Ay tonto—Layla golpeó mi brazo riendo, ¿qué le causa risa?—, me refiero a tu vida, es decir... —Agitó los brazos en dirección a mi, luego hizo el mismo gesto con auto.

—¿Te refieres a mi fortuna?—Me detuve en un semáforo, la calle tenía poco tráfico, pero se movía despacio por algún motivo.

—Exacto—Suspiré, la gran mayoría preguntaba lo mismo y era fastidioso.

—Invirtiendo, comprando, vendiendo, lo típico, claro, tuve suerte de que lo hice a gran escala, es todo—El semáforo se puso finalmente en verde y aceleré.

La verdad no había contado del todo la historia, dos meses después de irme de Nueva York, el testamento de mi madre se nos fue repartido a mi y a mi hermana, un millón de dólares dividido entre los dos. Mi padre siempre se ocupaba de ella, así que no gastaba nada en medicina, lo poco que gastaba en si mismo, una parte lo vendía en dulces, galletas en parques, hizo esto por al menos tres años, una parte de su testamento fue dar la casa donde crecimos mi hermana y yo y que se convirtiera en un orfanato, su jardín de rosas iba a permanecer intacto y bien cuidado. Si bien tenía medio millón en mis manos, más el dinero de mi apartamento en Nueva York, había sido una gran suma. Entonces las cosas suceden por algo.

Un día como cualquier otro Clared dió a luz, y estuvo una semana completa en el hospital haciéndose exámenes tanto a ella como a la bebé —si bien el parto había salido de maravilla, habían surgido complicaciones con Clared después—. Había comenzado a buscar alguna casa, estar con hermana era bueno, pero me sentía como un vago. Así que mientras esperaba a Clared al lado del hospital en una pequeña e incomoda cafetería, buscaba en anuncios y clasificados en los diarios sobre casas en venta y todo eso. Pasó algo insólito. Pedí un café con leche junto a un sándwich de jamón, fue la comida más asquerosa y repugnante que había probado, eso sin contar del café con leche. Como todo cliente presenté mi queja, el dueño me escuchó y como si pensara que no sabía nada sobre el tema me preguntó: ¿Qué puede hacer usted al respecto?.

Uno, pude irme, dos, le podría demostrar que hacer. Le pedí al encargado que hiciera un café con leche para alguna mesa, he hice yo otro café con leche por mi parte. En la mesa estaba el dueño, creyéndose superior, cuando hizo la prueba a ver cual mezcla era mejor, bajó la mirada apenado. Planeaba retirarme pero algo me decía que allí tenía una oportunidad, que no debía desperdiciarla. Aquél día hice el pilar de todo lo que soy en este momento. Le ofrecí cinco mil dólares con tal de mejorar la calidad del establecimiento, me haría socio del dueño y debía obtener al menos un veinte por ciento, viendo como iban las cosas en ese momento. El dueño aceptó con la condición de que yo diera instrucciones e implementara ordenes especificas para que la cafetería con cayera a la basura. Comenzamos con el entrenamiento, después con los productos, luego con el establecimiento.

En dos meses era una de las mejores cafeterías de la zona, la gente llegaba siempre dado que estaba cerca de un hospital, además que los doctores preferían ir allí que a su misma zona de descanso. Mi inversión de cinco mil, pasó a veinte mil —si, imposible de creer, pero cierto—. La idea de invertir se mantuvo en mi, así que comencé a buscar talentos, gente sin base para impulsarse en el mercado, había encontrado gente con buenas ideas que con un poco de ayuda llevaron de varios miles de dolares a casi los millones en muy poco tiempo. Valebra me había contado de expandirse así que ambos tomamos nuestras inversiones para construir otro Amadeus pero aquí en San Francisco. El cual puse en marcha desde cero, al principio pensé en que iba a dejarme en bancarrota, pero supo surgir, ahora un negocio exitoso y yo era el dueño. Nunca dejé de invertir, tuve que ir a clases de economía y de marketing sin embargo, allí estaba, escalando la cima del mundo con mis propias manos.

—Eso suena aburrido—Resopló haciendo una mueca.

—Y claro que lo es cariño, pero es una gran manera de hacer dinero, a veces lo aburrido tiene sus ventajas.—Sonreí y tomé su mano dirigiéndonos a nuestro destino. Comida, bebida, risas y como era de esperar, fuimos hasta su casa.

—Patrick, ¿puedes quedarte a dormir?—Mala idea amiga.

—Layla, no puedo darte una relación, soy muy diferente, ya no tengo diecisiete años, inclusive permitirme una relación es complicado.

—¿Entonces no volverás a buscarme?—No, a menos que sea beneficioso para mi.

—Cariño no quiero ser un asco contigo, quiero que alguien te haga bien, y sé que soy pésimo en eso, no quiero lastimarte—Ni que me lastimes—, pero me he divertido contigo.—Me levanté de la cama y tomé mi ropa de la mesa de noche.

—¿Y..., si quiero qué me lastimes?—La jaula se movió de manera brusca y me hizo tambalear pero pude sostenerme a tiempo.

—Layla, no es tan fácil..., solo seria sexo de vez en cuando—O cuando yo quiera—, no creo que te guste estar así.—Volteé la mirada y la vi gatear hacía mi, se puso de rodillas y miró mis ojos.

—Estoy dispuesta a ello—La bestia sonrió plenamente y comenzó a dictar.

—Buena chica—dijimos al unísono—, abre tu linda boca para mi. Lo demás de aquella noche se los dejo a su imaginación.

Otro día, más trabajo, en mi cabeza marchan planes de trabajo, si bien, una parte de Amadeus seguía conmigo, mi oficina estaba a tres cuadras en una zona empresarial, todos los días llegan personas deseando explicar su negocio, si convence, se les dará un plazo y se le agregará más crédito, si falla, el dinero debe ser devuelto por completo. También se trazan ideas con otros dueños y se les asesora, contraté profesionales en el campo de marketing y comercio para así no gastar tanto tiempo. Nos va excelente y es algo de lo que me siento orgulloso, en la cabeza de la bestia, pone en marcha un plan atrevido. Tomo mi móvil para escribirle a Layla pero todo se ve arruinado cuando golpean la puerta de la oficina.

—¿Patrick Chambler?—Mi asistente abre la puerta, en su rostro veo preocupación y nerviosismo. Algo no anda bien.

—Melissa calma—Descarto el mensaje y apago el móvil, Melissa se aparta y deja entrar a dos agentes del F.B.I que conozco perfectamente. —, los conozco, agente Holtz, agente Franco, por favor, tomen asiento, Melissa, por favor trae tres vasos con agua.

—No se preocupe, no nos quedaremos mucho, cierre la puerta y no permita que nadie entre—La agente Eileen Holtz le dirigió una mirada fría a Melissa, la cual sin esperar más cerró la puerta.

—Muy bien, ¿qué se les ofrece?.—pregunté mientras me les señalaba los asientos de visita.

—Venimos por el accidente de hace dos años—El agente Gilbert Franco apoyó su mano en el escritorio. Hubo un silencio enorme.---, hemos dado con los responsables y les hemos dado final al caso, la agente Holtz fue participe de la operación, aún así, agradecemos toda su colaboración en el caso, y si sucede algo más tiene nuestros números telefonicos---El silencio cada vez incrementaba más. Aún que por otro lado. Todo había acabado según ellos. La mirada de la agente Holtz era diferente, había miedo, algún daño, no físico, psicologico quizá.

---De verdad se los agradezco, este miedo que he cargado desde hace dos años me ha estado consumiendo por la noche, me preocupa mi familia---Les sonreí y les tendí la mano a cada uno, la estrecharon casi por obligación moral. Me da igual. Ya terminó. No más miedo. No más peligro.---, como muestra de mi gratitud pueden ir a Amadeus, mi restaurant a unas cuadras de aquí, y pueden pedir cuanto gusten para ustedes es gratuito---Lo van a negar en tres, dos...,

---Muchas gracias señor Chambler, pero este es nuestro trabajo, la seguridad de la nación es lo importante para nosotros. Con una gentil sonrisa, se despidieron y salieron de la oficina. Cuando la puerta estuvo finalmente cerrada y un frío subió por mi espalda, esa mascara, esas personas. No. No más. Acabó.

El ruido del teléfono me sacó de mis pensamiento. Contesté al tercer timbrazo. Volví a sumergirme en el trabajo como de costumbre, así se me olvidaría. Era lo mejor que podía hacer. A la hora del mediodía quedé con Layla para un almuerzo bastante patético, sin embargo debo convivir con ella. ¿Qué clase de monstruo no seduce a su víctima con charlas patéticas y almuerzos sorpresa?. Y finalmente después de aquello fui al Amadeus, el trabajador joven pero eficaz me saludó me dió detalle de todo lo vendido durante el día, los proveedores que fueron y los que faltaron. Asentí y lo envié de regreso al trabajo. Subí al segundo piso directo a la oficina. Hice llamadas, el equipo de ventas ya tenía lista la presentación para el viernes. Todo marchaba bien. Hasta que..., una llamada entró.

---Patrick Chambler al habla, buenas tardes, ¿que desea?.---Un silencio hizo escena, pero una respiración estúpida se encontraba en de respuesta. Este numero solo lo tiene la gente de abajo. Así que debe ser uno de los empleados, Malditos idiotas--- Puedo oírte, habla, no muerdo.

---Señor, alguien le busca...---Hubo murmuros. Yo no recibo visitas aquí, y si fuera conocido me llamarían al numero de teléfono personal.

---¿Quien es?---Prácticamente alcé la voz sin darme cuenta. Hubieron más murmuros. Le está preguntando el nombre. Es ella. No. Imposible.

---Le busca.---Colgué, mi respiración alcanzó un punto de descontrol enorme. No puede ser, no ahora, no en estos momentos. Suspiré calmándose, no soy el mismo. no será igual, no debe ser igual. Me levanto y camino fuera de la oficina. Puedo quedarme dentro y hacerme el tonto. Pero soy mejor que eso. Bajo lento los escalones, uno a uno, siento la eternidad mordiéndose las uñas ante mi extraña demostración de calma y lentitud. La luz acariciaba el descanso, era cálida, pero muy brillante,  unos pasos subían rápidamente, entonces crucé el descanso y quedé en la cima de ésta. Mi sombra era alta. Pero debajo de mi. Ese pelo, esos ojos, esa boca. Sin duda alguna era Leslie.

---¿Pat?.---Su voz, esa dulce voz. No. No de nuevo. Veo sus ojos llenos de preocupación, llenos de emoción. Una parte de mi grita emocionado, otra gruñe llena de desprecio. ---, necesito hablar contigo, por favor.

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